La carencia de una Oficina encargada de dirigir los múltiples problemas y retos que rodean al sector fundacional de Valledupar y la urgencia de la aplicación del Pemp fueron las principales conclusiones de Foros EL PILÓN.
Valledupar fue instituida 25 años después de Santa Marta, la primera ciudad fundada en Colombia en julio de 1525, y tan solo 17 años luego de la fundación de Cartagena, la ciudad con el centro histórico más reconocido del país. Sin embargo, en la capital mundial del vallenato el sector fundacional no cuenta con una oficina encargada específicamente de su preservación.
Por ejemplo, en la ciudad amurallada cuentan con el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena de Indias. En Valledupar un ente similar se quedó en los papeles. Aprobado en el 2014, el Plan especial de manejo y protección, Pemp, determinó la creación de un ente gestor direccionado a trabajar y liderar los proyectos relacionados con el sector fundacional. Exactamente el Artículo 59 ordena a la administración municipal organizar una empresa gestora para que pueda desarrollar los proyectos integrales que abarca esa resolución.
A finales del año 2016, el gobierno municipal presentó el proyecto para crearlo en el Concejo municipal. Los ediles regresaron el proyecto por lo que consideraron “falta de claridad sobre el alcance de la iniciativa”. No hubo insistencias y el proyecto quedó estancado.
Ante ese vacío, ayer durante el foro del diario EL PILÓN ‘Miremos al centro histórico de Valledupar’ se retomó la urgencia de la creación de un ente u oficina municipal con autonomía encargada específicamente del centro histórico.
Esa falencia que se refleja en la falta de una cabeza visible desde la administración municipal, por ejemplo, en la nueva discusión de la remodelación de las redes pluviales. Los trabajos topográficos ya empezaron y el diseño del soterramiento de las redes húmedas aún está crudo.
“Las empresas telefónicas dicen que ellos están abiertos al soterramiento, faltan solo las redes eléctricas que son las de Electricaribe”, aseveró el alcalde de Valledupar, Augusto Ramírez Uhía, quien estuvo presente en el foro. El soterramiento de redes secas consiste en instalar las redes debajo de las vías, por lo que no son visibles.
LAS CASAS QUE SE CAEN
Pero ese proyecto de soterramiento no sería el único reto que entraría a atender una Oficina encargada del centro histórico y patrimonio. El casco histórico de Valledupar está dividido en dos partes, la más importante, la zona fundacional conformada por 24 manzanas alrededor de la plaza Alfonso López, que se complementan con otras 15 manzanas calificadas como zonas de influencia.
En ese perímetro está la historia de Valledupar que el tiempo y la indiferencia van deteriorando sin encontrar resistencia. “De las 68 casas del nivel dos de protección, más o menos el 50 % de esas propiedades están deterioradas; y cuando a una de esas casas se les daña algo resulta costosísimo repararla”, señaló Alba Luz Luque, quien hizo presencia en el foro en representación de la Fundación Amigos del viejo Valledupar, Aviva.
En total son 581 inmuebles que conforman el centro histórico y que necesitan la intervención de manos preparadas.
Por esa razón, en Aviva iniciaron la gestión para la creación de una escuela Taller en Valledupar, similar a Cartagena. El laboratorio de esa escuela serían las casas que se están cayendo sin dolientes. “Se preparan las personas y se aporta la reparación del centro fundacional”, agregó Luque.
LA FRONTERA INVISIBLE
En algunos planos, el centro histórico está determinado en ejes: el ceremonial, que atraviesa la calle 15, calificado así por la presencia de iglesias (catedral nuestra señora del Rosario y la Inmaculada Concepción) junto a los cementerios; y por otro lado, la calle 16, considerada como el eje del poder por la presencia del sector financiero y las instituciones públicas.
Pero detrás de la carrera cuarta hay una frontera invisible, definida así por el arquitecto Santander Beleño, autor de una propuesta para recuperar la conexión entre el río y el sector fundacional. La frontera invisible está marcada por la delincuencia que domina una zona llena de basuras.
Pero no todo es malo: también es una de las zonas urbanas con mayor reforestación de la ciudad.
“Si miramos la foto de 1951 todo estaba deforestado. Las personas que ocupan esa parte, como es costumbre en Valledupar, han sembrado un árbol de mango en su patio y tenemos una gran estructura verde que ha crecido”, aseguró el arquitecto Santander Beleño.
