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Especiales - 23 mayo, 2010

Suicidios: ¿Falta de espiritualidad o sensibilización?

Caso 1 – Un niño se suicidó a los doce años. Los familiares, incluyendo padres y hermanos, no se explican por qué el joven tomó esa decisión. Nadie le encuentra sentido, ni lógica. El sentimiento de culpa para los miembros de esa familia es constante. No percibieron ningún comportamiento extraño en el menor. Caso 2 […]

Caso 1

– Un niño se suicidó a los doce años. Los familiares, incluyendo padres y hermanos, no se explican por qué el joven tomó esa decisión. Nadie le encuentra sentido, ni lógica. El sentimiento de culpa para los miembros de esa familia es constante. No percibieron ningún comportamiento extraño en el menor.

Caso 2

– Una joven de 19 años se suicidó después de tener una conversación con su novio en la puerta de su casa. Según la madre de la joven, ella habló con el novio como de costumbre; cuando él salió de la casa, ella le dijo a su mamá que tenía sueño y que se quería dormir temprano. Casi nunca se acostaba a esa hora. Sin embargo, la mamá de la joven le restó importancia, pero después de algunos minutos entró a la habitación de su hija y la encontró colgada del techo con una sábana. No obstante, el parte de Medicina Legal arrojaba algo más que la muerte por ahorcamiento y fue que no sólo ella había cegado su vida, también la del bebé que llevaba en el vientre. La madre de la joven se pregunta cada minuto por qué no estuvo más pendiente de su hija, ¿por qué no se dio cuenta de una actitud extraña o una señal de alerta? El remordimiento no la deja vivir en paz. Hoy, ella es otra persona con problemas de depresión.

Caso 3

– Un hombre se enteró que su esposa le era infiel. La vio en la tienda de la esquina cerca de la casa en brazos de otro. Así su vida no tenía sentido. Decidió tomarse un veneno. Se olvidó de los hijos  y de lo verdaderamente importante. Este caso lo pudo contar la misma persona que atentó contra su vida; afortunadamente, el veneno que se tomó no hizo el efecto esperado. Hoy vive para contarlo y pide perdón a Dios porque el problema no fue de “cachos”, todo fue una confusión, la que estaba en brazos de otro no era su esposa sino su cuñada, la hermana de ella.

Caso 4

– Un joven vio como mataban a su hermano en la casa de un vecino. La muerte se produjo en forma confusa. El menor muerto estaba en la casa del vecino, a quien iban a matar. Él hizo parte de las víctimas fatales de este hecho que acabó con la vida de un menor indefenso e inocente. El hermano del joven asesinado vivió varios años con mucho resentimiento, pero para la familia pensó que ese era un tema superado. Nunca imaginaron que el joven estuviera sumido en una profunda tristeza y depresión. Después de una noche de tragos, el joven acabó con su vida, disparándose con un arma en la cabeza.

Por casos como estos, la socióloga valduparense Rosa Ángela Ternera, decidió indagar sobre el tema y realizar un proyecto de investigación que llamó: “Caracterización del suicidio como fenómeno social en Valledupar”.  Para la investigadora, el suicidio abarca todas las esferas, es decir, que un suicida puede verse afectado por factores sociales como el desempleo, la prostitución, el alcoholismo, infidelidad, desplazamiento, entre otros, los que tocan a las personas de manera distinta.
Para Rosa Ángela, el suicido es entendido como un acto individual pero que responde a características sociales.

Según ternera, a lo largo de la investigación que empezó en el año 2008, han podido determinar que ningún suicidio se parece a otro, pero lo que siempre resulta común entre todos es que el suicida da señales antes de atentar contra su vida y para el resto de la sociedad obedece a comportamientos normales.

“El suicida siempre da señales, avisa pero hay un desconocimiento del tema en la sociedad. No prestamos atención a esas señales de alerta. Cuando se indaga a un grupo de personas qué saben del suicidio, lo único que responden es que una persona se hace daño así misma, pero no tienen ni idea qué puede haber de fondo. En el núcleo familiar muchas veces no saben detectar a una persona que está deprimida, que quiere hablar con alguien”, narró para el diario EL PILÓN, Rosa Ángela Ternera durante una conversación entre sociólogos.

En esta medida, la investigadora considera que es importante la caracterización de los posibles suicidas. Manifestó desde un punto sociológico, que es importante el tema de la sensibilización; la población puede convertirse en vigilante de personas que pueden mostrar señales de alerta. Para Ternera, hay una población grande que lleva más de dos intentos de suicidio, y familiares de personas que ya se han quitado la vida; éstas son personas que pueden generar pensamientos suicidas o negativos a raíz del sentimiento de culpa: “No hice nada, estuve cerca para evitarlo, yo soy el culpable de su muerte”.

