Cuando los primeros rayos del imponente sol empiezan a asomar en las faldas del cerro La Pampa, una voz familiar irrumpe en los rincones, callejones y vericuetos del corregimiento de Atánquez para dejar escuchar un singular aviso:
Cuando los primeros rayos del imponente sol empiezan a asomar en las faldas del cerro La Pampa, una voz familiar irrumpe en los rincones, callejones y vericuetos del corregimiento de Atánquez para dejar escuchar un singular aviso:
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“Se le avisa a la comunidad que en casa de ‘La Polaca’ ya llegó la yuca harinosa, el plátano y los aguacates frescos de la región. Repetimos: a toda la población de Atánquez se le está informando que en casa de ‘La Polaca’ consiguen la yuca harinosa, el plátano y los aguacates frescos de la región”.
Particulares avisos como este se han convertido en el primer café de muchos kankuamos desde hace más de 20 años, cuando Amilcar José Arias Díaz inició una tarea que lo ha convertido, con el correr del tiempo, en el ‘Anunciador del Resguardo Kankuamo’.
Curiosamente, y al igual que muchas cosas en este Resguardo Indígena ubicado a escasos 50 minutos de Valledupar en la vertiente suroriental de la Sierra Nevada, el método de comunicación comunal llegó de la mano de los religiosos españoles que llegaron a la población en los albores de los años 50.
El primer ensayo de difusión de noticias, avisos comunitarios y hasta sermones bíblicos fueron realizados por Lorenzo de Alboraya, quien ubicó las primeras bocinas frente a la iglesia San Isidro Labrador, ubicada en una de las esquinas de la plaza principal de Atánquez.
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Varios años después, el sacerdote Guillermo Rosso se apropió del sistema comunicativo y hasta lo ‘bautizó’ con el nombre de ‘La Voz del Kankuamo’, el cual utilizaba para desarrollar unos simpáticos encuentros musicales de gaita entre los grupos tradicionales de la época: ‘La Gripa Verde’ en representación del barrio ‘La Lomita’, y ‘La Quiebra Hueso’, que defendía el orgullo de los habitantes del sector de ‘La Rivería’.
“Fue hasta el año de 1999, que llegó al pueblo un seminarista llamado Fernando Tang, cuando se acordó que además de los encuentros musicales de gaita, los sermones religiosos y otras actividades, también se podrían difundir avisos para ayudar a la gente que expendía sus productos recién bajados de las fincas cercanas al pueblo”, anota Amilcar José al referenciar a la persona que le brindó la oportunidad de estrenar su voz en las bocinas comunitarias.
Y es que después de ese primer anuncio hace más de dos décadas, donde el ‘Anunciador Kankuamo’ promocionó una yuca harinosa a mil pesos el kilo, son muchos los avisos que se han transmitido a través de este medio de comunicación particular que en la actualidad ha batido el récord de acumular 35 anuncios en un día de trabajo normal.
Fiel a la tradición del Pueblo Indígena al que pertenece, Amilcar asegura que su inclinación por la comunicación proviene del hecho de haber nacido a escasos metros del ojo de agua conocido como Sapotukua, situación que propició que sus primeros años de vida estuvieran arrullados por el sonido que produce el correr de las aguas de un arroyo.
Y en ese trasegar donde se han conjugado el deseo de servir y el trabajo comunitario, ‘El Anunciador’ recuerda la ocasión en que lo levantaron a las cuatro de la mañana para que difundiera un aviso. Un accidente en territorio del Pueblo Arhuaco ameritaba el desplazamiento urgente de voluntarios que ayudaran a rescatar a las personas accidentadas.
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Otra experiencia fatídica fue tener que informarle a la población Kankuama de la ‘extraña’ conflagración de sus kankuruas en el año 2018, sitios de trabajo tradicional y ancestral que recogen la experiencia y sabiduría de los mamos, sabios y autoridades tradicionales de los cuatro pueblos indígenas que perviven en la Sierra Nevada.
