El precandidato presidencial por el Centro Democrático y exministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga, habló sobre el uribismo, políticas públicas para la generación de empleo, transición energética y la lucha contra la corrupción.
Una vez más, el exministro de Hacienda y precandidato presidencial por el Centro Democrático, Oscar Iván Zuluaga, visitó Valledupar con el propósito de exponer sus ideales y las políticas públicas que implementaría si llega a la Presidencia. En diálogo con el diario EL PILÓN abordó algunas de sus estrategias para acabar el trabajo informal, sobre el caso Odebrecht y las relaciones comerciales entre el Cesar y Venezuela.
He estado haciendo un recorrido por todo el país para escuchar a nuestros líderes, a nuestras bases, las preocupaciones que hay y exponer mis ideas, mi visión de país para poder construir de manera conjunta una agenda de trabajo con cada una de las regiones, en este caso con el departamento del Cesar.
Yo tengo un gran afecto por esta zona. El pueblo vallenato me ayudó mucho en la campaña presidencial del 2014, me siento muy unido de raíz y de sangre. Tengo un hijo que próximamente se va a casar con una vallenata.
Hoy es una campaña que por diversas restricciones tiene mucho que ver con las redes sociales, una campaña de voz a voz. Ya estamos en la recta final, el 22 de noviembre a través de una encuesta se conocerá cuál es el candidato del partido, y luego vendrá una campaña mucho más extensa.
Lo que he propuesto desde el primer momento es que si yo soy el candidato del Centro Democrático construiré una coalición con los otros sectores políticos para buscar una consulta interpartidista en el mes de marzo, que coincida con las elecciones de Senado y Cámara, para así llegar con un solo candidato a la primera vuelta presidencial.
Un candidato fuerte que realmente pueda enfrentar con éxito a la izquierda, al populismo, para que de esa forma se pueda crear una opción política con posibilidades.
Hoy somos cinco candidatos, es una competencia sana. Creo que el partido le está dando un ejemplo al país de participación democrática, de promover nuevos liderazgos y de estimular un debate. Ya llevamos seis foros y vamos a completar 10 antes del 20 de noviembre.
No hay otro partido en Colombia que lo esté haciendo, ni yendo a las regiones, escuchando a la comunidad o permitiendo que todos los sectores de comunicación y opinión tengan acceso. Así mismo, que los ciudadanos puedan a través de esa encuesta determinar quién será su candidato por el Centro Democrático.
Yo siento que el uribismo existe porque el país tiene gratitud por lo que significó el gobierno del expresidente Uribe, sobre todo en muchas regiones en donde se vivió el fantasma de la guerrilla, paramilitares, organizaciones criminales y el narcotráfico.
Hoy uno de los problemas que tenemos es que se ha deteriorado la seguridad en las ciudades del país, y eso lleva a que se vuelva a tener un referente con muchos de los principios con los cuales se construyó la seguridad democrática. Yo he hablado de una política de seguridad democrática 2.0.
Esa capitaliza los éxitos de la política del gobierno del expresidente Álvaro Uribe, algunos éxitos del actual gobierno, como la captura de Otoniel, una noticia muy esperanzadora para Colombia, pero hay que entender que hay nuevos fenómenos y estructuras de delincuencia, como el tema de los bloqueos, los vándalos de la primera línea y los presos que delinquen desde las cárceles. En Valledupar está ese problema.
Desde las cárceles de alta seguridad hay presos que siguen dirigiendo la extorsión, el microtráfico y las bandas delincuencias. Eso nos tiene que llevar a un consenso de autoridad basado en prevenir, anticiparse, crear una gran ofensiva digital, profesionalizar a nuestros soldados y policías.
De igual manera, potencializar el tema de la inteligencia, las cámaras, drones y alarmas digitales a través de WhatsApp. Como también una comunicación entre las empresas de seguridad, de taxis y de transporte para que estén conectadas con la ciudadanía y las centrales de inteligencia con el propósito de acorralar y desarticular esas bandas delincuenciales.
