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Crónica - 18 agosto, 2020

Mercedes Raquel Barcha Pardo, la ‘Gaba’

‘Gabo’ conoce a Mercedes en un baile de Cayetano Gentile (Santiago Nasar Crónica de una Muerte Anunciada), en periodo de vacaciones estudiantiles cuando viajaba a visitar a sus padres quienes en esos momentos vivían en la población de Sucre, donde estaban después de la muerte en 1936 del abuelo Papalelo como lo apodaba.

Foto/Leo Matíz.
Foto/Leo Matíz.

‘Gabo’ conoce a Mercedes en un baile de Cayetano Gentile (Santiago Nasar Crónica de una Muerte Anunciada), en periodo de vacaciones estudiantiles cuando viajaba a visitar a sus padres quienes en esos momentos vivían en la población de Sucre, donde estaban después de la muerte en 1936 del abuelo Papalelo como lo apodaba.

Persiguió a su amiga de infancia por años hasta que se encontraron en los inicios de la década del 50 en Barranquilla en la época en que él trabajó en El Heraldo y la familia de ella había llegado a esta ciudad. Don Demetrio Barcha, su padre, un boticario sincelejano se instaló en Barranquilla, cerca al Hotel El Prado donde ‘Gabo’ y Mercedes iban a bailar los domingos.  

Ella decía: “Cuando yo tenía esa edad mi papá aseguraba que todavía no había nacido el príncipe que se iba a casar conmigo”. Al viajar a  Europa enviado por El Espectador en 1955, iba enamorado y con noviazgo en firme, había decidido casarse con ella.  (Silvia Galvis. Los García Márquez).

En efecto así lo hizo un marzo de 1958 en ceremonia  realizada en  la iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Barranquilla con Mercedes “a la que le había propuesto matrimonio desde sus trece años”. Él tenía 31 años de edad, ella cumplía 25. García Márquez llegó el día anterior de Caracas donde trabajaba en las revistas Élite y Venezuela Gráfica.  “Esta es la primera casa a la que entro como casado”, le dijo a la poetisa barranquillera Meira del Mar a donde fue a almorzar después de la ceremonia. Siempre había afirmado: “Con Mercedes conformo un matrimonio maravilloso”.

Su compadre periodista y escritor Plinio Apuleyo Mendoza, en el Olor de la Guayaba, habla de las mujeres que dejaron huellas en la vida del nobel; Inicia con su abuela, Tranquilina Iguarán Cotes, (Mina) a quien describe como: “una mujer imaginativa y supersticiosa que llenaba la casa con historias de fantasmas, premoniciones, augurios y signos a tal grado que la considera la primera y principal influencia literaria y de su estilo e inspiradora del personaje de Úrsula Iguarán en Cien años de soledad.A Mercedes Barcha él afirmó haberla conocido delgada como un alambre. En 1996, durante el cierre de un taller de periodismo deportivo en Cartagena, comenta de manera espontánea en una de sus columnas escrita a principios de los años 50 titulada ‘La jirafa”, allí regaló la pregunta que ningún periodista le había hecho.

-¿Cuál, Maestro?, le pregunto Plinio.

¿Por qué yo ‘bauticé’  esa columna con el nombre de La Jirafa?”, respondió. Y tras una breve pausa, agregó: “Así le decía yo a Mercedes, el amor de mi vida”.

 Año 1965. El conductor que iba en el automóvil vía México Acapulco con su mujer y sus dos hijos, frenó en seco y viró para encaminarse a ciudad de México. Le dijo a ella que había llegado a su mente la inspiración que por tantos años había buscado, desde cuando siendo niño su abuelo lo llevó a conocer el hielo: Cómo iniciar su novela Cien años de soledad. Mercedes mostró durante este tiempo su capacidad para enfrentar y asumir una serie de responsabilidades económicas, porque la venta del carro y otros enseres que le permitieron a ‘Gabo’ encerrarse a escribir duraron apenas seis meses.  Ella toreaba de manera recursiva las dificultades económicas.  En casa nunca faltó nada, ni las 500 hojas que a menudo requería el nobel escritor.  Según su propio relato finalizada la novela en 1966 van al correo para enviarla a Buenos Aires a Francisco Porrúa director de Suramericana.

