En conversación con EL PILÓN, el senador por Alianza Verde, Antonio Sanguino, habló sobre el departamento del Cesar, el Hospital Rosario Pumarejo, la Universidad Popular del Cesar, la Gobernación y, por supuesto, sobre su precandidatura presidencial.
Antonio Sanguino fue elegido en las pasadas elecciones como senador por la Alianza Verde. Nacido en Ocaña, Norte de Santander, hizo su primaria y secundaria en Valledupar, exactamente en el Colegio Nacional Loperena, donde, podría decirse, inició su carrera política como líder estudiantil.
Aunque no aparece directamente como senador del Cesar, su voz siempre es protagonista en los temas coyunturales del departamento.
En lo nacional nos corresponde construir una alianza independiente. Los ‘verdes’ somos una fuerza política alternativa. Nosotros confiamos en que hay ciudadanías libres. El país tiene que reconstruir su economía y su política social. Perdimos al menos 10 años de lucha contra la pobreza en Colombia: la pobreza monetaria que era del 27 %, está rondando ahora al 40 % de la población; tenemos 140.000 empresas quebradas, de las cuales el 70 % son pequeñas empresas que no fueron ayudadas por el Gobierno; se recrudeció la violencia y están haciendo trizas el acuerdo de paz.
Nos tenemos que poner de acuerdo y el Partido Verde tiene precandidatos. Uno de esos soy yo, una persona de provincia. Soy un ciudadano común y corriente y voy a competir por ser el candidato del partido y una voz de esta región.
Hemos tenido presidentes que no son del círculo cerrado de Bogotá. El expresidente Álvaro Uribe es paisa, él se reclama como montañero. Tampoco es que nos haya ido tan bien con él. Pero la costa Caribe colombiana desde Rafael Núñez no tiene un presidente de la república.
Es importante que en este país diverso, una región como la del Caribe pueda transmitir la magia, la inventiva, la vitalidad, pero también la inteligencia, porque no se trata solo de una representación regional per se, sino de construir un programa que responda a las urgencias no solo del Caribe, sino del país.
Nosotros tenemos varios problemas. El primero es el centralismo histórico. La primera guerra que hubo en Colombia, después de nuestra independencia de España, fue la guerra entre centralistas y federalistas. Y aún no hemos resuelto ese problema.
Ahora en la pandemia nos dimos cuenta de ese centralismo, que se combina con el presidencialismo: las pruebas de coronavirus, en los tres o cuatro primeros meses, tenían que ir a Bogotá al Instituto Nacional de Salud. Hasta 15 días demoraban los resultados para llegar a ciudades como Valledupar; eso que no estamos hablando de un municipio como Gonzáles, o del Chocó.
Hay que hacer un pacto de regiones para poder rediseñar la arquitectura de las instituciones y conformar una relación distinta entre regiones y el centro del país. Segundo, tenemos que hacer un esfuerzo para que todos los colombianos vivamos en un mismo siglo. Hay gente viviendo en el siglo XIX, o en el XX. Todos tenemos que vivir en el siglo XXI.
Este propósito de región implica que la nación observe el Caribe desde sus potencialidades y desde sus riquezas, que no son necesariamente el carbón y el niquel.
Hemos estado preocupados por varios hechos importantes del debate público de Valledupar y la región. Uno de ellos es el Hospital Rosario Pumarejo de López. En plena pandemia es inaceptable, y tiene que haber responsabilidad política, que el principal centro de salud haya vivido semejante crisis por el no pago de los salarios de los trabajadores de la salud.
En segundo lugar, además de los problemas económicos y sociales provocados por la pandemia, preocupa lo que ha venido ocurriendo con las empresas mineras que amenazan con una masacre laboral de por lo menos 7.000 familias en el corredor minero.
