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Leer es nuestro cuento - 19 septiembre, 2023

Leer Es Nuestro Cuento: ‘Una hermana incondicional’

Compartimos dos cuentos de estudiantes del colegio Casimiro Raúl Maestre, de Valledupar, concursantes a Leer es Nuestro Cuento de EL PILÓN.

Lesly y Zoe eran dos hermanas que se querían mucho a pesar de su diferencia de edad ya que Lesley tenía 15 años y Zoe tan solo siete. Desde que nació Zoe, Lesly mostró ser una muy buena hermana mayor, cuidaba de Zoe más que de ella misma y le daba todo lo que podía, y más cuando ocurrió un suceso inesperado…

 Cuando Zoe cumplió 5 años le detectaron cáncer, un hecho muy triste y lamentable que a sus padres causó mucho dolor. El doctor recomendó que le hicieran terapias antes de que el cáncer avanzara, pero los padres no tenían una buena situación económica para cubrir con los gastos del tratamiento. Al llegar a casa Lesley preguntó:

—¿Cómo le fue? —sus padres simplemente la miraron, pero no le dijeron nada, caminaron hacia su cuarto. En la habitación, sus padres angustiados conversaron sobre la manera cómo le informarían a Lesley. Lo que no sabían era que Lesley estaba escuchando y empezó a llorar, no podía creer lo que estaba ocurriendo. ¡Estaba muy triste!  Los papás de Leslye la abrazaron fuertemente y le dijeron que todo iba a estar bien.

Al siguiente día regresando de su colegio tropezó con un poste el cual tenía un cartel que decía “se necesita limpiadora”. Ella muy contenta tomó el cartel y lo llevó  a su  casa.

—Yo voy a trabajar para pagar las terapias de mi hermana —les dijo a sus padres, estos la miraron y respondieron:

—Cariño, no te preocupes, nosotros nos encargamos”.

—¡No! —respondió ella— yo quiero ayudar, porque sé que no tenemos ni para la comida y que hay noches que nos acostamos con el estomago vacío, ¿cómo van a tener para pagar las terapias? Sus padres accedieron, pero le dijeron:

 —¡Por favor hija ten cuidado!

A la mañana siguiente fue al lugar donde ofertaban el trabajo:

—¿Es aquí donde necesitan una limpiadora?

—¿Para qué lo preguntas? Eres una niña, dijo el dueño del negocio.

—Sí, puede que lo sea, pero mi motivo y mi razón de trabajar es mucho más grande. Así que les explicó y decidieron darle el empleo ante tan noble justificación.

Así fue como Leslie todos los días después de clases se iba a trabajar. Al quinto mes de estar trabajando un grupo de compañeros llegó al lugar y al verla empezaron a reír y le dijeron:

—¿Acaso no eres la mejor estudiante del salón? Ja ja ja ¡qué vergüenza! Ja ja ja.

Leslie no prestó atención, ya que por su hermana lo haría todo.

Pasaban los meses y gracias al esfuerzo de Leslie, Zoe se hacía sus terapias mes tras mes.

Un día el doctor se comunicó con los padres de Leslie y le dijeron:

—Su hija tiene grandes posibilidades de superar el cáncer.

Con alegría llegaron a casa a contarle todo a Leslie, a lo que ella con una sonrisa de tranquilidad en su rostro respondió:

—Ahora trabajaré mucho más porque mi hermana mejorará.

Seis meses después Zoe logró superar el cáncer. Leslie gritó con emoción: ¡gracias Dios, mi hermana está bien!

Juntos se abrazaron y en familia agradecieron la valentía y esfuerzo de la hermana mayor.

Amemos a nuestros hermanos, dejemos de perder el tiempo en peleas y odios que no nos ayudan”.

Autora: Natalia Isabel Ojeda Solano. Grado: 6-01 -IE Casimiro Raúl Maestre.

Leer Es Nuestro Cuento: ‘El Bombero

Era una fría mañana de un lunes, estaba sentado en el patio de la estación donde trabajo. Disfrutaba de un café mientras una fría brisa mañanera acariciaba mi cara. Me encontraba perdido en mis pensamientos.