Aprovechando esa zona verde, el arquitecto lanzó en su trabajo final de maestría la propuesta de ‘Mi Río-Mi historia’, que consiste en plantar flora con árboles nativos en donde hoy están las casas. Ante la falta de una Oficina del Centro Histórico u Oficina de Patrimonio de Valledupar, o Ente territorial para el Centro Histórico, como lo señala la norma, no hay un despacho que específicamente se dedique a estudiar la posibilidad de estos proyectos urbanísticos.
Pero no es el primer proyecto que se piensa sobre una de las zonas más inseguras de la ciudad. Anteriormente, se han desarrollado programas urbanísticos con el fin de reubicar los asentamientos. Sin embargo, se cometieron varios errores, según José Neguith Galindo, arquitecto de la Universidad del Atlántico.
El primero, la lejanía de las nuevas urbanizaciones, ignorando el arraigo de las personas con el centro histórico; y segundo, el divorcio entre los diferentes programas de reubicación. “Las urbanizaciones fueron hacia la periferia, en las que se han comprometido alrededor de 38,5 hectáreas de terrenos y en su totalidad las viviendas han sido gratuitas, pero alejaron a las personas de su fuente de ingresos”, aseguró.
Ese fracaso, según sus cifras, es comprobable al determinar que se han invertido cerca de $54.517 millones, pero aún el problema subsiste y para solucionarlo aún son necesarios más de $84.000 millones.
“Después de hacer varios estudios llegamos la conclusión que llevamos 20 años proyectando los reasentamientos. Hemos construido 2.061 viviendas para reubicar, cuando había 1.700 familias asentadas. Hemos construido 500 viviendas más y todavía la margen derecha tiene 1.200 familias asentadas como problemas”, cerró.
EL EJEMPLO CARTAGENERO
Getsemaní es uno de los barrios más importantes del centro histórico de Cartagena y una excepción en la tendencia mundial de la gentrificación de los sectores fundacionales, que han terminado siendo habitados por extranjeros ante el incremento desproporcionado del costo de vida.
El vallenato e ingeniero civil Javier Alfonso Pimienta lidera el proyecto de preservación del icónico sector. “Es un barrio emblemático y una de las pocas zonas del centro histórico que conserva a sus raizales y que se ha resistido a la gentrificación como ocurrió en el centro histórico del resto de la ciudad”, explicó al participar en el foro del diario EL PILÓN, explicando la experiencia de un barrio que se proyecta ser referencia mundial en preservación.
La particularidad es que a pesar de la millonaria inversión el principal objetivo es mantener la vida de barrio, la tradicional del histórico Getsemaní. “Esa vida de barrio se representa en muchas expresiones, por eso esto obviamente es un proceso comunitario. Es la misma comunidad que decide qué preservar, nosotros simplemente cubrimos con los costos y ayudamos con la gestión, aportamos una infraestructura”, señaló el ingeniero.
En Getsemaní estaba ubicado uno de los puertos más importantes de Cartagena, por eso su multiculturalidad, con la influencia de cubanos, haitianos, entre otros. “Para el proyecto inmobiliario en este barrio hay una inversión bastante grande. Lo mejor es que el entorno se mantiene así de único, con lo bueno y con lo malo. Aquí está todo el tráfico que entró al Caribe, eso lo hace en una zona tan diversa” señaló el profesional, que aceptó que se está pensando aplicar una idea similar en Valledupar.
Los murales, el poeta del barrio, sus referentes, la gastronomía, su música, es publicitada en revistas impresas y digitales. Además, su mayor atractivo turístico es su gente, su identidad, “la vida de barrio”, como llama el ingeniero.
Para el caso de Valledupar señaló que lo primero es el paso de los privados. En Getsemaní el dinero nació de filántropos, en este caso la familia Santo Domingo. “En Valledupar también está ese potencia, sobre todo en lo inmaterial. Creo que viendo un poco lo que vienen haciendo allá, es posible replicarlo”, concluyó.
De Getsemaní y la complejidad de los desafíos del centro histórico queda la conclusión de la urgencia de una oficina con autonomía que establezca las cabezas encargadas de salvaguardar el sector que guarda la historia de Valledupar, en casos en medio de los escombros.
