OPINIÓN

Por siaca

A mediados de los años setenta, Tomás Alfonso comenzaba a perfilarse como ganadero, y en dicha actividad quería expandir sus feudos. Para hacerlo, debía comprar un potrero aledaño a su finca “Mi Salvación”.

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A mediados de los años setenta, Tomás Alfonso comenzaba a perfilarse como ganadero, y en dicha actividad quería expandir sus feudos. Para hacerlo, debía comprar un potrero aledaño a su finca “Mi Salvación”. Por la oportunidad, requería conseguir un préstamo económico, ágil y oportuno; por ello se trasladó a La Arenosa en busca de apoyo financiero.

Recomendado, llegó a la Caja de Cambios “Veinte de Julio”, de propiedad de don Gaspar Lubo Vanegas, un respetable y reconocido comerciante oriundo de Riohacha.

Lucky Cotes previamente había llamado telefónicamente a “Gasparito” para que le cambiara el cheque que Poncho había extraído de su chequera “Lengua de vaca”, que le habían entregado días previos en las oficinas de la Caja Agraria, sucursal Astrea.

Al tranzar el negocio, Zuleta giró el cheque por valor de un millón de pesos, con el compromiso de recogerlo en un plazo máximo de un mes. Con el dinero en el bolsillo, Poncho se devolvió al Cesar con el ánimo de sellar el negocio de la adquisición de la propiedad. Al llegar a Arjona, a través de mi compadre Javier García, le envió recado al vendedor de la tierra, mandándole a decir que ya tenía el recurso para finiquitar la compraventa del inmueble. Al día siguiente cerró el negocio de la parcela “Tengo Ganas” con el señor Armenio Delgado.

En esa época, Los Hermanos Zuleta tenían mucha actividad musical en todo el país, y a Poncho se le olvidó por completo el compromiso pactado con don Gaspar. El día que debía recoger el título valor, Zuleta recibió una llamada de su acreedor, quien le exigía cancelar la deuda. Tomás Alfonso, apenado por cuanto no había conseguido el efectivo para devolverlo, se fue para la capital del Atlántico y, astutamente, a su llegada a la ciudad habló con José Cotes, dueño del afamado Hotel Royal, para que le reservara una habitación y le apartara el gran salón. 

Al contar con el recinto asegurado, llamó a invitar a un grupo de seguidores guajiros deseosos de parrandear, entre ellos su compadre Lucky y su hermano ‘Chema’ Cotes, Gervasio Valdeblanquez, ‘Pocholo’ Gómez, José Aponte Romero, Vitico Anicharico, Kiko y Serafín Valdeblanquez, Alcibiades “El Chijo” López, Tianto Durán, Enrique Coronado, Juvenal Paz González, Samuel Alarcón, Chopi Rosado, Santa Lopesierra, William Cúrvelo, y “Gasparito”, quien fue el invitado de honor a esta parranda.

Gasparito, convencido de que Zuleta cumpliría con el compromiso de recoger el título valor, llegó con el cheque en el bolsillo, tal cual habían pactado. Después de un par de horas de música y de acordeón interpretada por Emilianito, de elogios, cantos y versos de Poncho dirigidos a “Gasparito”, quien no ocultaba su alegría, ninguno de los presentes se había percatado de que los hermanos Rodolfo y Aníbal Galindo, a quienes Poncho había mandado el día antes en la camioneta Ford 350, tenían la misión de teloneros con la única función de ablandar, a punta de Old Parr, a los invitados.  Lo que Zuleta aprovechó para sacarle regalos suntuosos de semovientes que los presentes obsequiaron al cantautor.

Gasparito, ya en temple y con ínfulas de hombre rico, y para no dejarse echar tierra de los demás, sacó el cheque del bolsillo, lo mostró a los presentes y, delante del grupo de potentados comerciantes, se lo devolvió a Zuleta diciéndole:

—Esa plata te la regalo, porque yo pocas veces me he sentido feliz.

De inmediato, Zuleta, airoso y contento, salió al lobby del hotel y el cheque lo hizo pedazos. Y picando el ojo decía:

—Por siaca, por siaca. 

Por: Pedro Norberto Castro Araújo – El Cuento de Pedro.

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