“Festival del Vallenato, de la leyenda, del Canto y la melodía, de lo que en el ambiente resuena” Fercahino
Cuando usted nació, su mamá tenía 26 años, su tío 42 y su papá 55. Ninguno de ellos está, para celebrarle sus más decinco pisos como todo un Señor, que cumple la mayoría de edad. Ella era una mujer que tenía su encanto. Su piel canela, de mirada imponente como una “Cacica”, cuerpo angelical y de decisiones llenas de temple, que contrastaba con su don de servicio. Así era, la mamá suya.
De su tío puedo decir, que se la pasaba silbando. Era un hacedor de canciones, con las que retrataba el diario acontecer de la Provincia. La vida de él, estaba repartida entre varios amores: las mujeres, la bohemia y vivir de un lugar a otro como un andariego, al estilo de esos, que tuvo el Medioevo. Él fue un hombre rico, que nunca tuvo plata. A donde llegaba, le llovían las manos de sus amigos y desconocidos o aquellos escondidos amores, que alimentaron su espíritu aventurero. Esa siempre fue su riqueza y con ella, murió.
Todos los días, la vida brinda lecciones. Tuvo que venir de tan lejos, un “Cachaco” de cachetes colorados, de hablar pausado, para hacerlo a usted señor Festival. Él venía de recorrer el mundo, en donde pudo percibir tantas culturas,en el que lo religioso se cruza con lo profano, para dar una simbiosis, que en el caso nuestro y de usted particularmente Señor Festival, no hay que contársela mucho, pero como los años caen, no está demás hacerlo.
Él vio como la Fiesta de la Virgen del Rosario, se recreaba y le adaptaban nuevos elementos escénicos, cuyas expresiones modernas y de ficción, mostraban el acto de feplanteado por esa Virgen, quien llena de poder le dio vida a los españoles para que estos le dieran paso a un genocidio, en nombre de la Conquista, la cual siempre permitió, que los indígenas sufrieron muchos actos de crueldad. Con sus ideas de avanzada, se dio cuenta que,ese acto religioso por sí solo, no llegaba a la otra esquina de la plaza. Razón tuvo, en ponerle a esa danza que poco compartía, el colorido de la música. Por eso dijo, con una voz más audible: “A esto hay que ponerle acordeón”. De inmediato preguntó: ¿dónde están los acordeoneros del Valle?
Su tío que siempre tuvo vuelo, dijo: “no hay, pero granjefe, yo se los busco”.
Y así fue como usted nació señor Festival, pero antes que eso se diera, la parranda existía y era un desfogue permanente en toda la provincia, los campesinos nuestros, los que llevaron la cruz, hicieron todo ese movimiento musical, por lo menos, un siglo antes de la llegada del acordeón, en donde a pulmón abierto en las tareas de laboreo, esas duras faenas eran musicalizadas con sus nacientes creaciones, en donde los conjuntos de hojita, carrizos, ocarinas, la muestra colectiva del Chicote, Paloma, Tambora, Merengue, Yonna, cuyas acciones rítmicas y dancísticas dieron paso a nuestro Paseo, Son, Merengue y Puya, esos sagrados ritmos, sobre los que se sustentan la creación de los autores, compositores, cantores y acordeoneros.
En ese proceso creativo, aparece la figura relevante del hombre, que se atrevió a ganarle al mal, a través de sus versos y la ejecución de su acordeón. Ese fue un gigante, que aparte de crear la Leyenda, originó la Píqueria. Él es,Francisco Moscote Guerra, un guajiro que se enfrentó, a todo el que tuvo la osadía de competirle y si no lo hacían, siempre buscó la manera de retarlos.
La audiencia acordeonera, del canto y nuevas canciones, hicieron una perfecta cofradía, que pese a las diferencias regionales, se fueron estructurando de tal manera, que todo esa diversidad regada en muchos puntos del Caribe Colombiano, terminó concentrada en una esquina, de su evento Señor Festival.