Siendo así, Orlando Carreño, sociólogo egresado de la Universidad Popular del Cesar, expresó que es importante no descuidar la manera cómo el hombre se está viendo, es decir, cómo se siente cada individuo, cómo percibe a la sociedad.  “Creo que en Valledupar y en varias partes de mundo estamos perdiendo valores o estamos desapegados de valores importantes. Debemos tratar de que en los colegios y universidades se hable más del tema y cada persona analice, ¿cómo quedarán mis seres queridos después de mi muerte?, ¿cuál es el valor de la vida?, y pensar siempre que los problemas de la actualidad tienen solución. “yo soy capaz, me quiero y nada me va vencer”, dijo, Orlando Carreño.

Y si no resulta…

“La fe y la espiritualidad son el camino”

Para el presbítero Yamit Martínez, de la parroquia del Espíritu Santo de Valledupar, los factores que llevan a suicidio están ligados. La sociedad se enfrenta a problemas que conducen a la desesperación, depresión y desapego, por eso considera que se debería trabajar mancomunadamente la psicología, la medicina y la espiritualidad.
Para el párroco, la familia no debería buscar sólo ayuda médica para curar una enfermedad, también debe buscar al sacerdote, que es el médico de almas.

“La depresión no es sólo una enfermedad psicológica, muchas veces es una enfermedad del alma y también tiene que ser tratada pastoralmente. Jesucristo dice: “venid a mi todos los cansados y agobiados que yo los aliviaré”. La persona en estado de depresión es una persona que está cansada, que está agobiada y que necesita de la fuerza de Cristo. A veces, la depresión es no entender la misión, es decir para qué existe o que vive una persona. La vida es una vocación, es una llamada de Jesucristo”, relató el padre Yamit Martínez.

Según el sacerdote, la gente debería aferrarse a Dios y entender el sentido de la existencia. Para él, la recomendación es estar cerca de la Iglesia, buscar a Jesucristo, porque un momento de crisis en el campo de la salud mental es un momento apropiado para el encuentro con el Señor, ya que cada persona en un estado de ánimo bajo se encuentra sedienta de Dios y con ganas de felicidad, que debería ser el estado de animo para todas las personas. “Lo que necesita el ser humano  es abrirle el corazón a Cristo, a su palabra, a su mensaje, al Espíritu Santo. Sería bueno que éstas personas que quieren alejarse de este mundo dejaran entrar al Espíritu Santo en sus corazones y de esta manera experimentarán descanso, consuelo’’, afirma el presbítero.

Sin embargo, es importante hacer un llamado para que se trabaje de forma articulada. Según el padre Yamit, el vio experiencias de este tipo mientras estuvo en Europa y vio con agrado el hecho de que en otros países, como Italia, las personas recurren mucho más a la vida terapéutica, psicológica, siquiátrica y pastoral.

“Viví cinco años en el extranjero y desde que volví me llamó la atención el numero de suicidios que se están presentando semanalmente  o digamos que a diario en Valledupar. Seguramente lo que voy a decir no le agrada a la prensa, pero ese tema del suicidio vende y la prensa lo destaca mucho. Yo estuve viviendo en Europa y el manejo que se le da es distinto. En Italia, por ejemplo, las personas recurren mucho más a la vida terapéutica, inclusive, trabajan mancomunadamente, cosa que en Valledupar poco se ve porque los especialistas no trabajan juntos para abordar mejor a un paciente”, explicó el padre Yamit.

El sacerdote tocó otros puntos importantes, entre los que se encuentran, el señalamiento por parte de la población a personas que visitan a un psiquiatra o psicólogo. No se explica por qué esa falta de madurez para enfrentar una enfermedad o episodios de depresiones en la vida de cualquier ser humano. Dijo que no podemos tildar de “loca” a una persona que quiere visitar un especialista que puede ayudar con un problema mental.

“Aquí nosotros tildamos de “loco” a quien visita un psiquiatra y eso hace que muchos se cohíban, en el estado de enfermedad, de buscar la ayuda adecuada en el campo médico. Tantas veces los estados de depresión necesitan de medicinas y no sólo terapias sicológicas”.

Concluyó diciendo, que es justo que se le de la importante a este tipo de problemáticas que hoy afectan a la sociedad vallenata. Dijo que hay que darle más importancia a temas como formación de las familias, de la fe, la autoestima, espiritualidad. Para el párroco, la familia es de gran ayuda para el manejo de una enfermedad como la depresión que para él es una de las causas principales para esta ola de suicidios en Valledupar.

