Ahora me tocó usar la motico para trabajar y solucionar los recibos y la comía de los pelaos...
No joda, yo que había comprado esta moto dizque para vacilarla con la hembrita los fines de semana, con los pocos ahorros que logré, ahora me toca usarla para camellar todos los días desde que la vaina se puso delgadita. La ciudad (que no es ciudad aún) se llenó de gente de afuera y rápidamente el costo de vida incrementó de forma absurda. Aquí no hay empresas y las pocas que hay no dan abasto o son fachadas de no se sabe qué; sí, tú sabes, esta ciudad que no quiere a nadie, no tiene oportunidades para nadie.
Ahora me tocó usar la motico para trabajar y solucionar los recibos y la comía de los pelaos; uno que tuvo pocas oportunidades para el estudio, evidentemente tendrá pocas oportunidades para el trabajo: para un trabajo donde no se asolee uno, más bien; para un trabajo decente como dirían en el barrio (aunque todo trabajo honrado es decente). No joda, es que trabajar manejando moto es de lo más hijuep… que yo he hecho en mi vida; quizá en Bogotá o Suiza uno la vacilaría por el climita, pero en el valle, no mi rey, no es fácil. Pero toca, cipote vaina.
Si tú le preguntas a cualquier mototaxista del mundo (creo que solo existimos en Colombia) si está contento o no con su profesión (o mejor, con el trabajito que tiene), el que sea te diría que no. Es que morranear no es pa’ todo mundo mi llave. Ponle tú: te levantas a las 6 de la mañana (bien cansao y quemao del sol del día anterior) a llevar a los pelaos al colegio, luego a la mujer al trabajo allá donde los ricos del norte y a las 6 y media ya estás por la 23 o la Simón Bolívar tirando dióxido de carbono por ahí en busca de cualquier maraña.
De 6 a 9 de la mañana la vaina se pone bacana (a veces): la mayoría de la gente que trabaja en la ciudad prefiere coger moto porque ofrecemos un precio breve, suave, para la clase media-baja; los taxis ni los ricos los cogen casi ya, mi llave: esos ciudadanos de vestimenta metálica amarrilla por lo general abusan de los precios de las carreras en una ciudad que es para que no tuviera taxis aún, sino burros, ciclotaxis (¡y ay cuando llega el Festival!); pero bueno, al menos existe esta forma rudimentaria y tercermundista de trabajar: acelerando la moto y el cáncer de próstata encima del cojín de una Bóxer o una Eco. Las mañanas son por lo general chevéres y es donde uno se hace la plata del almuerzo y la cena y la mitad del diario: siempre sale una que otra carrera y terminas por Los Fundadores donde Guido dejándote caer un arroz con pollo de esos bien violentos por 3 barritas (¡ay ya te digo!).
En las mañanas Valledupar entera papi, completica me atrevo a decir, funciona gracias a la misericordia y al milagro de los
pagodiario. Esta comunidad o manada casi anónima y motorizada, movida por la usura e intereses explosivos, permiten el flujo y la inyección de capital necesario para que la ciudad despierte, abra los ojos y respire: el que vende butifarras trabaja con los gota-gota; la que vende arepa’e huevo, trabaja con ellos; el cachaco tendero que necesita cambiar el enfriador, le presta a ellos; los albañiles tienen planillas (tarjetas) gold y black; las amas de casa y las cachifas respiran gracias a esa gente; he visto pagadiarios llegar a casas de ricos, valemía; nosotros los mototaxis, las 5 primeras carreras del día son pa’ ellos: en la tarifa también nos toca meter la platica de los pagodiarios. A veces uno es de buena y no se los encuentra por ahí, y se pasan 2 o 3 días sin pagar la cuota y medio puede uno respirar; como esa gente tiene tantos clientes ya, a veces no dan abasto, pero eso no es todos los días. ¡Amalaya!
