El río Guatapurí y el río Badillo eran la comarca que gobernaba el Cacique Upar, además de las tribus que vivían en la orilla izquierda del río Cesar.
Upar significa agua que se secó, porque esta ciudad estaba llena de una inmensa laguna de la época pleistocénica, que se fue secando a través de los años. Upar fue el Cacique de ese territorio que se secó.
El río Guatapurí y el río Badillo eran la comarca que gobernaba el Cacique Upar, además de las tribus que vivían en la orilla izquierda del río Cesar.
El gran cacique Upar, el señor de señores, el cacique de caciques, resolvió fundar una parcialidad o pueblo indígena en la parte plana de un gran valle a orillas del río Guatapurí (agua fría).
El ritual fue solemne, a él asistieron todos los caciques de la Sierra Nevada, los malibúes del río Magdalena, los pacabueyes de la ciénaga de Zapatosa, representados por el cacique Guataca y el cacique Chirigua de los indígenas Xiriguanos, además los Tupes en la orilla izquierda del río Cesar.
Se construyen dos templos ceremoniales, el masculino estaba ubicado donde hoy es el Concejo de Valledupar a orillas del Guatapurí; el otro templo femenino estaba ubicado donde hoy es la iglesia del Rosario (Antiguo convento de dominicos).
El nacimiento del río Guatapurí, que baja cantando, se produce en la desembocadura sucesiva de siete lagunas, la última llamada Curigua, de donde se desprende recién nacido.
Esta parcialidad fue quemada, con sus templos, por los españoles que vinieron con el gobernador de Santa Marta García de Lerma en los años 1529 y 1530, un año antes de que apareciera el alemán Ambrosio Alfínger.
SOBRE UPAR
¿Pero quién era Upar? Es poco lo que los cronistas nos dicen sobre este personaje; sabemos que su territorio estaba incrustado en un Valle mucho más extenso, llamado ‘Valle de los Pacabueyes’, que se extendía desde el cabo de la Vela hasta la ciénaga de Zapatosa y desde el cabo de la Vela hasta Dibulla, pero el Valle de Upar ocupaba un territorio menos extenso.
Se podría afirmar que el Cacique Upar era un gran estadista, ya que le tocaba administrar varias culturas: la de los Tupes y los Yukpas de cultura Caribe; parte de la cultura Arahuac (Guajiros, Xiriguanos y Pacabueyes); Wiwas, Kankuamos, Arhuacos, Koguis, Chimilas y Baríes de la cultura chibcha y, por último, a los Malibúes del río Magdalena, que habitaban desde Tamalameque hasta Tenerife.
Tenía, pues, que ser un hombre sabio y prudente para poder entender sin conflictos a cada una de estas etnias con diferentes lenguas y culturas; pero al mismo tiempo se puede afirmar que era un políglota, lo cual le permitía comunicarse lingüísticamente con todos estos grupos, y así mismo intercambiar productos con cada uno de ellos (trueque).
Lo anterior nos hace concluir que Upar administraba una gran confederación donde concluían caribes, chibchas y arahuac, algo parecido al Zipa de Bogotá y al Zaque de Tunja con la diferencia de que aquellos administraban solo la cultura muisca de lengua Chibcha, mientras que nuestro Cacique Upar administraba y gobernaba tres culturas diferentes: la Chibcha, la Caribe y Arahuac.
DESCENDENCIA
El cronista Juan de Castellano nos describe en este verso esta realidad y nos dice:
“Hay en el Valle de Upar muchas naciones,
Todas de lenguas y costumbres diferentes,
Pero entre ellas la de los Tupes
Es la de los más valientes”.
Preocupada por la poca información que me suministraba la crónica me puse a pensar que quienes mejor me podían dar noticias del cacique Upar eran los indígenas más cercanos a la ciudad, por ello convoqué a una reunión en el 2001 a los Mamus, Koguis de San Miguel, Macutama, Chenducua y San José de Maruámaque, presididos por el mamu mayor Simón Alimaco, en la región de Chenducua.
Sorpresa cuando expresaron que el cacique Upar era hijo del mamu Shimaka o Yimata, de etnia kogui, quien era de Bongá, que queda arriba de Mingueo y San Pedro.
Me contaron también que la madre de Upar se llamaba María de Takina, que también era kogui; pero además que el abuelo de Upar se llamaba Cachasé (que significa oscuridad antes de salir el sol).
Seguidamente expresaron que el cacique Upar tenía un hermano llamado Manuel Aviguí, que vivía frente a Macutama y en Nabusímake, y que era una persona ejemplar de lo bueno.
Por último, llamaron al Cacique Upar con el nombre de Aluvayu o Shimata, comunicando que este había nacido en Chenducua, o sea, una población de kankuamos que había vivido en San Miguel, y posteriormente en San José de Maruámake; pero el Cacique Upar era casado con una indígena kankuama, a quien conoció cuando vivía en Chendukwa.
