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Cultura - 13 abril, 2014

Un bumangués abre espacio para la música clásica en Valledupar

“La música debe ser reconocida como un agente social del desarrollo en el mayor de los sentidos, porque ésta transmite los más altos valores, solidaridad, armonía y compasión mutua. Y esta tiene la habilidad de unir a una comunidad entera y de expresar pensamientos sublimes”: José Antonio Abreu.

Diego durante una de sus clases a niños integrantes de la Orquesta Sinfónica de Valledupar.
Diego durante una de sus clases a niños integrantes de la Orquesta Sinfónica de Valledupar.

En la ciudad de los Santos Reyes, retumban todo el tiempo los acordeones al compás de la caja y la guacharaca. Son melodías normales, en una ciudad que nació y creció con las composiciones de grandes juglares, que contaban la cotidianidad de los pueblos del Cesar.

Hacer otro tipo de música, era y sigue siendo una osadía. Sin embargo, hace dos años, un bumangués llegó a Valledupar, después de ganar una convocatoria a nivel nacional, que buscaba el director de la Orquesta Sinfónica de Valledupar. Este cupo fue para Diego Rivero Galvis.

Diego es un licenciado en música de 26 años, que poco o nada conocía sobre el vallenato. Siempre le gustó el rock, y con su guitarra eléctrica siempre se paseó por escenarios de su natal Bucaramanga interpretando notas osadas.

Sin embargo, otras de sus grandes pasiones musicales estuvieron centradas en la ejecución del violín, y el amor por la música folclórica, y debido a eso y a su experiencia en los métodos para la enseñanza de la música sinfónica, llegó latitudes vallenatas, a trabajar por la música clásica, en la ciudad de los acordeones.

Dar el paso hacia la cultura de la música de una manera más técnica no fue tarea fácil. El 1 de agosto del 2012 empezó un proceso con aproximadamente 80 niños de todas las edades y estratos de la ciudad, liderado por la Fundación Batuta, con el apoyo de la Fundación Carboandes y la Alcaldía de Valledupar.

Sin embargo, La Fundación Batuta ya hacía presencia en Valledupar desde el año 2002, cuando inició la conformación de la Preorquesta Sinfónica en la Casa de la Cultura, continuando con su labor musical a través de dos componentes: las preorquestas sinfónicas, proyecto apoyado por el Departamento de la Prosperidad Social, DPS y el componente sinfónico (Orquesta Sinfónica) que apoyó el Ministerio de Cultura en su montaje.

Aunque había un terreno abonado, Diego inició un camino con la Orquesta Sinfónica Juvenil, integrada por estudiantes de los colegios Milciades Cantillo, Loperena, La Esperanza, Hispanoamericano, Santa Fe y Windsor.

Inició un trabajo arduo para formar musicalmente a los niños. La primera etapa fue la de aprestamiento musical, haciendo énfasis sobre todo en la lectura musical (solfeo) y la practica coral; mientras que la segunda fase empezó a partir de septiembre del 2012 con el proceso técnico en el instrumental de cuerda frotada en instrumentos como violines, viola, chelo y contrabajo.

Desde ese momento la experiencia ha dado grandes resultados. Gran parte de los niños han avanzado en el proceso musical, quienes a través de la constancia, el cariño, la dedicación y el amor por la música han hecho que bajo la batuta de Diego, el proceso sea aún más enriquecedor y fructífero.

A partir del año 2013, el patrocinio ha estado a cargo de la Alcaldía de Valledupar, lo que ha hecho que el número de integrantes aumente a 90 niños.

Uno de los grandes retos que hasta este momento ha tenido que enfrentar Diego, es la de trabajar ciertas piezas vallenatas, música que muy poco conocía, pero que aprehendido en su corazón. Ese proceso lo ha llevado a crear piezas musicales folclóricas de carácter regional que considera “no es ajeno a un formato sinfónico, sino todo lo contrario, se pueden tocar todo tipo de melodías vallenatas con su esencia, pero con un formato sinfónico”.

En estos momentos se encuentra coordinando un viaje para participar en el Festival Nacional de cuerdas frotadas que se llevará a cabo en Bucaramanga, y en el que espera traerse el primer premio para la orquesta.

“Queremos agrandar la orquesta, que cada vez haya una mayor calidad, que los estudiantes tengan conciencia sobre lo se está haciendo, la importancia y el reflejo cultural que tiene sobre la ciudad, el departamento y la nación”, expresó Diego.

Con este tipo de trabajo que desde la música clásica viene realizando este bumangués, Valledupar se integra con otros formatos musicales y demuestra de esa forma la calidad musical que tienen con el vallenato, pero con una fusión diferente, que explorar aspectos y da una visión diferente con amplitud internacional.