En la mañana mientras el sol esté suave, la vaina se hace llevadera; pero apenas empieza a calentar el mono, mi rey, toca ir buscando la sombrita y hacer carreras a la fija: nada de machorros porque se va uno de chivera: si no tienes las cienmil razones para que no te molesten los policías de tránsito, vas pa’dentro rey. ¡Oye parece mentira!: pareciera que los tombos supieran cuando uno está ganao: hay días en los que ando rela’, ganado (y no es vaca) y no joda: aparece el policía cansón, que la licencia, que la placa, que la llanta espichá, que la técnico-mecánica… y encuentran cualquier maricadita pa’ que le expliques con cincuentamil o cuarentamil argumentos cuando poco, el supuesto problema de la moto. Y no ponen comparendo, sino el QR del Nequi. ¡Cómo avanza la tecnología ah!
De 10 de la mañana a 1 de la tarde, la vaina se aquieta como el mar. ‘Tras de que hay pocas carreras en la calle, hay como cincuentamil motataxistas más por ahí, rebuscándose la vida, bajo el sol y sobre el cojín de cuerina. Nos toca distribuirnos a lo mal las pocas carreras: me subo por los andenes, pito donde no haya que pitar, cojo en contravía cuando veo un retén… todo sea por no perder la carrera ni la moto. Toca así manito: ponerse agreste a veces: con la policía para huirles del cobro, y estar en la juega con los demás colegas para no perder el cliente. En la calle cada carrera suma. Y cada tombo resta. Los demás colegas dividen. Matemáticas del mototaxi, papi.
Mototaxiar compae es una ruleta. Y a esas horas siempre pierde uno. A los policías les da hambre y sed y se olvidan un poco del dinero, porque solo piden gaseosa o pollos asados. Entonces, sin carreras y con los tombos cortaos, mejor se va uno para la casa y, si dejó para el almuerzo, a esperarlo ahí, con las ‘chácaras’ cogiendo fresco por un momento, porque lo que les viene es candela después de 2 con la motico y el camellito.
Después de 2 de la tarde, hasta tipo 6, 6 y media, la ciudad entra en un estado de actividad inusual, dinámico, donde se mueve de todo. Oiga, de todo, de todo es de todo… cuando le diga. A veces me salen hembritas que termino quebrándolas en Cancún, cuando hay platica y la lea está buena; o en las piezas esas chirris de la 44, cuando la lea no es que aguante mucho: salen hembras de todo tipo; a veces pienso si mi mujer cuando coge mototaxi (el día que no la busco o me hago el loco) terminará metida por ahí en un hueco de esos también: uno nunca sabe, ¿sí o qué? En fin… no joda, mototaxiar es chévere, pero no tanto.
En la tarde se mueve más que todo machorro, puros manes por ahí de esos que camellan en Jumbo, Guatapurí Plaza, CC Mayales, albañiles, estudiantes de la UPC más que todo, esos de la Andina se las tiran y no cogen casi moto y cuando las cogen (que es muchas veces) me dicen que los deje una cuadra antes de la U; me imagino que es pa’ que no los vean llegar en moto… A veces uno termina haciendo un domicilio o comprando cualquier vaina; esa es otra, que se ha puesto de moda ahora: el poco de motos por ahí haciendo domis y carreras y toa’ vaina. A uno le toca a veces ponerse en las mismas, pero sin la canasta esa boleta ahí detrás: tú sabes cómo es. Si eres atrevido te haces la plata montando machorros a mansalva y evitando la tomba a mil (ya tú sabes lo que te pasa si te cogen); sino te toca cogerla suave con las pocas leas que salen de tarde, porque en las tardes las leas disminuyen: me imagino que por el poco de robos que ha habido a manos de ladrones disfrazados de mototaxi: por esos coles pagamos nosotros.
