Arrodillada y descalza, Shirley Arévalo le pedía a Dios que le diera serenidad y tranquilidad al pequeño Santiago Diez mientras concursaba por la corona de rey vallenato Infantil, premio que obtuvo con su magistral interpretación del paseo, merengue, son y puya.
El acordeonero samario se enfrentó a contrincantes provenientes de Planeta Rica, Cotorra, Bucaramanga y Valledupar.