No opinar sobre la COP16 que en estos días se celebra en la ciudad de Cali, Colombia, sería una apatía crasa porque, sin duda alguna se trata de un evento vital, no solo para la sobrevivencia de la humanidad, sino para todas las demás especies biológicas del mundo terrenal.
No opinar sobre la COP16 que en estos días se celebra en la ciudad de Cali, Colombia, sería una apatía crasa porque, sin duda alguna se trata de un evento vital, no solo para la sobrevivencia de la humanidad, sino para todas las demás especies biológicas del mundo terrenal. Es un acontecimiento promocionado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y se celebra cada dos años en un país escogido con antelación. En esta ocasión la Conferencia de las Partes (COP) está cumpliendo su 30 aniversario, y la sede le correspondía a Turquía, y la declinó debido a los catastróficos movimientos telúricos ocurridos en su territorio en 2023.
Ante la inesperada vacancia, María Susana Muhamad, la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia solicitó la sede con el respaldo incondicional del presidente Gustavo Petro, con el lema “Paz con la Naturaleza”, que es un llamado a la reflexión para mejorar la relación que la humanidad tiene con el ambiente. Repensar un modelo económico que no priorice la extracción, sobreexplotación y contaminación de la naturaleza. El objetivo principal de la COP16 es establecer agendas, compromisos y marcos de acción para reponer y cuidar la biodiversidad terrenal y proveerle un uso sostenible, así como asegurar la participación justa y equitativa de los beneficios derivados de la utilización de sus recursos genéticos.
El origen del universo no se conoce, los científicos al planeta tierra le han calculado unos 4.500 millones de años de existencia, con un lento proceso evolutivo dividido en eras geológicas que a la vez las subdividen en periodos. Según hallazgos paleontológicos, apenas hace unos 200.000 mil años que aparece el homo sapiens en la tierra, descendientes de ciertos homínidos, y al parecer el homo sapiens es la única especie biológica del universo celestial con inteligencia compleja; es decir, provista con la máxima inteligencia hasta en este momento conocida.
Generalmente, el homo sapiens por su inteligencia inconmensurable siempre ha sido inconforme con sus logros y simultáneamente egoísta y, tales cualidades, cada día se van exaltando a la egolatría, al punto que están en peligro de extinción todas las especies biológicas, si no se morigera la codicia y la extravagancia de la humanidad.
“Según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), más de 35.000 especies están en peligro de extinción, es decir, un 28 % de las especies conocidas. Una pérdida de biodiversidad de cariz dramático. Debido a esto, los científicos ya están hablando de una sexta extinción, ocasionada esta vez por la actividad humana en contraste con las cinco anteriores provocadas por meteoritos y erupciones volcánicas”.
Lo anterior significa que ya entramos al antropoceno, la nueva era geológica marcada por el impacto de la humanidad. De acuerdo con un reciente estudio publicado en la revista Nature, la masa de todo lo fabricado por los humanos en el planeta en 2020 (masa antropogénica) superó por primera vez en la historia de la masa conjunta de todos los seres vivos (biomasa) y este estudio no contabiliza la masa de la basura. Para mejor contexto, el peso de todo lo que hay hoy en New York creado por la humanidad es igual al peso de todos los peces del mundo. La masa de plásticos que actualmente hay en el planeta tierra duplica la masa de todos los animales terrestres y acuáticos.
Otro aspecto para destacar es que la masa antropogénica (edificios, coches, ropa, botellas, etc,) en 1.900 era de 35 gigatones, es decir, el 3 % de su peso actual. Este tipo de masa se ha ido duplicando cada 20 años, incremento anual de 30 gigatones, lo que equivale a que cada persona produce su peso en masa antropogénica cada semana.
El antropoceno se caracteriza, principalmente, por tres factores: el avance tecnológico, acelerado tras la primera Revolución Industrial, el incremento de la población por el mejoramiento de la higiene y sanidad, y la multiplicación de la producción y el consumo.
En conclusión, para minimizar el impacto antropogénico, la humanidad debe descarbonizar la economía, impulsar la economía circular, proteger la biodiversidad, proteger los recursos hídricos y erradicar la deforestación, entre otras medidas indispensables.
Por: José Romero Churio.
