“Este es nuestro barrio y hay que quererlo y cuidarlo. Hay gente que no quiere hacerlo, pero hay que echar para adelante. Donde arrancan una planta, yo siembro otra” dijo Iveth Suarez, residente del barrio Panamá.
Eso es lo que hacen Luis Monroy junto a su esposa Iveth Cecilia Suárez, pequeñas cosas. Antes de que se iniciara la trasformación del nuevo parque de Panamá, este par de personajes siempre se han interesado en el bienestar y el cuidado de su entorno. El parque con el que contaba la comunidad era sólo tierra y polvo “Cuando el parque no estaba así, todo esto era un polvero. Aun así siempre me preocupaba por tenerlo limpio, así estuviera feíto”, dijo Iveth Suárez.
Hace casi dos años la Alcaldía municipal entregó lo que hoy se conoce como el parque Panamá. Un sueño hecho realidad para los habitantes que anhelaban un espacio para integrarse con la familia y hacer actividades deportivas. Cuando la obra se entregó la comunidad adquirió el compromiso de mantener el espacio limpio y con todos los cuidados necesarios para mantener sus jardines en buenas condiciones. Sin embargo, este ha sido un compromiso que sólo un par de personas se han tomado muy en serio.
Iveth y su esposo Luis Monroy se levantan a las 5 a.m. todos los días, hacen las actividades cotidianas y a las 6 a.m. se dirigen al frente de su hogar para limpiar y hacer mantenimiento a lo que a simple vista, se ha convertido en un hermoso jardín. El señor Luis se encargó de comprar una turbina, mangueras, pala, cepillos, tijeras de jardín, bolsas y otras herramientas, con el fin de hacer mantenimiento al espacio del parque.
“Yo quisiera que toda la comunidad que no lo hace, tome más sentido de pertenencia. Algunos lo hacen pero se desaniman con la falta de compromiso de los demás”, expresó la señora Iveth quien en el momento es ama de casa.
Dentro del parque hay un parqueadero. Cuando se hacen los torneos deportivos los buses parquean en las calles y es difícil para los adultos de la tercera edad y madres con niños pequeños hacer un uso adecuado del espacio público.
La actitud de algunos miembros de la comunidad con respecto a la labor de la señora Iveth y su esposo no ha sido tan amable. Algunos se molestan y otros dejan sus basuras en los espacios que encuentran limpios desde la mañana.
Alrededor del parque hay varias escuelas, según la señora Iveth en una ocasión un docente se molestó cuando ella le insistió a los estudiantes la importancia de no jugar dentro de los jardines porque los profesores llevan a sus estudiantes pequeños a realizar actividades deportivas y estos con los balones estaban destruyendo las plantas.
“Yo le dije al profesor que debía educar a los niños para que cuidaran las plantas y jardines porque habían más de 20 niños jugando con sus balones ahí, su respuesta fue que me callara la boca porque yo me creía la dueña del parque”, expresó Iveth.
Esta es una de las situaciones incomodas a las que se enfrentan con los habitantes de la comunidad la señora Iveth y su esposo Luis. “A veces uno lo hace con mucho cariño pero da tristeza. Así me digan cosas yo sigo barriendo y lo sigo haciendo hasta que Dios quiera. Este es nuestro barrio y hay que quererlo y cuidarlo. Hay gente que no quiere hacerlo, pero hay que echar para adelante. Donde arrancan una planta, yo siembro otra” dijo Iveth Suarez.
Hay que resaltar que algunas personas se han unido a esta causa que busca cuidar y proteger el entorno, pero con el tiempo se desmotivan por la falta de compromiso de los demás habitantes que no tienen cultura ciudadana y arrojan toda la basura en el parque, lugar donde se han encontrado residuos como: vasos y bolsas plásticas, papeles, empaques de bebidas lácteas, botellas, entre otros.
Panamá es un barrio comercial, la mayoría de los habitantes se dedican a la venta de víveres en sus negocios independientes, otros son docentes, empleados de entidades privadas y públicas y algunos pensionados. Hay panaderías, tiendas, miscelánea, carnicerías y empresas familiares que son el medio de vida de algunos hogares.
En uno de los negocios, me encontré con Laura Bayona, una mujer que junto a su esposo tienen una carnicería llamada Surticarnes Panamá. En este local, Laura se dedica a comercializar productos cárnicos a la comunidad. Es un negocio importante porque muchas personas deben trasladarse a supermercados que están a una distancia considerable para poder comprar este tipo de productos.
Surticarnes ofrece una variedad de alimentos no sólo para la comunidad del barrio Panamá sino para toda la zona que quiera acceder a la compra de carnes.
“Este negocio empezó hace cinco años como una idea de mi esposo y mía, él tiene una trayectoria en el asunto de los productos cárnicos. Vendemos productos relacionados con la parte de la res y el cerdo. Además, prestamos servicios de sierra, molino y domicilio, a nuestro barrio le ofrecemos desarrollo y bienestar ya que las carnes que vendemos son de buena calidad y enviadas de frigoríficos. El expendio cumple con la normatividad que nos exige salud” expresó Laura Bayona, comerciante del barrio.
