Aunque su oficio aparenta ser complicado de ejecutar, considera que esa es una idea errónea. Advierte que solo se necesita interés y amor para trabajar con el hierro.
En una de las empedradas calles del barrio Villa Yaneth, esas que son testigo fiel del arduo trabajo con las que las familias de este sector se despiertan todas las mañanas en busca de oportunidades laborales, está Luis Torres quien desde su vivienda y a través de estructuras de metal, obtiene el sustento para su esposa e hijos.
Listones de más de un metro de largo, con las que le da vida a rejas, ventanas, puertas y portones, son algunos de los objetos que sobresalen en la casa de este hombre de 35 años, quien ha dedicado ocho de estos a la ornamentación; su hogar no es muy grande, pues el espacio más amplio es el ‘templo’ donde construye la seguridad para negocios y residencias de sus clientes.
Detrás de la máscara de metal y entre las chispas de soldadura se encuentra un hombre de pocas palabras, con una mirada tímida pero que desaparece cuando sus manos sostienen el material rígido con el que diariamente trabaja, junto a sus dos empleados.
Aunque su oficio aparenta ser complicado de ejecutar, considera que esa es una idea errónea. Advierte que solo se necesita interés y amor para trabajar con el hierro.
“Después que se le ponga amor a lo que se hace todo es fácil, no creo que mi trabajo sea peligroso y si hay interés en aprender, en menos de una semana ya se obtienen buenos resultados”, dijo el herrero.
Torres agradece todos los días a Dios porque a pesar de lo difícil que es crear empresa, hoy goza de ser dueño de un taller en el que no solo recibe clientes de su barrio y de Valledupar, sino también de pueblos cercanos a la ciudad.
Su oficio lo aprendió luego de su paso por ocho talleres de la capital del Cesar, donde obtuvo alguna técnica que le facilita hoy su trabajo. Luego de ver la rentabilidad del negocio y de contar ya con algunos clientes fieles decidió independizarse con su taller de soldadura en el barrio Villa Yaneth, en el noroccidente de Valledupar, sobre la carrera 43 con calle 3e.
Por Jennifer Polo / EL PILÓN
Aunque su oficio aparenta ser complicado de ejecutar, considera que esa es una idea errónea. Advierte que solo se necesita interés y amor para trabajar con el hierro.
En una de las empedradas calles del barrio Villa Yaneth, esas que son testigo fiel del arduo trabajo con las que las familias de este sector se despiertan todas las mañanas en busca de oportunidades laborales, está Luis Torres quien desde su vivienda y a través de estructuras de metal, obtiene el sustento para su esposa e hijos.
Listones de más de un metro de largo, con las que le da vida a rejas, ventanas, puertas y portones, son algunos de los objetos que sobresalen en la casa de este hombre de 35 años, quien ha dedicado ocho de estos a la ornamentación; su hogar no es muy grande, pues el espacio más amplio es el ‘templo’ donde construye la seguridad para negocios y residencias de sus clientes.
Detrás de la máscara de metal y entre las chispas de soldadura se encuentra un hombre de pocas palabras, con una mirada tímida pero que desaparece cuando sus manos sostienen el material rígido con el que diariamente trabaja, junto a sus dos empleados.
Aunque su oficio aparenta ser complicado de ejecutar, considera que esa es una idea errónea. Advierte que solo se necesita interés y amor para trabajar con el hierro.
“Después que se le ponga amor a lo que se hace todo es fácil, no creo que mi trabajo sea peligroso y si hay interés en aprender, en menos de una semana ya se obtienen buenos resultados”, dijo el herrero.
Torres agradece todos los días a Dios porque a pesar de lo difícil que es crear empresa, hoy goza de ser dueño de un taller en el que no solo recibe clientes de su barrio y de Valledupar, sino también de pueblos cercanos a la ciudad.
Su oficio lo aprendió luego de su paso por ocho talleres de la capital del Cesar, donde obtuvo alguna técnica que le facilita hoy su trabajo. Luego de ver la rentabilidad del negocio y de contar ya con algunos clientes fieles decidió independizarse con su taller de soldadura en el barrio Villa Yaneth, en el noroccidente de Valledupar, sobre la carrera 43 con calle 3e.
Por Jennifer Polo / EL PILÓN