Esta historia es para contar que los paisas están llegando al Cesar. Son inversiones cuantiosas y, lo más importante, son inversiones a largo plazo, es decir, llegaron para quedarse. Como Centro de Pensamiento quisiéramos plantear algunos puntos que son importante señalar con el espíritu de construir una relación gana-gana.
Quienes los conocen hablan de dos tipos de empresarios antioqueños. Unos, modernos, socialmente sensibles, tecnológicamente adelantados, globalizados y culturalmente educados en otras latitudes; otros, rústicos y gamonales, representantes de una economía puramente extractiva, casi feudal, y muy centrados en el interés propio y en la búsqueda de ganancia individual.
Estos últimos son los mismos que llegaron al Urabá el siglo pasado y montaron la explotación bananera con muy poco contenido social para sus habitantes; los que, en Córdoba y Sucre, junto con terratenientes locales, están detrás del daño ambiental ocasionado en La Mojana o los que hacen minería irresponsable en muchas partes del país.
Lee también: Perfil demográfico del Cesar: análisis y recomendaciones de política (I)
Bueno, esta historia es para contar que los paisas están llegando al Cesar. Lo deseable es que sean los del primer grupo, o si están llegando los segundos ojalá se contagien del espíritu de los primeros.
Empecemos por la última adquisición. Las Empresas Públicas de Medellín, EPM, se quedaron con Caribe-Mar (Electricaribe). Antes de ellos habían llegado otros inversionistas. Colanta adquirió a Coolesar; Nutresa le compró al Fondo Ganadero de Santander un frigorífico en Aguachica; Atlético Nacional es ahora el socio del Valledupar Fútbol Club; Easy Fly abrió ruta directa entre Medellín y Valledupar; Celsia invertirá muy pronto en energías alternativas en el municipio de Valledupar. Y quizá faltan datos de otros municipios.
Son inversiones cuantiosas y, lo más importante, son inversiones a largo plazo, es decir, llegaron para quedarse. Si esta es la situación, y dándoles una cordial bienvenida, quisiéramos plantear como Centro de Pensamiento algunos puntos que son importante señalar con el espíritu de construir una relación gana-gana o que, por lo menos, los cesarences aprendamos algo del desarrollo antioqueño, que tiene varios componentes interesantes.
El primero es el de la Responsabilidad Social Empresarial, RSE. En eso, en particular el conocido Grupo Empresarial Antioqueño, GEA, es un modelo valioso. Solo basta recordar a ese gran colombiano que fue Nicanor Restrepo, su líder por muchos años, para tener claro lo que pueden hacer: desde su contribución a la construcción de paz en el país durante muchos años hasta su visión humanista, que fue un rasgo que a los de otros territorios nos impresionaba.
No dejes de leer: Perfil demográfico del Cesar: análisis y recomendaciones de política (II)
Es interesante lo que han construido los antioqueños en este particular. Tomemos el ejemplo de Proantioquia, la fundación que agrupa más de cincuenta empresas, entre ellas la mayoría del GEA, Comfama, Celsia, Grupo Corbeta, Grupo Éxito y Universidad EAFIT, las cuales no solo aportan al desarrollo económico de Antioquia, sino que son un referente en desarrollo social y fortalecimiento de la educación, innovación tecnológica y construcción de paz con el Gobierno nacional en iniciativas como los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, PDET.
Pero quizá lo más interesante de Proantioquia, a nuestro entender, es la capacidad de generar visión prospectiva y mirar más allá del día a día.
La gran pregunta es si esa experiencia se trasladará al Cesar y, en tal caso, cómo. No se les pide ser generosos a nivel de dádivas, sino en cuanto a construir conjuntamente procesos de responsabilidad social empresarial. Ellos saben que una empresa no puede ser exitosa en el largo plazo en un entorno de inequidad y pobreza y para eso se requiere la Responsabilidad Social Empresarial o el valor compartido.
El segundo punto tiene que ver con el tema de innovación y tecnología. Antioquia tiene grandes avances en este campo en cuanto a gestión pública y privada. Un gran aporte podría ser un trabajo conjunto de transferencia de conocimientos. Para nuestra región sería un gran logro que se lograran replicar programas como Ruta N en alianza con la academia, los empresarios locales y los gremios.
Así mismo, fortalecer el trabajo científico de la mano de universidades públicas y privadas. Por ejemplo, recientemente un equipo de científicos de la Universidad de Antioquia logró aislar y cultivar el virus causante de la covid-19 y ahora están en la producción de ventiladores para atender enfermos.
Nos preocupa que cuando se gradúen los profesionales de nuestra sede de la Universidad Nacional partan a desarrollar sus habilidades y conocimientos tecnológicos en otras ciudades, que los estemos formando para trabajar en otros departamentos. Si se trabajara un desarrollo tecnológico local en alianzas con dichos centros antioqueños es mucho lo que el Cesar podría construir en cuanto a capacidades locales para su propio beneficio.
