El pasado lunes 13 de diciembre, Roberto Lacouture confirmó su aspiración a ocupar una de las 16 curules creadas en el Acuerdo de Paz para las víctimas del conflicto armado. EL PILÓN dialogó con el empresario.
Roberto Lacouture Méndez es un ganadero y agricultor radicado en Valledupar. También es una de las 349.508 víctimas que dejó el conflicto armado en el departamento, ya que fue secuestrado en 1989 por el frente que lideraba el excomandante de las Farc, Abelardo Caicedo, mejor conocido en la guerra como ‘Solís Almeida’.
Además de él, otros quince miembros de la familia Lacouture padecieron el cautiverio durante la época cruda del conflicto. Después de más de 30 años de ese suceso que le marcó la vida, y en medio de la implementación del Acuerdo de Paz, Roberto Lacouture decidió aspirar a ocupar una de las 16 curules de la Cámara de Representantes que surgieron del Acto Legislativo 02 de 2021 con el fin de brindarle a las víctimas participación política directa.
El diario EL PILÓN conversó con el ahora aspirante al Congreso de la República sobre las memorias del conflicto y sus propuestas políticas.
Porque es necesario que el país conozca nuestra realidad e historia como víctimas. La guerrilla ha hablado más que nosotros y hay personas que ahora han salido promulgando que son víctimas, cuando no es así.
Es importante visibilizar a las víctimas, siempre hemos estado al margen de muchos procesos y es hora de salir de ese estado. Debemos ser incluídos en los procesos, no solo sociales, sino también en los de desarrollo económico. Las víctimas debemos reinsertarnos a la sociedad. Nosotros no quisimos ser víctimas, estar en esa posición.
Otro punto es el seguimiento a la implementación del Acuerdo, porque me pregunto qué se está haciendo con el poco dinero que hay para las víctimas. Además, quisiera promover una ley que conciba la corrupción como un delito de lesa humanidad, porque el dinero del Estado debe ser sagrado y más si se trata de el recurso de las víctimas, ya que quien roba le está quitando la oportunidad de crecer a mucha gente, y por eso, no pueden estar en su casa, sino que debe ir a la cárcel.
Muchas falencias provienen del Estado. A miles de personas aún no se les ha brindado ayuda humanitaria por haber perdido a sus familiares. A pesar de que hay muchas comunidades que esperan ser reparadas, ese proceso ha sido muy lento. No se debe esperar a que las víctimas se mueran, pero eso es lo que lamentablemente está sucediendo. En la Unidad de Víctimas hay personas de la tercera edad y videntes haciendo filas para sus trámites, ¡por favor!
Es Maryori de Jesús Pérez, oriunda de La Guajira. Me uní con ella porque me parece que enmarca parte de lo que yo quiero y también de lo que quizá no me atrevería a tocar, por eso nos complementamos y la considero una fortaleza para el proceso que iniciamos. Incluso, yo promoví el No en el plebiscito y ella el Sí. Eso también es parte de la reconciliación, de aceptar las diferencias.
Va bien, aunque solo no puedo, por eso mi proceso inicia todos los días cuando rezo. Yo soy víctima de la guerrilla y de los paramilitares, pero en el Cesar muchas personas son testigos de mi reconciliación con Solís Almeida, tengo conversaciones con él sobre el Proceso de Paz, sobre lo que tanto ellos como nosotros debemos hacer para lograr esas reconciliaciones.
Incluso, hace un tiempo le llevé semillas de frijol y maíz para que sembraran en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR), ubicado en Tierra Grata, muy cerca de Manaure, Cesar.
Eso también hace parte de la reconciliación: la gente debe conocer que ellos también necesitan tener con qué salir adelante cuando se les acabe el dinero que les proporciona el gobierno como parte del Acuerdo.
Podría decir que mis tres hijos nacieron en la guerra, el mayor un poco antes de que yo fuera secuestrado. Después del cautiverio nació el segundo y ocho años después llegó la niña. Fueron tres momentos diferentes, pero en medio de la guerra, el hecho de que su padre hubiera sido secuestrado y desplazado también les convierte en víctimas.
Yo siempre evité llevarles a una finca que teníamos porque era un riesgo. ¡No podía ir en mi carro propio!, para pasar desapercibido alquilaba uno en el mercado, me ponía la ropa más vieja que tuviera, un sombrero roto y hasta una barba mal arreglada.
Para ir a la finca que quedaba en Becerril tocaba pasar alrededor de cuatro retenes, por eso me demoraba entre cuatro a cinco horas para llegar. Si en la vía no veía que venían más carros, algo sucedía. Eran los retenes de las Farc que estaban extorsionando a los campesinos de esa región.
A pesar de todo, uno antes vivía menos descomplicado, pero hoy la seguridad es pésima. Hay inseguridad en las regiones de Cesar, Guajira y Magdalena a causa de la delincuencia común. Yo siempre recibo información sobre robos de ganado, motobombas, paneles solares… Sobre todo en lo rural, donde nació la guerra y es precisamente lo más olvidado que tiene este país.
No hay ley, pero sí hay atracos y hasta violaciones que afectan al campesinado, mientras que los policías están en aires acondicionados. Eso es importante que lo entiendan los políticos, que no han hecho algo profundo para asegurar nuestras vidas.
Por ANDREA GUERRA PEÑA / EL PILÓN.