Eran 590 cuartillas escritas en papel rústico a doble espacio. El cartero procede a pesar el paquete cuyo costo de envío era  82 pesos mexicanos. Mercedes se dispuso a contar los billetes y monedas que llevaba lo cual dio un resultado de $53. Abrimos el paquete y en los afanes de cómo conseguir el faltante, no enviamos la primera, sino la última parte de la novela…” Mercedes empeñó todo lo que pudo… Cuando más desesperada parecía la situación, Francisco Antonio Porrúa le ofreció un anticipo para publicarla, al editarla los lectores quedaron deslumbrados al leer algunos apartes publicados en El Espectador y en la revista Nuevo Mundo de París.

 Y lo mismo le sucedió a Miguel Porrúa quien dijo: “no sé si el autor es un genio o está loco”. Empapeló sin darse cuenta el largo pasillo que iba desde la entrada del apartamento hasta el estudio con hileras de papel, que simulaban estar allí para limpiarse los zapatos después del aguacero que ese día había caído en Buenos Aires, eran las cuartillas que ante la emoción que sentía al leerlas, Porrúa iba dejando caer a medida que leía la magistral obra.

El novelista Tomas Eloy Martínez (fallecido), jefe de redacción del Semanario Primera Plana con el que Francisco Porrúa director literario de la editorial Sudamericana, hizo una alianza para publicar Cien años de soledad, su novela de gloria premio nobel de literatura 1982, comenta: los García Márquez llegaron a Buenos Aires el 16 de agosto de 1967: “Vimos bajar al escritor con una indescriptible chaqueta a cuadros, en la que se entretejían rojos chillones con los azules eléctricos del Caribe. Lo acompañaba una mujer bellísima, de grandes ojos orientales, que parecía la reina Nefertiti en versión de la costa colombiana. Era Mercedes”. (Tomás Eloy Martínez. García Márquez).

Descripción que coincide con la que hace Gerald Martin, uno de sus biógrafos: “es una mujer alta y linda con pelo marrón hasta los hombros, nieta de un inmigrante egipcio, lo que al parecer se manifiesta en unos pómulos anchos y ojos castaños grandes y penetrantes.”  “Sin Mercedes no hubiera llegado a escribir el libro”, dijo una vez antes de recibir en 1982 el Premio Nobel de Literatura. Aída, hermana menor del escritor, dice: “Lo que sí me consta, todavía hoy, es que Gabito respira por el pulmón de Mercedes”.

Con sobrada razón los gabólogos le reconocen sus méritos y han iniciado el trabajo que hace tiempo debió hacerse sobre Mercedes de quien García Márquez afirma que es una extensión de su personalidad, a pesar de haber roto su silencio en muy pocas oportunidades. Precisamente fue en la entrevista que concedió al escritor puertorriqueño Héctor Feliciano, de los diarios El País, de España, y El Clarín, de Argentina, donde por primera vez dio a conocer aspectos relevantes de su vida matrimonial que duró 56 años. De cuya unión nacieron dos hijos: Rodrigo y Gonzalo. Entrevista publicada asimismo en más de 20 páginas como parte del libro García Márquez periodista, que incluye además la recopilación de las crónicas periodísticas durante su paso por El Espectador y El Heraldo, de Barranquilla. Divulgación que se hará gracias a una alianza editorial entre la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, que lidera Jaime Abello Banfi y la organización Ardila Lulle.

Con nostalgia registramos la partida de Mercedes Barcha nacida en Magangué en 1932, la cómplice tenaz del hijo de Aracataca nobel Gabriel García Márquez en todas sus aventuras literarias, apoyo que él reconoció siempre. Fue una de sus musas para describir el mundo femenino, su gran novela, La pareja perfecta, ella con los pies en la tierra y ‘Gabo’ era la fantasía. Uno de sus familiares informó que murió en ciudad de México el 15 de agosto.

