La construcción de la despulpadora de frutas inició en el 2018 y hasta la fecha sigue sin estar en funcionamiento porque carece de las máquinas para el proceso de despulpado, insumos y presuntamente terminaciones en la infraestructura.
En sus calles polvorientas aún se respiran las secuelas de la cacería violenta que sufrió el pueblo kankuamo del corregimiento, entre los años 2000 y 2006; sin embargo, ahora sus mayores preocupaciones son los estragos del verano, las deficiencias de los servicios públicos y la falta de empleo.