Un ambiente atípico se vive en Valledupar, los acostumbrados sonidos de caja, guacharaca y acordeón que brinda cada realización del Festival de la Leyenda Vallenata y que ponían a la ciudad en modo fiesta durante más de una semana, esta vez se cambió por un matiz distinto, ahora es el turno para el deporte en todas sus facetas, algo que no era costumbre por estas tierras.
Un ambiente atípico se vive en Valledupar, los acostumbrados sonidos de caja, guacharaca y acordeón que brinda cada realización del Festival de la Leyenda Vallenata y que ponían a la ciudad en modo fiesta durante más de una semana, esta vez se cambió por un matiz distinto, ahora es el turno para el deporte en todas sus facetas, algo que no era costumbre por estas tierras.
En realidad, es un ambiente diferente, pero igual de positivo para la ciudad, un proceso nuevo pero que poco a poco ha ido contagiando de entusiasmo a los vallenatos y visitantes, esta vez no es una fiesta folclórica, ahora es una alegría deportiva la que se vive en diversos sectores de la capital cesarense.
Destacable ese calor humano que siempre caracteriza a los vallenatos, el sentido solidario se nota en cada uno de los escenarios donde se desarrollan las diversas competencias deportivas, aquí los deportistas que vienen desde muchos países se sienten como en casa, así lo expresan ellos cuando tienen la oportunidad de dialogar con los periodistas de los diferentes medios de comunicación, tanto de aquí como de allá.
Por naturaleza el vallenato se distingue por brindarle buena acogida a todo aquel que llegue a la tierra de El Cacique Upar y tal vez esa condición permitió que muy pronto se contagiara también del espíritu deportivo que emana de cada uno de los atletas y de las delegaciones en general que llegaron a esta ciudad desde los 11 países participantes y de las otras regiones de Colombia.
Las altas temperaturas y la lluvia permanente que se presenta por estos días no han sido impedimento alguno para apagar la llama del espectáculo deportivo que desde ya se tomó a Valledupar.
Desde el primer momento, con la llegada de la llama bolivariana, de manera paulatina los vallenatos se fueron compenetrando con el sentido de este magno certamen deportivo, a medida que ha ido avanzando el ritmo de las competencias, en ese mismo sentido ha crecido la expectativa por lo que a nivel competitivo sucede en cada uno de los escenarios construidos y adecuados para el desarrollo de estas justas deportivas.
Se podría decir que la ciudad empezó de menos a más, con el aumento del número de competencias y la puesta en funcionamiento de todos los escenarios deportivos, la gente comenzó a comprender la importancia del evento y a darle la verdadera dimensión de lo que realmente son estos Juegos Bolivarianos y de lo que representan para una ciudad como Valledupar.
Es muy importante que ya los vallenatos comiencen a interpretar, entender y a valorar la grandeza de un multievento de este nivel competitivo.
Más importante aún es disfrutar estas competencias deportivas en plan familiar, a eso convoca el espíritu deportivo: a una vida saludable, a la unión de los miembros del hogar y a la sana convivencia pacífica.
Ese gran despliegue cultural que se pudo apreciar anoche en la ceremonia oficial de inauguración es una fiel demostración de que nuestros propios valores folclóricos unidos al deporte son una fuerza grande para múltiples propósitos colectivos en pro del bienestar de una región.
Un ambiente atípico se vive en Valledupar, los acostumbrados sonidos de caja, guacharaca y acordeón que brinda cada realización del Festival de la Leyenda Vallenata y que ponían a la ciudad en modo fiesta durante más de una semana, esta vez se cambió por un matiz distinto, ahora es el turno para el deporte en todas sus facetas, algo que no era costumbre por estas tierras.
Un ambiente atípico se vive en Valledupar, los acostumbrados sonidos de caja, guacharaca y acordeón que brinda cada realización del Festival de la Leyenda Vallenata y que ponían a la ciudad en modo fiesta durante más de una semana, esta vez se cambió por un matiz distinto, ahora es el turno para el deporte en todas sus facetas, algo que no era costumbre por estas tierras.
En realidad, es un ambiente diferente, pero igual de positivo para la ciudad, un proceso nuevo pero que poco a poco ha ido contagiando de entusiasmo a los vallenatos y visitantes, esta vez no es una fiesta folclórica, ahora es una alegría deportiva la que se vive en diversos sectores de la capital cesarense.
Destacable ese calor humano que siempre caracteriza a los vallenatos, el sentido solidario se nota en cada uno de los escenarios donde se desarrollan las diversas competencias deportivas, aquí los deportistas que vienen desde muchos países se sienten como en casa, así lo expresan ellos cuando tienen la oportunidad de dialogar con los periodistas de los diferentes medios de comunicación, tanto de aquí como de allá.
Por naturaleza el vallenato se distingue por brindarle buena acogida a todo aquel que llegue a la tierra de El Cacique Upar y tal vez esa condición permitió que muy pronto se contagiara también del espíritu deportivo que emana de cada uno de los atletas y de las delegaciones en general que llegaron a esta ciudad desde los 11 países participantes y de las otras regiones de Colombia.
Las altas temperaturas y la lluvia permanente que se presenta por estos días no han sido impedimento alguno para apagar la llama del espectáculo deportivo que desde ya se tomó a Valledupar.
Desde el primer momento, con la llegada de la llama bolivariana, de manera paulatina los vallenatos se fueron compenetrando con el sentido de este magno certamen deportivo, a medida que ha ido avanzando el ritmo de las competencias, en ese mismo sentido ha crecido la expectativa por lo que a nivel competitivo sucede en cada uno de los escenarios construidos y adecuados para el desarrollo de estas justas deportivas.
Se podría decir que la ciudad empezó de menos a más, con el aumento del número de competencias y la puesta en funcionamiento de todos los escenarios deportivos, la gente comenzó a comprender la importancia del evento y a darle la verdadera dimensión de lo que realmente son estos Juegos Bolivarianos y de lo que representan para una ciudad como Valledupar.
Es muy importante que ya los vallenatos comiencen a interpretar, entender y a valorar la grandeza de un multievento de este nivel competitivo.
Más importante aún es disfrutar estas competencias deportivas en plan familiar, a eso convoca el espíritu deportivo: a una vida saludable, a la unión de los miembros del hogar y a la sana convivencia pacífica.
Ese gran despliegue cultural que se pudo apreciar anoche en la ceremonia oficial de inauguración es una fiel demostración de que nuestros propios valores folclóricos unidos al deporte son una fuerza grande para múltiples propósitos colectivos en pro del bienestar de una región.