OPINIÓN

¿Y si aplicamos la justicia wayuu?

La justicia en Colombia enfrenta numerosos retos, desde la congestión de los procesos judiciales hasta la creciente desconfianza en las instituciones. Sin embargo, la comunidad Wayuu, con su rica tradición para la resolución de conflictos a través de la palabra, ofrece un modelo que podría transformar la manera en que entendemos y aplicamos la ley en nuestro país.

¿Y si aplicamos la justicia wayuu?

¿Y si aplicamos la justicia wayuu?

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La justicia en Colombia enfrenta numerosos retos, desde la congestión de los procesos judiciales hasta la creciente desconfianza en las instituciones. Sin embargo, la comunidad wayuu, con su rica tradición para la resolución de conflictos a través de la palabra, ofrece un modelo que podría transformar la manera en que entendemos y aplicamos la ley en nuestro país.

En el reciente FELVA 2025, realizado en Valledupar, se llevó a cabo el conversatorio “La ley y la palabra: la disputa en la sociedad wayuu”, con la participación del antropólogo e investigador Weilder Guerra. Durante el espacio, el experto nos sumergió en el corazón de esta comunidad indígena, mostrando cómo la sociedad wayuu utiliza la palabra, el conocimiento ancestral y la tradición oral como herramientas fundamentales para resolver conflictos.

Se expusieron casos de éxito, como este: un joven que, en un arrebato de imprudencia, decidió llevarse seis chivos de un vecino. El afectado, siguiendo las huellas dejadas por el ladrón —quien conocía bien a la familia del muchacho— no tardó en descubrir quién era el responsable. Una vez enterado de la falta, el dueño de los chivos no optó por la venganza, sino que, apelando a la sabiduría de su cultura, envió al ladrón a ser escuchado. A través del palabrero, el joven se presentó ante el afectado, quien, con una mezcla de seriedad y humor, le dijo:

—Ya te tomaste el trabajo de organizar el robo, de llevarte mis chivos, de proponerlos en venta, así que para qué te vas a tomar el trabajo de devolverlos. Mejor sigue y véndelos. Eso sí, en compensación, se estableció que pagaría seis chivos por cada uno de los que sustrajo, para un total de 36 chivos. Le salió la travesura.

Este ejemplo ilustra un acto de justicia inmediata, que combina la tradición con un sentido retributivo práctico. Se llegó a un acuerdo que satisfizo a ambas partes, y demuestra cómo la oralidad permite un enfoque más humano y contextualizado de la justicia, donde los involucrados pueden expresar sus emociones y narrar sus historias.

Palabra, oralidad y tradición ancestral: la eficacia del palabrero

Durante el conversatorio se presentaron múltiples casos donde la mediación verbal del palabrero logró resolver disputas que, de haberse llevado a los tribunales, habrían tomado años y consumido recursos significativos. El caso del ladrón de chivos es solo uno de muchos que demuestran que la justicia no siempre tiene que ser un proceso largo y desgastante.

La implementación de métodos de resolución de conflictos inspirados en la tradición wayuu podría reducir significativamente el tiempo y los costos asociados con los procesos judiciales en Colombia.

Procedimientos y estrategias para integrar en la justicia colombiana

Creación de espacios de mediación: establecer centros de mediación en comunidades, donde se puedan resolver conflictos a través de la oralidad, similar a los palabreros wayuu. Estos espacios deben ser accesibles y estar dirigidos por mediadores capacitados que comprendan la cultura local.

Capacitación en resolución de conflictos: incluir en la formación de la comunidad en general —así como de abogados y jueces— módulos sobre mediación y resolución de conflictos, inspirados en la tradición oral y la práctica del palabrero.

Legislación que promueva la oralidad: proponer reformas legislativas que reconozcan y promuevan la mediación y la oralidad como métodos válidos de resolución de conflictos. Esto podría incluir la modificación de los códigos procesales para permitir más flexibilidad en los procedimientos.

Beneficios de la implementación

Sin duda, ya estarán pensando: ¿pero si ya existen consultorios jurídicos, casas de justicia, conciliadores, entre otras figuras? La realidad es que un proceso administrativo en Colombia dura, en promedio, 18 años en todas sus instancias; los civiles, 12 o más. En general, los temas jurídicos están marcados por la congestión procesal y las maniobras dilatorias. Con esta experimentada y exitosa práctica, no solo se aliviaría el sistema judicial, sino que también se promovería una justicia más restaurativa y menos punitiva.

Se contribuiría así a: reducción de tiempos procesales, procesos más rápidos y menos costosos y soluciones oportunas y razonables para las partes.

La integración de la oralidad y la tradición ancestral de la sociedad wayuu en la legislación colombiana no es solo una opción viable, sino una necesidad urgente. Al aprender de este modelo de justicia, podemos avanzar hacia un sistema más eficiente, accesible y humano.

La ley y la palabra, como pilares de la resolución de conflictos, promueven la reconciliación y la compensación, elementos esenciales en una sociedad fragmentada como la colombiana. Este enfoque puede transformar nuestra realidad, ofreciendo un camino hacia la justicia que respete la diversidad cultural y propicie escenarios de verdadero “triunfo de la justicia”.

El cuncho: otros logros esperados

Empoderamiento comunitario: fomentar la participación activa de las comunidades en la resolución de sus propios conflictos, generando un sentido de pertenencia y responsabilidad social.

Cohesión social: promover la reconciliación y el entendimiento en comunidades afectadas por la violencia, fomentando una cultura del diálogo en lugar de la confrontación.

Justicia con las tres “e”: eficaz, efectiva y eficiente.

Por: Luis José Mendoza Guerra.

Abogado, Investigador, Doctor en Ciencias de la Educación. 

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