– ¡Ey Monthag! – fui sacado de mis pensamientos, giré mi cabeza para ver quien me llamaba. Era Obriyan, el jefe de la estación.

– Disfrutando de la mañana eh, Monthag – continúo diciendo. No me pensé mucho en responder. Con el paso de los días esto se volvió algo normal que sucede todas las mañanas

– como todos los días jefe – le respondí.

– ¿Qué pasa con ese ánimo? – me preguntó Obriyan – tanto te aburre que en semanas no hemos tenido trabajo – continuó diciendo con su monólogo.

– No, sólo es algo de nostalgia que tengo, por cómo era todo antes de la guerra – dije con sinceridad.

La guerra del fin, como le solemos llamar, fue un conflicto sin precedentes enfrentando a las tres superpotencias del planeta; después de todo sólo quedó polvo, muerte y tres países en ruinas, por culpa de esto se liberó un poderoso virus que acabó con toda la vida, excepto, con la que querían eliminar. Todos los animales murieron por igual, no importó si eran peces, aves o lo que sea. Acabó con todo.

¡clank, clank, clank! – mis pensamientos fueron interrumpidos por el llamado al deber, la alarma indica que nos necesitan – muévete llama a Frank – dijo Obriyan corriendo para alistarse.

Sin pensarlo subí a los cuartos y desperté a Frank – levántate hay que trabajar – dije mientras que yo me alistaba para salir.

Bajamos rápidamente. Obriyan ya estaba montado en el camión – ¿qué tanto tardan? ¿Necesitan que les dé un beso de buenos días?, ¡muévanse ya! – dijo Obriyan un poco exasperado.

Salimos de la estación y partimos hacia el lugar del incendio, veía los árboles saliendo poco a poco de la ciudad, entre más nos acercábamos, el olor a humo y quemado era mucho más fuerte.

Finalmente llegamos el lugar.  Era una especie de laboratorio, afuera se encontraban varias personas, nos acercamos a ver cómo se encontraban y dijeron que adentro todavía había personas. Entramos con mucho equipo, listos para lo que sea.

– El hacha – dijo Obriyan. Vi como Frank respondió sin mucha sutileza, de un golpe partió la puerta principal, entramos, era enorme, instalaciones blancas pulcras manchadas por el color quemado del fuego.  Nos miramos y decidimos seguir avanzando.

– Todos atentos de cualquier cosa – dijo Obriyan – sí jefe – respondí, junto a Frank.

– ¡Auxilio! – escuchamos a lo lejos y acudimos rápidamente era un grupo de dos personas estaban atrapadas en medio de las llamas, justo cuando nos disponíamos a ir hacia ellos la entrada cayo se derrumbó nuestra entrada ya no podría ser nuestra salida.

Revisen como están – dije, mientras Obriyan y Frank los ayudaban estaba buscando una salida alternativa.

– ¡argggg! – fue grito desgarrador, giré y lo único que pude ver era a las dos personas siendo atravesadas por un pedazo de techo junto con Frank herido por la caída de esto – Bang – fue un disparo dirigido a Obriyan lo alcancé a ver era un insurgente seguramente que participo en la guerra, pero porque aquí y ahora

– bang – este disparo fue dirigido a mí, caí al suelo adolorido, los atacantes se acercaron a mí para rematarme seguro.

Una fuerte luz brotó de algún lado de la instalación y lo único que vi fue blanco………….

Desperté, estaba sentado en el patio de la estación tomando café y disfrutando de la brisa mañanera, seguro todo eso fue un sueño nada más, aunque muy similar a la alarma y volvimos a ese laboratorio, todo se repitió una y otra vez sin fin o al menos no uno que yo recuerde realidad. Como de costumbre Obrayan me saludó y hablamos, pero volvió a sonar la alarma y volvimos a ese laboratorio, todo se repitió una y otra vez sin fin o al menos no uno que yo recuerde.

Autor: Alberth Enrique Clavijo Herrera -Grado 11-02 – INSTITUCIÓN EDUCATIVA CASIMIRO RAÚL MAESTRE.