También hay un reto muy grande en la justicia, porque el gran aliado de la inseguridad es la impunidad y yo creo que hay que endurecer más las penas de los delitos menores. Están reclutando a menores de edad para poder evadir la justicia; hay que implementar penas más severas y castigar la reincidencia.
En el 2014, cuando fui candidato, derroté al candidato presidencial y en segunda vuelta saqué casi siete millones de votos. A mí me robaron la elección presidencial. Algo que parecía imposible lo logramos hacer que fue ir conectándonos con la ciudadanía, entendiendo sus problemas y planteando soluciones concretas. Creo que este es el mismo caso.
Hay cosas positivas del gobierno que hay que capitalizar y darles continuidad porque seguramente van a tener un respaldo importante del ciudadano. El camino es ese, estar sintonizado con los ciudadanos, construir una buena propuesta política y una estrategia de mercadeo político para seducir al elector y atraerlo a través de las redes sociales, canales modernos de comunicación y todos estos medios digitales para explicarles las propuestas y motivarlos, sobre todo a los jóvenes porque hoy Colombia tiene una democracia joven.
El 34 % del censo electoral son jóvenes entre 18 y 34 años, esa es una realidad. Hay que construir una propuesta que seduzca a esos jóvenes.
Eso jamás se ha podido comprobar, jamás ocurrió y ya es verdad judicial. El país ya conoce la transparencia de mis actuaciones y por eso tengo la tranquilidad de mirarle a los ojos a los 50 millones de colombianos. A lo largo de mis 20 años de vida empresarial y 30 años de vida pública, jamás me podrán señalar de un acto de corrupción en torno a manejo indebido de recursos.
Mi vida ha sido transparente y después de siete años de investigación se logró establecer la verdad judicial. La reflexión es esa, congresistas que participaron públicamente han declarado ante los jueces y la Fiscalía que la segunda vuelta la compraron a favor de Santos con dinero de Odebrecht, esa sí es una realidad judicial. Yo logré demostrar que en mi campaña actué de manera transparente.
Acepto los resultados y acompañaré a quien gane la encuesta. Soy un hombre de partido, acepto las reglas de juego y tengo disciplina. Acompañaré el proceso.
Yo toda mi vida he sido un constructor de consensos bajo una premisa. Hay que construir acuerdos y consensos en medio de la diferencia, pero jamás aceptando las desigualdades. Cuando fui ministro de Hacienda teníamos una oposición fuerte pero siempre me entendí con ellos en iniciativas de ley, yo creo que Colombia necesita de eso.
En Colombia los problemas son tan centrales que lo que hay que buscar son esos acuerdos y consensos. De hecho, estoy proponiendo, para enfrentar la corrupción y fortalecer la democracia, un acuerdo sobre lo fundamental entre todos los sectores de la sociedad para hacer la reforma a la justicia y la política que no se ha podido hacer en los últimos 20 años. Eso muestra el talante de construcción de consensos que yo siempre he tenido a lo largo de mis 30 años de vida pública. Esa es mi vocación.
El hecho de tener rating o impacto en redes no garantiza que se gane una elección. Yo creo que el votante colombiano es mucho más pensativo de lo que uno cree, el país ha cambiado. En las elecciones del 2022 vamos a tener 22 millones de votos, es un país que ha cambiado, una democracia joven, un país en cabeza de la mujer.
Yo creo que lo importante en un país como Colombia es que van surgiendo diferentes opciones políticas y eso enriquece las opciones para los ciudadanos. Indudablemente, las posiciones extremas cada vez generan menos posibilidades porque finalmente lo que hay que buscar en medio de las diferencias son los consensos y acuerdos. Parece que ese es el camino, esa es mi experiencia, porque eso va a ser muy prevalente en las elecciones de 2022.
Esa es una pregunta que tiene dos dimensiones. Primero, es una realidad de frontera que se vive día a día por el intercambio comercial. Yo creo que eso tiene que continuar, casi es una relación entre estados y departamentos.