Por Antonio Peralta Nieto

Cultura
13 abril, 2014

Un bumangués abre espacio para la música clásica en Valledupar

“La música debe ser reconocida como un agente social del desarrollo en el mayor de los sentidos, porque ésta transmite los más altos valores, solidaridad, armonía y compasión mutua. Y esta tiene la habilidad de unir a una comunidad entera y de expresar pensamientos sublimes”: José Antonio Abreu.


Diego durante una de sus clases a niños integrantes de la Orquesta Sinfónica de Valledupar.
Diego durante una de sus clases a niños integrantes de la Orquesta Sinfónica de Valledupar.

En la ciudad de los Santos Reyes, retumban todo el tiempo los acordeones al compás de la caja y la guacharaca. Son melodías normales, en una ciudad que nació y creció con las composiciones de grandes juglares, que contaban la cotidianidad de los pueblos del Cesar.

Hacer otro tipo de música, era y sigue siendo una osadía. Sin embargo, hace dos años, un bumangués llegó a Valledupar, después de ganar una convocatoria a nivel nacional, que buscaba el director de la Orquesta Sinfónica de Valledupar. Este cupo fue para Diego Rivero Galvis.

Diego es un licenciado en música de 26 años, que poco o nada conocía sobre el vallenato. Siempre le gustó el rock, y con su guitarra eléctrica siempre se paseó por escenarios de su natal Bucaramanga interpretando notas osadas.

Sin embargo, otras de sus grandes pasiones musicales estuvieron centradas en la ejecución del violín, y el amor por la música folclórica, y debido a eso y a su experiencia en los métodos para la enseñanza de la música sinfónica, llegó latitudes vallenatas, a trabajar por la música clásica, en la ciudad de los acordeones.

Dar el paso hacia la cultura de la música de una manera más técnica no fue tarea fácil. El 1 de agosto del 2012 empezó un proceso con aproximadamente 80 niños de todas las edades y estratos de la ciudad, liderado por la Fundación Batuta, con el apoyo de la Fundación Carboandes y la Alcaldía de Valledupar.

Sin embargo, La Fundación Batuta ya hacía presencia en Valledupar desde el año 2002, cuando inició la conformación de la Preorquesta Sinfónica en la Casa de la Cultura, continuando con su labor musical a través de dos componentes: las preorquestas sinfónicas, proyecto apoyado por el Departamento de la Prosperidad Social, DPS y el componente sinfónico (Orquesta Sinfónica) que apoyó el Ministerio de Cultura en su montaje.

Aunque había un terreno abonado, Diego inició un camino con la Orquesta Sinfónica Juvenil, integrada por estudiantes de los colegios Milciades Cantillo, Loperena, La Esperanza, Hispanoamericano, Santa Fe y Windsor.

Inició un trabajo arduo para formar musicalmente a los niños. La primera etapa fue la de aprestamiento musical, haciendo énfasis sobre todo en la lectura musical (solfeo) y la practica coral; mientras que la segunda fase empezó a partir de septiembre del 2012 con el proceso técnico en el instrumental de cuerda frotada en instrumentos como violines, viola, chelo y contrabajo.

Desde ese momento la experiencia ha dado grandes resultados. Gran parte de los niños han avanzado en el proceso musical, quienes a través de la constancia, el cariño, la dedicación y el amor por la música han hecho que bajo la batuta de Diego, el proceso sea aún más enriquecedor y fructífero.

A partir del año 2013, el patrocinio ha estado a cargo de la Alcaldía de Valledupar, lo que ha hecho que el número de integrantes aumente a 90 niños.

Uno de los grandes retos que hasta este momento ha tenido que enfrentar Diego, es la de trabajar ciertas piezas vallenatas, música que muy poco conocía, pero que aprehendido en su corazón. Ese proceso lo ha llevado a crear piezas musicales folclóricas de carácter regional que considera “no es ajeno a un formato sinfónico, sino todo lo contrario, se pueden tocar todo tipo de melodías vallenatas con su esencia, pero con un formato sinfónico”.

En estos momentos se encuentra coordinando un viaje para participar en el Festival Nacional de cuerdas frotadas que se llevará a cabo en Bucaramanga, y en el que espera traerse el primer premio para la orquesta.

“Queremos agrandar la orquesta, que cada vez haya una mayor calidad, que los estudiantes tengan conciencia sobre lo se está haciendo, la importancia y el reflejo cultural que tiene sobre la ciudad, el departamento y la nación”, expresó Diego.

Con este tipo de trabajo que desde la música clásica viene realizando este bumangués, Valledupar se integra con otros formatos musicales y demuestra de esa forma la calidad musical que tienen con el vallenato, pero con una fusión diferente, que explorar aspectos y da una visión diferente con amplitud internacional.

Por Antonio Peralta Nieto