Así se hizo todo, antes que usted naciera Señor Festival, cuya fortuna se sustenta, en ser el punto de encuentro de tantos sueños musicales. Es cierto que, 18 años antes que usted naciera, unos sirios libaneses, mal llamados Turcos,en Fundación Magdalena, hicieron un evento, a manera de Festival vallenato, al que llegaron los grandes ejecutantes del acordeón y un niño de escasos siete años, cuyo nombre es Alfredo Gutiérrez Vital, que luego sería, una de las luminarias más reconocidas dentro de este género musical. A esa cita llegaron, los Durán, Martínez, Villa, Polo y Rada, quienes se hicieron presentes en ese evento, que se truncó por una revuelta en un pueblo cercano. Pese a ese impase, la parranda se hizo y todos, pudieron degustar de la presencia de esos acordeoneros y del niño prodigio.
Dieciséis años después, el reconocido hombre de letras, Gabriel García Márquez organizó en su tierra natal, una parranda a las que muchos llegaron a llamar, “Festival Vallenato”, en donde los acordeones de “Colacho” y Ramón Vargas, sirvieron para que los compositores Rafael Escalona y Armando Zabaleta narraran sus versos, que hoy sirven de referencia especial. Un año más tarde, en la feria ganadera de Valledupar, se formó tremendo Festival de acordeoneros, en donde sobresalieron “Los Playoneros del Cesar”, “Colacho”, Alfredo Gutiérrez y la voz naciente de Jorge Oñate, quien con sus diecisiete años, le decía al mundo vallenato, lo que iba a darle a nuestra música.
Tenía que ser Valledupar, considerada por Héctor Velásquez Laos, “La capital Mundial del Vallenato o “El Vaticano del Vallenato”, por quien esto escribe, donde la algarabía permanente con música vallenata, la gestaban los Hermanos Armando, Roberto y Darío Pavajeau Molina,quienes tienen mucho que ver con usted Señor Festival, al tiempo que otros se dedicaban a escuchar boleros, rancheras, corrido, cuplé y música de Beethoven, ellos se gastaron su juventud y algo más, por el solo privilegio, de tener a su derecha y salir en su Willy, para donde se les ocurriera, al gran “Colacho” y traer a los acordeoneros de distintas regiones, para mostrarlos en la plaza mayor.
Mientras eso ocurría, de manera reiterada, la voz histriónica y relatora de poesía del pintor Molina, no veía con muy ojos, que se perdiera el tiempo en organizarlo a usted. Todo eso es verdad como también lo es, que se necesitaba de un lobista atrevido y cambiante de lo establecido, que no le temiera al centro de poder, para decir más de una verdad. Y es ahí donde surge, la figura social y querida de Andrés Becerra, quien rompió las barreras sociales, económicas y políticas existentes en la Provincia, para centrarse siempre en la palabra, que le sirvió a nuestra música, al tiempo que “Poncho” Cotes Querúz, un intelectual superior a todos, quien abrazó al tiempo, lo popular y erudito, con tanta pasión, que se hizo grande en cada uno de ellos.
Todos esos protagonistas, sumados a diversos grupos,serán siempre, los ladrillos principales para que usted exista Señor Festival y nosotros nos lo gocemos, en el frenesí más hermoso que nos ha podido pasar.
Usted Señor Festival como hecho cultural moderno, tiene su fundamento en el uso de la palabra “Festival”, cuyo nacimiento y uso viene del latín “Festivalis”, relativo a las fiestas religiosas y es en Alemania, donde se posiciona a través de la raíz “Fest”, que significa fiesta, festejo, juerga, regodeo, que le dio forma y fue tomada en nuestra Provincia, para congregar a músicos ejecutantes del acordeón.
Unos provenían del imaginario del vallenato, otros, venían en búsqueda del “Paraíso” como lo llamó Manuel Zapata Olivella, un colón que se agregó, a los tantos que lucharon, por hacer de esta música nuestra, algo digno para mostrar.
Usted Señor Festival, recibió hace cincuenta años, a toda una muestra de músicos modernos, que sabían interpretar la música primitiva de sus antecesores, en donde por tradición hemos heredado El Paseo, El Son, El Merengue y La Puya, sin desconocer, todos los elementos que ayudaron a construirlo.
