COLUMNISTA

16 de julio

Crecí en un hogar de creyentes. He sido ferviente seguidor de la Virgen de la Milagrosa, a quien le atribuyo el milagro de salvar mi vida, del Ecce Homo del Valle y de María Auxiliadora. Mi abuela Carmelita Morón era devota de San Francisco de Asís de La Paz y de San Rafael del Tupé.

16 de julio

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Crecí en un hogar de creyentes. He sido ferviente seguidor de la Virgen de la Milagrosa, a quien le atribuyo el milagro de salvar mi vida, del Ecce Homo del Valle y de María Auxiliadora. Mi abuela Carmelita Morón era devota de San Francisco de Asís de La Paz y de San Rafael del Tupé. Mi padre, Pepe Castro, era un fervoroso creyente de todos los santos y vírgenes de la provincia: la Virgen de Santa Marta, la Candelaria de Magangué, la de los Venados y de Becerril; la Virgen de los Remedios de Riohacha, Barrancas y Río de Oro; el Rosario del Molino y Valledupar; la Chiquinquirá de Urumita y Chiriguaná; la del Pilar de La Jagua, las Mercedes de Patillal, el Perpetuo Socorro de San Diego, la Divina Pastora de Codazzi y la Virgen del Carmen de Manaure, Las Pitillas, San José del Oriente, El Plan, Pailitas, Sabana Nueva, Arroyo Negro y la Torcoroma de Ocaña.

Cada 16 de julio, día de la Virgen del Carmen, mi padre me montaba en su Jeep Toyota para recorrer municipios y corregimientos donde se le rendía tributo. A las 5 a. m. asistíamos a la arbolada musical en la iglesia del barrio El Carmen, en Valledupar, donde cursé mis estudios en el colegio El Carmelo junto al sacerdote Rafael Daza Díaz. Luego subíamos a desayunar a Pueblo Bello y finalizábamos en Manaure, en casa de Guillermo Araque, Julio Acosta o José Bolívar. Hoy, esos recuerdos de fe siguen vivos en mí.

Cada vez que se acerca esta fecha, un zumbido de emoción activa mi memoria con la canción dedicada a esa Santa Patrona. Es inevitable recordar a Enrique Coronado, personaje famoso aún mencionado cada 16 de julio en todos los rincones del país. Desde hace años visito Manaure en esta fecha. Hoy mis anfitriones siguen siendo los mismos: la Casa de los Araque, José Campo, Julio Acosta Jr., Alberth Quintero o Villa Adelaida, en casa del doctor Memo Fragoso y la doctora Amparo Iriarte.

Euclides Enrique Coronado Aragón, personaje guajiro radicado en Barranquilla, sentía tanta veneración por la Virgen del Carmen que cada año organizaba una pomposa procesión por el barrio El Prado. En su mansión de estilo republicano, cercana a la Segunda Brigada del Ejército, celebraba una fiesta con los conjuntos vallenatos más famosos del momento, a la que asistían figuras de la política y la economía del Caribe. Hacía años había invitado a Poncho y Emiliano, sabiendo de la devoción de la familia Zuleta Díaz, desde la misma Vieja Sara Baquero, madre del Viejo Emiliano.

El merengue “La Virgen del Carmen”, de Emiliano Zuleta Díaz, cantado por Tomás Alfonso con coros de Joe Arroyo, grabado en el LP Tierra de Cantores y producido por CBS, tiene una historia especial.

En la primera estrofa, el compositor expresa su fe:

“No hay cosa más bonita que sentirse uno con fe

y tener devoción por cualquier cosa en la vida,

por eso desde muy niño me he podido convencer

que la Virgen del Carmen es mi santa preferida…”

La segunda estrofa refleja su amor por su madre, que lleva el mismo nombre de la Virgen:

“Por eso es que Emilianito la tiene que venerar

si tiene un nombre bonito, el mismo de mi mamá,

oye linda virgencita, escúchame mis plegarias

te llevo en mi medallita como reliquia sagrada…”

Y en la tercera, menciona al devoto que motivó la canción:

“Enrique Coronado nos ha mandado una carta

desde Barranquilla pa’ los hermanos Zuleta

el 16 de julio yo voy a hacerle una fiesta

pa’ que vean la Virgen en la sala de mi casa…”

Por: Pedro Norberto Castro – El Cuento de Pedro.

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