Lo más importante de tener una moto camellando es no dejarla averiar de ninguna forma. ¿Que se están dañando las pastillas de los frenos? ¡Cambio de una! ¿Que se está quedando sin presión el carburador? ¡Pa’l mecánico! La moto es como el amor, si no estás pendiente de ella, te saca la mano rápido, mi hermano. No joda, lo más complejo de la vaina es que cuando se le daña cualquier cosita (por pequeño que sea el daño) a la moto te descuadra de una: el dinero del mototaxi fluye de manera distinta, parece una suerte de dinero encantado por su dificultad para conseguirlo: pa’ hacer plata como motataxi es muy difícil, pero para gastarse es muy fácil y rápido: aún así uno quiera ahorrar. ¡Qué vaina!
Cuando baja el sol dan ganas automáticamente de una fría. Obvio, es apenas natural: con todo ese calor absorbido del día, mi rey, es necesaria una fría. Águila negra si quieres refrescarte de verdad, Coronita si quieres espantajopear. Uno parece es un albañil sobre
ruedas: camellamos re duro y cuando estamos terminando la jornada papi: ¡fría! Bueno, al menos así soy yo, hay otros mototaxis que ni toman, como todo, ¿no? Pero una fría sí es necesaria después de camellar mi rey, no sé… Si la moto es tuya, te las tomas más relajado; pero si la moto es ajena, mejor le recomiendo que lleve la tarifa y la plata del desayuno a la casa antes de tomarse la fría.
En las noches se trabaja poco, pero hay quienes lo hacemos a veces.
¡Ay papi, la carrera mínimo 5 pesos! ¿Si no? ¡Suerte! 5 barritas y te llevo donde sea. Aunque lo que da vaina es el poco de ratas que hay sueltas por ahí ahora en la ciudad cazando motos. No joda y los malpa buscan es pura Bóxer, AX, Eco… se las llevan para La Paz y llóralas. Entonces, tienes a los policías cobrándote vacuna a cada rato por camellar y a los ladrones buscándote para camellar ellos.
Por Andrés Cuadro
Ahora me tocó usar la motico para trabajar y solucionar los recibos y la comía de los pelaos...
No joda, yo que había comprado esta moto dizque para vacilarla con la hembrita los fines de semana, con los pocos ahorros que logré, ahora me toca usarla para camellar todos los días desde que la vaina se puso delgadita. La ciudad (que no es ciudad aún) se llenó de gente de afuera y rápidamente el costo de vida incrementó de forma absurda. Aquí no hay empresas y las pocas que hay no dan abasto o son fachadas de no se sabe qué; sí, tú sabes, esta ciudad que no quiere a nadie, no tiene oportunidades para nadie.
Ahora me tocó usar la motico para trabajar y solucionar los recibos y la comía de los pelaos; uno que tuvo pocas oportunidades para el estudio, evidentemente tendrá pocas oportunidades para el trabajo: para un trabajo donde no se asolee uno, más bien; para un trabajo decente como dirían en el barrio (aunque todo trabajo honrado es decente). No joda, es que trabajar manejando moto es de lo más hijuep… que yo he hecho en mi vida; quizá en Bogotá o Suiza uno la vacilaría por el climita, pero en el valle, no mi rey, no es fácil. Pero toca, cipote vaina.
Si tú le preguntas a cualquier mototaxista del mundo (creo que solo existimos en Colombia) si está contento o no con su profesión (o mejor, con el trabajito que tiene), el que sea te diría que no. Es que morranear no es pa’ todo mundo mi llave. Ponle tú: te levantas a las 6 de la mañana (bien cansao y quemao del sol del día anterior) a llevar a los pelaos al colegio, luego a la mujer al trabajo allá donde los ricos del norte y a las 6 y media ya estás por la 23 o la Simón Bolívar tirando dióxido de carbono por ahí en busca de cualquier maraña.
