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Editorial - 22 mayo, 2025

Un repaso de ciudad

A propósito del reajuste de gabinete que por estos días hará el alcalde de Valledupar, Ernesto Orozco, bien le caería a la ciudad un repaso de sus principales problemas, un ejercicio que se constituya en un informe riguroso que sirva de base al mandatario municipal para tomar decisiones frente a los miembros que lideran o liderarán su equipo de gobierno.

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A propósito del reajuste de gabinete que por estos días hará el alcalde de Valledupar, Ernesto Orozco, bien le caería a la ciudad un repaso de sus principales problemas, un ejercicio que se constituya en un informe riguroso que sirva de base al mandatario municipal para tomar decisiones frente a los miembros que lideran o liderarán su equipo de gobierno.

El alcalde debe aprovechar este momento para poner a Valledupar en el espejo y mirar en este todas las deudas que tiene por saldar esta ciudad con su gente. De antemano se sabe que nuestra capital atraviesa por un complejo panorama que pide atención urgente y de grandes decisiones. Aunque su identidad e idiosincrasia vallenata sigue ahí, su cotidianidad está siendo minada por múltiples problemas que afectan profundamente la calidad de vida de sus residentes.

En Valledupar cada vez toma más fuerza el fenómeno de la proliferación de habitantes de calle, el cual refleja el abandono institucional y la crisis social que atraviesa la región. Esta situación va de la mano con la creciente inseguridad ciudadana, que genera zozobra tanto en barrios populares como en zonas comerciales. El miedo se ha convertido en una constante, y eso es inaceptable en una ciudad que, a pesar de eso, todavía es considerada como un buen vividero.

El espacio público es otro de los grandes temas pendientes. La falta de regulación a los vendedores ambulantes, el desorden vial causado por el mototaxismo, entre otros factores y la casi inexistente cultura ciudadana han convertido las calles en un caos, paralelo a eso, el tránsito se congestiona y se vuelve cada día más peligroso con una movilidad vial sin una buena planeación. Seguimos sin un sistema de transporte público masivo que transforme ese servicio en Valledupar. El SIVA aún no cumple con las expectativas.

El servicio de taxis, por su parte, necesita con urgencia una regulación tarifaria justa y mecanismos para combatir el abuso al usuario, en especial en temporadas como el Festival Vallenato.

También preocupa que en varios sectores de la ciudad el suministro de agua potable es bastante deficiente. La infraestructura vial también da de qué hablar, son muchas las calles de Valledupar que en el momento tienen apariencia de tablero de ajedrez, donde se mezcla lo pavimentado con lo olvidado. A esto se suma el deterioro de los escenarios deportivos, evidenciado en las recientes denuncias sobre el caso registrado en la pista de BMX en Villa Dariana.

En esta ciudad el desempleo sigue golpeando con fuerza a miles de familias y se agrava con el aumento de la población flotante venezolana que, aunque merece trato humanitario, también requiere estrategias claras de integración social y laboral.
Otro aspecto que merece revisión son las zonas rurales y los corregimientos, especialmente en temas de salud y servicios públicos, lo que perpetúa una desigualdad territorial que frena el desarrollo de esas comunidades. Los sectores cultural y ambiental también tienen muchas inquietudes por resolver. El río Guatapurí reclama más atención.

Reconocemos que hay muchos procesos en marcha que van encaminados a transformar a Valledupar, tal es un paquete de obras de gran infraestructura que este año comenzó su ejecución, además de la consolidación de algunos programas institucionales. No obstante, la revolución de los pequeños detalles es los que permite que los grandes proyectos tengan el impacto esperado y en eso es clave la función de cada miembro del gabinete municipal, por eso el reajuste que tiene pendiente el alcalde debe hacerse con estudio concienzudo del perfil de cada secretario, de los que están y de los que han de llegar.

Editorial
22 mayo, 2025

Un repaso de ciudad

A propósito del reajuste de gabinete que por estos días hará el alcalde de Valledupar, Ernesto Orozco, bien le caería a la ciudad un repaso de sus principales problemas, un ejercicio que se constituya en un informe riguroso que sirva de base al mandatario municipal para tomar decisiones frente a los miembros que lideran o liderarán su equipo de gobierno.


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A propósito del reajuste de gabinete que por estos días hará el alcalde de Valledupar, Ernesto Orozco, bien le caería a la ciudad un repaso de sus principales problemas, un ejercicio que se constituya en un informe riguroso que sirva de base al mandatario municipal para tomar decisiones frente a los miembros que lideran o liderarán su equipo de gobierno.

El alcalde debe aprovechar este momento para poner a Valledupar en el espejo y mirar en este todas las deudas que tiene por saldar esta ciudad con su gente. De antemano se sabe que nuestra capital atraviesa por un complejo panorama que pide atención urgente y de grandes decisiones. Aunque su identidad e idiosincrasia vallenata sigue ahí, su cotidianidad está siendo minada por múltiples problemas que afectan profundamente la calidad de vida de sus residentes.

En Valledupar cada vez toma más fuerza el fenómeno de la proliferación de habitantes de calle, el cual refleja el abandono institucional y la crisis social que atraviesa la región. Esta situación va de la mano con la creciente inseguridad ciudadana, que genera zozobra tanto en barrios populares como en zonas comerciales. El miedo se ha convertido en una constante, y eso es inaceptable en una ciudad que, a pesar de eso, todavía es considerada como un buen vividero.

El espacio público es otro de los grandes temas pendientes. La falta de regulación a los vendedores ambulantes, el desorden vial causado por el mototaxismo, entre otros factores y la casi inexistente cultura ciudadana han convertido las calles en un caos, paralelo a eso, el tránsito se congestiona y se vuelve cada día más peligroso con una movilidad vial sin una buena planeación. Seguimos sin un sistema de transporte público masivo que transforme ese servicio en Valledupar. El SIVA aún no cumple con las expectativas.

El servicio de taxis, por su parte, necesita con urgencia una regulación tarifaria justa y mecanismos para combatir el abuso al usuario, en especial en temporadas como el Festival Vallenato.

También preocupa que en varios sectores de la ciudad el suministro de agua potable es bastante deficiente. La infraestructura vial también da de qué hablar, son muchas las calles de Valledupar que en el momento tienen apariencia de tablero de ajedrez, donde se mezcla lo pavimentado con lo olvidado. A esto se suma el deterioro de los escenarios deportivos, evidenciado en las recientes denuncias sobre el caso registrado en la pista de BMX en Villa Dariana.

En esta ciudad el desempleo sigue golpeando con fuerza a miles de familias y se agrava con el aumento de la población flotante venezolana que, aunque merece trato humanitario, también requiere estrategias claras de integración social y laboral.
Otro aspecto que merece revisión son las zonas rurales y los corregimientos, especialmente en temas de salud y servicios públicos, lo que perpetúa una desigualdad territorial que frena el desarrollo de esas comunidades. Los sectores cultural y ambiental también tienen muchas inquietudes por resolver. El río Guatapurí reclama más atención.

Reconocemos que hay muchos procesos en marcha que van encaminados a transformar a Valledupar, tal es un paquete de obras de gran infraestructura que este año comenzó su ejecución, además de la consolidación de algunos programas institucionales. No obstante, la revolución de los pequeños detalles es los que permite que los grandes proyectos tengan el impacto esperado y en eso es clave la función de cada miembro del gabinete municipal, por eso el reajuste que tiene pendiente el alcalde debe hacerse con estudio concienzudo del perfil de cada secretario, de los que están y de los que han de llegar.