El gestor cultural, compositor e investigador Félix Carrillo Hinojosa comparte detalles de la evolución del máximo intérprete de la música vallenatas, Diomedes Díaz, desde que vivía en el anonimato hasta llegar al firmamento de la industria musical latinoamericana. Carrillo Hinojosa presenta: ‘El vallenato y sus personajes’.
Pocos pudieron percibir, lo que un muchacho delgado, de tez morena traía impregnado en su alma, que a manera de arsenal de versos y música se fue metiendo contra todas las barreras que le ponían, hasta conquistar a esa gente, que lo acogió como un ídolo indestronable, que con todo esa influencia que sigue vigente, lo metió en su alma y de allí no lo sacarán jamás.
Diomedes Díaz Maestre fue el mayor de nueve hermanos y desde niño se dedicó al trabajo del campo, que sirvió de base para su inspiración, pues tuvo como fuente inicial la naturaleza y luego a todo lo que le rodeaba.
Hijo de Elvira Maestre Hinojosa y Rafael María Díaz Cataño. Nació el 26 de mayo de 1957 en la finca Carrizal, ubicada en La Junta, muy cerca al cerro del Higuerón en La Guajira.
Resumir la vida artística de Diomedes Díaz Maestre es uno de los retos más complicados que invita a desarrollar, todo un peregrinaje por los momentos duros que vivió para darle una significación a sus sueños. Es por eso que durante los años que perteneció al sello discográfico Sony Music, antigua CBS, éste cantautor se convirtió sin duda alguna en el artista más exitoso, vendedor, carismático, soñador, idolatrado, envidiado por muchos y no tan querido por otros, pero lleno de un gran talento innato, que desde niño cultivó, que con el paso de los años lo convirtió en una verdadera leyenda de la música vallenata y un digno representante de nuestro folclor nacional.
Diomedes Díaz Maestre en sus 37 años de vida artística impuso más de 300 éxitos a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional, 89 de ellos de su propia autoría, récord difícilmente alcanzable por un artista nacional como es el de superar 13 millones de copias vendidas, obtener 25 discos de oro, 26 de platino, 15 de doble platino, 6 quíntuple de platino, 10 de diamante, que lo convirtió en el artista de mayor reconocimiento en el territorio colombiano.
Su presencia en la discografía nacional está representada en la grabación de 34 álbumes, aparte del tradicional ‘Fiesta Vallenata’, en donde sorprendía a sus seguidores con tres o cuatro temas inéditos de su autoría o de otros autores, sumados a las muestras antológicas de otros ritmos del folclor nacional e internacional.
Diomedes Díaz Maestre dejó siempre en alto y en un gran nivel el compromiso que tenía con sus seguidores, como era el de brindarles la música que él componía e interpretaba con el alma.
Ese respeto profesado hacia las numerosas composiciones, que nunca se negó a grabar, le permitió la mayor fidelidad con sus seguidores, que no dudaron en consagrarlo como ‘El Cacique de La Junta’ para unos, ¿El Cantor Campesino o de Carrizal’ para otros, ‘El Papá de los pollitos’, ‘El Ídolo’, sumados a miles de elogios y calificativos, llenos de cariño y respeto a esa persona, que marcó toda una enorme generación triunfadora, en la cultura vallenata, que sirvió de puente para identificar la idiosincrasia de una región y de un país entero, que con su triste y definitiva partida dejó para siempre un recuerdo imborrable en el alma y corazón de sus miles de seguidores, que se mantienen fieles, hasta en su última morada.
Diomedes Díaz Maestre logró adaptarse a los diversos cambios que sufrió la composición nuestra, que pese a dar ese tránsito de lo rural a lo urbano, su voz, por muy moderna que fuera la canción, siempre llevó su sello vallenato. Ese cuidado siempre fue evidente, al seleccionar creaciones de otros autores, cuyo sello de modernidad y posmodernidad se hizo notar en cada grabación. Esto lo hizo convertirse en el más grande vendedor de música que ha tenido Colombia.
Todos los artistas nacionales y quienes venían de otros mercados externos sucumbieron ante la fuerza natural que tenía el cantautor. Un artista para el que su musa brilló en la más alta dimensión, para componerle a las vivencias, a la mujer, al amor, a sus compañeras y a sus hijos, que en todos sus álbumes mencionaba. Su inspiración sobrepasó los límites y quedó plasmado en sus letras y melodías, que son un tesoro que guardan sus seguidores, que nunca dejarán de sonar, porque fueron hechas con el alma, para convertirse en clásicas del género vallenato.