Esto demuestra Señor Festival, que usted es el canal más propicio, para conocer lo hecho por nuestros músicos, autores, compositores y cantores de la música vallenata. Por eso comprendo, cuando usted se alegra, ante el surgimiento de otros eventos, de igual naturaleza o cuando el vallenato, es tocado por otras culturas.
Gracias Señor Festival por ser el epicentro, para poder entrelazar la magia de nuestro vallenato con otras músicas locales de Colombia y el mundo, sin caer en la mezquindad o ensimismamiento, que nos conduce a reducir al máximo, las propuestas proteccionistas de una música, que como el vallenato, es libertaria y fuerte por naturaleza.
La mayoría de los que nacieron con usted, se fueron sin despedida. Ya no está el negro cimarrón, con su voz y cuerpo, con figura de acordeón. Tampoco, el campesino que se enfrentó a versos y le ganó a su adversario con una “gota fría”. O aquel, que le restregó en una puya, a la Vieja Gabriela, su disgusto hasta el cansancio.
Ya nada es igual a esa primera vez, en donde parapetados en una tarima de madera, cercanos a un palo de mango, un hombre micrófono en mano, anunciaba el inició del nacimiento, de un niño, que luego fue muchacho y ahora todo un señor, siempre cubierto de música, traída pormuchos acordeoneros, cajeros y guacharaqueros, venidos de tantos lugares, que ellos hicieron conocer, con solo ponerse sus instrumentos en el pecho, en las manos, entre las piernas.
Han pasado tantos ganadores en la categoría acordeoneros profesional, en semiprofesional, aficionados e infantil, en canción y píqueria, sin decir la suma de derrotados. Esto nos hace pensar, que la audiencia ha crecido con usted señor Festival, en donde los amores, desamores, reconciliaciones y más de una disputa política, han caído vencidos por el influjo de la música vallenata.
No olvide usted Señor Festival, que antes de llegar la creación de la Fundación, ya se habían realizado 18 festivales, en donde tenemos una pléyade de reconocidos valores de la música vallenata.
Cada año para su fecha, todos quieren beber, de esa fuente inagotable del verso mestizo, rebelde por demás, de toda esa música depositada, en el único invasor que no nos ha hecho daño: el acordeón.
En la provincia todos hablan, amparados en el conocimiento natural del saber, sobre su música. El que usted menos cree, tiene una sabiduría, que los lleva a una eterna discusión, copando todos los escenarios, en cuyos niveles sociales se une el pobre con el rico, el negro con el blanco y las esquinas de las casas, el parque, el colegio, la universidad, cuyos lugares se han vuelto recurrentes, para hablar de vallenato.
Los temas que se comentan, arrancan en torno a los campesinos creadores de ese movimiento artístico, que se tomó a Colombia, quien canta o toca más y terminan, en el lanzamiento del último producto, del joven artista del momento.
Todo ha cambiado. Ya el escenario original, de una tarima de madera pasó al de una de cemento y cuando está se volvió insuficiente, se pensó en grande y se construyó un parque, que lleva el nombre de su mamá, cuya esencia sigue siendo la misma. Ser depositaria de tanta música,hecha aquí o aprendida por otros, en representación de tantos lugares.
De aquel sonido, que no llegaba a la esquina del palo de mango, pasamos a miles de Kilovatios. Ya no es mucho, lo que importa escuchar, a nuestros conocidos o no concursantes, en las diversas categorías, sino, que vamos más al sitio convocador, para estar a tono con el artista internacional, cuya transculturación deja evidentes huellas.
Usted Señor Festival, aguanta de todo. A sus cincuenta y siete años de vida, es normal que ello ocurra. Se abrió de tal manera, que más de una sorpresa se ha dado en su interior. El que nació, para los hacedores del vallenato en toda la provincia, hoy día ve como ganan, con su música,los Andinos, Chocoanos, Atlanticenses, Argentinos, Bolivarenses, Sucreños, Cordobeses, en fin, todo que aquel que haga un canto o se prepare unos meses,ensayando con su acordeón, puede ganar en el Festival,hecho para los vallenatos.
