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Leer es nuestro cuento - 26 julio, 2019

Mi versión versión

Desperté en una habitación en la que nunca había estado, pero me resultaba bastante familiar, así que en un tono fuerte dije - ¿hay alguien ahí? Me sentía seguro, era como una extraña sensación de Beja vu, en un instante me levanté de la cama y me dirigí hacia la puerta, mis pisadas se hacían sentir en toda la habitación, abrí cuidadosamente, al salir me encontré con un extenso pasillo lleno de puertas, era realmente escalofriante y parecía no tener fin.

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Luis Carlos Navarro Maestre

Desperté en una habitación en la que nunca había estado, pero me resultaba bastante familiar, así que en un tono fuerte dije – ¿hay alguien ahí? Me sentía seguro, era como una extraña sensación de Beja vu, en un instante me levanté de la cama y me dirigí hacia la puerta, mis pisadas se hacían sentir en toda la habitación, abrí cuidadosamente, al salir me encontré con un extenso pasillo lleno de puertas, era realmente escalofriante y parecía no tener fin.

Decidí caminar hasta llegar a una de las puertas, encontré que tenía una placa con la fecha de mi quinto cumpleaños, me encargué de abrirla con sumo cuidado,  de repente, todo el  pasillo se llenó de luz y logré escuchar  un ruido que venía de allí así que solo la cerré, pero aun así, no dejaba de sentir curiosidad por lo que decidí abrirla tan solo por un costado; me pareció haber visto a mi madre, eso me impulsó a entrar.

Observé que se encontraban en una celebración, vi una mesa repleta de regalos, observé uno de mis juguetes favoritos cuando era niño; ahí caí en cuenta de que estaba presenciando nuevamente uno de mis cumpleaños, eso logró confundirme y atemorizarme.  Una de las puertas a las que entré era un tanto particular, no era tan linda como las demás, estaba desgastada, al ingresar sentí un frío que recorrió delgado cuerpo desde la nuca hasta la punta de mis pies. En efecto era yo, estaba durmiendo. ¡Me aterroricé!

Debido a la desesperación de tratar de escapar del lugar, no noté que frente a mí había un objeto extraño y choqué con él. Era una puerta de metal, no sé cómo, pero de alguna forma logré entrar.

Al estar en ese lugar sobrio y frío todo me parecía tan extraño, pero se me hizo más extraño ver que aquella habitación estaba llena de espejos que parecían ser comunes, pero resultó que al pasar por cada uno de estos, me sentía de manera diferente; tuve esa sensación de recuperar algo que había perdido. Cada vez que me observaba en un espejo podía dimensionar mil cosas en cada uno, podía ver cosas que quería lograr y sentimientos que no había podido expresar por alguna razón.

Otros espejos me mostraron diversas facetas de mi vida, derrumbaron cosas que creía estaban bien y completas; algunos me mostraron cosas de mi presente que en serio lograban agradarme, cada vista de mi reflejo en esos espejos me mostró cosas en mí que nunca habría podido ver de no haber llegado a este lugar, cosas buenas y cosas malas, sueños y derrotas. Fue justo en ese momento en el que entendí todo.

Hubo un ruido estruendoso que me hizo despertar de aquel pesado y raro sueño, miré el reloj y ya era hora de ir a clases.   

Por: Luis Carlos Navarro Maestre I.E. Casimiro Raúl Maestre

Leer es nuestro cuento
26 julio, 2019

Mi versión versión

Desperté en una habitación en la que nunca había estado, pero me resultaba bastante familiar, así que en un tono fuerte dije - ¿hay alguien ahí? Me sentía seguro, era como una extraña sensación de Beja vu, en un instante me levanté de la cama y me dirigí hacia la puerta, mis pisadas se hacían sentir en toda la habitación, abrí cuidadosamente, al salir me encontré con un extenso pasillo lleno de puertas, era realmente escalofriante y parecía no tener fin.


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Luis Carlos Navarro Maestre

Desperté en una habitación en la que nunca había estado, pero me resultaba bastante familiar, así que en un tono fuerte dije – ¿hay alguien ahí? Me sentía seguro, era como una extraña sensación de Beja vu, en un instante me levanté de la cama y me dirigí hacia la puerta, mis pisadas se hacían sentir en toda la habitación, abrí cuidadosamente, al salir me encontré con un extenso pasillo lleno de puertas, era realmente escalofriante y parecía no tener fin.

Decidí caminar hasta llegar a una de las puertas, encontré que tenía una placa con la fecha de mi quinto cumpleaños, me encargué de abrirla con sumo cuidado,  de repente, todo el  pasillo se llenó de luz y logré escuchar  un ruido que venía de allí así que solo la cerré, pero aun así, no dejaba de sentir curiosidad por lo que decidí abrirla tan solo por un costado; me pareció haber visto a mi madre, eso me impulsó a entrar.

Observé que se encontraban en una celebración, vi una mesa repleta de regalos, observé uno de mis juguetes favoritos cuando era niño; ahí caí en cuenta de que estaba presenciando nuevamente uno de mis cumpleaños, eso logró confundirme y atemorizarme.  Una de las puertas a las que entré era un tanto particular, no era tan linda como las demás, estaba desgastada, al ingresar sentí un frío que recorrió delgado cuerpo desde la nuca hasta la punta de mis pies. En efecto era yo, estaba durmiendo. ¡Me aterroricé!

Debido a la desesperación de tratar de escapar del lugar, no noté que frente a mí había un objeto extraño y choqué con él. Era una puerta de metal, no sé cómo, pero de alguna forma logré entrar.

Al estar en ese lugar sobrio y frío todo me parecía tan extraño, pero se me hizo más extraño ver que aquella habitación estaba llena de espejos que parecían ser comunes, pero resultó que al pasar por cada uno de estos, me sentía de manera diferente; tuve esa sensación de recuperar algo que había perdido. Cada vez que me observaba en un espejo podía dimensionar mil cosas en cada uno, podía ver cosas que quería lograr y sentimientos que no había podido expresar por alguna razón.

Otros espejos me mostraron diversas facetas de mi vida, derrumbaron cosas que creía estaban bien y completas; algunos me mostraron cosas de mi presente que en serio lograban agradarme, cada vista de mi reflejo en esos espejos me mostró cosas en mí que nunca habría podido ver de no haber llegado a este lugar, cosas buenas y cosas malas, sueños y derrotas. Fue justo en ese momento en el que entendí todo.

Hubo un ruido estruendoso que me hizo despertar de aquel pesado y raro sueño, miré el reloj y ya era hora de ir a clases.   

Por: Luis Carlos Navarro Maestre I.E. Casimiro Raúl Maestre