Algo que sorprendió en la vida del inmenso cantautor vallenato fueron sus composiciones, ya que cada una de ellas llevaba consigo un mensaje claro, definido y dentro de un contexto que ‘El Cacique’ dejó plasmado, a tal punto de convertirse muchas de ellas en verdaderos himnos al amor, el despecho, la naturaleza y en general a la vida misma. Son canciones llenas de un virtuosismo innato, tan naturales como el agua cristalina que corre por el río de la inspiración y de la vida, hecho difícil de encontrar hoy día.
Al tiempo que creció el artista surgen las dificultades para el manejo de todos esos logros, que al final terminan catapultando, no de la mejor manera, a un diamante que para infortunio de nuestra música vallenata cayó en manos de unos malos talladores, que nunca lo vieron como un ser humano sino como a la simple máquina de hacer dinero.
Diomedes Díaz Maestre empezó a quedarse solo. Martín Maestre Hinojosa, ‘Colacho’ Mendoza y Juan Humberto Rois mueren, al igual que Rafael Orozco, quienes ejercen sobre el cantautor unas grandes influencias, que a manera de reto lo ayudaron a crecer. El primero lo guio a conocer sus propias fortalezas y debilidades, el segundo fue el maestro que siempre vio con el que se graduó, el tercero, el cómplice que sabía cómo estaba, qué le pasaba, a dónde se perdía en sus noches de bohemia, el que le hablaba con regaños, todos llenos de cariño y el cuarto su rival artístico, que lo hacía cumplir con la mayor altura, poniendo de presente siempre su talento, para no quedarse atrás. Esos referentes fueron el motor del cantautor, que sumados a los tantos encuentros furtivos con el amor, fueron minando tanto su talento y esperanza, de encontrar un buen nido donde poder descansar, sin las afujías que su mundo artístico y la vida misma le produjo.
Diomedes Díaz supo gozar la vida y eso le llevó a tener muchas críticas, por lo exagerado de sus celebraciones, en algunos casos el incumplimiento en varias de sus presentaciones y una serie de infortunadas situaciones de salud e incidentes en su vida, que incluso casi lo llevan, anticipadamente, a un trágico desenlace.
Este es el momento oportuno, para reconocer también que su vitalidad fue una gran virtud que le sirvió para construir esa exitosa calidad artística que llevó consigo y lo consagró como una de las leyendas urbanas del vallenato, una cultura artística, que con el paso de los años creció y fortaleció su imagen en doble vía, dentro y fuera del país.
Su último disco titulado ‘La Vida del Artista’ nos dejó ver esa faceta del gran cantante que es, como paradigma en esa gran obra construida, para convertirse en uno de los productos más importantes en su carrera, que a manera de despedida les brindó a sus seguidores, artistas de su música y de otros géneros, dejando ver cómo se sentía Diomedes Díaz Maestre frente a la vida, al momento artístico, en donde siempre sobresalió el nivel musical que le sirvió para ser lo que es para todos nosotros, una de las joyas artísticas más preciados de Colombia.
El surgimiento de Diomedes Díaz Maestre sirvió para proyectar la economía formal e informal de la tierra vallenata y hasta donde llegó “su fanaticada”, en donde cada lanzamiento de su producto musical motivó la creación de diversas estrategias para su empresa discográfica, empresarios, seguidores y vendores, que esperaban religiosamente el disco de este artista para poner en circulación todo lo relacionado con su imagen.
Ese día, el país vallenato sintió la presencia de sus seguidores, proyectando la devoción hacia el artista, con toda la exaltación que solo él podía producir.
El momento más feliz que vivió el artista Diomedes Díaz Maestre en toda su carrera musical fue obtener por parte de la Academia Latina de la Grabación, un Grammy Latino por su producto ‘Listo Pa’ la Foto’, en compañía de su acordeonero Álvaro López. Esta distinción, que lo llenó de alegría, lo motivó para seguir en la lucha musical como solía decir, “el mañana es hoy” y “por eso debemos hacer lo mejor posible, para que no nos coja el día, sin hacer nada”. Así vivió Diomedes Díaz Maestre ese galardón, que se sumó de manera vigorosa a su vida.
