Ante la alta afluencia de público en los parques, especialmente los fines de semana, estos lugares se han convertido en escenarios apetecidos por los comerciantes y emprendedores que ofrecen diferentes servicios.
Hoy en día los parques públicos de Valledupar son más que juegos infantiles, resbaladeros, toboganes, columpios, máquinas biosaludables, que permiten a todas las personas acceder de forma gratuita a canchas deportivas, senderos para manejar bicicleta o para caminar, estos escenarios ofrecen una plataforma para pequeños comerciantes y emprendedores que buscan desarrollar sus ideas de negocio.
Es así como estos sitios, especialmente en los remodelados por las diferentes administraciones municipales, es común observar servicios de comida y entrenamiento, entre otros.
Las ventas de comidas rápidas, jugos, gaseosas, crispetas dulces y saladas, manzanas caramelizadas, algodón, chuzos, agua, bolis, inflables, animaciones dirigidas, pinturas para infantes y hasta atracciones mecánicas llaman la atención de los asistentes a estos espacios de esparcimiento.
Este medio de comunicación visito tres de los parques más concurridos en Valledupar: el de Los Cortijos, el de Los Algarrobillos y Cristo Rey, donde encontró a vendedores que se ubican en estos lugares entre las 4:00 p.m. y 10:00 p.m. con el propósito de ‘rebuscarse’ ante la falta de oportunidades laborales formales de la ciudad. Ellos aseguran, que junto con las Juntas de Acción Comunal, Indupal o la iglesia (según el lugar) desarrollan una economía colaborativa, pues ejercen su labor en estos espacios públicos y como contraprestación se encargan del mantenimiento del mismo, con labores de limpieza, poda, jardinería o reparación de los juegos.
En el parque de Los Cortijos, norte de la ciudad, hay seis negocios de comidas “food truck” (gastroneta o camión restaurante), dos ‘brinca brinca’, un carro de tintos y un negocio de pintura al parque. Allí los comerciantes, que son habitantes del sector, operan con el acompañamiento de la Junta de Acción Comunal; ellos proyectan carnetizarse e identificarse con chalecos para lucir más organizados.
En el parque de Los Algarrobillos, el más grande del suroriente de la ciudad, 35 vendedores están agremiados en la Asociación de Vendedores del Parque de Los Algarrobillos, Avenpal; cada uno da una cuota de $3.000 para las necesidades que requiera el lugar donde trabajan. Sin embargo, se quejan que cada día aparecen nuevos forasteros que ofrecen sus productos y servicios, dando un aspecto desordenado al lugar.
En el parque Cristo Rey, barrio Simón Bolívar, hay una caseta de comidas, a cargo de una familia que asignó la iglesia de este sector y tiene el compromiso de velar por el cuidado del sitio inaugurado hace 13 días. Este es uno de los parques más visitados debido a la curiosidad que despierta la fuente seca que funciona de 6 a 10 de la noche.
Aunque la mayoría de negocios están organizados en pequeñas asociaciones, hay algunas molestias por otros vendedores ambulantes que no se ciñen a las normas planteadas en cada parque.
Frente a este panorama, el encargado de la oficina de Desarrollo Empresarial del municipio, Víctor Montaño, afirmó que esto refleja la aguda situación de informalidad que aqueja la economía de la región. “Lo más difícil de esta situación es que en el marco de los vendedores informales de los parques se camuflan personas que hacen otro tipo de negocios que enferman a la sociedad, como lo es vender drogas. Ha sido una lucha de esta administración de recuperar los parques, colocando actividades deportivas o dejándoselos a las Juntas de Acción Comunal para tratar de evitar estas anomalías”, explicó.
También indicó que el tema de la informalidad es altamente preocupante en la ciudad. “El DANE dice que estamos por encima del 63%, pero la Ormet (Observatorio del Mercado de Trabajo del Cesar) dice que estamos por encima del 73%. La informalidad no deja progresar ni permite que la gente eche pa’ lante. Es una manera que tienen las personas de luchar contra la falta de ingresos, pero la informalidad también es una trampa para dejarlos ahí para toda la vida porque el que no se formalice ni piensa de manera empresarial, nunca está en la disposición de crecer y convertirse en verdaderos empresarios”, acotó.
El llamado que le hace a los comerciantes de los parques es a que se acerquen a las entidades como Cámara de Comercio y Alcaldía, donde están integrantes de la Red de Emprendimiento, dispuestos a brindar asesoría; buscar la forma de su formalización y proyección como verdaderos empresarios.