Amilcar no puede pasar por alto la dolorosa experiencia del 31 de diciembre del año 2009, fecha con una profunda huella de dolor para un pueblo que se declara invadido, pero jamás conquistado. Esa fatídica noche, un artefacto explosivo apagó el jolgorio que reinaba en la caseta ‘Patio Fresco’, dejando un saldo de cinco muertos y 20 heridos.
“Recordar esa madrugada todavía me produce dolor. Sacando fuerzas no sé de dónde, estuvimos casi hasta las tres de la mañana tratando de emitir mensajes de fortaleza a la gente, confirmábamos los heridos que eran trasladados hacia Valledupar y hacíamos llamados incesantes a personas que habían salido ilesas de la caseta para que se comunicaran con sus familiares”.
Paradójicamente, ese hecho luctuoso sirvió para iniciar una campaña de solidaridad en favor de las personas que habían resultado más perjudicadas por la explosión. El espíritu de solidaridad de los kankuamos y foráneos se tradujo en la recolecta de siete millones de pesos.
Pero como todo proceso que conlleve cultura social, y ante la no permanencia de religiosos en el corregimiento, a partir del año 2015 ‘El Anunciador’ montó su propio sistema de comunicación que opera desde la sala de su casa ubicada en el contorno de la plaza principal.
El trabajo diario de anunciar, informar y guiar, lo compagina con su labor como docente del grado tercero de básica primaria en la Institución Educativa San Isidro Labrador. Con cierto grado de humor, reconoce que inició el primer semestre de Comunicación Social con énfasis Comunitario en la UNAD, pero con ese espíritu de servicio que ha cosechado a través de su labrado social como comunicador se cambió a la carrera de Etnoeducación, decisión que le permitió recibir el título de Licenciado en el año 2014.
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También participó del Colectivo de Comunicación del Pueblo Kankuamo durante cuatro años en la emisora Tayrona Stereo, y actualmente ejerce como Secretario del Cabildo Menor de Atánquez, responsabilidad que le implica muchas tareas de educación comunitaria y pedagógica a través del micrófono.
Al momento de interrogarlo sobre hasta cuándo continuará su labor como ‘Anunciador del Pueblo Kankuamo de la Sierra Nevada’, Amilcar José reconoce que: “mis raíces están sembradas en el territorio, no creo que abandone alguna vez mi pueblo, así que habrá Amilcar entregando anuncios por mucho tiempo más”.
POR: RICHARD LEGUÍZAMO PEÑATE/ EL PILÓN
@ricaleguivalle
Cuando los primeros rayos del imponente sol empiezan a asomar en las faldas del cerro La Pampa, una voz familiar irrumpe en los rincones, callejones y vericuetos del corregimiento de Atánquez para dejar escuchar un singular aviso:
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Particulares avisos como este se han convertido en el primer café de muchos kankuamos desde hace más de 20 años, cuando Amilcar José Arias Díaz inició una tarea que lo ha convertido, con el correr del tiempo, en el ‘Anunciador del Resguardo Kankuamo’.
Curiosamente, y al igual que muchas cosas en este Resguardo Indígena ubicado a escasos 50 minutos de Valledupar en la vertiente suroriental de la Sierra Nevada, el método de comunicación comunal llegó de la mano de los religiosos españoles que llegaron a la población en los albores de los años 50.
El primer ensayo de difusión de noticias, avisos comunitarios y hasta sermones bíblicos fueron realizados por Lorenzo de Alboraya, quien ubicó las primeras bocinas frente a la iglesia San Isidro Labrador, ubicada en una de las esquinas de la plaza principal de Atánquez.
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Varios años después, el sacerdote Guillermo Rosso se apropió del sistema comunicativo y hasta lo ‘bautizó’ con el nombre de ‘La Voz del Kankuamo’, el cual utilizaba para desarrollar unos simpáticos encuentros musicales de gaita entre los grupos tradicionales de la época: ‘La Gripa Verde’ en representación del barrio ‘La Lomita’, y ‘La Quiebra Hueso’, que defendía el orgullo de los habitantes del sector de ‘La Rivería’.