Tiene que haber necesariamente una relación comercial, tienen que fluir los temas humanitarios, de educación, salud, venta de bienes, además de que hay otra particularidad, hoy la moneda en Venezuela de los estados limítrofes con Colombia es el peso.
10 % de las transacciones en Venezuela son pesos colombianos y eso sí que estimula ese intercambio comercial, esa primera dimensión hay que conservarla. La segunda, que es mucho más profunda, consiste en que Venezuela es una dictadura que se ha transformado en un Estado mafioso que amenaza la seguridad nacional porque actualmente el 50 % del narcotráfico sale de Venezuela.
Hoy la retaguardia estratégica para las disidencias de las FARC es Venezuela. En ese país se planean movilizaciones y atentados.
Las movilizaciones de los vándalos y los bloqueos de junio y julio fueron planeados por Iván Márquez desde Venezuela. Allá tienen la protección de la dictadura y de la guardia venezolana, esa es la amenaza que tiene que abrirle los ojos a Colombia, porque un Estado y una democracia como la colombiana no puede aceptar tener relaciones diplomáticas con uno mafioso.
El camino de nosotros es apoyar la oposición en Venezuela y hacer una alianza estratégica con los Estados Unidos para que sea el gran aliado de Colombia en la lucha contra el narcotráfico. Colombia tiene que jugársela a fondo en eso como un mecanismo para hacer una transición democrática.
Mi punto de vista es que Colombia no puede ni debe renunciar a tener extracción de riqueza minero energética, eso es una riqueza natural que tiene Colombia. Lo que hay que hacer es buscar el equilibrio con el cuidado del medio ambiente. Nosotros hemos avanzado mucho y el mundo ya tiene tecnología que da tranquilidad en los modelos de extracción.
Colombia lo que tiene que hacer es ampliar su portafolio de explotación mineral. El país tiene una riqueza en un mineral que ya está incluso censado y reconocido en este departamento, que es el cobre. Colombia tiene cobre, ¿y no lo puede explotar?, además de que ese mineral tiene una particularidad resaltante: los equipos que se construyen para la transición energética necesitan cobre porque es el metal base de toda la transición.
Colombia tiene un problema estructural en el mercado laboral: la informalidad, la cual destruye las posibilidades de crear empleo formal. En ese orden de ideas, la mayor tasa de desempleo la representan los jóvenes y particularmente las mujeres. En muchas ciudades del país la tasa de desempleo de las mujeres triplica la de los hombres.
¿Cómo se ataca la informalidad? Con un cambio en la mentalidad de nuestro sistema fiscal, laboral y pensional, para generar un esquema que atraiga la informalidad, eso significa simplificar procesos y reducir tarifas. Si reducimos tarifas atraemos la informalidad.
Segunda estrategia, Colombia tiene que pensar en preparar una nueva fuerza. Vivimos en un mundo digital. Yo propongo que el inglés sea implementado en todos los colegios públicos, todo bachiller en Colombia tiene que salir con conocimientos en inglés, empezar desde la primaria. Eso no se logra de un año para el otro, pero si nos trazamos un plan comenzamos a ganar resultados inmediatos.
Hoy un bachiller que hable inglés consigue un empleo con un salario de entre $3.000.000 y $4.000.000. Transformar la educación media en Colombia enfocándola al trabajo y el emprendimiento. La clave es llevar al Sena a todos los municipios del país. Hoy la digitalización y la programación son un mundo de oportunidades, Colombia necesita 300.000 jóvenes bachilleres que tengan entrenamiento con algún tipo de digitalización o automatización y solo hay 50.000.
El tercer elemento para el empleo es el cambio de mentalidad. Que Colombia produzca para exportar, que produzca comida y alimentos. El cambio climático limita cada vez más a los países que pueden producir alimentos, y Colombia tiene el privilegio de poder hacerlo. Hay que hacer una transformación del sector rural.
Impopular.
Infinito amor por Colombia.
Perverso.
Un peligro para la democracia.
Luchadora.
No cree en nadie.
Trabajador.
Impunidad.
