Con labores de inspección al Pabellón mayor de Pescado de Valledupar, las autoridades de Salud local arrancaron un agresivo plan en contra de riesgos para contraer posibles enfermedades
Con labores de inspección al Pabellón mayor de Pescado de esta ciudad, las autoridades de Salud local arrancaron un agresivo plan en contra de riesgos para contraer posibles enfermedades como intoxicaciones, toma de bacterias, entre otros síntomas debido a la demanda económica de la Semana Mayor.
Las investigaciones mostraron que algunos de los vendedores situados en el hacinamiento mayoritario de ventas en relación a peces no cumplen al 100 por ciento las medidas higiénicas necesarias para manipular el alimento, de igual manera, se encontró que los expendedores se quejan por las ventas ilegales situadas a las afueras del reciento y las autoridades no ejercen control sobre ellas.
Para la temporada de Semana Santa en Valledupar un solo vendedor puede sacar a su mesón o mesas seis o siete toneladas de diferente clase, tamaño, peso y valor, en su mayoría peces de agua dulce, como; Bocachico, que ha sido tradicionalmente el pez de mayor importancia económica de Colombia, también el Blanquillo, el Bagre o la Morraja, en promedio mil kilos de pescado pueden oscilar en valor de 10 millones de pesos en la temporada Santa.
Los controles
El jefe de Saneamiento Ambiental de Salud Pública Municipal, José Alfredo Lacouture Guerra, anunció durante la visita al lugar que no es la primera vez que están, “todos los días hay una comisión de salud aquí”, comunicó que es latente que no se cumple al 100 por ciento con las medidas sanitarias pero se está trabajando por llegar a esa, “algunos vendedores se les ha hecho difícil tomar conciencia pero hay buscar la forma de hacerlo”. Lacouture Guerra declaró “la brigada sanitaria es un trabajo de concientización para los expendedores del producto”, y realizó un fuerte llamado a estos para “entregarle a la comunidad un producto en buenas condiciones”.
En el patio posterior al pabellón hay deficiencias latentes, punto que a los representantes de salubridad se les ha hecho difícil controlar porque el ojo está puesto dentro de las instalaciones. Detrás del sitio llegan los grandes expendedores de peces a realizar sus ventas al mayor, hacen uso del ejercicio, pero se olvidan de los controles que se deben tener al momento de las ventas, en el paraje se encontraron vísceras del pescado, escamas, aguas negras, olores apestosos y algunas neveras en estado de descomposición, varias de ellas con cucarachas alojadas en el fondo del elemento, canecas y tanques de aguas averiados, entre otros lunares ‘negros’ que fueron denunciados por los vendedores minoritarios y acreditados dentro de la plaza.
Los comerciantes salieron a la defensa y comentaron que todos intentan cumplir con los requerimientos, “pero falta intervención de las autoridades locales y garantías para entregar un servicio óptimo”, además expresaron que todos cumplen solo tienen algunos puntos por corregir y los están logrando.
El subcoordinador de la Policía Ambiental, César Lajud Aurela, comentó “siempre hemos realizado incautaciones como cavas en deterioro las cuales llevan bacterias”, Lajud Aurela miró con detenimiento la situación de ayer y recalcó que los mayores cuidados están en la comunidad de comprar productos con olores raros o en su defectos pescados con un color diferente al de normal.
Las medidas
La secretaria de Gobierno, Paola Fragoso Pinto, anunció que se debe primero hacer una intervención del espacio público en primera medida, pero la toma de decisiones respecto a la ubicación de dichos vendedores resulta del análisis de otros factores como el proceso de reubicación en otro sector. Para que los ciudadanos puedan gozar efectivamente de espacios para la excelente movilidad.
Al finalizar un recorrido hecho por El Pilón se encontró que el Pabellón del Pescado en Valledupar está rodeado por basuras, un lote baldío almacenador de todo tipo de desechos, parqueaderos de vehículos improvisados, vendedores de toda clase de alimentos, con y sin medidas higiénicas, menores de edad ejerciendo la labor de las ventas, y productos como camarón y pescado al aire libre, con vital riesgo de entrar en descomposición.
Mal estado de las ventas
Muchos de los vendedores asentados en el Pabellón de Pescado anunciaron que las ventas “están malas”, y que la ciudadanía no puede ser la culpable de todo lo que pasa con los grandes expendedores de pescado. Las quejas residieron en el punto de que el producto está escaso, quienes hacen la pesca conocen que en Semana Santa hay una buena receptividad de los peces y miran más allá del bolsillo del consumidor.
De igual manera en más de cinco consultas hechas por El Pilón, se conoció que un kilo de blanquillo está en 15 mil pesos o en su medida cinco por 20 mil, pero de un tamaño moderado, para Miguel Mendoza, su preocupación se torna en que los clientes se alejan y prefieren comprar mala calidad en vez de cantidad.