Especiales
23 mayo, 2010

Suicidios: ¿Falta de espiritualidad o sensibilización?

Caso 1 – Un niño se suicidó a los doce años. Los familiares, incluyendo padres y hermanos, no se explican por qué el joven tomó esa decisión. Nadie le encuentra sentido, ni lógica. El sentimiento de culpa para los miembros de esa familia es constante. No percibieron ningún comportamiento extraño en el menor. Caso 2 […]


Caso 1

– Un niño se suicidó a los doce años. Los familiares, incluyendo padres y hermanos, no se explican por qué el joven tomó esa decisión. Nadie le encuentra sentido, ni lógica. El sentimiento de culpa para los miembros de esa familia es constante. No percibieron ningún comportamiento extraño en el menor.

Caso 2

– Una joven de 19 años se suicidó después de tener una conversación con su novio en la puerta de su casa. Según la madre de la joven, ella habló con el novio como de costumbre; cuando él salió de la casa, ella le dijo a su mamá que tenía sueño y que se quería dormir temprano. Casi nunca se acostaba a esa hora. Sin embargo, la mamá de la joven le restó importancia, pero después de algunos minutos entró a la habitación de su hija y la encontró colgada del techo con una sábana. No obstante, el parte de Medicina Legal arrojaba algo más que la muerte por ahorcamiento y fue que no sólo ella había cegado su vida, también la del bebé que llevaba en el vientre. La madre de la joven se pregunta cada minuto por qué no estuvo más pendiente de su hija, ¿por qué no se dio cuenta de una actitud extraña o una señal de alerta? El remordimiento no la deja vivir en paz. Hoy, ella es otra persona con problemas de depresión.

Caso 3

– Un hombre se enteró que su esposa le era infiel. La vio en la tienda de la esquina cerca de la casa en brazos de otro. Así su vida no tenía sentido. Decidió tomarse un veneno. Se olvidó de los hijos  y de lo verdaderamente importante. Este caso lo pudo contar la misma persona que atentó contra su vida; afortunadamente, el veneno que se tomó no hizo el efecto esperado. Hoy vive para contarlo y pide perdón a Dios porque el problema no fue de “cachos”, todo fue una confusión, la que estaba en brazos de otro no era su esposa sino su cuñada, la hermana de ella.

Caso 4

– Un joven vio como mataban a su hermano en la casa de un vecino. La muerte se produjo en forma confusa. El menor muerto estaba en la casa del vecino, a quien iban a matar. Él hizo parte de las víctimas fatales de este hecho que acabó con la vida de un menor indefenso e inocente. El hermano del joven asesinado vivió varios años con mucho resentimiento, pero para la familia pensó que ese era un tema superado. Nunca imaginaron que el joven estuviera sumido en una profunda tristeza y depresión. Después de una noche de tragos, el joven acabó con su vida, disparándose con un arma en la cabeza.

Por casos como estos, la socióloga valduparense Rosa Ángela Ternera, decidió indagar sobre el tema y realizar un proyecto de investigación que llamó: “Caracterización del suicidio como fenómeno social en Valledupar”.  Para la investigadora, el suicidio abarca todas las esferas, es decir, que un suicida puede verse afectado por factores sociales como el desempleo, la prostitución, el alcoholismo, infidelidad, desplazamiento, entre otros, los que tocan a las personas de manera distinta.
Para Rosa Ángela, el suicido es entendido como un acto individual pero que responde a características sociales.

Según ternera, a lo largo de la investigación que empezó en el año 2008, han podido determinar que ningún suicidio se parece a otro, pero lo que siempre resulta común entre todos es que el suicida da señales antes de atentar contra su vida y para el resto de la sociedad obedece a comportamientos normales.

“El suicida siempre da señales, avisa pero hay un desconocimiento del tema en la sociedad. No prestamos atención a esas señales de alerta. Cuando se indaga a un grupo de personas qué saben del suicidio, lo único que responden es que una persona se hace daño así misma, pero no tienen ni idea qué puede haber de fondo. En el núcleo familiar muchas veces no saben detectar a una persona que está deprimida, que quiere hablar con alguien”, narró para el diario EL PILÓN, Rosa Ángela Ternera durante una conversación entre sociólogos.

En esta medida, la investigadora considera que es importante la caracterización de los posibles suicidas. Manifestó desde un punto sociológico, que es importante el tema de la sensibilización; la población puede convertirse en vigilante de personas que pueden mostrar señales de alerta. Para Ternera, hay una población grande que lleva más de dos intentos de suicidio, y familiares de personas que ya se han quitado la vida; éstas son personas que pueden generar pensamientos suicidas o negativos a raíz del sentimiento de culpa: “No hice nada, estuve cerca para evitarlo, yo soy el culpable de su muerte”.