Esa democracia natural, que se da en ese evento cultural, prueba una vez más Señor Festival, que su magia es nuestra, que nacimos con usted, pero que también es de todo aquel que quiera quererlo, concursar, ganar o perder.
Cincuenta y siete años han pasado Señor Festival. Antes llegaban a usted, unos concursantes curtidos por los años. El trabajo del campo se le veía en la piel, en el rostro. Con un repertorio de música conocida o los perfectos desconocidos, que en su interior, hicieron su nombre. Ahora llegan niños, que casi no pueden con el acordeón, interpretando con la misma o más alegría, esa música que nació antes y dentro de usted, que la repiten hasta el cansancio, para decirles que estamos vivos Señor Festival, al igual que la música vallenata.
De todos esos cuadros vivos, cuyo arco iris habla ante la nación, que bueno recordar al delgado concursante, en la canción inédita, abrazado a su concertina, vociferando versos reales y premonitorios, que repetía hasta el cansancio, con voz lastimera, lo que él veía venir, hasta llegar, a la tercera convocatoria de un “rey de reyes”, quepone a los ganadores, a enfrentarse entre sí, no solo en el tema de acordeoneros sino, en el de la canción inédita y píqueria.
Nada es igual al pasado. De ese inicio, vivido por la canción inédita, en donde lo natural prevalecía y era más evidente, nos toca ver como la misma se hace para el concurso, en donde su esencia, lenguaje y expresión no es la misma. Todo eso lo aguanta usted Señor Festival. Por eso no es raro, que lleguen de otros lugares, investigadores que hibridan las distintas posturas que a lo largo y ancho se han hecho, construyan nuevas formas de analizar la música nuestra y logren el protagonismo, que muchos de los que iniciaron esa lucha, por usted Señor Festival, no lo alcanzaron.
Usted se envejeció como el fuelle de ese instrumento, cuyo rostro de anciano trota mundo, hace que vote en su armonía y lira, todo lo que nuestros campesinos tenían represados, para convocar a las distintas generaciones, que les gusta el vallenato y que quieran asistir a usted Señor Festival, en la celebración de su gran fiesta del 26 al 30 de Abril.
Por eso Señor Festival, estamos convencidos que, todo lo hecho ayer, no es igual a lo de hoy. No tiene por qué serlo. Usted mismo, ha evolucionado. Aquel rostro de niño sorprendido, no es igual al del cincuentón que vemos hoy,por mucho que se maquille y conserve algo, de su alegríainicial.
A todos nos alegra, que usted Señor Festival, en este onomástico, siga siendo, el referente especial de todos los eventos, que con música vallenata se hace en Colombia.
Esta convocatoria, debe despejar las dudas, al reducido grupo que se atrevió a decir: “estamos en crisis” y que “la hecatombe al Vallenato le llegó”.
Usted Señor Festival, encárguese de desmentir, todo eso que ellos dicen.
Mientras tanto, Señor Festival, gracias por existir. A sus creadores, gratitud eterna. A los incontables músicos que lo ha alegrado, así no hayan ganado, lo que demuestra que aquí, aun perdiendo, no pasa desapercibida su presencia.
A quienes han ayudado en su crecimiento comercial, gracias por su olfato, ya que un evento cultural no se hace con la boca. A los jurados, quienes con sus decisiones, acertadas o no, tendrán en sus manos a reconocidos o nacientes talentos.
A los medios de comunicación, aquellos que nacieron con usted Señor Festival, más los que ahora le apoyan, un gracias por su divulgación. A los que no van a su evento Señor Festival, por las razones que sea, un lamentarlo, porque a pesar de su no asistencia, los cincuenta años que le festejamos, los hemos vivido como ustedes no se imaginan.
Señor Festival, gracias por ser como es y convertirse, en la muestra más visible de resistencia cultural, en nuestra tierra. Gracias por servir de alfombra, cubierta de mil colores a tantos homenajeados, en tantas versiones y esta no puedo ser la excepción, donde se le testimoniará un gracias a Iván Villazón Aponte por sus cuatro décadas de vida artística en defensa de la música vallenata.
Por: Félix Carrillo Hinojosa.
