Bienvenidos y un saludo cordial a todos. Bueno, señores, servimos el tinto… y empecemos esta charla por el Cesar y la región.
Bienvenidos y un saludo cordial a todos. Bueno, señores, servimos el tinto… y empecemos esta charla por el Cesar y la región.
Ese sería el comienzo de una reunión imaginaria, convocada con motivo del Día Nacional del Café, en la que se sientan a la mesa, con sus pocillos humeantes, los representantes políticos, líderes gremiales, empresarios, campesinos, académicos y ciudadanos del común. Una conversación necesaria, urgente y, por qué no, simbólica. Porque hablar del café es también hablar de territorio, de identidad, de trabajo y sobre todo de lo que nos falta por cultivar.
Al tomarnos un tinto por el Cesar, hay que brindar, o al menos mencionar, los temas que duelen: el poder político concentrado en dos familias, la desigualdad creciente, el desempleo juvenil que desborda las estadísticas, los problemas de seguridad que asfixian a Valledupar y zonas rurales, la crisis del sistema de salud y una infraestructura que parece estancada en el tiempo.
Al fondo, mientras revuelven su tinto, se escucha a un dirigente gremial decir: “aquí no hay una política clara para impulsar el agro; seguimos dependiendo del carbón mientras nuestros campesinos abandonan el campo”. Un joven interrumpe para decir: “y mientras tanto, en Valledupar no hay oportunidades. Los talentos emigran y los barrios crecen sin futuro”. Todos murmuran.
Una docente levanta su pocillo: “¿y qué me dicen de la educación rural? No hay cobertura suficiente, faltan escuelas en buen estado y nuestros jóvenes salen sin las herramientas para competir”. Desde otro rincón, una enfermera agrega: “Tenemos los hospitales, colapsados. No por falta de talento humano, sino por abandono institucional”. Se escucha otra murmuración y miradas que parecieran de acusaciones mutuas.
Entre tanto, en las afueras de la reunión están varios activistas cívicos, de esos a quienes todos los días se les escucha su voz por Radio Guatapurí, entre ellos Yiyo Martínez, León Zambrano, Fernando Reyes, Lesmi Centeno, los mellos Gutiérrez, Wilmer Ojeda, Rosario García, Delfi de Hoyos, Furo Guardias, William Morón, Dolis Pérez, José Neftalí, Víctor Martínez, Gustavo Cabas, Luz Mavis Salas y María Cecilia Vera, entre otros, que preguntan por la culminación del Centro Cultural de la Música Vallenata, por la Casa en el Aire, por la segunda calzada de la vía Valledupar-La Paz, con su puente incluido; por el servicio masivo de transporte público de Valledupar, por el banco de maquinarias del Cesar, por la terminación del estadio de fútbol y por la segunda Galería Popular para vendedores informales, la discusión se subió de tono y hubo que cerrar la puerta.
Al interior del recinto, el tinto se enfría mientras el debate se calienta. No faltan quienes defienden lo logrado: las apuestas por el turismo cultural, el Parque de la Vida, los avances en conectividad, el potencial agrícola y ganadero, el valor del vallenato como patrimonio. Todos coinciden en algo: el Cesar tiene con qué. Pero lo que falta es liderazgo honesto, coherencia entre el discurso y la acción y una ciudadanía que no se conforme con promesas, que siempre alce la voz.
En este Día Nacional del Café, tomémonos un tinto por el Cesar. Pero no uno más de esos de saludo diplomático o foto en redes. Un tinto con sabor a compromiso, con aroma a territorio, con la fuerza de un departamento que no quiere seguir rezagado. Porque mientras no se sienten todos, de verdad, a construir una visión común, el café se seguirá sirviendo entre diagnósticos repetidos y soluciones que nunca se concretan.
Ya está bueno, el Cesar no necesita más discursos, lo que requiere son decisiones. Que este café sea el primero de muchos, pero que al menos este sirva para despertar y valorar todo lo bueno que tenemos, pero que falta potenciarlo al máximo.
