VALLEDUPAR

Valledupar, la independencia que antecedió al 7 de agosto

Antes de Boyacá, Valledupar ya era libre. El 4 de febrero de 1813 declaró su independencia, liderada por María Concepción Loperena, aunque su papel sigue siendo ignorado en la historia oficial.

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En Colombia, el 7 de agosto se celebra la Batalla de Boyacá y marca el inicio de cada nuevo gobierno. Sin embargo, en Valledupar hay un capítulo de la historia que se remonta mucho antes. El 4 de febrero de 1813, bajo el liderazgo de figuras como María Concepción Loperena, la ciudad declaró formalmente su independencia y rompió los lazos administrativos con la Corona española.

Valledupar formó parte del llamado “eje de oro” del Caribe independentista, junto con Mompox y Santa Marta. En un artículo titulado ‘Valledupar es la cuna de la libertad’, publicado en el portal Panorama Cultural, el historiador vallenato Tomás Darío Gutiérrez menciona que esta región “no esperó a Boyacá para hacerse libre”; fue una de las primeras en levantarse, redactar actas y establecer gobiernos autónomos locales, a pesar de que la historia oficial generalmente se ha enfocado en las campañas de Boyacá y el centro del país.

Gutiérrez afirma que “Valledupar es la cuna de la libertad” y que la lucha local no fue solo un gesto simbólico, sino un verdadero acto político y militar.

Un grito temprano

En junio de 1810, el cabildo local oficialmente rechazó al Marqués de Valde‑Hoyos y pidió representación en las Cortes de Cádiz para tener voz en las reformas políticas discutidas por España en aquel momento. En las calles circularon escritos breves con mensajes como “Abajo el Rey, viva la libertad”, que llegaron hasta Chiriguaná y los pueblos de la serranía.

En 1811, Valledupar pidió un diputado a Santa Fe y a Cartagena, pero las autoridades de Santa Marta fueron evasivas y retuvieron el control. En 1812, la presencia de Simón Bolívar en la región intensificó el ambiente revolucionario y consolidó lazos estratégicos con los líderes locales.

El 4 de febrero de 1813, en una sesión oficial del cabildo, María Concepción Loperena proclamó la independencia. Se firmó el acta y liberó a cientos de esclavos en Becerril y La Jagua de Ibirico. Años más tarde, en 1821, un decreto devolvió sus bienes, que habían sido confiscados en 1818 por las autoridades realistas. En 1940, la Asamblea Legislativa del Magdalena la reconoció como heroína de la patria, y su legado sigue vivo en instituciones educativas y en la memoria de la gente.

Desde Becerril, el coronel Pedro Antonio García formó el Batallón Vargas con 300 voluntarios. Luchó junto a Bolívar en batallas importantes como la de Bomboná y también participó en misiones para abastecer y defender a las tropas patriotas. Su unidad, compuesta mayormente por campesinos y artesanos locales, se considera uno de los mayores aportes de la región al esfuerzo por la libertad.

Un papel invisibilizado

Pese a que el 7 de agosto representa la victoria de Boyacá, en Valledupar no se vive con la misma intensidad que en otras ciudades. En 2020, por ejemplo, la conmemoración se redujo a actos simbólicos y virtuales por culpa de la pandemia, sin desfiles ni grandes ceremonias. Para muchos vallenatos, el verdadero aniversario de su libertad sigue siendo el 4 de febrero, que es cuando se rompieron las cadenas del dominio colonial en la región, aunque en la ciudad esa fecha no se catalogue como importante o festiva.

Sin embargo, esta narrativa ha generado debates. Por ejemplo, la Academia Colombiana de Historia ha puesto en duda la autenticidad del acta de 1813, alegando que en aquella época una mujer no podía tener un papel representativo en un cabildo. Además, investigadores como Suárez Araméndiz argumentan que sí había un ayuntamiento constitucional basado en la Constitución de Cádiz, el cual fue disuelto cuando llegaron las fuerzas realistas, lo que explicaría las inconsistencias en la documentación.

Por su parte, Gutiérrez sostiene que estos acontecimientos regionales deberían ser parte del relato nacional: “Si la historia oficial reconociera el papel de Valledupar, entenderíamos que la independencia no fue un hecho aislado en Boyacá, sino un proceso que se tejió en muchas ciudades”.

De la plaza local al relato nacional

Los movimientos en Valledupar fueron parte de un esfuerzo más grande, donde se proporcionaron caballos, víveres, armas y soldados para la causa de la libertad. Sus conexiones con otros pueblos del Cesar y del Magdalena Grande facilitaron el establecimiento de rutas de suministro hacia la campaña de Bolívar. El corredor estratégico que va desde la Sierra Nevada hasta el río Magdalena fue fundamental para mantener la ofensiva patriota, algo que menciona el historiador Tomás Darío Gutiérrez.

Hoy, 7 de agosto, mientras el país conmemora la gesta de Boyacá, en la ciudad valduparense la fecha pasa con menos eco. Aun así, en la memoria de sus historiadores y ciudadanos, permanece la convicción de que esta tierra fue pionera en la lucha por la libertad y contribuyó con líderes cuyo legado todavía resuena en la historia del país, aunque la memoria colectiva nacional a menudo relegue su aporte y priorice los eventos del altiplano cundiboyacense.

Luis Beleño / Comunicación Social UDES

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