“Festival del Vallenato, de la leyenda, del Canto y la melodía, de lo que en el ambiente resuena” Fercahino
Cuando usted nació, su mamá tenía 26 años, su tío 42 y su papá 55. Ninguno de ellos está, para celebrarle sus más decinco pisos como todo un Señor, que cumple la mayoría de edad. Ella era una mujer que tenía su encanto. Su piel canela, de mirada imponente como una “Cacica”, cuerpo angelical y de decisiones llenas de temple, que contrastaba con su don de servicio. Así era, la mamá suya.
De su tío puedo decir, que se la pasaba silbando. Era un hacedor de canciones, con las que retrataba el diario acontecer de la Provincia. La vida de él, estaba repartida entre varios amores: las mujeres, la bohemia y vivir de un lugar a otro como un andariego, al estilo de esos, que tuvo el Medioevo. Él fue un hombre rico, que nunca tuvo plata. A donde llegaba, le llovían las manos de sus amigos y desconocidos o aquellos escondidos amores, que alimentaron su espíritu aventurero. Esa siempre fue su riqueza y con ella, murió.
Todos los días, la vida brinda lecciones. Tuvo que venir de tan lejos, un “Cachaco” de cachetes colorados, de hablar pausado, para hacerlo a usted señor Festival. Él venía de recorrer el mundo, en donde pudo percibir tantas culturas,en el que lo religioso se cruza con lo profano, para dar una simbiosis, que en el caso nuestro y de usted particularmente Señor Festival, no hay que contársela mucho, pero como los años caen, no está demás hacerlo.
Él vio como la Fiesta de la Virgen del Rosario, se recreaba y le adaptaban nuevos elementos escénicos, cuyas expresiones modernas y de ficción, mostraban el acto de feplanteado por esa Virgen, quien llena de poder le dio vida a los españoles para que estos le dieran paso a un genocidio, en nombre de la Conquista, la cual siempre permitió, que los indígenas sufrieron muchos actos de crueldad. Con sus ideas de avanzada, se dio cuenta que,ese acto religioso por sí solo, no llegaba a la otra esquina de la plaza. Razón tuvo, en ponerle a esa danza que poco compartía, el colorido de la música. Por eso dijo, con una voz más audible: “A esto hay que ponerle acordeón”. De inmediato preguntó: ¿dónde están los acordeoneros del Valle?
Su tío que siempre tuvo vuelo, dijo: “no hay, pero granjefe, yo se los busco”.
Y así fue como usted nació señor Festival, pero antes que eso se diera, la parranda existía y era un desfogue permanente en toda la provincia, los campesinos nuestros, los que llevaron la cruz, hicieron todo ese movimiento musical, por lo menos, un siglo antes de la llegada del acordeón, en donde a pulmón abierto en las tareas de laboreo, esas duras faenas eran musicalizadas con sus nacientes creaciones, en donde los conjuntos de hojita, carrizos, ocarinas, la muestra colectiva del Chicote, Paloma, Tambora, Merengue, Yonna, cuyas acciones rítmicas y dancísticas dieron paso a nuestro Paseo, Son, Merengue y Puya, esos sagrados ritmos, sobre los que se sustentan la creación de los autores, compositores, cantores y acordeoneros.
En ese proceso creativo, aparece la figura relevante del hombre, que se atrevió a ganarle al mal, a través de sus versos y la ejecución de su acordeón. Ese fue un gigante, que aparte de crear la Leyenda, originó la Píqueria. Él es,Francisco Moscote Guerra, un guajiro que se enfrentó, a todo el que tuvo la osadía de competirle y si no lo hacían, siempre buscó la manera de retarlos.
La audiencia acordeonera, del canto y nuevas canciones, hicieron una perfecta cofradía, que pese a las diferencias regionales, se fueron estructurando de tal manera, que todo esa diversidad regada en muchos puntos del Caribe Colombiano, terminó concentrada en una esquina, de su evento Señor Festival.