Y el tercer punto: los estudiantes de la Universidad Popular del Cesar, que vienen exigiendo matrícula cero. Recién presentamos un proyecto de ley con los senadores Wilson Arias, del Polo, y Gustavo Bolívar, de Colombia Humana, para garantizar matrícula cero para todos los estudiantes de universidades públicas del país y evitar una deserción masiva.
Hay un clan familiar que ha gobernado el departamento durante 10 años. La primera responsabilidad le corresponde a quienes han gobernado. En segundo lugar, a la gerencia del Hospital. No han sido capaces de tramitar los recursos que se necesitan para atender el pago de los salarios de los trabajadores de la salud. Y en tercer lugar la indolencia de esta Gobernación y Presidencia. El Gobierno intentó darle un crédito a Avianca, y no tenía recursos para pagarles a los trabajadores del principal centro de salud de la región.
Nosotros le hemos pedido a la Superintendencia de Salud que intervenga el Hospital Rosario Pumarejo de López. Hay que quitarle el hospital a las garras del clientelismo; que se nombre un gerente interventor para poner la casa en orden y que se sanee financieramente.
Ahora, se sospecha, con fundamento, que lo que buscan es agravar la crisis para luego privatizarlo.
El Gobierno nacional, ni la Agencia Nacional de Minería, ni la Procuraduría General pueden permitir esa suspensión. No puede ser que las empresas mineras privaticen las ganancias y socialicen las pérdidas. No puede ser que ahora que hay vacas flacas se castigue a los trabajadores y al departamento. No se puede permitir la suspensión, porque además hay contratos de por medio.
Tienen que haber voces en el Congreso de la República que defiendan a los trabajadores de la salud y la industria del carbón.
La UPC se privatizó. Los clanes políticos capturaron al principal centro de formación de los jóvenes del Cesar. Imagine la paradoja: un centro de formación universitario, el escenario para formar a nuestros jóvenes, no solo como profesionales, sino como ciudadanos, se convirtió en una fábrica de clientelismo.
La inestabilidad de Universidad Popular del Cesar es producto de la rapiña de clanes políticos del Cesar. Es aberrante que ocurra en una universidad. Debería ser un referente de transparencia, pero no. Por fortuna hay movimientos estudiantiles que dan la lucha y defienden la universidad. Nosotros necesitamos que la universidad sea el tanque de pensamiento del Cesar.
Hemos conocido todo lo que ha ocurrido en este segundo periodo de Monsalvo, todo el escándalo en la contratación en plena pandemia. No hay liderazgo político en el departamento. Tenemos una descarada feria de contratos. Todos saben quién decide los contratos del Cesar.
Se impone un cambio político. Esta es una responsabilidad de los ciudadanos y las fuerzas alternativas debemos juntarnos. Esta tierra no se puede resignar a ser gobernada por la falta de perspectiva. Tenemos que hacer una gran cruzada por recuperar lo público. Es que si hacemos un inventario, todo lo público en el departamento o está quebrado o está lleno de corrupción. O ambas cosas.
España y toda Europa están pensando en reconstruir sus economías sobre dos pilares: la economía verde y la transición digital. ¿Por qué una región como la nuestra debe condenarse a que su futuro dependa de la extracción de recursos naturales, que deja una huella ecológica?
El Partido Verde se ha sostenido. Hemos logrado una Alcaldía, la de Codazzi; mantuvimos un escaño en la Asamblea Departamental; tenemos cerca de 30 concejales. Somos aún una fuerza pequeña. Estamos ad portas de una reestructuración de nuestra dirección departamental y tenemos que fomentar nuevos liderazgos en el departamento.
El partido Verde alcanzó a tener un senador. Yo soy del Cesar, pero mi liderazgo es de carácter nacional. Necesitamos juntarnos todos los sectores alternativos: yo los convoco para que configuremos una lista a la Cámara de Representantes para pelearnos uno o dos escaños de Cámara, que bien sabemos en manos de quién están.
