Cerraron sus puertas por una hora, de 11 a. m. a 12 m., para homenajear a su colega, buscando despertar la sensibilidad de los transeúntes, regalándoles a los automóviles y motociclistas banderas de color morado.
El comerciante de queso llevaba el regalo del cumpleaños de su hija cuando fue asesinado.
Los kilos de queso fueron decomisados para evitar que fueran comercializados y afectaran la salud de sus consumidores.