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El impacto económico estimado supera los $67,000 millones de pesos colombianos. Más allá del espectáculo, los hoteles registraron una ocupación superior al 90%
En el último mes he realizado un curso intensivo de economía. Me sumergí en conceptos, exploré diferentes escuelas de pensamiento y, por primera vez, entendí cómo se traduce todo esto en la vida real. Antes, la economía me parecía un mundo complejo, lleno de conceptos difíciles y gráficos intimidantes. Pero hoy sé que es una herramienta clave para comprender el desarrollo de los territorios, sus oportunidades y, sobre todo, analizar el impacto de eventos que antes veía solo como entretenimiento.
El caso de Shakira en Barranquilla es un ejemplo perfecto de cómo la cultura y el arte pueden ser motores económicos de gran escala. Su reciente presentación en el Estadio Metropolitano no fue solo un evento musical; fue una inyección multimillonaria para la ciudad. En dos noches, más de 85,000 espectadores llenaron las gradas, y el 52% de ellos vinieron desde otras regiones y del extranjero, dejando tras de sí un rastro de dinamización económica palpable.
El impacto económico estimado supera los $67,000 millones de pesos colombianos. Más allá del espectáculo, los hoteles registraron una ocupación superior al 90%, beneficiando a más de 250 establecimientos. El turismo fluyó con intensidad: el Gran Malecón, uno de los principales atractivos de la ciudad, recibió 45,600 visitantes en la semana de los conciertos, el doble de su afluencia habitual.
Los turistas nacionales gastaron en promedio $2,946,000 pesos por viaje, mientras que los internacionales superaron los $3,550,000 pesos. Detrás de estos números están los taxistas, meseros, vendedores ambulantes, pequeños comerciantes y emprendedores que vieron una oportunidad para incrementar sus ingresos. En total, se generaron más de 12,000 empleos directos e indirectos, demostrando que la música puede ser un factor de crecimiento económico real.
El transporte también experimentó una transformación significativa. Durante las fechas de los conciertos, más de 10 mil de pasajeros se movilizaron en las fechas de conciertos, y las aerolíneas incrementaron sus operaciones con 24 vuelos adicionales. Avianca, Wingo y JetSmart respondieron a la creciente demanda; en el caso de Avianca, con más de 100 vuelos semanales desde y hacia Barranquilla. (Fuente: Cámara de Comercio de Barranquilla, Alcaldía de Barranquilla – Observatorio Económico, COTELCO, Puerta de Oro).
Este fenómeno plantea preguntas clave: ¿qué tanto estamos aprovechando estos eventos para fortalecer la economía local de forma sostenida? ¿Cómo podemos traducir estos picos de crecimiento en oportunidades duraderas para el turismo y el comercio? Barranquilla demostró que tiene la capacidad logística y turística para albergar eventos de gran magnitud, pero ahora el reto es convertir esta ola en una corriente constante de desarrollo.
Lo que hace Shakira no es solo cantar; mueve a Barranquilla en un sentido mucho más amplio. No es solo un orgullo local, sino un activo económico que transforma la ciudad. La pregunta no es si debemos seguir apostando por la cultura como motor de desarrollo. La pregunta es cómo hacerlo de manera estratégica y sostenible. Porque si algo queda claro, es que cuando un gran artista canta, el territorio crece.
Alfredo Jones Sánchez – @alfredojonessan
El impacto económico estimado supera los $67,000 millones de pesos colombianos. Más allá del espectáculo, los hoteles registraron una ocupación superior al 90%
En el último mes he realizado un curso intensivo de economía. Me sumergí en conceptos, exploré diferentes escuelas de pensamiento y, por primera vez, entendí cómo se traduce todo esto en la vida real. Antes, la economía me parecía un mundo complejo, lleno de conceptos difíciles y gráficos intimidantes. Pero hoy sé que es una herramienta clave para comprender el desarrollo de los territorios, sus oportunidades y, sobre todo, analizar el impacto de eventos que antes veía solo como entretenimiento.
El caso de Shakira en Barranquilla es un ejemplo perfecto de cómo la cultura y el arte pueden ser motores económicos de gran escala. Su reciente presentación en el Estadio Metropolitano no fue solo un evento musical; fue una inyección multimillonaria para la ciudad. En dos noches, más de 85,000 espectadores llenaron las gradas, y el 52% de ellos vinieron desde otras regiones y del extranjero, dejando tras de sí un rastro de dinamización económica palpable.
El impacto económico estimado supera los $67,000 millones de pesos colombianos. Más allá del espectáculo, los hoteles registraron una ocupación superior al 90%, beneficiando a más de 250 establecimientos. El turismo fluyó con intensidad: el Gran Malecón, uno de los principales atractivos de la ciudad, recibió 45,600 visitantes en la semana de los conciertos, el doble de su afluencia habitual.
Los turistas nacionales gastaron en promedio $2,946,000 pesos por viaje, mientras que los internacionales superaron los $3,550,000 pesos. Detrás de estos números están los taxistas, meseros, vendedores ambulantes, pequeños comerciantes y emprendedores que vieron una oportunidad para incrementar sus ingresos. En total, se generaron más de 12,000 empleos directos e indirectos, demostrando que la música puede ser un factor de crecimiento económico real.
El transporte también experimentó una transformación significativa. Durante las fechas de los conciertos, más de 10 mil de pasajeros se movilizaron en las fechas de conciertos, y las aerolíneas incrementaron sus operaciones con 24 vuelos adicionales. Avianca, Wingo y JetSmart respondieron a la creciente demanda; en el caso de Avianca, con más de 100 vuelos semanales desde y hacia Barranquilla. (Fuente: Cámara de Comercio de Barranquilla, Alcaldía de Barranquilla – Observatorio Económico, COTELCO, Puerta de Oro).
Este fenómeno plantea preguntas clave: ¿qué tanto estamos aprovechando estos eventos para fortalecer la economía local de forma sostenida? ¿Cómo podemos traducir estos picos de crecimiento en oportunidades duraderas para el turismo y el comercio? Barranquilla demostró que tiene la capacidad logística y turística para albergar eventos de gran magnitud, pero ahora el reto es convertir esta ola en una corriente constante de desarrollo.
Lo que hace Shakira no es solo cantar; mueve a Barranquilla en un sentido mucho más amplio. No es solo un orgullo local, sino un activo económico que transforma la ciudad. La pregunta no es si debemos seguir apostando por la cultura como motor de desarrollo. La pregunta es cómo hacerlo de manera estratégica y sostenible. Porque si algo queda claro, es que cuando un gran artista canta, el territorio crece.
Alfredo Jones Sánchez – @alfredojonessan