Surticarnes hizo una transformación al interior de su local para poder cumplir con todas las normar que exige la Secretaria de Salud y los estándares de calidad estipulados para los negocios destinados a la venta de productos cárnicos. Ofrece sus servicios de lunes a sábado de 6 a.m. a 12:00 del mediodía y se encuentra ubicado en la Calle 39 # 4b -100 del barrio Panamá. Contacto: 3207584486.
Siguiendo mi recorrido por la calle 39 del barrio Panamá, diagonal a la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, Unad, me encontré varios lotes invadidos por una cantidad considerable de basuras. Al parecer, muchos residuos sólidos van a parar a esta zona una vez son desechados por algunos habitantes inescrupulosos. Dentro de los elementos que hay en la basura son visibles algunos recipientes de vidrio para medicamentos, colchonetas, llantas, vasos, ropa y zapatos viejos, bolsas y botellas de plástico, tallos grandes de árboles, ramas secas, cojines, cajas, pedazos de madera.
Muchos de los carremuleros que van hacia el barrio Los Milagros, botan sus basuras en estos espacios. Cuando llueve las aguas de estas basuras, se van a reposar a las afueras de los hogares causando contaminación y malos olores. En esta zona es muy común la presencia de indígenas de la etnia yukpa, quienes reposan en estos espacios y en algunas ocasiones preparan sus alimentos o ingresan al interior de los lotes y hacen cambuches.
La quema de basuras es muy frecuente al interior de estos lotes y en la zona de Idema. La zona tiene mucha vegetación pero también está llena de residuos comunitarios.
Caminando sobre la calle 39 con 5b, identifiqué uno de los grandes problemas que ha tenido esta comunidad por varios años, el servicio insuficiente de agua. En la mayoría de los hogares no llega el líquido durante el día, algunos habitantes deben levantarse en horas de la madrugada para recoger el recurso hídrico que usarán durante las actividades domésticas de todo el día.
“Aquí nos quitan agua desde las cuatro de la mañana y son las 11 de la noche y no ha llegado. Yo me levanto a las dos de la mañana a recoger el agua para sustentar la que necesitamos durante el día”, comentó, María Francisca Romero, una de las amas de casa afectadas por la falta del servicio.
“Este es nuestro barrio y hay que quererlo y cuidarlo. Hay gente que no quiere hacerlo, pero hay que echar para adelante. Donde arrancan una planta, yo siembro otra” dijo Iveth Suarez, residente del barrio Panamá.
Eso es lo que hacen Luis Monroy junto a su esposa Iveth Cecilia Suárez, pequeñas cosas. Antes de que se iniciara la trasformación del nuevo parque de Panamá, este par de personajes siempre se han interesado en el bienestar y el cuidado de su entorno. El parque con el que contaba la comunidad era sólo tierra y polvo “Cuando el parque no estaba así, todo esto era un polvero. Aun así siempre me preocupaba por tenerlo limpio, así estuviera feíto”, dijo Iveth Suárez.
Hace casi dos años la Alcaldía municipal entregó lo que hoy se conoce como el parque Panamá. Un sueño hecho realidad para los habitantes que anhelaban un espacio para integrarse con la familia y hacer actividades deportivas. Cuando la obra se entregó la comunidad adquirió el compromiso de mantener el espacio limpio y con todos los cuidados necesarios para mantener sus jardines en buenas condiciones. Sin embargo, este ha sido un compromiso que sólo un par de personas se han tomado muy en serio.
Iveth y su esposo Luis Monroy se levantan a las 5 a.m. todos los días, hacen las actividades cotidianas y a las 6 a.m. se dirigen al frente de su hogar para limpiar y hacer mantenimiento a lo que a simple vista, se ha convertido en un hermoso jardín. El señor Luis se encargó de comprar una turbina, mangueras, pala, cepillos, tijeras de jardín, bolsas y otras herramientas, con el fin de hacer mantenimiento al espacio del parque.
“Yo quisiera que toda la comunidad que no lo hace, tome más sentido de pertenencia. Algunos lo hacen pero se desaniman con la falta de compromiso de los demás”, expresó la señora Iveth quien en el momento es ama de casa.
Dentro del parque hay un parqueadero. Cuando se hacen los torneos deportivos los buses parquean en las calles y es difícil para los adultos de la tercera edad y madres con niños pequeños hacer un uso adecuado del espacio público.
La actitud de algunos miembros de la comunidad con respecto a la labor de la señora Iveth y su esposo no ha sido tan amable. Algunos se molestan y otros dejan sus basuras en los espacios que encuentran limpios desde la mañana.