“No existe el consolidado de estos negocios, pero me comprometo a buscarlas porque las Juntas de Acción Comunal y los vecinos de los parques si la tienen. Haré la investigación de cuántas personas están utilizando el espacio público de los parques de la ciudad para hacer negocios estacionarios o ambulantes”, dijo el funcionario.
Por su parte, el inspector de Espacio Público del municipio, Manuel Mercado, aseveró que esas ventas no cuentan con ningún permiso ni pago a la administración municipal, argumentando que “desde la oficina de Espacio Público lo que se hace es regular que no obstruyan los juegos didácticos, el andén, las zonas verdes y las canchas; que sean organizadas y que cumplan con algunos parámetros de regulación de espacio y tamaño. Se viene realizando un trabajo en ciertos parques, como en el del barrio Los Cortijos, de no permitir tantos vendedores, a quienes se les hace vigilancia de que no coloquen una cantidad excesiva de mesas”.
Manifestó que el año pasado se hizo un censo para establecer cuáles eran los comerciantes que ya existían en los parques, para que no existiera una superpoblación de vendedores y dejaran espacio para los visitantes.
“Siempre se presentan anomalías en la apropiación del espacio público en los parques, puesto que la oficina es de lunes a sábado, es difícil controlarlos un sábado por la noche, domingo o festivo, pero son circunstancias que los mismos vendedores que tienen años ejerciendo en estos sitios denuncian y nosotros hacemos el respectivo control”, aclaró.
Frente a las posibles sanciones a las que tienen lugar estos vendedores informales, Mercado aseveró: “Primero le hacemos el requerimiento de que se retiren del lugar que afecte el espacio público y si no lo hacen de manera voluntaria el Inspector de Policía, junto con los operarios e integrantes de la Policía, procede al decomiso. Esta labor de retiro de vendedores ambulantes se realiza en diferentes zonas de Valledupar donde nos llegue requerimientos de obstrucción del espacio público”.
A su turno, el director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Valledupar, José Luis Urón Márquez, manifestó que desde la entidad le ha declarado ‘la guerra’ a la informalidad. “Todo establecimiento de comercio abierto al público o toda actividad mercantil debe cumplir con los requisitos que exige la formalidad, para evitar la competencia desleal, el lavado de activos y economía subterránea, que propicia que quienes estén en la formalidad vean que no vale la pena ser formal y den el paso a actividades informales e ilegales”, advirtió.
Explicó que el Código de Policía regula claramente el cumplimiento de requisitos mínimos (como: no invadir espacio público, no ejercer competencia desleal, estar ubicados de acuerdo al Plan de Ordenamiento Territorial, cumplir con el registro mercantil, pagar impuestos y cumplir con las normas sanitarias de Ley) para desarrollar actividades mercantiles sin verse expuestos a los requerimientos, comparendos y sanciones que el mismo Código prevé.
“Aquí hay una gran responsabilidad de la administración municipal, a través de la Secretaría de Gobierno y Planeación Municipal, de revisar si estos comerciantes están cumpliendo con los requisitos mínimos. No podemos ser complacientes con la informalidad que no genera empleo, emprendimiento económico y que a veces es utilizada para lavar activos”, subrayó.
Urón Márquez señaló que si un vendedor de estos quisiera entrar a la formalidad debe tener en cuenta que la matricula mercantil en la Cámara de Comercio es gratis la primera vez hasta los 35 años de existencia y la renovación tendrá unos descuentos especiales hasta que llegue a tarifa plena; igualmente debe registrarse en el municipio de Valledupar, revisar temas de salubridad, determinar cuáles actividades necesitan el control de la Secretaría de Salud y otras series de requisitos previstos en las normas que reglamentan las actividades mercantiles.
Carlos Morales, vendedor del parque Los Cortijos.
“Los que vendemos en este lugar somos habitantes de la zona; en su gran mayoría somos profesionales que nos tocó buscar otra forma de subsistir. Por estar en este lugar tenemos el compromiso social de las labores de jardinería, aseo, pendientes que no dañen los juegos y luces; somos como cuidadores del parque, que en otrora era un refugio para drogadictos y delincuentes”.
Orlando Salazar, presidente de la Asociación de Vendedores del parque Los Algarrobillos.
“De estar trabajando en este lugar tenemos más de cinco años, como asociación tenemos dos años y medio. Con la remodelación del parque y la aparición de nosotros, ofreciéndoles comodidad a las familias que nos visitan, este lugar tomó vida. Nosotros nos encargamos de hacer rellenos con arena, del mantenimiento de los juegos y de la limpieza del lugar”.
Raúl Palencia, administrador de la caseta de comidas del parque Doce de Octubre.