Por: DEIVIS CARO DAZA/ EL PILÓN
[email protected]
La carencia de una Oficina encargada de dirigir los múltiples problemas y retos que rodean al sector fundacional de Valledupar y la urgencia de la aplicación del Pemp fueron las principales conclusiones de Foros EL PILÓN.
Valledupar fue instituida 25 años después de Santa Marta, la primera ciudad fundada en Colombia en julio de 1525, y tan solo 17 años luego de la fundación de Cartagena, la ciudad con el centro histórico más reconocido del país. Sin embargo, en la capital mundial del vallenato el sector fundacional no cuenta con una oficina encargada específicamente de su preservación.
Por ejemplo, en la ciudad amurallada cuentan con el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena de Indias. En Valledupar un ente similar se quedó en los papeles. Aprobado en el 2014, el Plan especial de manejo y protección, Pemp, determinó la creación de un ente gestor direccionado a trabajar y liderar los proyectos relacionados con el sector fundacional. Exactamente el Artículo 59 ordena a la administración municipal organizar una empresa gestora para que pueda desarrollar los proyectos integrales que abarca esa resolución.
A finales del año 2016, el gobierno municipal presentó el proyecto para crearlo en el Concejo municipal. Los ediles regresaron el proyecto por lo que consideraron “falta de claridad sobre el alcance de la iniciativa”. No hubo insistencias y el proyecto quedó estancado.
Ante ese vacío, ayer durante el foro del diario EL PILÓN ‘Miremos al centro histórico de Valledupar’ se retomó la urgencia de la creación de un ente u oficina municipal con autonomía encargada específicamente del centro histórico.
Esa falencia que se refleja en la falta de una cabeza visible desde la administración municipal, por ejemplo, en la nueva discusión de la remodelación de las redes pluviales. Los trabajos topográficos ya empezaron y el diseño del soterramiento de las redes húmedas aún está crudo.
“Las empresas telefónicas dicen que ellos están abiertos al soterramiento, faltan solo las redes eléctricas que son las de Electricaribe”, aseveró el alcalde de Valledupar, Augusto Ramírez Uhía, quien estuvo presente en el foro. El soterramiento de redes secas consiste en instalar las redes debajo de las vías, por lo que no son visibles.
LAS CASAS QUE SE CAEN
Pero ese proyecto de soterramiento no sería el único reto que entraría a atender una Oficina encargada del centro histórico y patrimonio. El casco histórico de Valledupar está dividido en dos partes, la más importante, la zona fundacional conformada por 24 manzanas alrededor de la plaza Alfonso López, que se complementan con otras 15 manzanas calificadas como zonas de influencia.
En ese perímetro está la historia de Valledupar que el tiempo y la indiferencia van deteriorando sin encontrar resistencia. “De las 68 casas del nivel dos de protección, más o menos el 50 % de esas propiedades están deterioradas; y cuando a una de esas casas se les daña algo resulta costosísimo repararla”, señaló Alba Luz Luque, quien hizo presencia en el foro en representación de la Fundación Amigos del viejo Valledupar, Aviva.
En total son 581 inmuebles que conforman el centro histórico y que necesitan la intervención de manos preparadas.
Por esa razón, en Aviva iniciaron la gestión para la creación de una escuela Taller en Valledupar, similar a Cartagena. El laboratorio de esa escuela serían las casas que se están cayendo sin dolientes. “Se preparan las personas y se aporta la reparación del centro fundacional”, agregó Luque.
LA FRONTERA INVISIBLE
En algunos planos, el centro histórico está determinado en ejes: el ceremonial, que atraviesa la calle 15, calificado así por la presencia de iglesias (catedral nuestra señora del Rosario y la Inmaculada Concepción) junto a los cementerios; y por otro lado, la calle 16, considerada como el eje del poder por la presencia del sector financiero y las instituciones públicas.
Pero detrás de la carrera cuarta hay una frontera invisible, definida así por el arquitecto Santander Beleño, autor de una propuesta para recuperar la conexión entre el río y el sector fundacional. La frontera invisible está marcada por la delincuencia que domina una zona llena de basuras.
Pero no todo es malo: también es una de las zonas urbanas con mayor reforestación de la ciudad.
“Si miramos la foto de 1951 todo estaba deforestado. Las personas que ocupan esa parte, como es costumbre en Valledupar, han sembrado un árbol de mango en su patio y tenemos una gran estructura verde que ha crecido”, aseguró el arquitecto Santander Beleño.
