Con relación a las elecciones congresionales, ojalá el electorado cesarense valore escuchar a candidatos que, en su ejercicio político hacia el Senado de la República y la Cámara de Representantes, presenten en voz alta ideas con criterio y argumentos de trabajo legislativo en beneficio del departamento.
Ojalá el electorado cesarense, al momento de elegir, se tome el tiempo para analizar y valorar el trabajo que, en los últimos tres años, han realizado nuestros actuales senadores y representantes a la Cámara. Que reflexione sobre la labor de cada uno y determine si su gestión en el Legislativo ha sido coherente.
Si un congresista ha hecho un buen trabajo en el sector deportivo, cultural, de la salud o de la infraestructura, que lo muestre sin pena. Si ha desempeñado un papel destacado como legislador y dirigente regional, ya sea aliado del Gobierno nacional, de la oposición o declarado independiente, que lo dé a conocer. Si ha gestionado recursos en favor de un municipio del Cesar, que lo diga y lo divulgue.
Mostrar gestión no es pecado. Por el contrario, lo que sí es un pecado es que, en un mundo con medios de comunicación tradicionales y digitales, haya congresistas del Cesar de quienes no se conoce la voz o que, las pocas veces que se les escucha, se expresan con inseguridad o titubeos. Hablo coloquialmente y con sarcasmo, no porque pretenda agredir a quienes realmente sean gagos o mudos.
El elector cesarense debe evitar tomar decisiones apresuradas. Tenemos congresistas que no opinan sobre la problemática nacional, que no tienen posturas frente a los problemas departamentales y que carecen de gestión. Hay congresistas que ni siquiera han conseguido una cancha de fútbol para algún municipio del Cesar.
Necesitamos políticos que opinen, que hablen; no podemos seguir con aquellos que, con todo respeto, desempeñan el papel de gagos o mudos, sin generar ningún beneficio para el departamento.
Se requieren congresistas contundentes, dinámicos y proactivos; que piensen en el futuro del Cesar y de Valledupar, que no teman al debate ni a la gestión, y que insistan ante los ministros para encontrar soluciones a las necesidades de la región.
Si se presentan nuevos candidatos al Congreso de la República y el elector percibe que uno de ellos habla con claridad, tiene capacidad de gestión y no será un gago ni un mudo, no se le debe negar el voto. Si, por el contrario, el elector reconoce que en las últimas elecciones votó por un congresista que demostró gestión, debe considerar darle nuevamente la oportunidad y reelegirlo.
En el Cesar, el censo electoral de 2022 registró 868.429 votantes habilitados. Para el Senado de la República se obtuvieron 420.544 votos y para la Cámara de Representantes 414.871, lo que significa que la participación fue del 48,4 % y 47,7 %, respectivamente. Los votos están, pero pierden valor cuando se entregan a un gago o a un mudo; a un ausentista o a un “calienta sillas”; a quien va a Bogotá de paseo o a quien asiste al Capitolio Nacional a mirar para el techo.
Existen gagos que son briosos y mudos con personalidad, pero en política, y mucho más cuando se es congresista, ni gagos ni mudos. Nos guste o no, en el Cesar, aunque no todos, más de un congresista no se prepara y termina siendo un gago, y alguno que otro está tan ausente que es un mudo.











