Gabriel Álvarez Cortez, es uno de los emprendedores del barrio Villa Haidith, donde en madera talla su sueño de crear empresa.
En el barrio Villa Haidith, en el sur de Valledupar EL PILÓN encontró a un artesano con más de 40 años de experiencia que contribuye con el desarrollo de la economía de su sector al generar cuatro empleos informales, pero directos y otros indirectos en las ciudades a donde llegan sus productos.
Se trata de Gabriel Álvarez Cortez, de 56 años, quien la mayor parte de su vida se ha dedicado a tallar en madera una infinidad de artesanías que han sido el sustento de su proyecto de vida.
Todos los días madruga para empezar una jornada, acompañado de pinzas, tornos, sierras eléctricas y tornos, fabrica llaveros, ceniceros, calendarios y todo tipo de elementos decorativos alusivos a la música vallenata.
La producción de esta microempresa, es de 25 artesanías diarias que son comercializadas en Valledupar, Santa Marta, Barraquilla, Cartagena y Montería.
“Estoy trabajando directamente con mis propios recursos, no tengo prestamos ni nada de eso, estoy como dice uno, con las uñas, a lo que produzca”, contó el artesano.
El precio de sus productos oscila entre los mil y 10 mil pesos, con ingresos suficientes para sostener a su esposa y dos hijos que con su trabajo también aportan al crecimiento de esta microempresa.
A Gabriel le falta dinero para formalizar ‘Artesanías Gaby’.
“Sueño que la empresa crezca y que se formalice para generar más empleo”, expresó el monteriano cuyo sueño poco ha se ha hecho realidad y que espera crezca gracias al oficio corre por sus venas, que aprendió desde niño al igual que nueve de sus doces hermanos.
“No tengo la maquinaria especializada para trabajar, pero tengo la técnica que es lo más importante”, dijo entre risas.
Asegura sentirse más vallenato que muchos y se ha convertido en ejemplo para sus vecinos en este humilde sector de la capital del Cesar.
“Yo aprendí con Gabriel, el hombre para que ha ayudado a muchas personas y ahora hay es que ayudarlo a él para seguir adelante con la empresas”, manifestó su vecino, Marcos Fidel Álvarez.
Así las cosas, queda demostrado que en Villa Haidith las oportunidades para surgir parecen ser más escasas, pero la ganas de salir adelante abundan.
Por Martín Elías Mendoza
[email protected]
Gabriel Álvarez Cortez, es uno de los emprendedores del barrio Villa Haidith, donde en madera talla su sueño de crear empresa.
En el barrio Villa Haidith, en el sur de Valledupar EL PILÓN encontró a un artesano con más de 40 años de experiencia que contribuye con el desarrollo de la economía de su sector al generar cuatro empleos informales, pero directos y otros indirectos en las ciudades a donde llegan sus productos.
Se trata de Gabriel Álvarez Cortez, de 56 años, quien la mayor parte de su vida se ha dedicado a tallar en madera una infinidad de artesanías que han sido el sustento de su proyecto de vida.
Todos los días madruga para empezar una jornada, acompañado de pinzas, tornos, sierras eléctricas y tornos, fabrica llaveros, ceniceros, calendarios y todo tipo de elementos decorativos alusivos a la música vallenata.
La producción de esta microempresa, es de 25 artesanías diarias que son comercializadas en Valledupar, Santa Marta, Barraquilla, Cartagena y Montería.
“Estoy trabajando directamente con mis propios recursos, no tengo prestamos ni nada de eso, estoy como dice uno, con las uñas, a lo que produzca”, contó el artesano.
El precio de sus productos oscila entre los mil y 10 mil pesos, con ingresos suficientes para sostener a su esposa y dos hijos que con su trabajo también aportan al crecimiento de esta microempresa.
A Gabriel le falta dinero para formalizar ‘Artesanías Gaby’.
“Sueño que la empresa crezca y que se formalice para generar más empleo”, expresó el monteriano cuyo sueño poco ha se ha hecho realidad y que espera crezca gracias al oficio corre por sus venas, que aprendió desde niño al igual que nueve de sus doces hermanos.
“No tengo la maquinaria especializada para trabajar, pero tengo la técnica que es lo más importante”, dijo entre risas.
Asegura sentirse más vallenato que muchos y se ha convertido en ejemplo para sus vecinos en este humilde sector de la capital del Cesar.
“Yo aprendí con Gabriel, el hombre para que ha ayudado a muchas personas y ahora hay es que ayudarlo a él para seguir adelante con la empresas”, manifestó su vecino, Marcos Fidel Álvarez.
Así las cosas, queda demostrado que en Villa Haidith las oportunidades para surgir parecen ser más escasas, pero la ganas de salir adelante abundan.
Por Martín Elías Mendoza
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