Por estos días se ha vuelto tema de tertulia, y de la mayoría de reuniones sociales, el alto costo de los principales productos de la canasta familiar.
Por estos días se ha vuelto tema de tertulia, y de la mayoría de reuniones sociales, el alto costo de los principales productos de la canasta familiar.
Pero lo más preocupante es que los productos básicos y que son cosechados en nuestra región también se han encarecido de manera exagerada. Se escucha en las tiendas, en las esquinas, en cualquier parte surge el comentario de las amas de casa y de cualquier persona, todos aterrorizados por esos precios nunca antes registrados en Valledupar.
Nos han reportado que un plátano en los supermercados registra un costo por encima de los dos mil pesos, mientras que el queso esta semana superó los 30 mil pesos el kilo y es amplia la lista de precios extremadamente altos de cualquier producto básico para nuestra alimentación diaria.
En el último semestre del año inmediatamente anterior ya lo habíamos advertido sobre lo que se veía venir en materia de escasez de productos propios de nuestra despensa agrícola, todo ello debido a las fuertes consecuencias del intenso invierno que se presentó casi todo el 2022, lo cual no permitió las acostumbradas cosechas de los principales cultivos que se dan en nuestra región.
La naturaleza emitió muchas señales y mensajes que debieron prestárseles atención en aras de prever y estar preparados para afrontar la situación que ya se está presentando en estos momentos y que, sin pecar de pesimistas o alarmistas, cada vez tiende a empeorar. Pero no, el mundo siguió igual y nuestras autoridades tanto locales como departamentales, además de los demás estamentos y sectores comprometidos con el asunto también continuaron relajados e indiferentes ante la magnitud del inminente problema.
Pero además de los aspectos propios de la naturaleza, a la situación también se suma la mano o actuación del ser humano, cuando pierde el sentido solidario y humanitario y en consecuencia trata de sacar provecho de las crisis, no son todas las personas, pero si un gran número que, en lugar de aportar o contribuir en la solución del problema, busca la forma de beneficiarse de manera individual en detrimento del prójimo, eso se resume en la ola de especulación que se evidencia en los precios de muchos productos, tales como el queso, los huevos, los plátanos, la yuca, entre otros que son de nuestro campo y no tendrían por qué aumentar de esa manera desmedida.
Al respecto, otro comentario generalizado en las calles de Valledupar tiene que ver sobre quién controla los precios del mercado en esta ciudad, esa es una pregunta que todos hacen y tal parece que no hay respuesta clara para ese tema por parte de las autoridades pertinentes.
Toda esta situación ayuda a activar la cadena de desempleo y desesperanza en la gente: inflación, escasez de alimentos, sobrecostos, pocas oportunidades de ingresos y, como si eso fuera poco, falta de control del mercado de venta y consumo. Esa serie de aspectos conjugan un panorama nada alentador y que se refleja en los rostros de mucha gente que a diario transitan las calles de nuestra querida capital.
No se conoce la formula mágica para enfrentar todo eso, pero algo hay que hacer, lo peor es no actuar.
Por estos días se ha vuelto tema de tertulia, y de la mayoría de reuniones sociales, el alto costo de los principales productos de la canasta familiar.
Por estos días se ha vuelto tema de tertulia, y de la mayoría de reuniones sociales, el alto costo de los principales productos de la canasta familiar.
Pero lo más preocupante es que los productos básicos y que son cosechados en nuestra región también se han encarecido de manera exagerada. Se escucha en las tiendas, en las esquinas, en cualquier parte surge el comentario de las amas de casa y de cualquier persona, todos aterrorizados por esos precios nunca antes registrados en Valledupar.
Nos han reportado que un plátano en los supermercados registra un costo por encima de los dos mil pesos, mientras que el queso esta semana superó los 30 mil pesos el kilo y es amplia la lista de precios extremadamente altos de cualquier producto básico para nuestra alimentación diaria.
En el último semestre del año inmediatamente anterior ya lo habíamos advertido sobre lo que se veía venir en materia de escasez de productos propios de nuestra despensa agrícola, todo ello debido a las fuertes consecuencias del intenso invierno que se presentó casi todo el 2022, lo cual no permitió las acostumbradas cosechas de los principales cultivos que se dan en nuestra región.
La naturaleza emitió muchas señales y mensajes que debieron prestárseles atención en aras de prever y estar preparados para afrontar la situación que ya se está presentando en estos momentos y que, sin pecar de pesimistas o alarmistas, cada vez tiende a empeorar. Pero no, el mundo siguió igual y nuestras autoridades tanto locales como departamentales, además de los demás estamentos y sectores comprometidos con el asunto también continuaron relajados e indiferentes ante la magnitud del inminente problema.
Pero además de los aspectos propios de la naturaleza, a la situación también se suma la mano o actuación del ser humano, cuando pierde el sentido solidario y humanitario y en consecuencia trata de sacar provecho de las crisis, no son todas las personas, pero si un gran número que, en lugar de aportar o contribuir en la solución del problema, busca la forma de beneficiarse de manera individual en detrimento del prójimo, eso se resume en la ola de especulación que se evidencia en los precios de muchos productos, tales como el queso, los huevos, los plátanos, la yuca, entre otros que son de nuestro campo y no tendrían por qué aumentar de esa manera desmedida.
Al respecto, otro comentario generalizado en las calles de Valledupar tiene que ver sobre quién controla los precios del mercado en esta ciudad, esa es una pregunta que todos hacen y tal parece que no hay respuesta clara para ese tema por parte de las autoridades pertinentes.
Toda esta situación ayuda a activar la cadena de desempleo y desesperanza en la gente: inflación, escasez de alimentos, sobrecostos, pocas oportunidades de ingresos y, como si eso fuera poco, falta de control del mercado de venta y consumo. Esa serie de aspectos conjugan un panorama nada alentador y que se refleja en los rostros de mucha gente que a diario transitan las calles de nuestra querida capital.
No se conoce la formula mágica para enfrentar todo eso, pero algo hay que hacer, lo peor es no actuar.