Por: Giomar Lucía Guerra Bonilla

Crónica
18 agosto, 2020

Mercedes Raquel Barcha Pardo, la ‘Gaba’

‘Gabo’ conoce a Mercedes en un baile de Cayetano Gentile (Santiago Nasar Crónica de una Muerte Anunciada), en periodo de vacaciones estudiantiles cuando viajaba a visitar a sus padres quienes en esos momentos vivían en la población de Sucre, donde estaban después de la muerte en 1936 del abuelo Papalelo como lo apodaba.


Foto/Leo Matíz.
Foto/Leo Matíz.

‘Gabo’ conoce a Mercedes en un baile de Cayetano Gentile (Santiago Nasar Crónica de una Muerte Anunciada), en periodo de vacaciones estudiantiles cuando viajaba a visitar a sus padres quienes en esos momentos vivían en la población de Sucre, donde estaban después de la muerte en 1936 del abuelo Papalelo como lo apodaba.

Persiguió a su amiga de infancia por años hasta que se encontraron en los inicios de la década del 50 en Barranquilla en la época en que él trabajó en El Heraldo y la familia de ella había llegado a esta ciudad. Don Demetrio Barcha, su padre, un boticario sincelejano se instaló en Barranquilla, cerca al Hotel El Prado donde ‘Gabo’ y Mercedes iban a bailar los domingos.  

Ella decía: “Cuando yo tenía esa edad mi papá aseguraba que todavía no había nacido el príncipe que se iba a casar conmigo”. Al viajar a  Europa enviado por El Espectador en 1955, iba enamorado y con noviazgo en firme, había decidido casarse con ella.  (Silvia Galvis. Los García Márquez).

En efecto así lo hizo un marzo de 1958 en ceremonia  realizada en  la iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Barranquilla con Mercedes “a la que le había propuesto matrimonio desde sus trece años”. Él tenía 31 años de edad, ella cumplía 25. García Márquez llegó el día anterior de Caracas donde trabajaba en las revistas Élite y Venezuela Gráfica.  “Esta es la primera casa a la que entro como casado”, le dijo a la poetisa barranquillera Meira del Mar a donde fue a almorzar después de la ceremonia. Siempre había afirmado: “Con Mercedes conformo un matrimonio maravilloso”.

Su compadre periodista y escritor Plinio Apuleyo Mendoza, en el Olor de la Guayaba, habla de las mujeres que dejaron huellas en la vida del nobel; Inicia con su abuela, Tranquilina Iguarán Cotes, (Mina) a quien describe como: “una mujer imaginativa y supersticiosa que llenaba la casa con historias de fantasmas, premoniciones, augurios y signos a tal grado que la considera la primera y principal influencia literaria y de su estilo e inspiradora del personaje de Úrsula Iguarán en Cien años de soledad.A Mercedes Barcha él afirmó haberla conocido delgada como un alambre. En 1996, durante el cierre de un taller de periodismo deportivo en Cartagena, comenta de manera espontánea en una de sus columnas escrita a principios de los años 50 titulada ‘La jirafa”, allí regaló la pregunta que ningún periodista le había hecho.

-¿Cuál, Maestro?, le pregunto Plinio.

¿Por qué yo ‘bauticé’  esa columna con el nombre de La Jirafa?”, respondió. Y tras una breve pausa, agregó: “Así le decía yo a Mercedes, el amor de mi vida”.

 Año 1965. El conductor que iba en el automóvil vía México Acapulco con su mujer y sus dos hijos, frenó en seco y viró para encaminarse a ciudad de México. Le dijo a ella que había llegado a su mente la inspiración que por tantos años había buscado, desde cuando siendo niño su abuelo lo llevó a conocer el hielo: Cómo iniciar su novela Cien años de soledad. Mercedes mostró durante este tiempo su capacidad para enfrentar y asumir una serie de responsabilidades económicas, porque la venta del carro y otros enseres que le permitieron a ‘Gabo’ encerrarse a escribir duraron apenas seis meses.  Ella toreaba de manera recursiva las dificultades económicas.  En casa nunca faltó nada, ni las 500 hojas que a menudo requería el nobel escritor.  Según su propio relato finalizada la novela en 1966 van al correo para enviarla a Buenos Aires a Francisco Porrúa director de Suramericana.

