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Editorial - 29 septiembre, 2018

Un festival de emprendedores

El Festival de la Quinta, que este año llega a su segunda versión, es una vitrina en el centro histórico de Valledupar para que los pequeños emprendedores de la ciudad y de otras poblaciones del Cesar muestren sus productos y servicios. El año pasado fue éxito y le auguramos igual ambiente para esta jornada de […]

El Festival de la Quinta, que este año llega a su segunda versión, es una vitrina en el centro histórico de Valledupar para que los pequeños emprendedores de la ciudad y de otras poblaciones del Cesar muestren sus productos y servicios.

El año pasado fue éxito y le auguramos igual ambiente para esta jornada de dos días, que comienza hoy y se extiende hasta mañana domingo. Allí se combinan artesanías, música y gastronomía, entre otros elementos de la economía local. Felicitamos a los gestores del festival que con 100 emprendedores expositores inscritos superaron la participación del año pasado.

Las lúgubres calles de la zona fundacional de Valledupar, especialmente la carrera quinta, estarán este fin de semana llenas de colorido, con tres tarimas en las que habrá presentaciones de teatro, la Fundación Filarmónica del Cesar, el grupo de tamboras y cantadoras de Tamalameque, entre otras sorpresas.
Algunos de los espacios estarán copados con comidas típicas de la región y al lado de la sede de la Sociedad de Autores y Compositores, Sayco, se trasladará el Museo del Acordeón de Beto Murgas, para que la experiencia de los visitantes abarque el corazón de nuestra cultura, el vallenato.

Sin lugar a dudas, la cifra de siete mil visitantes que se calcularon en la primera versión será superada con creces porque este año hay más atención de la comunidad y de las autoridades locales. En el primer festival los organizadores manifestaron que hubo poco apoyo gubernamental, pero el panorama mejoró porque ya la gente conoció que ese es un espacio alternativo que le cambia la cara al centro histórico durante dos días.

Qué bueno sería que las grandes compañías se vincularan a estas iniciativas, para que en el marco de su responsabilidad social ayuden a dinamizar la economía local, impulsado estrategias que como esta ofrecen más oportunidades de emprendimiento y desarrollo social.
Destacamos que durante el resto del año se vienen realizando jornadas como Pa’ la Calle, con los comerciantes de la zona, ayudando a que poco a poco la cultura del emprendimiento se fortalezca y se arraigue en el viejo Valledupar. Los resultados ya saltan a la vista, desde hace algún tiempo se puede evidenciar que son más las antiguas casonas abandonadas que se están convirtiendo en restaurantes, bares, museos, galerías, etc.

En definitiva, el mejor plan para este fin de semana es el Festival de la Quinta, en un espacio para compartir en familia, apoyar la economía local y conocer más de la historia de la zona fundacional de la capital del Cesar. Los callejones de Mahoma, San Juan de Córdoba y de La Purrututú, entre otros sitios emblemáticos, se espera que sean atiborrados por los visitantes. ¡En la quinta nos vemos!

Editorial
29 septiembre, 2018

Un festival de emprendedores

El Festival de la Quinta, que este año llega a su segunda versión, es una vitrina en el centro histórico de Valledupar para que los pequeños emprendedores de la ciudad y de otras poblaciones del Cesar muestren sus productos y servicios. El año pasado fue éxito y le auguramos igual ambiente para esta jornada de […]


El Festival de la Quinta, que este año llega a su segunda versión, es una vitrina en el centro histórico de Valledupar para que los pequeños emprendedores de la ciudad y de otras poblaciones del Cesar muestren sus productos y servicios.

El año pasado fue éxito y le auguramos igual ambiente para esta jornada de dos días, que comienza hoy y se extiende hasta mañana domingo. Allí se combinan artesanías, música y gastronomía, entre otros elementos de la economía local. Felicitamos a los gestores del festival que con 100 emprendedores expositores inscritos superaron la participación del año pasado.

Las lúgubres calles de la zona fundacional de Valledupar, especialmente la carrera quinta, estarán este fin de semana llenas de colorido, con tres tarimas en las que habrá presentaciones de teatro, la Fundación Filarmónica del Cesar, el grupo de tamboras y cantadoras de Tamalameque, entre otras sorpresas.
Algunos de los espacios estarán copados con comidas típicas de la región y al lado de la sede de la Sociedad de Autores y Compositores, Sayco, se trasladará el Museo del Acordeón de Beto Murgas, para que la experiencia de los visitantes abarque el corazón de nuestra cultura, el vallenato.

Sin lugar a dudas, la cifra de siete mil visitantes que se calcularon en la primera versión será superada con creces porque este año hay más atención de la comunidad y de las autoridades locales. En el primer festival los organizadores manifestaron que hubo poco apoyo gubernamental, pero el panorama mejoró porque ya la gente conoció que ese es un espacio alternativo que le cambia la cara al centro histórico durante dos días.

Qué bueno sería que las grandes compañías se vincularan a estas iniciativas, para que en el marco de su responsabilidad social ayuden a dinamizar la economía local, impulsado estrategias que como esta ofrecen más oportunidades de emprendimiento y desarrollo social.
Destacamos que durante el resto del año se vienen realizando jornadas como Pa’ la Calle, con los comerciantes de la zona, ayudando a que poco a poco la cultura del emprendimiento se fortalezca y se arraigue en el viejo Valledupar. Los resultados ya saltan a la vista, desde hace algún tiempo se puede evidenciar que son más las antiguas casonas abandonadas que se están convirtiendo en restaurantes, bares, museos, galerías, etc.

En definitiva, el mejor plan para este fin de semana es el Festival de la Quinta, en un espacio para compartir en familia, apoyar la economía local y conocer más de la historia de la zona fundacional de la capital del Cesar. Los callejones de Mahoma, San Juan de Córdoba y de La Purrututú, entre otros sitios emblemáticos, se espera que sean atiborrados por los visitantes. ¡En la quinta nos vemos!