Así se hizo todo, antes que usted naciera Señor Festival, cuya fortuna se sustenta, en ser el punto de encuentro de tantos sueños musicales. Es cierto que, 18 años antes que usted naciera, unos sirios libaneses, mal llamados Turcos,en Fundación Magdalena, hicieron un evento, a manera de Festival vallenato, al que llegaron los grandes ejecutantes del acordeón y un niño de escasos siete años, cuyo nombre es Alfredo Gutiérrez Vital, que luego sería, una de las luminarias más reconocidas dentro de este género musical. A esa cita llegaron, los Durán, Martínez, Villa, Polo y Rada, quienes se hicieron presentes en ese evento, que se truncó por una revuelta en un pueblo cercano. Pese a ese impase, la parranda se hizo y todos, pudieron degustar de la presencia de esos acordeoneros y del niño prodigio.
Dieciséis años después, el reconocido hombre de letras, Gabriel García Márquez organizó en su tierra natal, una parranda a las que muchos llegaron a llamar, “Festival Vallenato”, en donde los acordeones de “Colacho” y Ramón Vargas, sirvieron para que los compositores Rafael Escalona y Armando Zabaleta narraran sus versos, que hoy sirven de referencia especial. Un año más tarde, en la feria ganadera de Valledupar, se formó tremendo Festival de acordeoneros, en donde sobresalieron “Los Playoneros del Cesar”, “Colacho”, Alfredo Gutiérrez y la voz naciente de Jorge Oñate, quien con sus diecisiete años, le decía al mundo vallenato, lo que iba a darle a nuestra música.
Tenía que ser Valledupar, considerada por Héctor Velásquez Laos, “La capital Mundial del Vallenato o “El Vaticano del Vallenato”, por quien esto escribe, donde la algarabía permanente con música vallenata, la gestaban los Hermanos Armando, Roberto y Darío Pavajeau Molina,quienes tienen mucho que ver con usted Señor Festival, al tiempo que otros se dedicaban a escuchar boleros, rancheras, corrido, cuplé y música de Beethoven, ellos se gastaron su juventud y algo más, por el solo privilegio, de tener a su derecha y salir en su Willy, para donde se les ocurriera, al gran “Colacho” y traer a los acordeoneros de distintas regiones, para mostrarlos en la plaza mayor.
Mientras eso ocurría, de manera reiterada, la voz histriónica y relatora de poesía del pintor Molina, no veía con muy ojos, que se perdiera el tiempo en organizarlo a usted. Todo eso es verdad como también lo es, que se necesitaba de un lobista atrevido y cambiante de lo establecido, que no le temiera al centro de poder, para decir más de una verdad. Y es ahí donde surge, la figura social y querida de Andrés Becerra, quien rompió las barreras sociales, económicas y políticas existentes en la Provincia, para centrarse siempre en la palabra, que le sirvió a nuestra música, al tiempo que “Poncho” Cotes Querúz, un intelectual superior a todos, quien abrazó al tiempo, lo popular y erudito, con tanta pasión, que se hizo grande en cada uno de ellos.
Todos esos protagonistas, sumados a diversos grupos,serán siempre, los ladrillos principales para que usted exista Señor Festival y nosotros nos lo gocemos, en el frenesí más hermoso que nos ha podido pasar.
Usted Señor Festival como hecho cultural moderno, tiene su fundamento en el uso de la palabra “Festival”, cuyo nacimiento y uso viene del latín “Festivalis”, relativo a las fiestas religiosas y es en Alemania, donde se posiciona a través de la raíz “Fest”, que significa fiesta, festejo, juerga, regodeo, que le dio forma y fue tomada en nuestra Provincia, para congregar a músicos ejecutantes del acordeón.
Unos provenían del imaginario del vallenato, otros, venían en búsqueda del “Paraíso” como lo llamó Manuel Zapata Olivella, un colón que se agregó, a los tantos que lucharon, por hacer de esta música nuestra, algo digno para mostrar.
Usted Señor Festival, recibió hace cincuenta años, a toda una muestra de músicos modernos, que sabían interpretar la música primitiva de sus antecesores, en donde por tradición hemos heredado El Paseo, El Son, El Merengue y La Puya, sin desconocer, todos los elementos que ayudaron a construirlo.