“Fue hasta el año de 1999, que llegó al pueblo un seminarista llamado Fernando Tang, cuando se acordó que además de los encuentros musicales de gaita, los sermones religiosos y otras actividades, también se podrían difundir avisos para ayudar a la gente que expendía sus productos recién bajados de las fincas cercanas al pueblo”, anota Amilcar José al referenciar a la persona que le brindó la oportunidad de estrenar su voz en las bocinas comunitarias.
Y es que después de ese primer anuncio hace más de dos décadas, donde el ‘Anunciador Kankuamo’ promocionó una yuca harinosa a mil pesos el kilo, son muchos los avisos que se han transmitido a través de este medio de comunicación particular que en la actualidad ha batido el récord de acumular 35 anuncios en un día de trabajo normal.
Fiel a la tradición del Pueblo Indígena al que pertenece, Amilcar asegura que su inclinación por la comunicación proviene del hecho de haber nacido a escasos metros del ojo de agua conocido como Sapotukua, situación que propició que sus primeros años de vida estuvieran arrullados por el sonido que produce el correr de las aguas de un arroyo.
Y en ese trasegar donde se han conjugado el deseo de servir y el trabajo comunitario, ‘El Anunciador’ recuerda la ocasión en que lo levantaron a las cuatro de la mañana para que difundiera un aviso. Un accidente en territorio del Pueblo Arhuaco ameritaba el desplazamiento urgente de voluntarios que ayudaran a rescatar a las personas accidentadas.
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Amilcar no puede pasar por alto la dolorosa experiencia del 31 de diciembre del año 2009, fecha con una profunda huella de dolor para un pueblo que se declara invadido, pero jamás conquistado. Esa fatídica noche, un artefacto explosivo apagó el jolgorio que reinaba en la caseta ‘Patio Fresco’, dejando un saldo de cinco muertos y 20 heridos.
“Recordar esa madrugada todavía me produce dolor. Sacando fuerzas no sé de dónde, estuvimos casi hasta las tres de la mañana tratando de emitir mensajes de fortaleza a la gente, confirmábamos los heridos que eran trasladados hacia Valledupar y hacíamos llamados incesantes a personas que habían salido ilesas de la caseta para que se comunicaran con sus familiares”.
Paradójicamente, ese hecho luctuoso sirvió para iniciar una campaña de solidaridad en favor de las personas que habían resultado más perjudicadas por la explosión. El espíritu de solidaridad de los kankuamos y foráneos se tradujo en la recolecta de siete millones de pesos.
Pero como todo proceso que conlleve cultura social, y ante la no permanencia de religiosos en el corregimiento, a partir del año 2015 ‘El Anunciador’ montó su propio sistema de comunicación que opera desde la sala de su casa ubicada en el contorno de la plaza principal.
El trabajo diario de anunciar, informar y guiar, lo compagina con su labor como docente del grado tercero de básica primaria en la Institución Educativa San Isidro Labrador. Con cierto grado de humor, reconoce que inició el primer semestre de Comunicación Social con énfasis Comunitario en la UNAD, pero con ese espíritu de servicio que ha cosechado a través de su labrado social como comunicador se cambió a la carrera de Etnoeducación, decisión que le permitió recibir el título de Licenciado en el año 2014.
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También participó del Colectivo de Comunicación del Pueblo Kankuamo durante cuatro años en la emisora Tayrona Stereo, y actualmente ejerce como Secretario del Cabildo Menor de Atánquez, responsabilidad que le implica muchas tareas de educación comunitaria y pedagógica a través del micrófono.
Al momento de interrogarlo sobre hasta cuándo continuará su labor como ‘Anunciador del Pueblo Kankuamo de la Sierra Nevada’, Amilcar José reconoce que: “mis raíces están sembradas en el territorio, no creo que abandone alguna vez mi pueblo, así que habrá Amilcar entregando anuncios por mucho tiempo más”.
POR: RICHARD LEGUÍZAMO PEÑATE/ EL PILÓN
@ricaleguivalle