Lo primero que debe tener muy presente el nuevo Rey Vallenato, Iván Zuleta Barros, es que, por encima de todos los honores que reviste el título que acaba de obtener, su vida musical queda comprometida ciento por ciento con el folclor vallenato. Sin excusas.
Una vez concluida la versión número 58 del Festival de la Leyenda Vallenata, correspondiente al año 2025, inicia un nuevo ciclo para la cultura vallenata dentro y fuera de su territorio.
Ese proceso ha de darse en cabeza del nuevo rey, quien de inmediato debe ponerse al servicio de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata y demostrar que no es únicamente un virtuoso del acordeón, sino el embajador de una tradición que necesita ser cuidada, promovida y proyectada con responsabilidad y visión universal. Además de representar con dignidad a la dinastía Zuleta.
Sería muy lamentable que se repitan ciclos de algunos reyes que resultaron intranscendentes para nuestra música vallenata, al punto que durante el año transcurrido de sus reinados ni siquiera lograron que mucha gente alcanzara a conocerlos o por lo menos a recordar sus nombres. Se necesita un rey activo y propositivo todos los días, en permanente función y modo musical.
La misión del rey Iván Zuleta debe transcender los aplausos y los trofeos. Su labor no podrá limitarse a presentaciones o giras, debe ser un guardián del legado de los juglares, un puente entre los ritmos de antaño y las propuestas contemporáneas que enriquecen al vallenato sin desdibujarlo, como dijeran nuestros columnistas contertulios Miguel Aroca Yepes y Rosendo Romero, “cambiar las hojas del árbol, pero sin que se desparezcan su tronco y sus raíces”
Es larga la lista de compromisos que debe asumir el nuevo rey, por ejemplo, apoyar procesos de formación musical en niños y jóvenes, participar activamente en espacios culturales nacionales e internacionales, y, sobre todo, defender la autenticidad del vallenato tradicional ante la amenaza del modernismo.
Desde luego que también tendrá que enfrentar la crítica, la presión mediática y las comparaciones inevitables con quienes lo precedieron. Al igual que responder con inteligencia a las expectativas del público, que muchas veces confunde la fama con el talento. Pero es precisamente en esos escenarios donde debe demostrar por qué fue elegido: por su destreza, su autenticidad y su capacidad de liderazgo dentro del universo vallenato, a eso estará sometido y desde ya tendrá que entenderlo y asimilarlo con mentalidad de un buen gestor cultural.
A propósito de la coronación del Rey Vallenato 2025, es bueno revisar otro aspecto, no menos importante, y es el relacionado con el papel de los miembros del jurado calificador, quienes están obligados a emitir un fallo que alegra a unos y entristece a otros, hasta el punto de generar toda clase de especulaciones, pero esa es la naturaleza del concurso tal como ocurrió con la eliminación prematura del rey vallenato Julián Roja, a quien ni siquiera le permitieron pasar a la semifinal. Ante ese tipo de situaciones, que entre otras cosas no son nuevas, el llamado es a la madurez del público y de los demás participantes. El fallo del jurado, aunque discutido por algunos sectores, debe ser comprendido y aceptado como parte esencial del espíritu del certamen.
La legitimidad del festival depende, en gran medida, del respeto por sus reglas y sus decisiones. Cuestionar el veredicto sin argumentos sólidos no solo empaña el triunfo del nuevo rey, sino que debilita la institucionalidad de un evento que ha sido declarado Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad.










