“No son frases diseminadas con esencias florales ni artesanías de la imaginación, ya que, pese a su juvenil edad, esboza conceptos sabios y reflexivos”
Alguna vez de mi puño salió escrito un poemario para la obra poética de un amigo que nunca la publicó. Uno de esos párrafos decía que veneraba a los poetas desde cuando me aferré a la verdad de que Homero, un mendigo ciego que sobrevivió en La Ilíada y La Odisea a todos los varones de Grecia antigua, a quienes tocó la puerta de sus palacios, desharrapado, implorante, laúd en mano, mendigando un mendrugo de pan a trueque de sus versos épicos, pero que hoy fulge con luz propia pese al desdén de los poderosos de su tiempo que ahora yacen en el polvo dormidos en una muerte sin rescate.
El poeta nace con la dote divina de una sensibilidad extraña que lo hace un sutil catador de la belleza y un fino escribano de los acontecimientos humanos que pincelan la amargura, la desdicha, la virtud, el regocijo, el heroísmo, los sentimientos y los sueños fallidos. Los poetas vienen al mundo así, por don de natura.
La poesía está en el alma de las cosas que nos rodean, el poeta las descubre así como el escultor sólo extrae su obra de arte que ya existe en la mole de mármol.
EL POEMARIO
Confieso que fue toda una revelación la presentación del poemario ‘Una Vida en Palabras’ y el recital de ‘Marce’ Urón. Su verbo poético fluía con sonoridades de alfaguara serrana, dócil, sencillo, sin giros idiomáticos que hicieran distorsión de su pensamiento, sin estilísticas de clásicos ni de escuelas literarias. Por eso, su versificación es pura, fresca, vivencial y a la medida justa, y nada más, de lo que quiso escribir.
Me plugo saber que la nobel poetisa cultiva además las nobles disciplinas del derecho con postgrados en la rama administrativa, y que por ello pertenece también al universo de los togados inmersos en la aridez de doctrinas, jurisprudencias, legislaciones y teorías.
Debe causar estupor que ella le haga espacio al mundo de sus versos, por quienes miran como contrapuesta las dos vocaciones. Yo la entiendo, por cuanto en mi despacho de abogado por razones del oficio escuchaba las confidencias de mis clientes que debía guardar con sigilo profesional, pero tanta miseria humana que de los labios de ellos oía, además de lo inasible y fragoso de ese mundo de tesis y de hipótesis que ocupaban mi labor de litigante, descompensaban mi ánimo. Entonces acudía a la lectura de una obra poética, para evadirme hacia otras latitudes del espíritu.
El poeta nace, si, pero el entorno hace influjo en su numen creador. Un determinismo geográfico y cultural son récipes de su alquimia creativa. No podía evadir nuestra poetisa ‘Marce’ esos dos ingredientes que en su ruta han debido ser decisivos. Los parajes de Río de Oro, villa de sus ancestros hacaritamos colgada sobre el dorso de la cordillera, llegó a sus pupilas de infancia.
Debió contemplar los grumos de sangre diluidos sobre las nubes en los atardeceres murientes en el Cerro de la Cruz y de la Virgen; el milagro moteado en los pétalos ambarinos de los barbatuscos diseminados entre las sierras bravas y calvas del paisaje. Ella, la joven poetisa, flor que canta a las flores, debió tener el oído atento a las leyendas de ese terruño de letrados, de políticos, de guerreros en batallas fratricidas que libraron sus porfías con el retumbo del fusil; de terribles caciques que se negaban a ser borrados en la historia cincelada con la espada y crucifijo, con arco y carcaj, arcabuz y pólvora.
También debió sensibilizar el espíritu hacedor de ella, los añejos relatos de las callejuelas hechas para las guitarras galantes, oyendo el tañido de la campana aldeana, donde vivieron los abuelos patriarcales bajo el viguetaje de las casonas virreinales entre el tufillo del ramillete fragante colocado en la hornacina ahumada por los cirios devotos.