Leer es nuestro cuento
19 septiembre, 2023

Leer Es Nuestro Cuento: ‘Una hermana incondicional’

Compartimos dos cuentos de estudiantes del colegio Casimiro Raúl Maestre, de Valledupar, concursantes a Leer es Nuestro Cuento de EL PILÓN.


Lesly y Zoe eran dos hermanas que se querían mucho a pesar de su diferencia de edad ya que Lesley tenía 15 años y Zoe tan solo siete. Desde que nació Zoe, Lesly mostró ser una muy buena hermana mayor, cuidaba de Zoe más que de ella misma y le daba todo lo que podía, y más cuando ocurrió un suceso inesperado…

 Cuando Zoe cumplió 5 años le detectaron cáncer, un hecho muy triste y lamentable que a sus padres causó mucho dolor. El doctor recomendó que le hicieran terapias antes de que el cáncer avanzara, pero los padres no tenían una buena situación económica para cubrir con los gastos del tratamiento. Al llegar a casa Lesley preguntó:

—¿Cómo le fue? —sus padres simplemente la miraron, pero no le dijeron nada, caminaron hacia su cuarto. En la habitación, sus padres angustiados conversaron sobre la manera cómo le informarían a Lesley. Lo que no sabían era que Lesley estaba escuchando y empezó a llorar, no podía creer lo que estaba ocurriendo. ¡Estaba muy triste!  Los papás de Leslye la abrazaron fuertemente y le dijeron que todo iba a estar bien.

Al siguiente día regresando de su colegio tropezó con un poste el cual tenía un cartel que decía “se necesita limpiadora”. Ella muy contenta tomó el cartel y lo llevó  a su  casa.

—Yo voy a trabajar para pagar las terapias de mi hermana —les dijo a sus padres, estos la miraron y respondieron:

—Cariño, no te preocupes, nosotros nos encargamos”.

—¡No! —respondió ella— yo quiero ayudar, porque sé que no tenemos ni para la comida y que hay noches que nos acostamos con el estomago vacío, ¿cómo van a tener para pagar las terapias? Sus padres accedieron, pero le dijeron:

 —¡Por favor hija ten cuidado!

A la mañana siguiente fue al lugar donde ofertaban el trabajo:

—¿Es aquí donde necesitan una limpiadora?

—¿Para qué lo preguntas? Eres una niña, dijo el dueño del negocio.

—Sí, puede que lo sea, pero mi motivo y mi razón de trabajar es mucho más grande. Así que les explicó y decidieron darle el empleo ante tan noble justificación.

Así fue como Leslie todos los días después de clases se iba a trabajar. Al quinto mes de estar trabajando un grupo de compañeros llegó al lugar y al verla empezaron a reír y le dijeron:

—¿Acaso no eres la mejor estudiante del salón? Ja ja ja ¡qué vergüenza! Ja ja ja.

Leslie no prestó atención, ya que por su hermana lo haría todo.

Pasaban los meses y gracias al esfuerzo de Leslie, Zoe se hacía sus terapias mes tras mes.

Un día el doctor se comunicó con los padres de Leslie y le dijeron:

—Su hija tiene grandes posibilidades de superar el cáncer.

Con alegría llegaron a casa a contarle todo a Leslie, a lo que ella con una sonrisa de tranquilidad en su rostro respondió:

—Ahora trabajaré mucho más porque mi hermana mejorará.

Seis meses después Zoe logró superar el cáncer. Leslie gritó con emoción: ¡gracias Dios, mi hermana está bien!

Juntos se abrazaron y en familia agradecieron la valentía y esfuerzo de la hermana mayor.

Amemos a nuestros hermanos, dejemos de perder el tiempo en peleas y odios que no nos ayudan”.

Autora: Natalia Isabel Ojeda Solano. Grado: 6-01 -IE Casimiro Raúl Maestre.

Leer Es Nuestro Cuento: ‘El Bombero

Era una fría mañana de un lunes, estaba sentado en el patio de la estación donde trabajo. Disfrutaba de un café mientras una fría brisa mañanera acariciaba mi cara. Me encontraba perdido en mis pensamientos.