Es tan vital el paso de este cantautor en la música vallenata, que logró, pese a los malos momentos que vivió al final de su vida, estructurar unos cimientos para que la nueva generación los tome como ejemplo. Hechos evidentes que nos permiten analizar su labor, en donde sin lugar a dudas les dejó una tarea en el nivel más alto, difícil de igualar y que debe servir como un referente especial.
Diomedes Díaz Maestre generó un grande aporte artístico a nuestra cultura musical, en donde su oficio como artista, compositor y verseador innato lo elevó a la categoría de ser “el más grande de todos los artistas vallenatos”, una especie de techo insuperable, en donde logró hacerse el mejor homenaje a su carrera artística, al despedirse de sus seguidores, con un producto narrado con su sabiduría, su esencia, su sabor y naturaleza, que lo ubica en uno de los mejores sitiales, que personas como él deben tener.
En Sony Music se experimentó un dolor inmenso con su partida física, pero es tanta su grandeza que en cada rincón de esa compañía se palpa a esa estrella que brilla con luz propia, por el pasado, presente y futuro de la música vallenata, en la que dejó un legado de canciones, muchas alegrías y una enorme satisfacción, de poder decirles abiertamente, que tal como se hace con los hijos: “lo criamos”, “lo vimos crecer”, “desarrollarse y consagrarse como la más grande figura que ha parido el vallenato hasta nuestros días” y eso, es algo que nunca se podrá olvidar, ni dejar atrás. Aquí él es inolvidable, suelen decir la gente que está al frente de esa empresa discográfica.
Esa infinita confianza que depositó el cantautor en su compañía discográfica y en el equipo humano, que siempre le acogió sus sueños, que se inmortalizaron al dejar atrás, un inicio que corrió con todos las dificultades, cuando su naciente voz de muchacho cantó al lado del rey vallenato Nafer Durán, que sin lugar a dudas fue el hálito perfecto para consagrarse ante propios y seguidores de muchas partes del mundo. Diomedes Díaz Maestre nació para triunfar.
Félix Carrillo Hinojosa / EL PILÓN
Compositor – gestor cultural.
El gestor cultural, compositor e investigador Félix Carrillo Hinojosa comparte detalles de la evolución del máximo intérprete de la música vallenatas, Diomedes Díaz, desde que vivía en el anonimato hasta llegar al firmamento de la industria musical latinoamericana. Carrillo Hinojosa presenta: ‘El vallenato y sus personajes’.
Pocos pudieron percibir, lo que un muchacho delgado, de tez morena traía impregnado en su alma, que a manera de arsenal de versos y música se fue metiendo contra todas las barreras que le ponían, hasta conquistar a esa gente, que lo acogió como un ídolo indestronable, que con todo esa influencia que sigue vigente, lo metió en su alma y de allí no lo sacarán jamás.
Diomedes Díaz Maestre fue el mayor de nueve hermanos y desde niño se dedicó al trabajo del campo, que sirvió de base para su inspiración, pues tuvo como fuente inicial la naturaleza y luego a todo lo que le rodeaba.
Hijo de Elvira Maestre Hinojosa y Rafael María Díaz Cataño. Nació el 26 de mayo de 1957 en la finca Carrizal, ubicada en La Junta, muy cerca al cerro del Higuerón en La Guajira.
Resumir la vida artística de Diomedes Díaz Maestre es uno de los retos más complicados que invita a desarrollar, todo un peregrinaje por los momentos duros que vivió para darle una significación a sus sueños. Es por eso que durante los años que perteneció al sello discográfico Sony Music, antigua CBS, éste cantautor se convirtió sin duda alguna en el artista más exitoso, vendedor, carismático, soñador, idolatrado, envidiado por muchos y no tan querido por otros, pero lleno de un gran talento innato, que desde niño cultivó, que con el paso de los años lo convirtió en una verdadera leyenda de la música vallenata y un digno representante de nuestro folclor nacional.
Diomedes Díaz Maestre en sus 37 años de vida artística impuso más de 300 éxitos a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional, 89 de ellos de su propia autoría, récord difícilmente alcanzable por un artista nacional como es el de superar 13 millones de copias vendidas, obtener 25 discos de oro, 26 de platino, 15 de doble platino, 6 quíntuple de platino, 10 de diamante, que lo convirtió en el artista de mayor reconocimiento en el territorio colombiano.
