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Columnista - 8 septiembre, 2013

Sanguijuelas

Tomarse por asalto el erario pareciera ser la consigna de funcionarios y contratistas. Escándalo tras escándalo se va formando un rosario de defraudaciones que sitúan a nuestro país entre los más corruptos del mundo. Con verdadero pesar advertimos cómo los jóvenes de hoy, ávidos de pronta riqueza, tuercen su destino aventurándose por el camino de la rapiña al Estado, sin medir o vislumbrar las consecuencias de su audacia.

Por Luis Augusto González Pimienta

Tomarse por asalto el erario pareciera ser la consigna de funcionarios y contratistas. Escándalo tras escándalo se va formando un rosario de defraudaciones que sitúan a nuestro país entre los más corruptos del mundo.

Con verdadero pesar advertimos cómo los jóvenes de hoy, ávidos de pronta riqueza, tuercen su destino aventurándose por el camino de la rapiña al Estado, sin medir o vislumbrar las consecuencias de su audacia.

Antes de las revoluciones liberales predominaba el feudalismo. En la organización feudal que rigió hasta finales de la Edad Media, el señor poseía las tierras de sus vasallos a cambio de servicios, protección y justicia. Los excesos, como en todo, propiciaron el derrocamiento del sistema.

La exacción a los vasallos de aquella época, se transmutó en la sutil sustracción en los tiempos que corren. Cambió el régimen, pero subsisten los señores feudales.

El poder económico y el poder político marchan juntos. Nada nuevo. Lo novedoso son los protagonistas. En nuestro medio, la repartija fue siempre entre conservadores y liberales. La atomización de las colectividades tradicionales, la aparición de nuevas tendencias políticas con nombres compuestos, el surgimiento de grupos insurgentes, han variado los nombres de los actores, con notoria y lamentable pérdida de intelectualidad. ¡Poderoso caballero es don dinero! Llámese como se llame el tenedor.

Pero me estaba saliendo del tema central. Retomando el hilo, me asombro -todavía me queda esa capacidad- de los nuevos modelos de triunfo.

No hay que remontarse demasiado en el tiempo para establecer diferencias. Antes, el paradigma era ser un buen ciudadano, respetuoso, trabajador y cumplidor de sus deberes. Si además profesional exitoso, tanto mejor. Pero el prestigio no se medía por los bienes de fortuna.

Hoy es distinto. Insisto en que entre los jóvenes contemporáneos se procura notoriedad a través del dinero, y este, a cualquier costo.

Se iniciaron entonces en el narcotráfico. Ante los ejemplos de captura y extradición, se cambiaronal robo de las arcas estatales por el mecanismo de la contratación. Y allí están.

Nada escapa a su presencia y asedio. Al igual que las sanguijuelas, se dan tanto en regiones templadas como en las tropicales. Hay especies acuáticas (Dragacol) y terrestres (Invercolsa). Se alimentan de la sangre que chupan a los "animales" a que se agarran.

Consumen alrededor de tres veces su peso en sangre en cada toma, y después subsisten durante meses gracias a la sangre almacenada.

¿Cuántas sanguijuelas nos acechan en este momento? ¿Cuántas conocemos?

Columnista
8 septiembre, 2013

Sanguijuelas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Augusto González Pimienta

Tomarse por asalto el erario pareciera ser la consigna de funcionarios y contratistas. Escándalo tras escándalo se va formando un rosario de defraudaciones que sitúan a nuestro país entre los más corruptos del mundo. Con verdadero pesar advertimos cómo los jóvenes de hoy, ávidos de pronta riqueza, tuercen su destino aventurándose por el camino de la rapiña al Estado, sin medir o vislumbrar las consecuencias de su audacia.


Por Luis Augusto González Pimienta

Tomarse por asalto el erario pareciera ser la consigna de funcionarios y contratistas. Escándalo tras escándalo se va formando un rosario de defraudaciones que sitúan a nuestro país entre los más corruptos del mundo.

Con verdadero pesar advertimos cómo los jóvenes de hoy, ávidos de pronta riqueza, tuercen su destino aventurándose por el camino de la rapiña al Estado, sin medir o vislumbrar las consecuencias de su audacia.

Antes de las revoluciones liberales predominaba el feudalismo. En la organización feudal que rigió hasta finales de la Edad Media, el señor poseía las tierras de sus vasallos a cambio de servicios, protección y justicia. Los excesos, como en todo, propiciaron el derrocamiento del sistema.

La exacción a los vasallos de aquella época, se transmutó en la sutil sustracción en los tiempos que corren. Cambió el régimen, pero subsisten los señores feudales.

El poder económico y el poder político marchan juntos. Nada nuevo. Lo novedoso son los protagonistas. En nuestro medio, la repartija fue siempre entre conservadores y liberales. La atomización de las colectividades tradicionales, la aparición de nuevas tendencias políticas con nombres compuestos, el surgimiento de grupos insurgentes, han variado los nombres de los actores, con notoria y lamentable pérdida de intelectualidad. ¡Poderoso caballero es don dinero! Llámese como se llame el tenedor.

Pero me estaba saliendo del tema central. Retomando el hilo, me asombro -todavía me queda esa capacidad- de los nuevos modelos de triunfo.

No hay que remontarse demasiado en el tiempo para establecer diferencias. Antes, el paradigma era ser un buen ciudadano, respetuoso, trabajador y cumplidor de sus deberes. Si además profesional exitoso, tanto mejor. Pero el prestigio no se medía por los bienes de fortuna.

Hoy es distinto. Insisto en que entre los jóvenes contemporáneos se procura notoriedad a través del dinero, y este, a cualquier costo.

Se iniciaron entonces en el narcotráfico. Ante los ejemplos de captura y extradición, se cambiaronal robo de las arcas estatales por el mecanismo de la contratación. Y allí están.

Nada escapa a su presencia y asedio. Al igual que las sanguijuelas, se dan tanto en regiones templadas como en las tropicales. Hay especies acuáticas (Dragacol) y terrestres (Invercolsa). Se alimentan de la sangre que chupan a los "animales" a que se agarran.

Consumen alrededor de tres veces su peso en sangre en cada toma, y después subsisten durante meses gracias a la sangre almacenada.

¿Cuántas sanguijuelas nos acechan en este momento? ¿Cuántas conocemos?