Por: Namieh Baute Barrios / EL PILÓN
@namiibb
El precandidato presidencial por el Centro Democrático y exministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga, habló sobre el uribismo, políticas públicas para la generación de empleo, transición energética y la lucha contra la corrupción.
Una vez más, el exministro de Hacienda y precandidato presidencial por el Centro Democrático, Oscar Iván Zuluaga, visitó Valledupar con el propósito de exponer sus ideales y las políticas públicas que implementaría si llega a la Presidencia. En diálogo con el diario EL PILÓN abordó algunas de sus estrategias para acabar el trabajo informal, sobre el caso Odebrecht y las relaciones comerciales entre el Cesar y Venezuela.
He estado haciendo un recorrido por todo el país para escuchar a nuestros líderes, a nuestras bases, las preocupaciones que hay y exponer mis ideas, mi visión de país para poder construir de manera conjunta una agenda de trabajo con cada una de las regiones, en este caso con el departamento del Cesar.
Yo tengo un gran afecto por esta zona. El pueblo vallenato me ayudó mucho en la campaña presidencial del 2014, me siento muy unido de raíz y de sangre. Tengo un hijo que próximamente se va a casar con una vallenata.
Hoy es una campaña que por diversas restricciones tiene mucho que ver con las redes sociales, una campaña de voz a voz. Ya estamos en la recta final, el 22 de noviembre a través de una encuesta se conocerá cuál es el candidato del partido, y luego vendrá una campaña mucho más extensa.
Lo que he propuesto desde el primer momento es que si yo soy el candidato del Centro Democrático construiré una coalición con los otros sectores políticos para buscar una consulta interpartidista en el mes de marzo, que coincida con las elecciones de Senado y Cámara, para así llegar con un solo candidato a la primera vuelta presidencial.
Un candidato fuerte que realmente pueda enfrentar con éxito a la izquierda, al populismo, para que de esa forma se pueda crear una opción política con posibilidades.
Hoy somos cinco candidatos, es una competencia sana. Creo que el partido le está dando un ejemplo al país de participación democrática, de promover nuevos liderazgos y de estimular un debate. Ya llevamos seis foros y vamos a completar 10 antes del 20 de noviembre.
No hay otro partido en Colombia que lo esté haciendo, ni yendo a las regiones, escuchando a la comunidad o permitiendo que todos los sectores de comunicación y opinión tengan acceso. Así mismo, que los ciudadanos puedan a través de esa encuesta determinar quién será su candidato por el Centro Democrático.
Yo siento que el uribismo existe porque el país tiene gratitud por lo que significó el gobierno del expresidente Uribe, sobre todo en muchas regiones en donde se vivió el fantasma de la guerrilla, paramilitares, organizaciones criminales y el narcotráfico.
Hoy uno de los problemas que tenemos es que se ha deteriorado la seguridad en las ciudades del país, y eso lleva a que se vuelva a tener un referente con muchos de los principios con los cuales se construyó la seguridad democrática. Yo he hablado de una política de seguridad democrática 2.0.
Esa capitaliza los éxitos de la política del gobierno del expresidente Álvaro Uribe, algunos éxitos del actual gobierno, como la captura de Otoniel, una noticia muy esperanzadora para Colombia, pero hay que entender que hay nuevos fenómenos y estructuras de delincuencia, como el tema de los bloqueos, los vándalos de la primera línea y los presos que delinquen desde las cárceles. En Valledupar está ese problema.
Desde las cárceles de alta seguridad hay presos que siguen dirigiendo la extorsión, el microtráfico y las bandas delincuencias. Eso nos tiene que llevar a un consenso de autoridad basado en prevenir, anticiparse, crear una gran ofensiva digital, profesionalizar a nuestros soldados y policías.
De igual manera, potencializar el tema de la inteligencia, las cámaras, drones y alarmas digitales a través de WhatsApp. Como también una comunicación entre las empresas de seguridad, de taxis y de transporte para que estén conectadas con la ciudadanía y las centrales de inteligencia con el propósito de acorralar y desarticular esas bandas delincuenciales.