Por Deivis Caro
[email protected]
En conversación con EL PILÓN, el senador por Alianza Verde, Antonio Sanguino, habló sobre el departamento del Cesar, el Hospital Rosario Pumarejo, la Universidad Popular del Cesar, la Gobernación y, por supuesto, sobre su precandidatura presidencial.
Antonio Sanguino fue elegido en las pasadas elecciones como senador por la Alianza Verde. Nacido en Ocaña, Norte de Santander, hizo su primaria y secundaria en Valledupar, exactamente en el Colegio Nacional Loperena, donde, podría decirse, inició su carrera política como líder estudiantil.
Aunque no aparece directamente como senador del Cesar, su voz siempre es protagonista en los temas coyunturales del departamento.
En lo nacional nos corresponde construir una alianza independiente. Los ‘verdes’ somos una fuerza política alternativa. Nosotros confiamos en que hay ciudadanías libres. El país tiene que reconstruir su economía y su política social. Perdimos al menos 10 años de lucha contra la pobreza en Colombia: la pobreza monetaria que era del 27 %, está rondando ahora al 40 % de la población; tenemos 140.000 empresas quebradas, de las cuales el 70 % son pequeñas empresas que no fueron ayudadas por el Gobierno; se recrudeció la violencia y están haciendo trizas el acuerdo de paz.
Nos tenemos que poner de acuerdo y el Partido Verde tiene precandidatos. Uno de esos soy yo, una persona de provincia. Soy un ciudadano común y corriente y voy a competir por ser el candidato del partido y una voz de esta región.
Hemos tenido presidentes que no son del círculo cerrado de Bogotá. El expresidente Álvaro Uribe es paisa, él se reclama como montañero. Tampoco es que nos haya ido tan bien con él. Pero la costa Caribe colombiana desde Rafael Núñez no tiene un presidente de la república.
Es importante que en este país diverso, una región como la del Caribe pueda transmitir la magia, la inventiva, la vitalidad, pero también la inteligencia, porque no se trata solo de una representación regional per se, sino de construir un programa que responda a las urgencias no solo del Caribe, sino del país.
Nosotros tenemos varios problemas. El primero es el centralismo histórico. La primera guerra que hubo en Colombia, después de nuestra independencia de España, fue la guerra entre centralistas y federalistas. Y aún no hemos resuelto ese problema.
Ahora en la pandemia nos dimos cuenta de ese centralismo, que se combina con el presidencialismo: las pruebas de coronavirus, en los tres o cuatro primeros meses, tenían que ir a Bogotá al Instituto Nacional de Salud. Hasta 15 días demoraban los resultados para llegar a ciudades como Valledupar; eso que no estamos hablando de un municipio como Gonzáles, o del Chocó.
Hay que hacer un pacto de regiones para poder rediseñar la arquitectura de las instituciones y conformar una relación distinta entre regiones y el centro del país. Segundo, tenemos que hacer un esfuerzo para que todos los colombianos vivamos en un mismo siglo. Hay gente viviendo en el siglo XIX, o en el XX. Todos tenemos que vivir en el siglo XXI.
Este propósito de región implica que la nación observe el Caribe desde sus potencialidades y desde sus riquezas, que no son necesariamente el carbón y el niquel.
Hemos estado preocupados por varios hechos importantes del debate público de Valledupar y la región. Uno de ellos es el Hospital Rosario Pumarejo de López. En plena pandemia es inaceptable, y tiene que haber responsabilidad política, que el principal centro de salud haya vivido semejante crisis por el no pago de los salarios de los trabajadores de la salud.
En segundo lugar, además de los problemas económicos y sociales provocados por la pandemia, preocupa lo que ha venido ocurriendo con las empresas mineras que amenazan con una masacre laboral de por lo menos 7.000 familias en el corredor minero.