ACUSACIONES
El Cacique Upar fue acusado por los indígenas kankuamos de Chendukwa, de que él hacía trabajos tradicionales y bailes de Cansa María para obtener resultados maléficos y que le robaba la sabiduría a otros mamos con fines negativos.
Esta acusación se la hacen ante las autoridades kankuamas que tenían su pueblo fundado en Valledupar; las autoridades kankuamas de Valledupar lo llaman a juicio pero este hace sus descargos y los kankuamos descubren su inocencia y, más bien, lo nombran como comisario o primera autoridad del pueblo.
Su esposa kankuama llamada Menakatu, quien vivía en lo que hoy en día es la plaza Alfonso López, se pone feliz ante la inocencia de su esposo.
Upar inmediatamente manda a llamar todos los mamos Koguis para que le ayudaran a construir el templo masculino y el templo femenino de la población kankuama situada en lo que hoy en día es Valledupar. El Cacique Upar bailaba Kansa María.
Los Kankuamos habitaban en lo que hoy es el centro fundacional de la ciudad. La madre de la esposa de Upar se llamaba Tegu y el padre de ella se llamaba el mamu Vallu y también era kankuamo
Expresaron que las hijas de Upar eran María Javín, Jaba Ximena, y Shikteka. Pero para completar este cuadro genealógico encontramos que en la obra del historiador Pedro Castro Trespalacios ‘Documentos para la historia de la fundación de Valle de Upar aparece que Upar tuvo dos hijos varones: Ichopete y Pariguarí, y que cuando Upar muere les entrega su territorio a sus dos hijos varones para que gobernaran de la siguiente forma: a Ichopete le entrega la comarca del río Guataporí (donde vivían arhuacos y kankuamos) y a Pariguarí le entrega la parcialidad del río Badillo, donde habitaban los indios wiwas o soquigas que antes estaba gobernada por el cacique Cuoque.
Dice Pedro Castro Trespalacios en su misma obra que con la muerte de Pariguarí, esposo de la cacica Itobá, lo heredó su hijo. Y dice también que la raza Upar desapareció del Valle, pero que se afirma que los koguis Usatamas son descendientes de este malogrado cacique.
He aquí la sorpresiva y agradable investigación lograda a través de la etnia más sabia de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Investigó Ruth Ariza Cotes.
El río Guatapurí y el río Badillo eran la comarca que gobernaba el Cacique Upar, además de las tribus que vivían en la orilla izquierda del río Cesar.
Upar significa agua que se secó, porque esta ciudad estaba llena de una inmensa laguna de la época pleistocénica, que se fue secando a través de los años. Upar fue el Cacique de ese territorio que se secó.
El río Guatapurí y el río Badillo eran la comarca que gobernaba el Cacique Upar, además de las tribus que vivían en la orilla izquierda del río Cesar.
El gran cacique Upar, el señor de señores, el cacique de caciques, resolvió fundar una parcialidad o pueblo indígena en la parte plana de un gran valle a orillas del río Guatapurí (agua fría).
El ritual fue solemne, a él asistieron todos los caciques de la Sierra Nevada, los malibúes del río Magdalena, los pacabueyes de la ciénaga de Zapatosa, representados por el cacique Guataca y el cacique Chirigua de los indígenas Xiriguanos, además los Tupes en la orilla izquierda del río Cesar.
Se construyen dos templos ceremoniales, el masculino estaba ubicado donde hoy es el Concejo de Valledupar a orillas del Guatapurí; el otro templo femenino estaba ubicado donde hoy es la iglesia del Rosario (Antiguo convento de dominicos).
El nacimiento del río Guatapurí, que baja cantando, se produce en la desembocadura sucesiva de siete lagunas, la última llamada Curigua, de donde se desprende recién nacido.
Esta parcialidad fue quemada, con sus templos, por los españoles que vinieron con el gobernador de Santa Marta García de Lerma en los años 1529 y 1530, un año antes de que apareciera el alemán Ambrosio Alfínger.
SOBRE UPAR
¿Pero quién era Upar? Es poco lo que los cronistas nos dicen sobre este personaje; sabemos que su territorio estaba incrustado en un Valle mucho más extenso, llamado ‘Valle de los Pacabueyes’, que se extendía desde el cabo de la Vela hasta la ciénaga de Zapatosa y desde el cabo de la Vela hasta Dibulla, pero el Valle de Upar ocupaba un territorio menos extenso.
Se podría afirmar que el Cacique Upar era un gran estadista, ya que le tocaba administrar varias culturas: la de los Tupes y los Yukpas de cultura Caribe; parte de la cultura Arahuac (Guajiros, Xiriguanos y Pacabueyes); Wiwas, Kankuamos, Arhuacos, Koguis, Chimilas y Baríes de la cultura chibcha y, por último, a los Malibúes del río Magdalena, que habitaban desde Tamalameque hasta Tenerife.