Alrededor del parque hay varias escuelas, según la señora Iveth en una ocasión un docente se molestó cuando ella le insistió a los estudiantes la importancia de no jugar dentro de los jardines porque los profesores llevan a sus estudiantes pequeños a realizar actividades deportivas y estos con los balones estaban destruyendo las plantas.
“Yo le dije al profesor que debía educar a los niños para que cuidaran las plantas y jardines porque habían más de 20 niños jugando con sus balones ahí, su respuesta fue que me callara la boca porque yo me creía la dueña del parque”, expresó Iveth.
Esta es una de las situaciones incomodas a las que se enfrentan con los habitantes de la comunidad la señora Iveth y su esposo Luis. “A veces uno lo hace con mucho cariño pero da tristeza. Así me digan cosas yo sigo barriendo y lo sigo haciendo hasta que Dios quiera. Este es nuestro barrio y hay que quererlo y cuidarlo. Hay gente que no quiere hacerlo, pero hay que echar para adelante. Donde arrancan una planta, yo siembro otra” dijo Iveth Suarez.
Hay que resaltar que algunas personas se han unido a esta causa que busca cuidar y proteger el entorno, pero con el tiempo se desmotivan por la falta de compromiso de los demás habitantes que no tienen cultura ciudadana y arrojan toda la basura en el parque, lugar donde se han encontrado residuos como: vasos y bolsas plásticas, papeles, empaques de bebidas lácteas, botellas, entre otros.
Panamá es un barrio comercial, la mayoría de los habitantes se dedican a la venta de víveres en sus negocios independientes, otros son docentes, empleados de entidades privadas y públicas y algunos pensionados. Hay panaderías, tiendas, miscelánea, carnicerías y empresas familiares que son el medio de vida de algunos hogares.
En uno de los negocios, me encontré con Laura Bayona, una mujer que junto a su esposo tienen una carnicería llamada Surticarnes Panamá. En este local, Laura se dedica a comercializar productos cárnicos a la comunidad. Es un negocio importante porque muchas personas deben trasladarse a supermercados que están a una distancia considerable para poder comprar este tipo de productos.
Surticarnes ofrece una variedad de alimentos no sólo para la comunidad del barrio Panamá sino para toda la zona que quiera acceder a la compra de carnes.
“Este negocio empezó hace cinco años como una idea de mi esposo y mía, él tiene una trayectoria en el asunto de los productos cárnicos. Vendemos productos relacionados con la parte de la res y el cerdo. Además, prestamos servicios de sierra, molino y domicilio, a nuestro barrio le ofrecemos desarrollo y bienestar ya que las carnes que vendemos son de buena calidad y enviadas de frigoríficos. El expendio cumple con la normatividad que nos exige salud” expresó Laura Bayona, comerciante del barrio.
Surticarnes hizo una transformación al interior de su local para poder cumplir con todas las normar que exige la Secretaria de Salud y los estándares de calidad estipulados para los negocios destinados a la venta de productos cárnicos. Ofrece sus servicios de lunes a sábado de 6 a.m. a 12:00 del mediodía y se encuentra ubicado en la Calle 39 # 4b -100 del barrio Panamá. Contacto: 3207584486.
Siguiendo mi recorrido por la calle 39 del barrio Panamá, diagonal a la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, Unad, me encontré varios lotes invadidos por una cantidad considerable de basuras. Al parecer, muchos residuos sólidos van a parar a esta zona una vez son desechados por algunos habitantes inescrupulosos. Dentro de los elementos que hay en la basura son visibles algunos recipientes de vidrio para medicamentos, colchonetas, llantas, vasos, ropa y zapatos viejos, bolsas y botellas de plástico, tallos grandes de árboles, ramas secas, cojines, cajas, pedazos de madera.
Muchos de los carremuleros que van hacia el barrio Los Milagros, botan sus basuras en estos espacios. Cuando llueve las aguas de estas basuras, se van a reposar a las afueras de los hogares causando contaminación y malos olores. En esta zona es muy común la presencia de indígenas de la etnia yukpa, quienes reposan en estos espacios y en algunas ocasiones preparan sus alimentos o ingresan al interior de los lotes y hacen cambuches.
La quema de basuras es muy frecuente al interior de estos lotes y en la zona de Idema. La zona tiene mucha vegetación pero también está llena de residuos comunitarios.
Caminando sobre la calle 39 con 5b, identifiqué uno de los grandes problemas que ha tenido esta comunidad por varios años, el servicio insuficiente de agua. En la mayoría de los hogares no llega el líquido durante el día, algunos habitantes deben levantarse en horas de la madrugada para recoger el recurso hídrico que usarán durante las actividades domésticas de todo el día.
“Aquí nos quitan agua desde las cuatro de la mañana y son las 11 de la noche y no ha llegado. Yo me levanto a las dos de la mañana a recoger el agua para sustentar la que necesitamos durante el día”, comentó, María Francisca Romero, una de las amas de casa afectadas por la falta del servicio.