De 6 a 9 de la mañana la vaina se pone bacana (a veces): la mayoría de la gente que trabaja en la ciudad prefiere coger moto porque ofrecemos un precio breve, suave, para la clase media-baja; los taxis ni los ricos los cogen casi ya, mi llave: esos ciudadanos de vestimenta metálica amarrilla por lo general abusan de los precios de las carreras en una ciudad que es para que no tuviera taxis aún, sino burros, ciclotaxis (¡y ay cuando llega el Festival!); pero bueno, al menos existe esta forma rudimentaria y tercermundista de trabajar: acelerando la moto y el cáncer de próstata encima del cojín de una Bóxer o una Eco. Las mañanas son por lo general chevéres y es donde uno se hace la plata del almuerzo y la cena y la mitad del diario: siempre sale una que otra carrera y terminas por Los Fundadores donde Guido dejándote caer un arroz con pollo de esos bien violentos por 3 barritas (¡ay ya te digo!).
En las mañanas Valledupar entera papi, completica me atrevo a decir, funciona gracias a la misericordia y al milagro de los
pagodiario. Esta comunidad o manada casi anónima y motorizada, movida por la usura e intereses explosivos, permiten el flujo y la inyección de capital necesario para que la ciudad despierte, abra los ojos y respire: el que vende butifarras trabaja con los gota-gota; la que vende arepa’e huevo, trabaja con ellos; el cachaco tendero que necesita cambiar el enfriador, le presta a ellos; los albañiles tienen planillas (tarjetas) gold y black; las amas de casa y las cachifas respiran gracias a esa gente; he visto pagadiarios llegar a casas de ricos, valemía; nosotros los mototaxis, las 5 primeras carreras del día son pa’ ellos: en la tarifa también nos toca meter la platica de los pagodiarios. A veces uno es de buena y no se los encuentra por ahí, y se pasan 2 o 3 días sin pagar la cuota y medio puede uno respirar; como esa gente tiene tantos clientes ya, a veces no dan abasto, pero eso no es todos los días. ¡Amalaya!
En la mañana mientras el sol esté suave, la vaina se hace llevadera; pero apenas empieza a calentar el mono, mi rey, toca ir buscando la sombrita y hacer carreras a la fija: nada de machorros porque se va uno de chivera: si no tienes las cienmil razones para que no te molesten los policías de tránsito, vas pa’dentro rey. ¡Oye parece mentira!: pareciera que los tombos supieran cuando uno está ganao: hay días en los que ando rela’, ganado (y no es vaca) y no joda: aparece el policía cansón, que la licencia, que la placa, que la llanta espichá, que la técnico-mecánica… y encuentran cualquier maricadita pa’ que le expliques con cincuentamil o cuarentamil argumentos cuando poco, el supuesto problema de la moto. Y no ponen comparendo, sino el QR del Nequi. ¡Cómo avanza la tecnología ah!
De 10 de la mañana a 1 de la tarde, la vaina se aquieta como el mar. ‘Tras de que hay pocas carreras en la calle, hay como cincuentamil motataxistas más por ahí, rebuscándose la vida, bajo el sol y sobre el cojín de cuerina. Nos toca distribuirnos a lo mal las pocas carreras: me subo por los andenes, pito donde no haya que pitar, cojo en contravía cuando veo un retén… todo sea por no perder la carrera ni la moto. Toca así manito: ponerse agreste a veces: con la policía para huirles del cobro, y estar en la juega con los demás colegas para no perder el cliente. En la calle cada carrera suma. Y cada tombo resta. Los demás colegas dividen. Matemáticas del mototaxi, papi.
Mototaxiar compae es una ruleta. Y a esas horas siempre pierde uno. A los policías les da hambre y sed y se olvidan un poco del dinero, porque solo piden gaseosa o pollos asados. Entonces, sin carreras y con los tombos cortaos, mejor se va uno para la casa y, si dejó para el almuerzo, a esperarlo ahí, con las ‘chácaras’ cogiendo fresco por un momento, porque lo que les viene es candela después de 2 con la motico y el camellito.