También hay un reto muy grande en la justicia, porque el gran aliado de la inseguridad es la impunidad y yo creo que hay que endurecer más las penas de los delitos menores. Están reclutando a menores de edad para poder evadir la justicia; hay que implementar penas más severas y castigar la reincidencia.
En el 2014, cuando fui candidato, derroté al candidato presidencial y en segunda vuelta saqué casi siete millones de votos. A mí me robaron la elección presidencial. Algo que parecía imposible lo logramos hacer que fue ir conectándonos con la ciudadanía, entendiendo sus problemas y planteando soluciones concretas. Creo que este es el mismo caso.
Hay cosas positivas del gobierno que hay que capitalizar y darles continuidad porque seguramente van a tener un respaldo importante del ciudadano. El camino es ese, estar sintonizado con los ciudadanos, construir una buena propuesta política y una estrategia de mercadeo político para seducir al elector y atraerlo a través de las redes sociales, canales modernos de comunicación y todos estos medios digitales para explicarles las propuestas y motivarlos, sobre todo a los jóvenes porque hoy Colombia tiene una democracia joven.
El 34 % del censo electoral son jóvenes entre 18 y 34 años, esa es una realidad. Hay que construir una propuesta que seduzca a esos jóvenes.
Eso jamás se ha podido comprobar, jamás ocurrió y ya es verdad judicial. El país ya conoce la transparencia de mis actuaciones y por eso tengo la tranquilidad de mirarle a los ojos a los 50 millones de colombianos. A lo largo de mis 20 años de vida empresarial y 30 años de vida pública, jamás me podrán señalar de un acto de corrupción en torno a manejo indebido de recursos.
Mi vida ha sido transparente y después de siete años de investigación se logró establecer la verdad judicial. La reflexión es esa, congresistas que participaron públicamente han declarado ante los jueces y la Fiscalía que la segunda vuelta la compraron a favor de Santos con dinero de Odebrecht, esa sí es una realidad judicial. Yo logré demostrar que en mi campaña actué de manera transparente.
Acepto los resultados y acompañaré a quien gane la encuesta. Soy un hombre de partido, acepto las reglas de juego y tengo disciplina. Acompañaré el proceso.
Yo toda mi vida he sido un constructor de consensos bajo una premisa. Hay que construir acuerdos y consensos en medio de la diferencia, pero jamás aceptando las desigualdades. Cuando fui ministro de Hacienda teníamos una oposición fuerte pero siempre me entendí con ellos en iniciativas de ley, yo creo que Colombia necesita de eso.
En Colombia los problemas son tan centrales que lo que hay que buscar son esos acuerdos y consensos. De hecho, estoy proponiendo, para enfrentar la corrupción y fortalecer la democracia, un acuerdo sobre lo fundamental entre todos los sectores de la sociedad para hacer la reforma a la justicia y la política que no se ha podido hacer en los últimos 20 años. Eso muestra el talante de construcción de consensos que yo siempre he tenido a lo largo de mis 30 años de vida pública. Esa es mi vocación.
El hecho de tener rating o impacto en redes no garantiza que se gane una elección. Yo creo que el votante colombiano es mucho más pensativo de lo que uno cree, el país ha cambiado. En las elecciones del 2022 vamos a tener 22 millones de votos, es un país que ha cambiado, una democracia joven, un país en cabeza de la mujer.
Yo creo que lo importante en un país como Colombia es que van surgiendo diferentes opciones políticas y eso enriquece las opciones para los ciudadanos. Indudablemente, las posiciones extremas cada vez generan menos posibilidades porque finalmente lo que hay que buscar en medio de las diferencias son los consensos y acuerdos. Parece que ese es el camino, esa es mi experiencia, porque eso va a ser muy prevalente en las elecciones de 2022.
Esa es una pregunta que tiene dos dimensiones. Primero, es una realidad de frontera que se vive día a día por el intercambio comercial. Yo creo que eso tiene que continuar, casi es una relación entre estados y departamentos.