Eran 590 cuartillas escritas en papel rústico a doble espacio. El cartero procede a pesar el paquete cuyo costo de envío era  82 pesos mexicanos. Mercedes se dispuso a contar los billetes y monedas que llevaba lo cual dio un resultado de $53. Abrimos el paquete y en los afanes de cómo conseguir el faltante, no enviamos la primera, sino la última parte de la novela…” Mercedes empeñó todo lo que pudo… Cuando más desesperada parecía la situación, Francisco Antonio Porrúa le ofreció un anticipo para publicarla, al editarla los lectores quedaron deslumbrados al leer algunos apartes publicados en El Espectador y en la revista Nuevo Mundo de París.

 Y lo mismo le sucedió a Miguel Porrúa quien dijo: “no sé si el autor es un genio o está loco”. Empapeló sin darse cuenta el largo pasillo que iba desde la entrada del apartamento hasta el estudio con hileras de papel, que simulaban estar allí para limpiarse los zapatos después del aguacero que ese día había caído en Buenos Aires, eran las cuartillas que ante la emoción que sentía al leerlas, Porrúa iba dejando caer a medida que leía la magistral obra.

El novelista Tomas Eloy Martínez (fallecido), jefe de redacción del Semanario Primera Plana con el que Francisco Porrúa director literario de la editorial Sudamericana, hizo una alianza para publicar Cien años de soledad, su novela de gloria premio nobel de literatura 1982, comenta: los García Márquez llegaron a Buenos Aires el 16 de agosto de 1967: “Vimos bajar al escritor con una indescriptible chaqueta a cuadros, en la que se entretejían rojos chillones con los azules eléctricos del Caribe. Lo acompañaba una mujer bellísima, de grandes ojos orientales, que parecía la reina Nefertiti en versión de la costa colombiana. Era Mercedes”. (Tomás Eloy Martínez. García Márquez).

Descripción que coincide con la que hace Gerald Martin, uno de sus biógrafos: “es una mujer alta y linda con pelo marrón hasta los hombros, nieta de un inmigrante egipcio, lo que al parecer se manifiesta en unos pómulos anchos y ojos castaños grandes y penetrantes.”  “Sin Mercedes no hubiera llegado a escribir el libro”, dijo una vez antes de recibir en 1982 el Premio Nobel de Literatura. Aída, hermana menor del escritor, dice: “Lo que sí me consta, todavía hoy, es que Gabito respira por el pulmón de Mercedes”.

Con sobrada razón los gabólogos le reconocen sus méritos y han iniciado el trabajo que hace tiempo debió hacerse sobre Mercedes de quien García Márquez afirma que es una extensión de su personalidad, a pesar de haber roto su silencio en muy pocas oportunidades. Precisamente fue en la entrevista que concedió al escritor puertorriqueño Héctor Feliciano, de los diarios El País, de España, y El Clarín, de Argentina, donde por primera vez dio a conocer aspectos relevantes de su vida matrimonial que duró 56 años. De cuya unión nacieron dos hijos: Rodrigo y Gonzalo. Entrevista publicada asimismo en más de 20 páginas como parte del libro García Márquez periodista, que incluye además la recopilación de las crónicas periodísticas durante su paso por El Espectador y El Heraldo, de Barranquilla. Divulgación que se hará gracias a una alianza editorial entre la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, que lidera Jaime Abello Banfi y la organización Ardila Lulle.

Con nostalgia registramos la partida de Mercedes Barcha nacida en Magangué en 1932, la cómplice tenaz del hijo de Aracataca nobel Gabriel García Márquez en todas sus aventuras literarias, apoyo que él reconoció siempre. Fue una de sus musas para describir el mundo femenino, su gran novela, La pareja perfecta, ella con los pies en la tierra y ‘Gabo’ era la fantasía. Uno de sus familiares informó que murió en ciudad de México el 15 de agosto.

Por: Giomar Lucía Guerra Bonilla