Tenía, pues, que ser un hombre sabio y prudente para poder entender sin conflictos a cada una de estas etnias con diferentes lenguas y culturas; pero al mismo tiempo se puede afirmar que era un políglota, lo cual le permitía comunicarse lingüísticamente con todos estos grupos, y así mismo intercambiar productos con cada uno de ellos (trueque).
Lo anterior nos hace concluir que Upar administraba una gran confederación donde concluían caribes, chibchas y arahuac, algo parecido al Zipa de Bogotá y al Zaque de Tunja con la diferencia de que aquellos administraban solo la cultura muisca de lengua Chibcha, mientras que nuestro Cacique Upar administraba y gobernaba tres culturas diferentes: la Chibcha, la Caribe y Arahuac.
DESCENDENCIA
El cronista Juan de Castellano nos describe en este verso esta realidad y nos dice:
“Hay en el Valle de Upar muchas naciones,
Todas de lenguas y costumbres diferentes,
Pero entre ellas la de los Tupes
Es la de los más valientes”.
Preocupada por la poca información que me suministraba la crónica me puse a pensar que quienes mejor me podían dar noticias del cacique Upar eran los indígenas más cercanos a la ciudad, por ello convoqué a una reunión en el 2001 a los Mamus, Koguis de San Miguel, Macutama, Chenducua y San José de Maruámaque, presididos por el mamu mayor Simón Alimaco, en la región de Chenducua.
Sorpresa cuando expresaron que el cacique Upar era hijo del mamu Shimaka o Yimata, de etnia kogui, quien era de Bongá, que queda arriba de Mingueo y San Pedro.
Me contaron también que la madre de Upar se llamaba María de Takina, que también era kogui; pero además que el abuelo de Upar se llamaba Cachasé (que significa oscuridad antes de salir el sol).
Seguidamente expresaron que el cacique Upar tenía un hermano llamado Manuel Aviguí, que vivía frente a Macutama y en Nabusímake, y que era una persona ejemplar de lo bueno.
Por último, llamaron al Cacique Upar con el nombre de Aluvayu o Shimata, comunicando que este había nacido en Chenducua, o sea, una población de kankuamos que había vivido en San Miguel, y posteriormente en San José de Maruámake; pero el Cacique Upar era casado con una indígena kankuama, a quien conoció cuando vivía en Chendukwa.
ACUSACIONES
El Cacique Upar fue acusado por los indígenas kankuamos de Chendukwa, de que él hacía trabajos tradicionales y bailes de Cansa María para obtener resultados maléficos y que le robaba la sabiduría a otros mamos con fines negativos.
Esta acusación se la hacen ante las autoridades kankuamas que tenían su pueblo fundado en Valledupar; las autoridades kankuamas de Valledupar lo llaman a juicio pero este hace sus descargos y los kankuamos descubren su inocencia y, más bien, lo nombran como comisario o primera autoridad del pueblo.
Su esposa kankuama llamada Menakatu, quien vivía en lo que hoy en día es la plaza Alfonso López, se pone feliz ante la inocencia de su esposo.
Upar inmediatamente manda a llamar todos los mamos Koguis para que le ayudaran a construir el templo masculino y el templo femenino de la población kankuama situada en lo que hoy en día es Valledupar. El Cacique Upar bailaba Kansa María.
Los Kankuamos habitaban en lo que hoy es el centro fundacional de la ciudad. La madre de la esposa de Upar se llamaba Tegu y el padre de ella se llamaba el mamu Vallu y también era kankuamo
Expresaron que las hijas de Upar eran María Javín, Jaba Ximena, y Shikteka. Pero para completar este cuadro genealógico encontramos que en la obra del historiador Pedro Castro Trespalacios ‘Documentos para la historia de la fundación de Valle de Upar aparece que Upar tuvo dos hijos varones: Ichopete y Pariguarí, y que cuando Upar muere les entrega su territorio a sus dos hijos varones para que gobernaran de la siguiente forma: a Ichopete le entrega la comarca del río Guataporí (donde vivían arhuacos y kankuamos) y a Pariguarí le entrega la parcialidad del río Badillo, donde habitaban los indios wiwas o soquigas que antes estaba gobernada por el cacique Cuoque.
Dice Pedro Castro Trespalacios en su misma obra que con la muerte de Pariguarí, esposo de la cacica Itobá, lo heredó su hijo. Y dice también que la raza Upar desapareció del Valle, pero que se afirma que los koguis Usatamas son descendientes de este malogrado cacique.
He aquí la sorpresiva y agradable investigación lograda a través de la etnia más sabia de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Investigó Ruth Ariza Cotes.