Aprovechando esa zona verde, el arquitecto lanzó en su trabajo final de maestría la propuesta de ‘Mi Río-Mi historia’, que consiste en plantar flora con árboles nativos en donde hoy están las casas. Ante la falta de una Oficina del Centro Histórico u Oficina de Patrimonio de Valledupar, o Ente territorial para el Centro Histórico, como lo señala la norma, no hay un despacho que específicamente se dedique a estudiar la posibilidad de estos proyectos urbanísticos.
Pero no es el primer proyecto que se piensa sobre una de las zonas más inseguras de la ciudad. Anteriormente, se han desarrollado programas urbanísticos con el fin de reubicar los asentamientos. Sin embargo, se cometieron varios errores, según José Neguith Galindo, arquitecto de la Universidad del Atlántico.
El primero, la lejanía de las nuevas urbanizaciones, ignorando el arraigo de las personas con el centro histórico; y segundo, el divorcio entre los diferentes programas de reubicación. “Las urbanizaciones fueron hacia la periferia, en las que se han comprometido alrededor de 38,5 hectáreas de terrenos y en su totalidad las viviendas han sido gratuitas, pero alejaron a las personas de su fuente de ingresos”, aseguró.
Ese fracaso, según sus cifras, es comprobable al determinar que se han invertido cerca de $54.517 millones, pero aún el problema subsiste y para solucionarlo aún son necesarios más de $84.000 millones.
“Después de hacer varios estudios llegamos la conclusión que llevamos 20 años proyectando los reasentamientos. Hemos construido 2.061 viviendas para reubicar, cuando había 1.700 familias asentadas. Hemos construido 500 viviendas más y todavía la margen derecha tiene 1.200 familias asentadas como problemas”, cerró.
EL EJEMPLO CARTAGENERO
Getsemaní es uno de los barrios más importantes del centro histórico de Cartagena y una excepción en la tendencia mundial de la gentrificación de los sectores fundacionales, que han terminado siendo habitados por extranjeros ante el incremento desproporcionado del costo de vida.
El vallenato e ingeniero civil Javier Alfonso Pimienta lidera el proyecto de preservación del icónico sector. “Es un barrio emblemático y una de las pocas zonas del centro histórico que conserva a sus raizales y que se ha resistido a la gentrificación como ocurrió en el centro histórico del resto de la ciudad”, explicó al participar en el foro del diario EL PILÓN, explicando la experiencia de un barrio que se proyecta ser referencia mundial en preservación.
La particularidad es que a pesar de la millonaria inversión el principal objetivo es mantener la vida de barrio, la tradicional del histórico Getsemaní. “Esa vida de barrio se representa en muchas expresiones, por eso esto obviamente es un proceso comunitario. Es la misma comunidad que decide qué preservar, nosotros simplemente cubrimos con los costos y ayudamos con la gestión, aportamos una infraestructura”, señaló el ingeniero.
En Getsemaní estaba ubicado uno de los puertos más importantes de Cartagena, por eso su multiculturalidad, con la influencia de cubanos, haitianos, entre otros. “Para el proyecto inmobiliario en este barrio hay una inversión bastante grande. Lo mejor es que el entorno se mantiene así de único, con lo bueno y con lo malo. Aquí está todo el tráfico que entró al Caribe, eso lo hace en una zona tan diversa” señaló el profesional, que aceptó que se está pensando aplicar una idea similar en Valledupar.
Los murales, el poeta del barrio, sus referentes, la gastronomía, su música, es publicitada en revistas impresas y digitales. Además, su mayor atractivo turístico es su gente, su identidad, “la vida de barrio”, como llama el ingeniero.
Para el caso de Valledupar señaló que lo primero es el paso de los privados. En Getsemaní el dinero nació de filántropos, en este caso la familia Santo Domingo. “En Valledupar también está ese potencia, sobre todo en lo inmaterial. Creo que viendo un poco lo que vienen haciendo allá, es posible replicarlo”, concluyó.
De Getsemaní y la complejidad de los desafíos del centro histórico queda la conclusión de la urgencia de una oficina con autonomía que establezca las cabezas encargadas de salvaguardar el sector que guarda la historia de Valledupar, en casos en medio de los escombros.
Por: DEIVIS CARO DAZA/ EL PILÓN
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