@andreguerraperiodista
El pasado lunes 13 de diciembre, Roberto Lacouture confirmó su aspiración a ocupar una de las 16 curules creadas en el Acuerdo de Paz para las víctimas del conflicto armado. EL PILÓN dialogó con el empresario.
Roberto Lacouture Méndez es un ganadero y agricultor radicado en Valledupar. También es una de las 349.508 víctimas que dejó el conflicto armado en el departamento, ya que fue secuestrado en 1989 por el frente que lideraba el excomandante de las Farc, Abelardo Caicedo, mejor conocido en la guerra como ‘Solís Almeida’.
Además de él, otros quince miembros de la familia Lacouture padecieron el cautiverio durante la época cruda del conflicto. Después de más de 30 años de ese suceso que le marcó la vida, y en medio de la implementación del Acuerdo de Paz, Roberto Lacouture decidió aspirar a ocupar una de las 16 curules de la Cámara de Representantes que surgieron del Acto Legislativo 02 de 2021 con el fin de brindarle a las víctimas participación política directa.
El diario EL PILÓN conversó con el ahora aspirante al Congreso de la República sobre las memorias del conflicto y sus propuestas políticas.
Porque es necesario que el país conozca nuestra realidad e historia como víctimas. La guerrilla ha hablado más que nosotros y hay personas que ahora han salido promulgando que son víctimas, cuando no es así.
Es importante visibilizar a las víctimas, siempre hemos estado al margen de muchos procesos y es hora de salir de ese estado. Debemos ser incluídos en los procesos, no solo sociales, sino también en los de desarrollo económico. Las víctimas debemos reinsertarnos a la sociedad. Nosotros no quisimos ser víctimas, estar en esa posición.
Otro punto es el seguimiento a la implementación del Acuerdo, porque me pregunto qué se está haciendo con el poco dinero que hay para las víctimas. Además, quisiera promover una ley que conciba la corrupción como un delito de lesa humanidad, porque el dinero del Estado debe ser sagrado y más si se trata de el recurso de las víctimas, ya que quien roba le está quitando la oportunidad de crecer a mucha gente, y por eso, no pueden estar en su casa, sino que debe ir a la cárcel.
Muchas falencias provienen del Estado. A miles de personas aún no se les ha brindado ayuda humanitaria por haber perdido a sus familiares. A pesar de que hay muchas comunidades que esperan ser reparadas, ese proceso ha sido muy lento. No se debe esperar a que las víctimas se mueran, pero eso es lo que lamentablemente está sucediendo. En la Unidad de Víctimas hay personas de la tercera edad y videntes haciendo filas para sus trámites, ¡por favor!
Es Maryori de Jesús Pérez, oriunda de La Guajira. Me uní con ella porque me parece que enmarca parte de lo que yo quiero y también de lo que quizá no me atrevería a tocar, por eso nos complementamos y la considero una fortaleza para el proceso que iniciamos. Incluso, yo promoví el No en el plebiscito y ella el Sí. Eso también es parte de la reconciliación, de aceptar las diferencias.
Va bien, aunque solo no puedo, por eso mi proceso inicia todos los días cuando rezo. Yo soy víctima de la guerrilla y de los paramilitares, pero en el Cesar muchas personas son testigos de mi reconciliación con Solís Almeida, tengo conversaciones con él sobre el Proceso de Paz, sobre lo que tanto ellos como nosotros debemos hacer para lograr esas reconciliaciones.
Incluso, hace un tiempo le llevé semillas de frijol y maíz para que sembraran en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR), ubicado en Tierra Grata, muy cerca de Manaure, Cesar.
Eso también hace parte de la reconciliación: la gente debe conocer que ellos también necesitan tener con qué salir adelante cuando se les acabe el dinero que les proporciona el gobierno como parte del Acuerdo.
Podría decir que mis tres hijos nacieron en la guerra, el mayor un poco antes de que yo fuera secuestrado. Después del cautiverio nació el segundo y ocho años después llegó la niña. Fueron tres momentos diferentes, pero en medio de la guerra, el hecho de que su padre hubiera sido secuestrado y desplazado también les convierte en víctimas.
Yo siempre evité llevarles a una finca que teníamos porque era un riesgo. ¡No podía ir en mi carro propio!, para pasar desapercibido alquilaba uno en el mercado, me ponía la ropa más vieja que tuviera, un sombrero roto y hasta una barba mal arreglada.
Para ir a la finca que quedaba en Becerril tocaba pasar alrededor de cuatro retenes, por eso me demoraba entre cuatro a cinco horas para llegar. Si en la vía no veía que venían más carros, algo sucedía. Eran los retenes de las Farc que estaban extorsionando a los campesinos de esa región.
A pesar de todo, uno antes vivía menos descomplicado, pero hoy la seguridad es pésima. Hay inseguridad en las regiones de Cesar, Guajira y Magdalena a causa de la delincuencia común. Yo siempre recibo información sobre robos de ganado, motobombas, paneles solares… Sobre todo en lo rural, donde nació la guerra y es precisamente lo más olvidado que tiene este país.
No hay ley, pero sí hay atracos y hasta violaciones que afectan al campesinado, mientras que los policías están en aires acondicionados. Eso es importante que lo entiendan los políticos, que no han hecho algo profundo para asegurar nuestras vidas.
Por ANDREA GUERRA PEÑA / EL PILÓN.
@andreguerraperiodista