El pasado 8 de diciembre fue el cierre del plazo para la inscripción de candidaturas al Congreso de la República. Esa fecha marca un nuevo ritmo en el calendario de las elecciones legislativas y presidenciales de 2026.
La largada electoral de Colombia comparte escenario con la polarización política global en la que los presidentes Trump, Xi Jinping y Putin comparten protagonismo y escenario. Estos señores soberanistas, cada uno con sus propios intereses, discurren en el propósito de un nuevo orden mundial.
La nueva estructura de poder global representa un desafío para la humanidad, en el sentido estricto de reconocer la centralidad del ser humano, la conservación de la especie y la responsabilidad con el medio ambiente. Por lo tanto, es un error sostener una comprensión simplista o unidimensional de las realidades preocupantes del planeta. Un nuevo orden global nos afecta directamente desde múltiples perspectivas, dimensiones o factores.
Convocar a la clase política hacia una visión multidimensional y al humanismo bioesférico implica una comprensión inteligente que enfrenta la traición intelectual que provoca la polarización. Es perentorio avanzar, para construir, porque la narrativa ideológica es fértil, para impulsar el populismo que no distingue apariencia ideológica, fomenta la desinformación como dicotomía de exaltación de masas.
El debate ideológico hasta la fecha representa un legado de abundante infertilidad. Las perspectivas socioeconómicas son caracterizadas por el bajo dinamismo del crecimiento económico, inflación, altas tasas de interés, altos costos de financiamiento, limitaciones de la política fiscal y monetaria y deuda pública elevada.
Asomar la cabeza por la ventana es un ejercicio útil, para dejar atrás las características aldeanas. Los bloqueos, intromisión y amenaza de invasión del presidente Trump en Venezuela, todo lo ocurrido entre Rusia y Ucrania, y el genocidio en Gaza, no pueden creerse como decisiones agrupadas en “ideología de derecha”. Eso es de gente obtusa. Su lucha intelectual o su capacidad de análisis colisiona con un resultado avalado por el Banco Mundial y la ONU, que registró como un hito que la “China Comunista” logró sacar a aproximadamente 800 millones de personas de la pobreza extrema en las últimas cuatro décadas. La infructuosa disputa entre izquierda y derecha es caduca, pero contemporánea de la visión simplista o unidimensional.
Hace poco, a sus 34 años, Zohran Mamdani se eligió alcalde de Nueva York. Este resultado puso de presente la juventud y carisma, el uso de las redes sociales que caracteriza la generación del bautizado socialista demócrata. Mamdani basó su campaña en un mensaje notablemente coherente sobre la injusticia de la desigualdad económica y su insistencia en la posibilidad de que Nueva York pudiera convertirse en un lugar donde los trabajadores pudieran vivir con dignidad. Mamdani dejó una moraleja: el radicalismo ni la discriminación ganan elecciones la gente quiere propuestas que mejoren sus condiciones de vida
El contexto político del país de cara a las próximas elecciones concibe moderación y nos debe llevar a reflexionar sobre cómo debemos encarar nuestra problemática socioeconómica. O bien, seguir hurgando en una infructuosa disputa izquierda-derecha, que solo fomenta la demagogia, impide el avance institucional, económico y social, o mejor comenzar a contrarrestar los escollos como la incapacidad de realizar políticas de largo plazo, lo que en la jerga cotidiana se conoce como políticas de Estado.
Por: Luis Díaz.