POESÍA Y FILOSOFÍA
Hay apartes de la poemática de ‘Marce’ Urón donde lleva el mensaje de lo cotidiano con atavíos de filosofía. No son frases diseminadas con esencias florales ni artesanías de la imaginación, ya que, pese a su juvenil edad, esboza conceptos sabios y reflexivos.
Así lo delatan muchos de sus poemas como ‘En Tiempo del Insomnio’ donde la poetisa cabalga sobre la desazón de una dura realidad actual que disecciona con el escalpelo de sus frases dolidas y críticas, como un reclamo para recomendar el amor, ese hálito divino que nos bifurca de lo humano y nos disuelve en la esencia de los dioses.
A ratos nos da razones de concordar lo discordante. Así en “Elegir” nos vislumbra la disyuntiva de tomar camino por la espiritualidad digerida por el raciocinio: “Elijamos edificar desde la angustia propia y el sufrimiento ajeno, incluyendo el del quien no comparte nuestras ideas. “Elijamos la libertad de nuestro encierro”.
No abundaré más en conceptos literarios. Algunos más avezados que yo en esa agradable labor, lo harán con más valía. Además, dejo a los lectores de ella, sus propias conclusiones. Yo apenas soy un emborronador de cuartillas.
LA POESÍA PERDURARÁ
Después de la presentación de la obra y del recital sobre la misma, en labios de la poetisa, el pasado jueves 27 de mayo, en la Cámara de Comercio de Valledupar, Julio Oñate Martínez, auriga en su vehículo, tuvo la gentileza de transportarme a mi casa con su habitual charla erudita en temas de cultura.
Recuerdo que al estrechar su mano en la despedida de esa noche, le dije: “Esa joven tiene la imaginación luminosa de José Luis, su padre. Me siento reconfortado al saber que en las generaciones nuevas hay espacio para el verso culto. Ahora sé que la poesía vivirá por siempre todos los sueños humanos”.
POR RODOLFO ORTEGA MONTERO/ESPECIAL PARA EL PILÓN
“No son frases diseminadas con esencias florales ni artesanías de la imaginación, ya que, pese a su juvenil edad, esboza conceptos sabios y reflexivos”
Alguna vez de mi puño salió escrito un poemario para la obra poética de un amigo que nunca la publicó. Uno de esos párrafos decía que veneraba a los poetas desde cuando me aferré a la verdad de que Homero, un mendigo ciego que sobrevivió en La Ilíada y La Odisea a todos los varones de Grecia antigua, a quienes tocó la puerta de sus palacios, desharrapado, implorante, laúd en mano, mendigando un mendrugo de pan a trueque de sus versos épicos, pero que hoy fulge con luz propia pese al desdén de los poderosos de su tiempo que ahora yacen en el polvo dormidos en una muerte sin rescate.
El poeta nace con la dote divina de una sensibilidad extraña que lo hace un sutil catador de la belleza y un fino escribano de los acontecimientos humanos que pincelan la amargura, la desdicha, la virtud, el regocijo, el heroísmo, los sentimientos y los sueños fallidos. Los poetas vienen al mundo así, por don de natura.
La poesía está en el alma de las cosas que nos rodean, el poeta las descubre así como el escultor sólo extrae su obra de arte que ya existe en la mole de mármol.
EL POEMARIO
Confieso que fue toda una revelación la presentación del poemario ‘Una Vida en Palabras’ y el recital de ‘Marce’ Urón. Su verbo poético fluía con sonoridades de alfaguara serrana, dócil, sencillo, sin giros idiomáticos que hicieran distorsión de su pensamiento, sin estilísticas de clásicos ni de escuelas literarias. Por eso, su versificación es pura, fresca, vivencial y a la medida justa, y nada más, de lo que quiso escribir.
Me plugo saber que la nobel poetisa cultiva además las nobles disciplinas del derecho con postgrados en la rama administrativa, y que por ello pertenece también al universo de los togados inmersos en la aridez de doctrinas, jurisprudencias, legislaciones y teorías.
