Ahí transcurrió mi vida. A tres cuadras tenía la iglesia de Santa María del Val y una panadería colombiana: José Pan. Allá iba cada domingo al salir de misa para “regalarme” un pastel gloria con una colombiana miniatura; todo eso me costaba un riñón pero valía la pena.
Arreglamos una mensualidad de 450 Euros que incluía lavado de ropa pero no alimentación. Sufro de Gota y eso me restringe mucho por lo que debo seguir una dieta que no es fácil de manejar en situaciones así.
Tengo la suerte de tener 3 mamás más, cada una de ellas en un país diferente.