Tiene que haber necesariamente una relación comercial, tienen que fluir los temas humanitarios, de educación, salud, venta de bienes, además de que hay otra particularidad, hoy la moneda en Venezuela de los estados limítrofes con Colombia es el peso.
10 % de las transacciones en Venezuela son pesos colombianos y eso sí que estimula ese intercambio comercial, esa primera dimensión hay que conservarla. La segunda, que es mucho más profunda, consiste en que Venezuela es una dictadura que se ha transformado en un Estado mafioso que amenaza la seguridad nacional porque actualmente el 50 % del narcotráfico sale de Venezuela.
Hoy la retaguardia estratégica para las disidencias de las FARC es Venezuela. En ese país se planean movilizaciones y atentados.
Las movilizaciones de los vándalos y los bloqueos de junio y julio fueron planeados por Iván Márquez desde Venezuela. Allá tienen la protección de la dictadura y de la guardia venezolana, esa es la amenaza que tiene que abrirle los ojos a Colombia, porque un Estado y una democracia como la colombiana no puede aceptar tener relaciones diplomáticas con uno mafioso.
El camino de nosotros es apoyar la oposición en Venezuela y hacer una alianza estratégica con los Estados Unidos para que sea el gran aliado de Colombia en la lucha contra el narcotráfico. Colombia tiene que jugársela a fondo en eso como un mecanismo para hacer una transición democrática.
Mi punto de vista es que Colombia no puede ni debe renunciar a tener extracción de riqueza minero energética, eso es una riqueza natural que tiene Colombia. Lo que hay que hacer es buscar el equilibrio con el cuidado del medio ambiente. Nosotros hemos avanzado mucho y el mundo ya tiene tecnología que da tranquilidad en los modelos de extracción.
Colombia lo que tiene que hacer es ampliar su portafolio de explotación mineral. El país tiene una riqueza en un mineral que ya está incluso censado y reconocido en este departamento, que es el cobre. Colombia tiene cobre, ¿y no lo puede explotar?, además de que ese mineral tiene una particularidad resaltante: los equipos que se construyen para la transición energética necesitan cobre porque es el metal base de toda la transición.
Colombia tiene un problema estructural en el mercado laboral: la informalidad, la cual destruye las posibilidades de crear empleo formal. En ese orden de ideas, la mayor tasa de desempleo la representan los jóvenes y particularmente las mujeres. En muchas ciudades del país la tasa de desempleo de las mujeres triplica la de los hombres.
¿Cómo se ataca la informalidad? Con un cambio en la mentalidad de nuestro sistema fiscal, laboral y pensional, para generar un esquema que atraiga la informalidad, eso significa simplificar procesos y reducir tarifas. Si reducimos tarifas atraemos la informalidad.
Segunda estrategia, Colombia tiene que pensar en preparar una nueva fuerza. Vivimos en un mundo digital. Yo propongo que el inglés sea implementado en todos los colegios públicos, todo bachiller en Colombia tiene que salir con conocimientos en inglés, empezar desde la primaria. Eso no se logra de un año para el otro, pero si nos trazamos un plan comenzamos a ganar resultados inmediatos.
Hoy un bachiller que hable inglés consigue un empleo con un salario de entre $3.000.000 y $4.000.000. Transformar la educación media en Colombia enfocándola al trabajo y el emprendimiento. La clave es llevar al Sena a todos los municipios del país. Hoy la digitalización y la programación son un mundo de oportunidades, Colombia necesita 300.000 jóvenes bachilleres que tengan entrenamiento con algún tipo de digitalización o automatización y solo hay 50.000.
El tercer elemento para el empleo es el cambio de mentalidad. Que Colombia produzca para exportar, que produzca comida y alimentos. El cambio climático limita cada vez más a los países que pueden producir alimentos, y Colombia tiene el privilegio de poder hacerlo. Hay que hacer una transformación del sector rural.
Impopular.
Infinito amor por Colombia.
Perverso.
Un peligro para la democracia.
Luchadora.
No cree en nadie.
Trabajador.
Impunidad.
Por: Namieh Baute Barrios / EL PILÓN
@namiibb