Debe causar estupor que ella le haga espacio al mundo de sus versos, por quienes miran como contrapuesta las dos vocaciones. Yo la entiendo, por cuanto en mi despacho de abogado por razones del oficio escuchaba las confidencias de mis clientes que debía guardar con sigilo profesional, pero tanta miseria humana que de los labios de ellos oía, además de lo inasible y fragoso de ese mundo de tesis y de hipótesis que ocupaban mi labor de litigante, descompensaban mi ánimo. Entonces acudía a la lectura de una obra poética, para evadirme hacia otras latitudes del espíritu.
El poeta nace, si, pero el entorno hace influjo en su numen creador. Un determinismo geográfico y cultural son récipes de su alquimia creativa. No podía evadir nuestra poetisa ‘Marce’ esos dos ingredientes que en su ruta han debido ser decisivos. Los parajes de Río de Oro, villa de sus ancestros hacaritamos colgada sobre el dorso de la cordillera, llegó a sus pupilas de infancia.
Debió contemplar los grumos de sangre diluidos sobre las nubes en los atardeceres murientes en el Cerro de la Cruz y de la Virgen; el milagro moteado en los pétalos ambarinos de los barbatuscos diseminados entre las sierras bravas y calvas del paisaje. Ella, la joven poetisa, flor que canta a las flores, debió tener el oído atento a las leyendas de ese terruño de letrados, de políticos, de guerreros en batallas fratricidas que libraron sus porfías con el retumbo del fusil; de terribles caciques que se negaban a ser borrados en la historia cincelada con la espada y crucifijo, con arco y carcaj, arcabuz y pólvora.
También debió sensibilizar el espíritu hacedor de ella, los añejos relatos de las callejuelas hechas para las guitarras galantes, oyendo el tañido de la campana aldeana, donde vivieron los abuelos patriarcales bajo el viguetaje de las casonas virreinales entre el tufillo del ramillete fragante colocado en la hornacina ahumada por los cirios devotos.
POESÍA Y FILOSOFÍA
Hay apartes de la poemática de ‘Marce’ Urón donde lleva el mensaje de lo cotidiano con atavíos de filosofía. No son frases diseminadas con esencias florales ni artesanías de la imaginación, ya que, pese a su juvenil edad, esboza conceptos sabios y reflexivos.
Así lo delatan muchos de sus poemas como ‘En Tiempo del Insomnio’ donde la poetisa cabalga sobre la desazón de una dura realidad actual que disecciona con el escalpelo de sus frases dolidas y críticas, como un reclamo para recomendar el amor, ese hálito divino que nos bifurca de lo humano y nos disuelve en la esencia de los dioses.
A ratos nos da razones de concordar lo discordante. Así en “Elegir” nos vislumbra la disyuntiva de tomar camino por la espiritualidad digerida por el raciocinio: “Elijamos edificar desde la angustia propia y el sufrimiento ajeno, incluyendo el del quien no comparte nuestras ideas. “Elijamos la libertad de nuestro encierro”.
No abundaré más en conceptos literarios. Algunos más avezados que yo en esa agradable labor, lo harán con más valía. Además, dejo a los lectores de ella, sus propias conclusiones. Yo apenas soy un emborronador de cuartillas.
LA POESÍA PERDURARÁ
Después de la presentación de la obra y del recital sobre la misma, en labios de la poetisa, el pasado jueves 27 de mayo, en la Cámara de Comercio de Valledupar, Julio Oñate Martínez, auriga en su vehículo, tuvo la gentileza de transportarme a mi casa con su habitual charla erudita en temas de cultura.
Recuerdo que al estrechar su mano en la despedida de esa noche, le dije: “Esa joven tiene la imaginación luminosa de José Luis, su padre. Me siento reconfortado al saber que en las generaciones nuevas hay espacio para el verso culto. Ahora sé que la poesía vivirá por siempre todos los sueños humanos”.
POR RODOLFO ORTEGA MONTERO/ESPECIAL PARA EL PILÓN