A raíz de las situaciones presentadas en los últimos días generada por los aguaceros, la población migrante radicada en la ciudad no le quedó más alternativa que lanzar un S.O.S., a la administración municipal y departamental donde les piden entablar una mesa de trabajo para brindar espacios de diálogos a los afectados por los recientes hechos.
Un llamado a la administración municipal y departamental hicieron habitantes en condición migrante a través de la fundación Fundahurta para establecer mesas de trabajo en las que se pueda buscar soluciones que permitan a estas personas tener la posibilidad de contar con empleos para paliar un poco la situación en la que viven por cuenta de la pandemia y la falta de oportunidades laborales.
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Uno de los líderes que hace el llamado es Rafael Jiménez, quien preside la fundación, la cual es integrada en su mayoría por personas en condición migrante. Jiménez, quien posee la doble nacionalidad, manifiesta que después de la tragedia sucedida la semana pasada ningún ente gubernamental hizo presencia en la zona para escuchar a los afectados.
“Infortunadamente no hemos contado con el acercamiento de las entidades gubernamentales, ni siquiera cuando se cayó el árbol de ceiba. Quienes estuvieron en la zona fueron funcionarios de Gestión del Riesgo evaluando la situación tras la emergencia, pero después de ellos no ha llegado otra entidad”, señaló Rafael Jiménez.
Sobre este tema, la Alcaldía de Valledupar manifestó días atrás que estos sitios no eran adecuados para que las personas construyeran sus hogares, por lo que recomendó a quienes aún siguen viviendo allí refugiarse en casas de familiares para evitar eventos lamentables como el sucedido el pasado 4 de noviembre.
Aunque no pertenece a ninguna agremiación, María López, quien habita en la margen derecha del río Guatapurí, señala que es necesario un acercamiento entre la administración municipal y población migrante radicada en Valledupar debido a que la situación para estas personas no es la mejor, sobre todo para quienes habitan este sector de la ciudad.
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“Por lo menos ya han cesado las lluvias, pero eso no es motivo de tranquilidad porque aquí hay muchos venezolanos y para nadie es un secreto que no tenemos nada, prácticamente la ropa, pero debemos salir a buscar el sustento para nuestras familias. Nosotros insistimos en hacerle un llamado a la alcaldía para que se acuerde de nuestra población, que estamos aquí es por una necesidad”, señaló López.
Según cifras de Fundahurta, son alrededor de 130 las familias que habitan en la margen derecha del río Guatapurí en el sector del Nueve de Marzo, pero no todas llegaron desde territorio venezolano y se instalaron en dicho sector. El presidente de la fundación aseguró que, muchas de esas familias llegaron a Valledupar y empezaron pagando arriendo, pero por causa de la pandemia quedaron sin trabajo, lo que los obligó a salir de donde vivían para instalarse en la margen derecha.
“Tenemos casos de familias que incluso llegaron a vivir en una situación estable, pero cuando llegó la pandemia se atrasaron en los arriendos y fueron desalojados. Muchos de ellos prefirieron armar casas en la margen derecha porque no vieron viable la posibilidad de retornar a Venezuela”, señaló Jiménez.
POR: ROBERT CADAVID / EL PILÓN
[email protected]
A raíz de las situaciones presentadas en los últimos días generada por los aguaceros, la población migrante radicada en la ciudad no le quedó más alternativa que lanzar un S.O.S., a la administración municipal y departamental donde les piden entablar una mesa de trabajo para brindar espacios de diálogos a los afectados por los recientes hechos.
Un llamado a la administración municipal y departamental hicieron habitantes en condición migrante a través de la fundación Fundahurta para establecer mesas de trabajo en las que se pueda buscar soluciones que permitan a estas personas tener la posibilidad de contar con empleos para paliar un poco la situación en la que viven por cuenta de la pandemia y la falta de oportunidades laborales.
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Uno de los líderes que hace el llamado es Rafael Jiménez, quien preside la fundación, la cual es integrada en su mayoría por personas en condición migrante. Jiménez, quien posee la doble nacionalidad, manifiesta que después de la tragedia sucedida la semana pasada ningún ente gubernamental hizo presencia en la zona para escuchar a los afectados.
“Infortunadamente no hemos contado con el acercamiento de las entidades gubernamentales, ni siquiera cuando se cayó el árbol de ceiba. Quienes estuvieron en la zona fueron funcionarios de Gestión del Riesgo evaluando la situación tras la emergencia, pero después de ellos no ha llegado otra entidad”, señaló Rafael Jiménez.
Sobre este tema, la Alcaldía de Valledupar manifestó días atrás que estos sitios no eran adecuados para que las personas construyeran sus hogares, por lo que recomendó a quienes aún siguen viviendo allí refugiarse en casas de familiares para evitar eventos lamentables como el sucedido el pasado 4 de noviembre.
Aunque no pertenece a ninguna agremiación, María López, quien habita en la margen derecha del río Guatapurí, señala que es necesario un acercamiento entre la administración municipal y población migrante radicada en Valledupar debido a que la situación para estas personas no es la mejor, sobre todo para quienes habitan este sector de la ciudad.
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“Por lo menos ya han cesado las lluvias, pero eso no es motivo de tranquilidad porque aquí hay muchos venezolanos y para nadie es un secreto que no tenemos nada, prácticamente la ropa, pero debemos salir a buscar el sustento para nuestras familias. Nosotros insistimos en hacerle un llamado a la alcaldía para que se acuerde de nuestra población, que estamos aquí es por una necesidad”, señaló López.
Según cifras de Fundahurta, son alrededor de 130 las familias que habitan en la margen derecha del río Guatapurí en el sector del Nueve de Marzo, pero no todas llegaron desde territorio venezolano y se instalaron en dicho sector. El presidente de la fundación aseguró que, muchas de esas familias llegaron a Valledupar y empezaron pagando arriendo, pero por causa de la pandemia quedaron sin trabajo, lo que los obligó a salir de donde vivían para instalarse en la margen derecha.
“Tenemos casos de familias que incluso llegaron a vivir en una situación estable, pero cuando llegó la pandemia se atrasaron en los arriendos y fueron desalojados. Muchos de ellos prefirieron armar casas en la margen derecha porque no vieron viable la posibilidad de retornar a Venezuela”, señaló Jiménez.
POR: ROBERT CADAVID / EL PILÓN
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