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Editorial - 9 enero, 2021

Un milagro administrativo y financiero para salvar a Emdupar

Quizás el día que la terminemos de perder, y ya no sea nuestra, entenderemos la importancia de la Empresa de Servicios Públicos de Valledupar, Emdupar. En medio de una crisis general de antaño, ya expuesta antes de la pandemia, el 2020 agudizó los resultados financieros. Como reportamos en nuestras páginas, en comparación al 2019, el recaudo de la entidad disminuyó $7.802 millones.

Quizás el  día que la terminemos de perder, y ya no sea nuestra, entenderemos la importancia de la Empresa de Servicios Públicos de Valledupar, Emdupar. En medio de una crisis general de antaño, ya expuesta antes de la pandemia, el 2020 agudizó los resultados financieros. Como reportamos en nuestras páginas, en comparación al 2019, el recaudo de la entidad disminuyó $7.802 millones.

Tradicionalmente mal administrada y  fortín político para pagar favores,  hoy su planta laboral es insostenible. Por eso, desde hace varios años la Superintendencia de Servicios Públicos, que por poco la interviene, ha recomendado reducir el número de trabajadores, que al comenzar el 2020 era de 275 trabajadores. La  entidad de control recomienda disminuirla hasta niveles de 170. 

A esto se le suma la cultura de no pago de muchos vallenatos, a tal punto que la cartera de la empresa alcanzó en el 2020 los $79.459 millones. Respecto al 2019, creció un 12,8 %, que en recursos significan $9.041 millones. Intentando aliviar caja se recurrió de emergencia a la línea especial de Findeter.

No luce exagerada la afirmación que solo un milagro financiero y administrativo puede salvar a Emdupar de ser inviable (que está muy cerca), ser intervenida (la Superintendencia envió señales tiempo atrás) o que sea privatizada.

Parece que lo público vale menos, como que no tiene dolientes y todos pueden desangrarlo. Se necesita voltear la mirada, más que como juez, como guardianes, hacia Emdupar y evitar que colapse porque de su correcta operación depende, en gran parte, que siga llegando el agua a los hogares de los vallenatos.

De Emdupar nos hemos manifestado en varias ocasiones y no nos cansaremos de hacerlo con el fin de hacer más elocuente su situación, pues tiene que ver con nosotros: si el río es vida, la compañía es distribuidora de su bienestar.

Hace 10 años en un editorial sobre ‘el futuro de Emdupar’  insistíamos en una gerencia y manejo “con criterio técnico e independiente de las presiones de los grupos políticos, que siempre han querido tener a la empresa como su caja menor y que –por lo mismo- hoy la tienen en la situación que se encuentra.

La ciudadanía de Valledupar debe abogar por que una empresa como Emdupar se perfile como las Empresas Públicas de Medellín, con unos planes de desarrollo institucional concebidos para el largo plazo, precisamente para una ciudad que presenta unos altos índices de crecimiento poblacional y urbanístico y que, año tras año, va a demandar una mayor cantidad de agua potable y a requerir unos cambios en la infraestructura actual de acueducto y alcantarillado de la ciudad”.

Al iniciar el gobierno de Mello Castro insistimos en la necesidad de que se creara una junta independiente con participación del sector privado, académico y técnico y que se procurara actuar rápido, pero se escogió la vía de hacerlo de manera tradicional buscándose un gerente de confianza,  manejado directamente desde la Alcaldía, sin junta experta,  y ahora la pandemia exhibe la profundidad de una crisis que parece infinita. 

Editorial
9 enero, 2021

Un milagro administrativo y financiero para salvar a Emdupar

Quizás el día que la terminemos de perder, y ya no sea nuestra, entenderemos la importancia de la Empresa de Servicios Públicos de Valledupar, Emdupar. En medio de una crisis general de antaño, ya expuesta antes de la pandemia, el 2020 agudizó los resultados financieros. Como reportamos en nuestras páginas, en comparación al 2019, el recaudo de la entidad disminuyó $7.802 millones.


Quizás el  día que la terminemos de perder, y ya no sea nuestra, entenderemos la importancia de la Empresa de Servicios Públicos de Valledupar, Emdupar. En medio de una crisis general de antaño, ya expuesta antes de la pandemia, el 2020 agudizó los resultados financieros. Como reportamos en nuestras páginas, en comparación al 2019, el recaudo de la entidad disminuyó $7.802 millones.

Tradicionalmente mal administrada y  fortín político para pagar favores,  hoy su planta laboral es insostenible. Por eso, desde hace varios años la Superintendencia de Servicios Públicos, que por poco la interviene, ha recomendado reducir el número de trabajadores, que al comenzar el 2020 era de 275 trabajadores. La  entidad de control recomienda disminuirla hasta niveles de 170. 

A esto se le suma la cultura de no pago de muchos vallenatos, a tal punto que la cartera de la empresa alcanzó en el 2020 los $79.459 millones. Respecto al 2019, creció un 12,8 %, que en recursos significan $9.041 millones. Intentando aliviar caja se recurrió de emergencia a la línea especial de Findeter.

No luce exagerada la afirmación que solo un milagro financiero y administrativo puede salvar a Emdupar de ser inviable (que está muy cerca), ser intervenida (la Superintendencia envió señales tiempo atrás) o que sea privatizada.

Parece que lo público vale menos, como que no tiene dolientes y todos pueden desangrarlo. Se necesita voltear la mirada, más que como juez, como guardianes, hacia Emdupar y evitar que colapse porque de su correcta operación depende, en gran parte, que siga llegando el agua a los hogares de los vallenatos.

De Emdupar nos hemos manifestado en varias ocasiones y no nos cansaremos de hacerlo con el fin de hacer más elocuente su situación, pues tiene que ver con nosotros: si el río es vida, la compañía es distribuidora de su bienestar.

Hace 10 años en un editorial sobre ‘el futuro de Emdupar’  insistíamos en una gerencia y manejo “con criterio técnico e independiente de las presiones de los grupos políticos, que siempre han querido tener a la empresa como su caja menor y que –por lo mismo- hoy la tienen en la situación que se encuentra.

La ciudadanía de Valledupar debe abogar por que una empresa como Emdupar se perfile como las Empresas Públicas de Medellín, con unos planes de desarrollo institucional concebidos para el largo plazo, precisamente para una ciudad que presenta unos altos índices de crecimiento poblacional y urbanístico y que, año tras año, va a demandar una mayor cantidad de agua potable y a requerir unos cambios en la infraestructura actual de acueducto y alcantarillado de la ciudad”.

Al iniciar el gobierno de Mello Castro insistimos en la necesidad de que se creara una junta independiente con participación del sector privado, académico y técnico y que se procurara actuar rápido, pero se escogió la vía de hacerlo de manera tradicional buscándose un gerente de confianza,  manejado directamente desde la Alcaldía, sin junta experta,  y ahora la pandemia exhibe la profundidad de una crisis que parece infinita.