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Editorial - 31 enero, 2020

‘Valledupar, sueño de dioses’

Revisando en los valiosísimos archivos físicos de EL PILÓN, en la edición del miércoles 23 de abril de 1997, contraportada, publicamos una fotografía de tres artistas pintores y su maestro subidos en un andamio retocando los últimos detalles del mural que entonces se denominó ‘Valledupar, sueño de dioses’, y que contenía valores culturales, étnicos, naturales, literarios de la capital del Cesar, plasmados con vivos colores sobre la pared del Concejo Municipal.

Revisando en los valiosísimos archivos físicos de EL PILÓN, en la edición del miércoles 23 de abril de 1997, contraportada, publicamos una fotografía de tres artistas pintores y su maestro subidos en un andamio retocando los últimos detalles del mural que entonces se denominó ‘Valledupar, sueño de dioses’, y que contenía valores culturales, étnicos, naturales, literarios de la capital del Cesar, plasmados con vivos colores sobre la pared del Concejo Municipal.

Se trataba de nada menos que el maestro Germán Piedrahita y sus ayudantes Alexander Díaz Witt, Jhon Arias Benitez y Eduard Martínez, protagonistas de la noticia en la que contábamos que ese día se entregaba la obra. Por supuesto, el mural que hoy conocemos como ‘Valledupar, tierra de dioses’ fue la portada del jueves 24.

Reflexionamos, hacemos memoria sobre este asunto porque bien vale la pena evaluar con esta historia los hechos que rodean a la cultura nuestra, aquella que no es música.

Hace unos días dialogamos con los tres discípulos del maestro Piedrahita, hoy ya convertidos en maestros de su propio arte, pues recibieron el espaldarazo de los hermanos del fallecido pintor, escritor, columnista, exdirector de la Casa de la Cultura, porque se enteraron de que el gobierno del alcalde Mello Castro González había ordenado hacer esfuerzos para la recuperación del mural.

Cabe destacar que esa recuperación no se dará hasta tanto no se intervenga un patrimonio más antiguo y considerado más urgente por el Ministerio de Cultura: el claustro de Santo Domingo, pared frontal de donde hoy está ubicado el Concejo de Valledupar.

Los familiares de Germán Piedrahita celebraron la noticia y también que eventualmente sean los discípulos, y hallamos razón, quienes recuperen el mural con las técnica que mencionamos en un informe publicado recientemente en nuestras páginas impresas y digitales.

Esta historia llena de contratiempos, sobresaltos, que ha generado investigaciones por parte de las entes de control disciplinario y fiscal, y principalmente el enfado del gremio de artistas y gestores culturales, nos lleva a discutir públicamente sobre el nivel de importancia que el Gobierno local pueda darle a las manifestaciones culturales que no son música, y hacemos énfasis en esto porque hemos consentido a nuestro vallenato, melodías, autores, juglares, instrumentos, pero es posible que hayamos descuidado a los pintores, muralistas, escritores, bailarines, teatreros, cineastas, artesanos, cocineros y cocineras, etc.

Valledupar necesita un punto de encuentro, no solo físico, para todas estas manifestaciones culturales que son nuestras y que tienen identidad propia, y otras comparten factores con otros departamentos.

Qué bien que el Festival Vallenato recoja a las piloneras, los niños pintando el festival, la escuela de formación musical, el encuentro académico, pero, y si no es así, ¿qué más hay para estas manifestaciones culturales?

Editorial
31 enero, 2020

‘Valledupar, sueño de dioses’

Revisando en los valiosísimos archivos físicos de EL PILÓN, en la edición del miércoles 23 de abril de 1997, contraportada, publicamos una fotografía de tres artistas pintores y su maestro subidos en un andamio retocando los últimos detalles del mural que entonces se denominó ‘Valledupar, sueño de dioses’, y que contenía valores culturales, étnicos, naturales, literarios de la capital del Cesar, plasmados con vivos colores sobre la pared del Concejo Municipal.


Revisando en los valiosísimos archivos físicos de EL PILÓN, en la edición del miércoles 23 de abril de 1997, contraportada, publicamos una fotografía de tres artistas pintores y su maestro subidos en un andamio retocando los últimos detalles del mural que entonces se denominó ‘Valledupar, sueño de dioses’, y que contenía valores culturales, étnicos, naturales, literarios de la capital del Cesar, plasmados con vivos colores sobre la pared del Concejo Municipal.

Se trataba de nada menos que el maestro Germán Piedrahita y sus ayudantes Alexander Díaz Witt, Jhon Arias Benitez y Eduard Martínez, protagonistas de la noticia en la que contábamos que ese día se entregaba la obra. Por supuesto, el mural que hoy conocemos como ‘Valledupar, tierra de dioses’ fue la portada del jueves 24.

Reflexionamos, hacemos memoria sobre este asunto porque bien vale la pena evaluar con esta historia los hechos que rodean a la cultura nuestra, aquella que no es música.

Hace unos días dialogamos con los tres discípulos del maestro Piedrahita, hoy ya convertidos en maestros de su propio arte, pues recibieron el espaldarazo de los hermanos del fallecido pintor, escritor, columnista, exdirector de la Casa de la Cultura, porque se enteraron de que el gobierno del alcalde Mello Castro González había ordenado hacer esfuerzos para la recuperación del mural.

Cabe destacar que esa recuperación no se dará hasta tanto no se intervenga un patrimonio más antiguo y considerado más urgente por el Ministerio de Cultura: el claustro de Santo Domingo, pared frontal de donde hoy está ubicado el Concejo de Valledupar.

Los familiares de Germán Piedrahita celebraron la noticia y también que eventualmente sean los discípulos, y hallamos razón, quienes recuperen el mural con las técnica que mencionamos en un informe publicado recientemente en nuestras páginas impresas y digitales.

Esta historia llena de contratiempos, sobresaltos, que ha generado investigaciones por parte de las entes de control disciplinario y fiscal, y principalmente el enfado del gremio de artistas y gestores culturales, nos lleva a discutir públicamente sobre el nivel de importancia que el Gobierno local pueda darle a las manifestaciones culturales que no son música, y hacemos énfasis en esto porque hemos consentido a nuestro vallenato, melodías, autores, juglares, instrumentos, pero es posible que hayamos descuidado a los pintores, muralistas, escritores, bailarines, teatreros, cineastas, artesanos, cocineros y cocineras, etc.

Valledupar necesita un punto de encuentro, no solo físico, para todas estas manifestaciones culturales que son nuestras y que tienen identidad propia, y otras comparten factores con otros departamentos.

Qué bien que el Festival Vallenato recoja a las piloneras, los niños pintando el festival, la escuela de formación musical, el encuentro académico, pero, y si no es así, ¿qué más hay para estas manifestaciones culturales?