Su presencia en la discografía nacional está representada en la grabación de 34 álbumes, aparte del tradicional ‘Fiesta Vallenata’, en donde sorprendía a sus seguidores con tres o cuatro temas inéditos de su autoría o de otros autores, sumados a las muestras antológicas de otros ritmos del folclor nacional e internacional.
Diomedes Díaz Maestre dejó siempre en alto y en un gran nivel el compromiso que tenía con sus seguidores, como era el de brindarles la música que él componía e interpretaba con el alma.
Ese respeto profesado hacia las numerosas composiciones, que nunca se negó a grabar, le permitió la mayor fidelidad con sus seguidores, que no dudaron en consagrarlo como ‘El Cacique de La Junta’ para unos, ¿El Cantor Campesino o de Carrizal’ para otros, ‘El Papá de los pollitos’, ‘El Ídolo’, sumados a miles de elogios y calificativos, llenos de cariño y respeto a esa persona, que marcó toda una enorme generación triunfadora, en la cultura vallenata, que sirvió de puente para identificar la idiosincrasia de una región y de un país entero, que con su triste y definitiva partida dejó para siempre un recuerdo imborrable en el alma y corazón de sus miles de seguidores, que se mantienen fieles, hasta en su última morada.
Diomedes Díaz Maestre logró adaptarse a los diversos cambios que sufrió la composición nuestra, que pese a dar ese tránsito de lo rural a lo urbano, su voz, por muy moderna que fuera la canción, siempre llevó su sello vallenato. Ese cuidado siempre fue evidente, al seleccionar creaciones de otros autores, cuyo sello de modernidad y posmodernidad se hizo notar en cada grabación. Esto lo hizo convertirse en el más grande vendedor de música que ha tenido Colombia.
Todos los artistas nacionales y quienes venían de otros mercados externos sucumbieron ante la fuerza natural que tenía el cantautor. Un artista para el que su musa brilló en la más alta dimensión, para componerle a las vivencias, a la mujer, al amor, a sus compañeras y a sus hijos, que en todos sus álbumes mencionaba. Su inspiración sobrepasó los límites y quedó plasmado en sus letras y melodías, que son un tesoro que guardan sus seguidores, que nunca dejarán de sonar, porque fueron hechas con el alma, para convertirse en clásicas del género vallenato.
Algo que sorprendió en la vida del inmenso cantautor vallenato fueron sus composiciones, ya que cada una de ellas llevaba consigo un mensaje claro, definido y dentro de un contexto que ‘El Cacique’ dejó plasmado, a tal punto de convertirse muchas de ellas en verdaderos himnos al amor, el despecho, la naturaleza y en general a la vida misma. Son canciones llenas de un virtuosismo innato, tan naturales como el agua cristalina que corre por el río de la inspiración y de la vida, hecho difícil de encontrar hoy día.
Al tiempo que creció el artista surgen las dificultades para el manejo de todos esos logros, que al final terminan catapultando, no de la mejor manera, a un diamante que para infortunio de nuestra música vallenata cayó en manos de unos malos talladores, que nunca lo vieron como un ser humano sino como a la simple máquina de hacer dinero.
Diomedes Díaz Maestre empezó a quedarse solo. Martín Maestre Hinojosa, ‘Colacho’ Mendoza y Juan Humberto Rois mueren, al igual que Rafael Orozco, quienes ejercen sobre el cantautor unas grandes influencias, que a manera de reto lo ayudaron a crecer. El primero lo guio a conocer sus propias fortalezas y debilidades, el segundo fue el maestro que siempre vio con el que se graduó, el tercero, el cómplice que sabía cómo estaba, qué le pasaba, a dónde se perdía en sus noches de bohemia, el que le hablaba con regaños, todos llenos de cariño y el cuarto su rival artístico, que lo hacía cumplir con la mayor altura, poniendo de presente siempre su talento, para no quedarse atrás. Esos referentes fueron el motor del cantautor, que sumados a los tantos encuentros furtivos con el amor, fueron minando tanto su talento y esperanza, de encontrar un buen nido donde poder descansar, sin las afujías que su mundo artístico y la vida misma le produjo.