Esto demuestra Señor Festival, que usted es el canal más propicio, para conocer lo hecho por nuestros músicos, autores, compositores y cantores de la música vallenata. Por eso comprendo, cuando usted se alegra, ante el surgimiento de otros eventos, de igual naturaleza o cuando el vallenato, es tocado por otras culturas.
Gracias Señor Festival por ser el epicentro, para poder entrelazar la magia de nuestro vallenato con otras músicas locales de Colombia y el mundo, sin caer en la mezquindad o ensimismamiento, que nos conduce a reducir al máximo, las propuestas proteccionistas de una música, que como el vallenato, es libertaria y fuerte por naturaleza.
La mayoría de los que nacieron con usted, se fueron sin despedida. Ya no está el negro cimarrón, con su voz y cuerpo, con figura de acordeón. Tampoco, el campesino que se enfrentó a versos y le ganó a su adversario con una “gota fría”. O aquel, que le restregó en una puya, a la Vieja Gabriela, su disgusto hasta el cansancio.
Ya nada es igual a esa primera vez, en donde parapetados en una tarima de madera, cercanos a un palo de mango, un hombre micrófono en mano, anunciaba el inició del nacimiento, de un niño, que luego fue muchacho y ahora todo un señor, siempre cubierto de música, traída pormuchos acordeoneros, cajeros y guacharaqueros, venidos de tantos lugares, que ellos hicieron conocer, con solo ponerse sus instrumentos en el pecho, en las manos, entre las piernas.
Han pasado tantos ganadores en la categoría acordeoneros profesional, en semiprofesional, aficionados e infantil, en canción y píqueria, sin decir la suma de derrotados. Esto nos hace pensar, que la audiencia ha crecido con usted señor Festival, en donde los amores, desamores, reconciliaciones y más de una disputa política, han caído vencidos por el influjo de la música vallenata.
No olvide usted Señor Festival, que antes de llegar la creación de la Fundación, ya se habían realizado 18 festivales, en donde tenemos una pléyade de reconocidos valores de la música vallenata.
Cada año para su fecha, todos quieren beber, de esa fuente inagotable del verso mestizo, rebelde por demás, de toda esa música depositada, en el único invasor que no nos ha hecho daño: el acordeón.
En la provincia todos hablan, amparados en el conocimiento natural del saber, sobre su música. El que usted menos cree, tiene una sabiduría, que los lleva a una eterna discusión, copando todos los escenarios, en cuyos niveles sociales se une el pobre con el rico, el negro con el blanco y las esquinas de las casas, el parque, el colegio, la universidad, cuyos lugares se han vuelto recurrentes, para hablar de vallenato.
Los temas que se comentan, arrancan en torno a los campesinos creadores de ese movimiento artístico, que se tomó a Colombia, quien canta o toca más y terminan, en el lanzamiento del último producto, del joven artista del momento.
Todo ha cambiado. Ya el escenario original, de una tarima de madera pasó al de una de cemento y cuando está se volvió insuficiente, se pensó en grande y se construyó un parque, que lleva el nombre de su mamá, cuya esencia sigue siendo la misma. Ser depositaria de tanta música,hecha aquí o aprendida por otros, en representación de tantos lugares.
De aquel sonido, que no llegaba a la esquina del palo de mango, pasamos a miles de Kilovatios. Ya no es mucho, lo que importa escuchar, a nuestros conocidos o no concursantes, en las diversas categorías, sino, que vamos más al sitio convocador, para estar a tono con el artista internacional, cuya transculturación deja evidentes huellas.
Usted Señor Festival, aguanta de todo. A sus cincuenta y siete años de vida, es normal que ello ocurra. Se abrió de tal manera, que más de una sorpresa se ha dado en su interior. El que nació, para los hacedores del vallenato en toda la provincia, hoy día ve como ganan, con su música,los Andinos, Chocoanos, Atlanticenses, Argentinos, Bolivarenses, Sucreños, Cordobeses, en fin, todo que aquel que haga un canto o se prepare unos meses,ensayando con su acordeón, puede ganar en el Festival,hecho para los vallenatos.