Con labores de inspección al Pabellón mayor de Pescado de Valledupar, las autoridades de Salud local arrancaron un agresivo plan en contra de riesgos para contraer posibles enfermedades
Con labores de inspección al Pabellón mayor de Pescado de esta ciudad, las autoridades de Salud local arrancaron un agresivo plan en contra de riesgos para contraer posibles enfermedades como intoxicaciones, toma de bacterias, entre otros síntomas debido a la demanda económica de la Semana Mayor.
Las investigaciones mostraron que algunos de los vendedores situados en el hacinamiento mayoritario de ventas en relación a peces no cumplen al 100 por ciento las medidas higiénicas necesarias para manipular el alimento, de igual manera, se encontró que los expendedores se quejan por las ventas ilegales situadas a las afueras del reciento y las autoridades no ejercen control sobre ellas.
Para la temporada de Semana Santa en Valledupar un solo vendedor puede sacar a su mesón o mesas seis o siete toneladas de diferente clase, tamaño, peso y valor, en su mayoría peces de agua dulce, como; Bocachico, que ha sido tradicionalmente el pez de mayor importancia económica de Colombia, también el Blanquillo, el Bagre o la Morraja, en promedio mil kilos de pescado pueden oscilar en valor de 10 millones de pesos en la temporada Santa.
Los controles
El jefe de Saneamiento Ambiental de Salud Pública Municipal, José Alfredo Lacouture Guerra, anunció durante la visita al lugar que no es la primera vez que están, “todos los días hay una comisión de salud aquí”, comunicó que es latente que no se cumple al 100 por ciento con las medidas sanitarias pero se está trabajando por llegar a esa, “algunos vendedores se les ha hecho difícil tomar conciencia pero hay buscar la forma de hacerlo”. Lacouture Guerra declaró “la brigada sanitaria es un trabajo de concientización para los expendedores del producto”, y realizó un fuerte llamado a estos para “entregarle a la comunidad un producto en buenas condiciones”.
En el patio posterior al pabellón hay deficiencias latentes, punto que a los representantes de salubridad se les ha hecho difícil controlar porque el ojo está puesto dentro de las instalaciones. Detrás del sitio llegan los grandes expendedores de peces a realizar sus ventas al mayor, hacen uso del ejercicio, pero se olvidan de los controles que se deben tener al momento de las ventas, en el paraje se encontraron vísceras del pescado, escamas, aguas negras, olores apestosos y algunas neveras en estado de descomposición, varias de ellas con cucarachas alojadas en el fondo del elemento, canecas y tanques de aguas averiados, entre otros lunares ‘negros’ que fueron denunciados por los vendedores minoritarios y acreditados dentro de la plaza.
Los comerciantes salieron a la defensa y comentaron que todos intentan cumplir con los requerimientos, “pero falta intervención de las autoridades locales y garantías para entregar un servicio óptimo”, además expresaron que todos cumplen solo tienen algunos puntos por corregir y los están logrando.
El subcoordinador de la Policía Ambiental, César Lajud Aurela, comentó “siempre hemos realizado incautaciones como cavas en deterioro las cuales llevan bacterias”, Lajud Aurela miró con detenimiento la situación de ayer y recalcó que los mayores cuidados están en la comunidad de comprar productos con olores raros o en su defectos pescados con un color diferente al de normal.
Las medidas
La secretaria de Gobierno, Paola Fragoso Pinto, anunció que se debe primero hacer una intervención del espacio público en primera medida, pero la toma de decisiones respecto a la ubicación de dichos vendedores resulta del análisis de otros factores como el proceso de reubicación en otro sector. Para que los ciudadanos puedan gozar efectivamente de espacios para la excelente movilidad.
Al finalizar un recorrido hecho por El Pilón se encontró que el Pabellón del Pescado en Valledupar está rodeado por basuras, un lote baldío almacenador de todo tipo de desechos, parqueaderos de vehículos improvisados, vendedores de toda clase de alimentos, con y sin medidas higiénicas, menores de edad ejerciendo la labor de las ventas, y productos como camarón y pescado al aire libre, con vital riesgo de entrar en descomposición.
Mal estado de las ventas
Muchos de los vendedores asentados en el Pabellón de Pescado anunciaron que las ventas “están malas”, y que la ciudadanía no puede ser la culpable de todo lo que pasa con los grandes expendedores de pescado. Las quejas residieron en el punto de que el producto está escaso, quienes hacen la pesca conocen que en Semana Santa hay una buena receptividad de los peces y miran más allá del bolsillo del consumidor.
De igual manera en más de cinco consultas hechas por El Pilón, se conoció que un kilo de blanquillo está en 15 mil pesos o en su medida cinco por 20 mil, pero de un tamaño moderado, para Miguel Mendoza, su preocupación se torna en que los clientes se alejan y prefieren comprar mala calidad en vez de cantidad.