Siendo así, Orlando Carreño, sociólogo egresado de la Universidad Popular del Cesar, expresó que es importante no descuidar la manera cómo el hombre se está viendo, es decir, cómo se siente cada individuo, cómo percibe a la sociedad.  “Creo que en Valledupar y en varias partes de mundo estamos perdiendo valores o estamos desapegados de valores importantes. Debemos tratar de que en los colegios y universidades se hable más del tema y cada persona analice, ¿cómo quedarán mis seres queridos después de mi muerte?, ¿cuál es el valor de la vida?, y pensar siempre que los problemas de la actualidad tienen solución. “yo soy capaz, me quiero y nada me va vencer”, dijo, Orlando Carreño.

Y si no resulta…

“La fe y la espiritualidad son el camino”

Para el presbítero Yamit Martínez, de la parroquia del Espíritu Santo de Valledupar, los factores que llevan a suicidio están ligados. La sociedad se enfrenta a problemas que conducen a la desesperación, depresión y desapego, por eso considera que se debería trabajar mancomunadamente la psicología, la medicina y la espiritualidad.
Para el párroco, la familia no debería buscar sólo ayuda médica para curar una enfermedad, también debe buscar al sacerdote, que es el médico de almas.

“La depresión no es sólo una enfermedad psicológica, muchas veces es una enfermedad del alma y también tiene que ser tratada pastoralmente. Jesucristo dice: “venid a mi todos los cansados y agobiados que yo los aliviaré”. La persona en estado de depresión es una persona que está cansada, que está agobiada y que necesita de la fuerza de Cristo. A veces, la depresión es no entender la misión, es decir para qué existe o que vive una persona. La vida es una vocación, es una llamada de Jesucristo”, relató el padre Yamit Martínez.

Según el sacerdote, la gente debería aferrarse a Dios y entender el sentido de la existencia. Para él, la recomendación es estar cerca de la Iglesia, buscar a Jesucristo, porque un momento de crisis en el campo de la salud mental es un momento apropiado para el encuentro con el Señor, ya que cada persona en un estado de ánimo bajo se encuentra sedienta de Dios y con ganas de felicidad, que debería ser el estado de animo para todas las personas. “Lo que necesita el ser humano  es abrirle el corazón a Cristo, a su palabra, a su mensaje, al Espíritu Santo. Sería bueno que éstas personas que quieren alejarse de este mundo dejaran entrar al Espíritu Santo en sus corazones y de esta manera experimentarán descanso, consuelo’’, afirma el presbítero.

Sin embargo, es importante hacer un llamado para que se trabaje de forma articulada. Según el padre Yamit, el vio experiencias de este tipo mientras estuvo en Europa y vio con agrado el hecho de que en otros países, como Italia, las personas recurren mucho más a la vida terapéutica, psicológica, siquiátrica y pastoral.

“Viví cinco años en el extranjero y desde que volví me llamó la atención el numero de suicidios que se están presentando semanalmente  o digamos que a diario en Valledupar. Seguramente lo que voy a decir no le agrada a la prensa, pero ese tema del suicidio vende y la prensa lo destaca mucho. Yo estuve viviendo en Europa y el manejo que se le da es distinto. En Italia, por ejemplo, las personas recurren mucho más a la vida terapéutica, inclusive, trabajan mancomunadamente, cosa que en Valledupar poco se ve porque los especialistas no trabajan juntos para abordar mejor a un paciente”, explicó el padre Yamit.

El sacerdote tocó otros puntos importantes, entre los que se encuentran, el señalamiento por parte de la población a personas que visitan a un psiquiatra o psicólogo. No se explica por qué esa falta de madurez para enfrentar una enfermedad o episodios de depresiones en la vida de cualquier ser humano. Dijo que no podemos tildar de “loca” a una persona que quiere visitar un especialista que puede ayudar con un problema mental.

“Aquí nosotros tildamos de “loco” a quien visita un psiquiatra y eso hace que muchos se cohíban, en el estado de enfermedad, de buscar la ayuda adecuada en el campo médico. Tantas veces los estados de depresión necesitan de medicinas y no sólo terapias sicológicas”.

Concluyó diciendo, que es justo que se le de la importante a este tipo de problemáticas que hoy afectan a la sociedad vallenata. Dijo que hay que darle más importancia a temas como formación de las familias, de la fe, la autoestima, espiritualidad. Para el párroco, la familia es de gran ayuda para el manejo de una enfermedad como la depresión que para él es una de las causas principales para esta ola de suicidios en Valledupar.