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Análisis - 2 julio, 2017

Verdades por narrar…

Ritzy Medina, antropóloga que trabaja con el Centro Nacional de Memoria Histórica, en la Dirección de los Acuerdos de la Verdad en el Cesar, recuerda el aniversario de la inauguración de la Unión Patriótica que tuvo lugar en el municipio de Pueblo Bello, en junio de 1985, y su posterior exterminio.

Amnesia

Viajo por entre letras de odio y destierro
Que sembraron los ataviados con trapos
Purpura y azul que destila la secta
Me miro en la mirada agonizante
De los que no recuerdan
De aquellos que el mundo les pasa sobre los ojos
A la altura del vacío
De la nada.
Vislumbrando una luz tenue
Una desazón que me camina el vientre
Una cicatriz viva
Urente
Una desmemoria fragmentada
Que termina por extraviarnos…
Ritzy Medina.

¿Cómo darle voz a los que fueron silenciados violentamente? ¿Hay acaso que pedir permiso para rememorar los cuerpos y conciencias asesinados con alevosía en el curso de las masacres en contra de la Unión Patriótica en el departamento del Cesar? ¿Por qué tanto silencio y poca o ninguna reivindicación?

Estos son algunos de los cuestionamientos que emergen insubordinados del túnel de la amnesia colectiva que es otra forma de despojo, sin justificación posible, que privó al Valle y a Colombia del pensamiento emancipatorio y crítico de sus hijos luchadores, en la década de los 80 y 90 del siglo XX. Cuestionamientos que carcomen y agujerean las vendas oscuras que los medios de comunicación, miedos por doquier y temores simbólicos, instalan en nuestra memoria no dejando develar las verdades que la muerte se llevó.

El territorio cesarense necesita volver a habitar, con esto me refiero, a poder encontrar en las huellas del pasado, las claves del por-venir. Una gran capa de olvido nos cobija, con la impunidad haciendo carrera, ocultando las claves del destierro y despojos. Los hijos de esta tierra, exterminados por razones políticas, desató una lógica genocida, generó la destrucción total de un grupo de personas que quisieron darle un nuevo horizonte a la vida política en la región cesarense, un giro social diferente a las clásicas maneras alienantes de hacer política; jugándoselas, como lo hicieron, por la participación diversa y plural, por la dignificación de la tierra, por la democratización del territorio.

Por eso, y a propósito de la puesta en marcha de los actuales acuerdos de paz y tocados por esta promisoria luz de esperanzas y re surgir de Justicia que se vislumbra con el sistema alternativo de Justicia Especial para la Paz (JEP), hago un llamado a la sociedad cesarense para que no olvide el frenesí criminal que segó la vida de 125 líderes, militantes y simpatizantes de la Unión Patriótica. Hacer memoria es fundamental para vivir en actitud erguida, dignos de nuestra propia historia, para garantizar la no repetición de los hechos, para volver a nacer, para respirar nuevos tiempos, para re-surgir resquebrajando (implosionándo) el pesado armazón amnésico que ata a los que la padecen a un silencio perpetuo y neciamente opresivo.

Con fervor y profundo respeto a todas y cada una de las víctimas de la masacre de la UP, a propósito del aniversario de fundación de este movimiento político en Pueblo Bello (Cesar), sucedido en junio de 1985. En este mismo sentido, un cálido abrazo de reconocimiento y admiración a Imelda Daza, sobreviviente, y voz viva de nuestra memoria histórica.

*Antropóloga, candidata a magíster en Educación. Contratista del Centro de Memoria Histórica. A los 29 días del mes de junio, año 2017.

Análisis
2 julio, 2017

Verdades por narrar…

Ritzy Medina, antropóloga que trabaja con el Centro Nacional de Memoria Histórica, en la Dirección de los Acuerdos de la Verdad en el Cesar, recuerda el aniversario de la inauguración de la Unión Patriótica que tuvo lugar en el municipio de Pueblo Bello, en junio de 1985, y su posterior exterminio.


Amnesia

Viajo por entre letras de odio y destierro
Que sembraron los ataviados con trapos
Purpura y azul que destila la secta
Me miro en la mirada agonizante
De los que no recuerdan
De aquellos que el mundo les pasa sobre los ojos
A la altura del vacío
De la nada.
Vislumbrando una luz tenue
Una desazón que me camina el vientre
Una cicatriz viva
Urente
Una desmemoria fragmentada
Que termina por extraviarnos…
Ritzy Medina.

¿Cómo darle voz a los que fueron silenciados violentamente? ¿Hay acaso que pedir permiso para rememorar los cuerpos y conciencias asesinados con alevosía en el curso de las masacres en contra de la Unión Patriótica en el departamento del Cesar? ¿Por qué tanto silencio y poca o ninguna reivindicación?

Estos son algunos de los cuestionamientos que emergen insubordinados del túnel de la amnesia colectiva que es otra forma de despojo, sin justificación posible, que privó al Valle y a Colombia del pensamiento emancipatorio y crítico de sus hijos luchadores, en la década de los 80 y 90 del siglo XX. Cuestionamientos que carcomen y agujerean las vendas oscuras que los medios de comunicación, miedos por doquier y temores simbólicos, instalan en nuestra memoria no dejando develar las verdades que la muerte se llevó.

El territorio cesarense necesita volver a habitar, con esto me refiero, a poder encontrar en las huellas del pasado, las claves del por-venir. Una gran capa de olvido nos cobija, con la impunidad haciendo carrera, ocultando las claves del destierro y despojos. Los hijos de esta tierra, exterminados por razones políticas, desató una lógica genocida, generó la destrucción total de un grupo de personas que quisieron darle un nuevo horizonte a la vida política en la región cesarense, un giro social diferente a las clásicas maneras alienantes de hacer política; jugándoselas, como lo hicieron, por la participación diversa y plural, por la dignificación de la tierra, por la democratización del territorio.

Por eso, y a propósito de la puesta en marcha de los actuales acuerdos de paz y tocados por esta promisoria luz de esperanzas y re surgir de Justicia que se vislumbra con el sistema alternativo de Justicia Especial para la Paz (JEP), hago un llamado a la sociedad cesarense para que no olvide el frenesí criminal que segó la vida de 125 líderes, militantes y simpatizantes de la Unión Patriótica. Hacer memoria es fundamental para vivir en actitud erguida, dignos de nuestra propia historia, para garantizar la no repetición de los hechos, para volver a nacer, para respirar nuevos tiempos, para re-surgir resquebrajando (implosionándo) el pesado armazón amnésico que ata a los que la padecen a un silencio perpetuo y neciamente opresivo.

Con fervor y profundo respeto a todas y cada una de las víctimas de la masacre de la UP, a propósito del aniversario de fundación de este movimiento político en Pueblo Bello (Cesar), sucedido en junio de 1985. En este mismo sentido, un cálido abrazo de reconocimiento y admiración a Imelda Daza, sobreviviente, y voz viva de nuestra memoria histórica.

*Antropóloga, candidata a magíster en Educación. Contratista del Centro de Memoria Histórica. A los 29 días del mes de junio, año 2017.