Bienvenidos y un saludo cordial a todos. Bueno, señores, servimos el tinto… y empecemos esta charla por el Cesar y la región.
Bienvenidos y un saludo cordial a todos. Bueno, señores, servimos el tinto… y empecemos esta charla por el Cesar y la región.
Ese sería el comienzo de una reunión imaginaria, convocada con motivo del Día Nacional del Café, en la que se sientan a la mesa, con sus pocillos humeantes, los representantes políticos, líderes gremiales, empresarios, campesinos, académicos y ciudadanos del común. Una conversación necesaria, urgente y, por qué no, simbólica. Porque hablar del café es también hablar de territorio, de identidad, de trabajo y sobre todo de lo que nos falta por cultivar.
Al tomarnos un tinto por el Cesar, hay que brindar, o al menos mencionar, los temas que duelen: el poder político concentrado en dos familias, la desigualdad creciente, el desempleo juvenil que desborda las estadísticas, los problemas de seguridad que asfixian a Valledupar y zonas rurales, la crisis del sistema de salud y una infraestructura que parece estancada en el tiempo.
Al fondo, mientras revuelven su tinto, se escucha a un dirigente gremial decir: “aquí no hay una política clara para impulsar el agro; seguimos dependiendo del carbón mientras nuestros campesinos abandonan el campo”. Un joven interrumpe para decir: “y mientras tanto, en Valledupar no hay oportunidades. Los talentos emigran y los barrios crecen sin futuro”. Todos murmuran.
Una docente levanta su pocillo: “¿y qué me dicen de la educación rural? No hay cobertura suficiente, faltan escuelas en buen estado y nuestros jóvenes salen sin las herramientas para competir”. Desde otro rincón, una enfermera agrega: “Tenemos los hospitales, colapsados. No por falta de talento humano, sino por abandono institucional”. Se escucha otra murmuración y miradas que parecieran de acusaciones mutuas.
Entre tanto, en las afueras de la reunión están varios activistas cívicos, de esos a quienes todos los días se les escucha su voz por Radio Guatapurí, entre ellos Yiyo Martínez, León Zambrano, Fernando Reyes, Lesmi Centeno, los mellos Gutiérrez, Wilmer Ojeda, Rosario García, Delfi de Hoyos, Furo Guardias, William Morón, Dolis Pérez, José Neftalí, Víctor Martínez, Gustavo Cabas, Luz Mavis Salas y María Cecilia Vera, entre otros, que preguntan por la culminación del Centro Cultural de la Música Vallenata, por la Casa en el Aire, por la segunda calzada de la vía Valledupar-La Paz, con su puente incluido; por el servicio masivo de transporte público de Valledupar, por el banco de maquinarias del Cesar, por la terminación del estadio de fútbol y por la segunda Galería Popular para vendedores informales, la discusión se subió de tono y hubo que cerrar la puerta.
Al interior del recinto, el tinto se enfría mientras el debate se calienta. No faltan quienes defienden lo logrado: las apuestas por el turismo cultural, el Parque de la Vida, los avances en conectividad, el potencial agrícola y ganadero, el valor del vallenato como patrimonio. Todos coinciden en algo: el Cesar tiene con qué. Pero lo que falta es liderazgo honesto, coherencia entre el discurso y la acción y una ciudadanía que no se conforme con promesas, que siempre alce la voz.
En este Día Nacional del Café, tomémonos un tinto por el Cesar. Pero no uno más de esos de saludo diplomático o foto en redes. Un tinto con sabor a compromiso, con aroma a territorio, con la fuerza de un departamento que no quiere seguir rezagado. Porque mientras no se sienten todos, de verdad, a construir una visión común, el café se seguirá sirviendo entre diagnósticos repetidos y soluciones que nunca se concretan.
Ya está bueno, el Cesar no necesita más discursos, lo que requiere son decisiones. Que este café sea el primero de muchos, pero que al menos este sirva para despertar y valorar todo lo bueno que tenemos, pero que falta potenciarlo al máximo.