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También hay adelantos tecnológicos importantes en lo público, y ahí tenemos las muestras recientes que se han hecho de zonificación territorial vía mapas y visores para atender el coronavirus desde la Alcaldía de Medellín, la existencia de un catastro local, el transporte público con metro, metrocable, ciclorutas y buses, la recuperación del río, etc. Sería entonces deseable una alianza pública entre las dos capitales.
Un tercer campo de trabajo conjunto y de aprendizaje está en la capacidad de los antioqueños de desarrollar grandes proyectos regionales a partir de alianzas públicas-privadas. Para ello, primero habría que aprender a construir dichas alianzas, de ser capaces de poner intereses colectivos sobre los individuales. Tanto la Gobernación de Antioquia como la Alcaldía de Medellín ven en Proantioquia un aliado estratégico con el que avanzan en distintos programas a nivel regional y local.
Finalmente creemos que, en lo industrial y agroindustrial, podrían darnos una mano. Ojalá no impere el modelo de producir aquí (en el Cesar) y transformar allá (en Antioquia), llevándose la materia prima, pero sin crear ni fortalecer empresas locales.
Hay que incorporar el valor agregado y el empleo aquí, no allá. Como ejemplo podrían apoyarnos en el campo de las confecciones, en donde están más desarrollados y en los que en Valledupar hay interesantes puntos de producción. En la agroindustria seguramente también se podría hacer mucho, desde propiciar la siembra de productos para exportación y mejorar la ganadería hasta el desarrollo de la fruti y la silvicultura y sus procesos de transformación. Estamos más cerca del mar y de los puertos que ellos, por zona plana y de fácil acceso.
Hay que reconocer igualmente que no todo está resuelto en Antioquia. Aún tienen grandes desafíos y retos enormes. Solucionar Hidroituango para comenzar. Eso mostró que no se las saben todas. De otro lado, como sucede en otras partes del país, siguen pendientes temas de derechos humanos y de brechas intradepartamentales. Una cosa es el Valle de Aburra en cuanto a indicadores sociales y otra el Urabá o el Magdalena medio antioqueño.
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Para concluir: ¿qué tendría para aportar el Cesar? El departamento no tiene una burguesía industrial capacitada, ni numerosa para negociar con los industriales antioqueños, ni la plata para hacer joint-ventures. Así que esta negociación sería asimétrica. Al fin y al cabo, negocios son negocios. Sin embargo, hagamos el esfuerzo por relacionarnos de manera justa y equitativa para llegar a lo más cercano de un gana-gana.
Por: Cesore.
Esta historia es para contar que los paisas están llegando al Cesar. Son inversiones cuantiosas y, lo más importante, son inversiones a largo plazo, es decir, llegaron para quedarse. Como Centro de Pensamiento quisiéramos plantear algunos puntos que son importante señalar con el espíritu de construir una relación gana-gana.
Quienes los conocen hablan de dos tipos de empresarios antioqueños. Unos, modernos, socialmente sensibles, tecnológicamente adelantados, globalizados y culturalmente educados en otras latitudes; otros, rústicos y gamonales, representantes de una economía puramente extractiva, casi feudal, y muy centrados en el interés propio y en la búsqueda de ganancia individual.
Estos últimos son los mismos que llegaron al Urabá el siglo pasado y montaron la explotación bananera con muy poco contenido social para sus habitantes; los que, en Córdoba y Sucre, junto con terratenientes locales, están detrás del daño ambiental ocasionado en La Mojana o los que hacen minería irresponsable en muchas partes del país.
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Bueno, esta historia es para contar que los paisas están llegando al Cesar. Lo deseable es que sean los del primer grupo, o si están llegando los segundos ojalá se contagien del espíritu de los primeros.
Empecemos por la última adquisición. Las Empresas Públicas de Medellín, EPM, se quedaron con Caribe-Mar (Electricaribe). Antes de ellos habían llegado otros inversionistas. Colanta adquirió a Coolesar; Nutresa le compró al Fondo Ganadero de Santander un frigorífico en Aguachica; Atlético Nacional es ahora el socio del Valledupar Fútbol Club; Easy Fly abrió ruta directa entre Medellín y Valledupar; Celsia invertirá muy pronto en energías alternativas en el municipio de Valledupar. Y quizá faltan datos de otros municipios.
Son inversiones cuantiosas y, lo más importante, son inversiones a largo plazo, es decir, llegaron para quedarse. Si esta es la situación, y dándoles una cordial bienvenida, quisiéramos plantear como Centro de Pensamiento algunos puntos que son importante señalar con el espíritu de construir una relación gana-gana o que, por lo menos, los cesarences aprendamos algo del desarrollo antioqueño, que tiene varios componentes interesantes.
El primero es el de la Responsabilidad Social Empresarial, RSE. En eso, en particular el conocido Grupo Empresarial Antioqueño, GEA, es un modelo valioso. Solo basta recordar a ese gran colombiano que fue Nicanor Restrepo, su líder por muchos años, para tener claro lo que pueden hacer: desde su contribución a la construcción de paz en el país durante muchos años hasta su visión humanista, que fue un rasgo que a los de otros territorios nos impresionaba.
