Hace cinco años, Calixto Ochoa duerme eternamente, pero en la voz de Diomedes Díaz se sigue escuchando el mensaje que le dejó dicho a la mujer que lo hizo llorar, cantar y viajar durante varios años a tierras vallecaucanas: “Si acaso yo no regreso más por aquí, díganle a Diana que rece y ruegue por mí”.