No opinar sobre la COP16 que en estos días se celebra en la ciudad de Cali, Colombia, sería una apatía crasa porque, sin duda alguna se trata de un evento vital, no solo para la sobrevivencia de la humanidad, sino para todas las demás especies biológicas del mundo terrenal.
No opinar sobre la COP16 que en estos días se celebra en la ciudad de Cali, Colombia, sería una apatía crasa porque, sin duda alguna se trata de un evento vital, no solo para la sobrevivencia de la humanidad, sino para todas las demás especies biológicas del mundo terrenal. Es un acontecimiento promocionado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y se celebra cada dos años en un país escogido con antelación. En esta ocasión la Conferencia de las Partes (COP) está cumpliendo su 30 aniversario, y la sede le correspondía a Turquía, y la declinó debido a los catastróficos movimientos telúricos ocurridos en su territorio en 2023.
Ante la inesperada vacancia, María Susana Muhamad, la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia solicitó la sede con el respaldo incondicional del presidente Gustavo Petro, con el lema “Paz con la Naturaleza”, que es un llamado a la reflexión para mejorar la relación que la humanidad tiene con el ambiente. Repensar un modelo económico que no priorice la extracción, sobreexplotación y contaminación de la naturaleza. El objetivo principal de la COP16 es establecer agendas, compromisos y marcos de acción para reponer y cuidar la biodiversidad terrenal y proveerle un uso sostenible, así como asegurar la participación justa y equitativa de los beneficios derivados de la utilización de sus recursos genéticos.
El origen del universo no se conoce, los científicos al planeta tierra le han calculado unos 4.500 millones de años de existencia, con un lento proceso evolutivo dividido en eras geológicas que a la vez las subdividen en periodos. Según hallazgos paleontológicos, apenas hace unos 200.000 mil años que aparece el homo sapiens en la tierra, descendientes de ciertos homínidos, y al parecer el homo sapiens es la única especie biológica del universo celestial con inteligencia compleja; es decir, provista con la máxima inteligencia hasta en este momento conocida.
Generalmente, el homo sapiens por su inteligencia inconmensurable siempre ha sido inconforme con sus logros y simultáneamente egoísta y, tales cualidades, cada día se van exaltando a la egolatría, al punto que están en peligro de extinción todas las especies biológicas, si no se morigera la codicia y la extravagancia de la humanidad.
“Según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), más de 35.000 especies están en peligro de extinción, es decir, un 28 % de las especies conocidas. Una pérdida de biodiversidad de cariz dramático. Debido a esto, los científicos ya están hablando de una sexta extinción, ocasionada esta vez por la actividad humana en contraste con las cinco anteriores provocadas por meteoritos y erupciones volcánicas”.
Lo anterior significa que ya entramos al antropoceno, la nueva era geológica marcada por el impacto de la humanidad. De acuerdo con un reciente estudio publicado en la revista Nature, la masa de todo lo fabricado por los humanos en el planeta en 2020 (masa antropogénica) superó por primera vez en la historia de la masa conjunta de todos los seres vivos (biomasa) y este estudio no contabiliza la masa de la basura. Para mejor contexto, el peso de todo lo que hay hoy en New York creado por la humanidad es igual al peso de todos los peces del mundo. La masa de plásticos que actualmente hay en el planeta tierra duplica la masa de todos los animales terrestres y acuáticos.
Otro aspecto para destacar es que la masa antropogénica (edificios, coches, ropa, botellas, etc,) en 1.900 era de 35 gigatones, es decir, el 3 % de su peso actual. Este tipo de masa se ha ido duplicando cada 20 años, incremento anual de 30 gigatones, lo que equivale a que cada persona produce su peso en masa antropogénica cada semana.
El antropoceno se caracteriza, principalmente, por tres factores: el avance tecnológico, acelerado tras la primera Revolución Industrial, el incremento de la población por el mejoramiento de la higiene y sanidad, y la multiplicación de la producción y el consumo.
En conclusión, para minimizar el impacto antropogénico, la humanidad debe descarbonizar la economía, impulsar la economía circular, proteger la biodiversidad, proteger los recursos hídricos y erradicar la deforestación, entre otras medidas indispensables.
Por: José Romero Churio.