– ¡Ey Monthag! – fui sacado de mis pensamientos, giré mi cabeza para ver quien me llamaba. Era Obriyan, el jefe de la estación.

– Disfrutando de la mañana eh, Monthag – continúo diciendo. No me pensé mucho en responder. Con el paso de los días esto se volvió algo normal que sucede todas las mañanas

– como todos los días jefe – le respondí.

– ¿Qué pasa con ese ánimo? – me preguntó Obriyan – tanto te aburre que en semanas no hemos tenido trabajo – continuó diciendo con su monólogo.

– No, sólo es algo de nostalgia que tengo, por cómo era todo antes de la guerra – dije con sinceridad.

La guerra del fin, como le solemos llamar, fue un conflicto sin precedentes enfrentando a las tres superpotencias del planeta; después de todo sólo quedó polvo, muerte y tres países en ruinas, por culpa de esto se liberó un poderoso virus que acabó con toda la vida, excepto, con la que querían eliminar. Todos los animales murieron por igual, no importó si eran peces, aves o lo que sea. Acabó con todo.

¡clank, clank, clank! – mis pensamientos fueron interrumpidos por el llamado al deber, la alarma indica que nos necesitan – muévete llama a Frank – dijo Obriyan corriendo para alistarse.

Sin pensarlo subí a los cuartos y desperté a Frank – levántate hay que trabajar – dije mientras que yo me alistaba para salir.

Bajamos rápidamente. Obriyan ya estaba montado en el camión – ¿qué tanto tardan? ¿Necesitan que les dé un beso de buenos días?, ¡muévanse ya! – dijo Obriyan un poco exasperado.

Salimos de la estación y partimos hacia el lugar del incendio, veía los árboles saliendo poco a poco de la ciudad, entre más nos acercábamos, el olor a humo y quemado era mucho más fuerte.

Finalmente llegamos el lugar.  Era una especie de laboratorio, afuera se encontraban varias personas, nos acercamos a ver cómo se encontraban y dijeron que adentro todavía había personas. Entramos con mucho equipo, listos para lo que sea.

– El hacha – dijo Obriyan. Vi como Frank respondió sin mucha sutileza, de un golpe partió la puerta principal, entramos, era enorme, instalaciones blancas pulcras manchadas por el color quemado del fuego.  Nos miramos y decidimos seguir avanzando.

– Todos atentos de cualquier cosa – dijo Obriyan – sí jefe – respondí, junto a Frank.

– ¡Auxilio! – escuchamos a lo lejos y acudimos rápidamente era un grupo de dos personas estaban atrapadas en medio de las llamas, justo cuando nos disponíamos a ir hacia ellos la entrada cayo se derrumbó nuestra entrada ya no podría ser nuestra salida.

Revisen como están – dije, mientras Obriyan y Frank los ayudaban estaba buscando una salida alternativa.

– ¡argggg! – fue grito desgarrador, giré y lo único que pude ver era a las dos personas siendo atravesadas por un pedazo de techo junto con Frank herido por la caída de esto – Bang – fue un disparo dirigido a Obriyan lo alcancé a ver era un insurgente seguramente que participo en la guerra, pero porque aquí y ahora

– bang – este disparo fue dirigido a mí, caí al suelo adolorido, los atacantes se acercaron a mí para rematarme seguro.

Una fuerte luz brotó de algún lado de la instalación y lo único que vi fue blanco………….

Desperté, estaba sentado en el patio de la estación tomando café y disfrutando de la brisa mañanera, seguro todo eso fue un sueño nada más, aunque muy similar a la alarma y volvimos a ese laboratorio, todo se repitió una y otra vez sin fin o al menos no uno que yo recuerde realidad. Como de costumbre Obrayan me saludó y hablamos, pero volvió a sonar la alarma y volvimos a ese laboratorio, todo se repitió una y otra vez sin fin o al menos no uno que yo recuerde.

Autor: Alberth Enrique Clavijo Herrera -Grado 11-02 – INSTITUCIÓN EDUCATIVA CASIMIRO RAÚL MAESTRE.