Y el tercer punto: los estudiantes de la Universidad Popular del Cesar, que vienen exigiendo matrícula cero. Recién presentamos un proyecto de ley con los senadores Wilson Arias, del Polo, y Gustavo Bolívar, de Colombia Humana, para garantizar matrícula cero para todos los estudiantes de universidades públicas del país y evitar una deserción masiva.
Hay un clan familiar que ha gobernado el departamento durante 10 años. La primera responsabilidad le corresponde a quienes han gobernado. En segundo lugar, a la gerencia del Hospital. No han sido capaces de tramitar los recursos que se necesitan para atender el pago de los salarios de los trabajadores de la salud. Y en tercer lugar la indolencia de esta Gobernación y Presidencia. El Gobierno intentó darle un crédito a Avianca, y no tenía recursos para pagarles a los trabajadores del principal centro de salud de la región.
Nosotros le hemos pedido a la Superintendencia de Salud que intervenga el Hospital Rosario Pumarejo de López. Hay que quitarle el hospital a las garras del clientelismo; que se nombre un gerente interventor para poner la casa en orden y que se sanee financieramente.
Ahora, se sospecha, con fundamento, que lo que buscan es agravar la crisis para luego privatizarlo.
El Gobierno nacional, ni la Agencia Nacional de Minería, ni la Procuraduría General pueden permitir esa suspensión. No puede ser que las empresas mineras privaticen las ganancias y socialicen las pérdidas. No puede ser que ahora que hay vacas flacas se castigue a los trabajadores y al departamento. No se puede permitir la suspensión, porque además hay contratos de por medio.
Tienen que haber voces en el Congreso de la República que defiendan a los trabajadores de la salud y la industria del carbón.
La UPC se privatizó. Los clanes políticos capturaron al principal centro de formación de los jóvenes del Cesar. Imagine la paradoja: un centro de formación universitario, el escenario para formar a nuestros jóvenes, no solo como profesionales, sino como ciudadanos, se convirtió en una fábrica de clientelismo.
La inestabilidad de Universidad Popular del Cesar es producto de la rapiña de clanes políticos del Cesar. Es aberrante que ocurra en una universidad. Debería ser un referente de transparencia, pero no. Por fortuna hay movimientos estudiantiles que dan la lucha y defienden la universidad. Nosotros necesitamos que la universidad sea el tanque de pensamiento del Cesar.
Hemos conocido todo lo que ha ocurrido en este segundo periodo de Monsalvo, todo el escándalo en la contratación en plena pandemia. No hay liderazgo político en el departamento. Tenemos una descarada feria de contratos. Todos saben quién decide los contratos del Cesar.
Se impone un cambio político. Esta es una responsabilidad de los ciudadanos y las fuerzas alternativas debemos juntarnos. Esta tierra no se puede resignar a ser gobernada por la falta de perspectiva. Tenemos que hacer una gran cruzada por recuperar lo público. Es que si hacemos un inventario, todo lo público en el departamento o está quebrado o está lleno de corrupción. O ambas cosas.
España y toda Europa están pensando en reconstruir sus economías sobre dos pilares: la economía verde y la transición digital. ¿Por qué una región como la nuestra debe condenarse a que su futuro dependa de la extracción de recursos naturales, que deja una huella ecológica?
El Partido Verde se ha sostenido. Hemos logrado una Alcaldía, la de Codazzi; mantuvimos un escaño en la Asamblea Departamental; tenemos cerca de 30 concejales. Somos aún una fuerza pequeña. Estamos ad portas de una reestructuración de nuestra dirección departamental y tenemos que fomentar nuevos liderazgos en el departamento.
El partido Verde alcanzó a tener un senador. Yo soy del Cesar, pero mi liderazgo es de carácter nacional. Necesitamos juntarnos todos los sectores alternativos: yo los convoco para que configuremos una lista a la Cámara de Representantes para pelearnos uno o dos escaños de Cámara, que bien sabemos en manos de quién están.
Por Deivis Caro
[email protected]