Tomarse por asalto el erario pareciera ser la consigna de funcionarios y contratistas. Escándalo tras escándalo se va formando un rosario de defraudaciones que sitúan a nuestro país entre los más corruptos del mundo. Con verdadero pesar advertimos cómo los jóvenes de hoy, ávidos de pronta riqueza, tuercen su destino aventurándose por el camino de la rapiña al Estado, sin medir o vislumbrar las consecuencias de su audacia.