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Es interesante lo que han construido los antioqueños en este particular. Tomemos el ejemplo de Proantioquia, la fundación que agrupa más de cincuenta empresas, entre ellas la mayoría del GEA, Comfama, Celsia, Grupo Corbeta, Grupo Éxito y Universidad EAFIT, las cuales no solo aportan al desarrollo económico de Antioquia, sino que son un referente en desarrollo social y fortalecimiento de la educación, innovación tecnológica y construcción de paz con el Gobierno nacional en iniciativas como los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, PDET.
Pero quizá lo más interesante de Proantioquia, a nuestro entender, es la capacidad de generar visión prospectiva y mirar más allá del día a día.
La gran pregunta es si esa experiencia se trasladará al Cesar y, en tal caso, cómo. No se les pide ser generosos a nivel de dádivas, sino en cuanto a construir conjuntamente procesos de responsabilidad social empresarial. Ellos saben que una empresa no puede ser exitosa en el largo plazo en un entorno de inequidad y pobreza y para eso se requiere la Responsabilidad Social Empresarial o el valor compartido.
El segundo punto tiene que ver con el tema de innovación y tecnología. Antioquia tiene grandes avances en este campo en cuanto a gestión pública y privada. Un gran aporte podría ser un trabajo conjunto de transferencia de conocimientos. Para nuestra región sería un gran logro que se lograran replicar programas como Ruta N en alianza con la academia, los empresarios locales y los gremios.
Así mismo, fortalecer el trabajo científico de la mano de universidades públicas y privadas. Por ejemplo, recientemente un equipo de científicos de la Universidad de Antioquia logró aislar y cultivar el virus causante de la covid-19 y ahora están en la producción de ventiladores para atender enfermos.
Nos preocupa que cuando se gradúen los profesionales de nuestra sede de la Universidad Nacional partan a desarrollar sus habilidades y conocimientos tecnológicos en otras ciudades, que los estemos formando para trabajar en otros departamentos. Si se trabajara un desarrollo tecnológico local en alianzas con dichos centros antioqueños es mucho lo que el Cesar podría construir en cuanto a capacidades locales para su propio beneficio.
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También hay adelantos tecnológicos importantes en lo público, y ahí tenemos las muestras recientes que se han hecho de zonificación territorial vía mapas y visores para atender el coronavirus desde la Alcaldía de Medellín, la existencia de un catastro local, el transporte público con metro, metrocable, ciclorutas y buses, la recuperación del río, etc. Sería entonces deseable una alianza pública entre las dos capitales.
Un tercer campo de trabajo conjunto y de aprendizaje está en la capacidad de los antioqueños de desarrollar grandes proyectos regionales a partir de alianzas públicas-privadas. Para ello, primero habría que aprender a construir dichas alianzas, de ser capaces de poner intereses colectivos sobre los individuales. Tanto la Gobernación de Antioquia como la Alcaldía de Medellín ven en Proantioquia un aliado estratégico con el que avanzan en distintos programas a nivel regional y local.
Finalmente creemos que, en lo industrial y agroindustrial, podrían darnos una mano. Ojalá no impere el modelo de producir aquí (en el Cesar) y transformar allá (en Antioquia), llevándose la materia prima, pero sin crear ni fortalecer empresas locales.
Hay que incorporar el valor agregado y el empleo aquí, no allá. Como ejemplo podrían apoyarnos en el campo de las confecciones, en donde están más desarrollados y en los que en Valledupar hay interesantes puntos de producción. En la agroindustria seguramente también se podría hacer mucho, desde propiciar la siembra de productos para exportación y mejorar la ganadería hasta el desarrollo de la fruti y la silvicultura y sus procesos de transformación. Estamos más cerca del mar y de los puertos que ellos, por zona plana y de fácil acceso.
Hay que reconocer igualmente que no todo está resuelto en Antioquia. Aún tienen grandes desafíos y retos enormes. Solucionar Hidroituango para comenzar. Eso mostró que no se las saben todas. De otro lado, como sucede en otras partes del país, siguen pendientes temas de derechos humanos y de brechas intradepartamentales. Una cosa es el Valle de Aburra en cuanto a indicadores sociales y otra el Urabá o el Magdalena medio antioqueño.
No dejes de leer: Comerciantes piden postergar Día de la Madre para agosto
Para concluir: ¿qué tendría para aportar el Cesar? El departamento no tiene una burguesía industrial capacitada, ni numerosa para negociar con los industriales antioqueños, ni la plata para hacer joint-ventures. Así que esta negociación sería asimétrica. Al fin y al cabo, negocios son negocios. Sin embargo, hagamos el esfuerzo por relacionarnos de manera justa y equitativa para llegar a lo más cercano de un gana-gana.
Por: Cesore.