Después de 2 de la tarde, hasta tipo 6, 6 y media, la ciudad entra en un estado de actividad inusual, dinámico, donde se mueve de todo. Oiga, de todo, de todo es de todo… cuando le diga. A veces me salen hembritas que termino quebrándolas en Cancún, cuando hay platica y la lea está buena; o en las piezas esas chirris de la 44, cuando la lea no es que aguante mucho: salen hembras de todo tipo; a veces pienso si mi mujer cuando coge mototaxi (el día que no la busco o me hago el loco) terminará metida por ahí en un hueco de esos también: uno nunca sabe, ¿sí o qué? En fin… no joda, mototaxiar es chévere, pero no tanto.
En la tarde se mueve más que todo machorro, puros manes por ahí de esos que camellan en Jumbo, Guatapurí Plaza, CC Mayales, albañiles, estudiantes de la UPC más que todo, esos de la Andina se las tiran y no cogen casi moto y cuando las cogen (que es muchas veces) me dicen que los deje una cuadra antes de la U; me imagino que es pa’ que no los vean llegar en moto… A veces uno termina haciendo un domicilio o comprando cualquier vaina; esa es otra, que se ha puesto de moda ahora: el poco de motos por ahí haciendo domis y carreras y toa’ vaina. A uno le toca a veces ponerse en las mismas, pero sin la canasta esa boleta ahí detrás: tú sabes cómo es. Si eres atrevido te haces la plata montando machorros a mansalva y evitando la tomba a mil (ya tú sabes lo que te pasa si te cogen); sino te toca cogerla suave con las pocas leas que salen de tarde, porque en las tardes las leas disminuyen: me imagino que por el poco de robos que ha habido a manos de ladrones disfrazados de mototaxi: por esos coles pagamos nosotros.
Lo más importante de tener una moto camellando es no dejarla averiar de ninguna forma. ¿Que se están dañando las pastillas de los frenos? ¡Cambio de una! ¿Que se está quedando sin presión el carburador? ¡Pa’l mecánico! La moto es como el amor, si no estás pendiente de ella, te saca la mano rápido, mi hermano. No joda, lo más complejo de la vaina es que cuando se le daña cualquier cosita (por pequeño que sea el daño) a la moto te descuadra de una: el dinero del mototaxi fluye de manera distinta, parece una suerte de dinero encantado por su dificultad para conseguirlo: pa’ hacer plata como motataxi es muy difícil, pero para gastarse es muy fácil y rápido: aún así uno quiera ahorrar. ¡Qué vaina!
Cuando baja el sol dan ganas automáticamente de una fría. Obvio, es apenas natural: con todo ese calor absorbido del día, mi rey, es necesaria una fría. Águila negra si quieres refrescarte de verdad, Coronita si quieres espantajopear. Uno parece es un albañil sobre
ruedas: camellamos re duro y cuando estamos terminando la jornada papi: ¡fría! Bueno, al menos así soy yo, hay otros mototaxis que ni toman, como todo, ¿no? Pero una fría sí es necesaria después de camellar mi rey, no sé… Si la moto es tuya, te las tomas más relajado; pero si la moto es ajena, mejor le recomiendo que lleve la tarifa y la plata del desayuno a la casa antes de tomarse la fría.
En las noches se trabaja poco, pero hay quienes lo hacemos a veces.
¡Ay papi, la carrera mínimo 5 pesos! ¿Si no? ¡Suerte! 5 barritas y te llevo donde sea. Aunque lo que da vaina es el poco de ratas que hay sueltas por ahí ahora en la ciudad cazando motos. No joda y los malpa buscan es pura Bóxer, AX, Eco… se las llevan para La Paz y llóralas. Entonces, tienes a los policías cobrándote vacuna a cada rato por camellar y a los ladrones buscándote para camellar ellos.
Por Andrés Cuadro