Esa democracia natural, que se da en ese evento cultural, prueba una vez más Señor Festival, que su magia es nuestra, que nacimos con usted, pero que también es de todo aquel que quiera quererlo, concursar, ganar o perder.
Cincuenta y siete años han pasado Señor Festival. Antes llegaban a usted, unos concursantes curtidos por los años. El trabajo del campo se le veía en la piel, en el rostro. Con un repertorio de música conocida o los perfectos desconocidos, que en su interior, hicieron su nombre. Ahora llegan niños, que casi no pueden con el acordeón, interpretando con la misma o más alegría, esa música que nació antes y dentro de usted, que la repiten hasta el cansancio, para decirles que estamos vivos Señor Festival, al igual que la música vallenata.
De todos esos cuadros vivos, cuyo arco iris habla ante la nación, que bueno recordar al delgado concursante, en la canción inédita, abrazado a su concertina, vociferando versos reales y premonitorios, que repetía hasta el cansancio, con voz lastimera, lo que él veía venir, hasta llegar, a la tercera convocatoria de un “rey de reyes”, quepone a los ganadores, a enfrentarse entre sí, no solo en el tema de acordeoneros sino, en el de la canción inédita y píqueria.
Nada es igual al pasado. De ese inicio, vivido por la canción inédita, en donde lo natural prevalecía y era más evidente, nos toca ver como la misma se hace para el concurso, en donde su esencia, lenguaje y expresión no es la misma. Todo eso lo aguanta usted Señor Festival. Por eso no es raro, que lleguen de otros lugares, investigadores que hibridan las distintas posturas que a lo largo y ancho se han hecho, construyan nuevas formas de analizar la música nuestra y logren el protagonismo, que muchos de los que iniciaron esa lucha, por usted Señor Festival, no lo alcanzaron.
Usted se envejeció como el fuelle de ese instrumento, cuyo rostro de anciano trota mundo, hace que vote en su armonía y lira, todo lo que nuestros campesinos tenían represados, para convocar a las distintas generaciones, que les gusta el vallenato y que quieran asistir a usted Señor Festival, en la celebración de su gran fiesta del 26 al 30 de Abril.
Por eso Señor Festival, estamos convencidos que, todo lo hecho ayer, no es igual a lo de hoy. No tiene por qué serlo. Usted mismo, ha evolucionado. Aquel rostro de niño sorprendido, no es igual al del cincuentón que vemos hoy,por mucho que se maquille y conserve algo, de su alegríainicial.
A todos nos alegra, que usted Señor Festival, en este onomástico, siga siendo, el referente especial de todos los eventos, que con música vallenata se hace en Colombia.
Esta convocatoria, debe despejar las dudas, al reducido grupo que se atrevió a decir: “estamos en crisis” y que “la hecatombe al Vallenato le llegó”.
Usted Señor Festival, encárguese de desmentir, todo eso que ellos dicen.
Mientras tanto, Señor Festival, gracias por existir. A sus creadores, gratitud eterna. A los incontables músicos que lo ha alegrado, así no hayan ganado, lo que demuestra que aquí, aun perdiendo, no pasa desapercibida su presencia.
A quienes han ayudado en su crecimiento comercial, gracias por su olfato, ya que un evento cultural no se hace con la boca. A los jurados, quienes con sus decisiones, acertadas o no, tendrán en sus manos a reconocidos o nacientes talentos.
A los medios de comunicación, aquellos que nacieron con usted Señor Festival, más los que ahora le apoyan, un gracias por su divulgación. A los que no van a su evento Señor Festival, por las razones que sea, un lamentarlo, porque a pesar de su no asistencia, los cincuenta años que le festejamos, los hemos vivido como ustedes no se imaginan.
Señor Festival, gracias por ser como es y convertirse, en la muestra más visible de resistencia cultural, en nuestra tierra. Gracias por servir de alfombra, cubierta de mil colores a tantos homenajeados, en tantas versiones y esta no puedo ser la excepción, donde se le testimoniará un gracias a Iván Villazón Aponte por sus cuatro décadas de vida artística en defensa de la música vallenata.
Por: Félix Carrillo Hinojosa.