Diomedes Díaz supo gozar la vida y eso le llevó a tener muchas críticas, por lo exagerado de sus celebraciones, en algunos casos el incumplimiento en varias de sus presentaciones y una serie de infortunadas situaciones de salud e incidentes en su vida, que incluso casi lo llevan, anticipadamente, a un trágico desenlace.
Este es el momento oportuno, para reconocer también que su vitalidad fue una gran virtud que le sirvió para construir esa exitosa calidad artística que llevó consigo y lo consagró como una de las leyendas urbanas del vallenato, una cultura artística, que con el paso de los años creció y fortaleció su imagen en doble vía, dentro y fuera del país.
Su último disco titulado ‘La Vida del Artista’ nos dejó ver esa faceta del gran cantante que es, como paradigma en esa gran obra construida, para convertirse en uno de los productos más importantes en su carrera, que a manera de despedida les brindó a sus seguidores, artistas de su música y de otros géneros, dejando ver cómo se sentía Diomedes Díaz Maestre frente a la vida, al momento artístico, en donde siempre sobresalió el nivel musical que le sirvió para ser lo que es para todos nosotros, una de las joyas artísticas más preciados de Colombia.
El surgimiento de Diomedes Díaz Maestre sirvió para proyectar la economía formal e informal de la tierra vallenata y hasta donde llegó “su fanaticada”, en donde cada lanzamiento de su producto musical motivó la creación de diversas estrategias para su empresa discográfica, empresarios, seguidores y vendores, que esperaban religiosamente el disco de este artista para poner en circulación todo lo relacionado con su imagen.
Ese día, el país vallenato sintió la presencia de sus seguidores, proyectando la devoción hacia el artista, con toda la exaltación que solo él podía producir.
El momento más feliz que vivió el artista Diomedes Díaz Maestre en toda su carrera musical fue obtener por parte de la Academia Latina de la Grabación, un Grammy Latino por su producto ‘Listo Pa’ la Foto’, en compañía de su acordeonero Álvaro López. Esta distinción, que lo llenó de alegría, lo motivó para seguir en la lucha musical como solía decir, “el mañana es hoy” y “por eso debemos hacer lo mejor posible, para que no nos coja el día, sin hacer nada”. Así vivió Diomedes Díaz Maestre ese galardón, que se sumó de manera vigorosa a su vida.
Es tan vital el paso de este cantautor en la música vallenata, que logró, pese a los malos momentos que vivió al final de su vida, estructurar unos cimientos para que la nueva generación los tome como ejemplo. Hechos evidentes que nos permiten analizar su labor, en donde sin lugar a dudas les dejó una tarea en el nivel más alto, difícil de igualar y que debe servir como un referente especial.
Diomedes Díaz Maestre generó un grande aporte artístico a nuestra cultura musical, en donde su oficio como artista, compositor y verseador innato lo elevó a la categoría de ser “el más grande de todos los artistas vallenatos”, una especie de techo insuperable, en donde logró hacerse el mejor homenaje a su carrera artística, al despedirse de sus seguidores, con un producto narrado con su sabiduría, su esencia, su sabor y naturaleza, que lo ubica en uno de los mejores sitiales, que personas como él deben tener.
En Sony Music se experimentó un dolor inmenso con su partida física, pero es tanta su grandeza que en cada rincón de esa compañía se palpa a esa estrella que brilla con luz propia, por el pasado, presente y futuro de la música vallenata, en la que dejó un legado de canciones, muchas alegrías y una enorme satisfacción, de poder decirles abiertamente, que tal como se hace con los hijos: “lo criamos”, “lo vimos crecer”, “desarrollarse y consagrarse como la más grande figura que ha parido el vallenato hasta nuestros días” y eso, es algo que nunca se podrá olvidar, ni dejar atrás. Aquí él es inolvidable, suelen decir la gente que está al frente de esa empresa discográfica.
Esa infinita confianza que depositó el cantautor en su compañía discográfica y en el equipo humano, que siempre le acogió sus sueños, que se inmortalizaron al dejar atrás, un inicio que corrió con todos las dificultades, cuando su naciente voz de muchacho cantó al lado del rey vallenato Nafer Durán, que sin lugar a dudas fue el hálito perfecto para consagrarse ante propios y seguidores de muchas partes del mundo. Diomedes Díaz Maestre nació para triunfar.
Félix Carrillo Hinojosa / EL PILÓN
Compositor – gestor cultural.