“En los pocos días que tenemos hemos tenido buena acogida. Este lugar nos los dio la parroquia y nosotros en contraprestación debemos velar por mantenimiento del parque. Tenemos la dificultad de tanto vendedor ambulante, a lo cual le debe dar manejo la Policía”.
Por Annelise Barriga Ramírez/EL PILÓN
Ante la alta afluencia de público en los parques, especialmente los fines de semana, estos lugares se han convertido en escenarios apetecidos por los comerciantes y emprendedores que ofrecen diferentes servicios.
Hoy en día los parques públicos de Valledupar son más que juegos infantiles, resbaladeros, toboganes, columpios, máquinas biosaludables, que permiten a todas las personas acceder de forma gratuita a canchas deportivas, senderos para manejar bicicleta o para caminar, estos escenarios ofrecen una plataforma para pequeños comerciantes y emprendedores que buscan desarrollar sus ideas de negocio.
Es así como estos sitios, especialmente en los remodelados por las diferentes administraciones municipales, es común observar servicios de comida y entrenamiento, entre otros.
Las ventas de comidas rápidas, jugos, gaseosas, crispetas dulces y saladas, manzanas caramelizadas, algodón, chuzos, agua, bolis, inflables, animaciones dirigidas, pinturas para infantes y hasta atracciones mecánicas llaman la atención de los asistentes a estos espacios de esparcimiento.
Este medio de comunicación visito tres de los parques más concurridos en Valledupar: el de Los Cortijos, el de Los Algarrobillos y Cristo Rey, donde encontró a vendedores que se ubican en estos lugares entre las 4:00 p.m. y 10:00 p.m. con el propósito de ‘rebuscarse’ ante la falta de oportunidades laborales formales de la ciudad. Ellos aseguran, que junto con las Juntas de Acción Comunal, Indupal o la iglesia (según el lugar) desarrollan una economía colaborativa, pues ejercen su labor en estos espacios públicos y como contraprestación se encargan del mantenimiento del mismo, con labores de limpieza, poda, jardinería o reparación de los juegos.
En el parque de Los Cortijos, norte de la ciudad, hay seis negocios de comidas “food truck” (gastroneta o camión restaurante), dos ‘brinca brinca’, un carro de tintos y un negocio de pintura al parque. Allí los comerciantes, que son habitantes del sector, operan con el acompañamiento de la Junta de Acción Comunal; ellos proyectan carnetizarse e identificarse con chalecos para lucir más organizados.
En el parque de Los Algarrobillos, el más grande del suroriente de la ciudad, 35 vendedores están agremiados en la Asociación de Vendedores del Parque de Los Algarrobillos, Avenpal; cada uno da una cuota de $3.000 para las necesidades que requiera el lugar donde trabajan. Sin embargo, se quejan que cada día aparecen nuevos forasteros que ofrecen sus productos y servicios, dando un aspecto desordenado al lugar.
En el parque Cristo Rey, barrio Simón Bolívar, hay una caseta de comidas, a cargo de una familia que asignó la iglesia de este sector y tiene el compromiso de velar por el cuidado del sitio inaugurado hace 13 días. Este es uno de los parques más visitados debido a la curiosidad que despierta la fuente seca que funciona de 6 a 10 de la noche.
Aunque la mayoría de negocios están organizados en pequeñas asociaciones, hay algunas molestias por otros vendedores ambulantes que no se ciñen a las normas planteadas en cada parque.
Frente a este panorama, el encargado de la oficina de Desarrollo Empresarial del municipio, Víctor Montaño, afirmó que esto refleja la aguda situación de informalidad que aqueja la economía de la región. “Lo más difícil de esta situación es que en el marco de los vendedores informales de los parques se camuflan personas que hacen otro tipo de negocios que enferman a la sociedad, como lo es vender drogas. Ha sido una lucha de esta administración de recuperar los parques, colocando actividades deportivas o dejándoselos a las Juntas de Acción Comunal para tratar de evitar estas anomalías”, explicó.
También indicó que el tema de la informalidad es altamente preocupante en la ciudad. “El DANE dice que estamos por encima del 63%, pero la Ormet (Observatorio del Mercado de Trabajo del Cesar) dice que estamos por encima del 73%. La informalidad no deja progresar ni permite que la gente eche pa’ lante. Es una manera que tienen las personas de luchar contra la falta de ingresos, pero la informalidad también es una trampa para dejarlos ahí para toda la vida porque el que no se formalice ni piensa de manera empresarial, nunca está en la disposición de crecer y convertirse en verdaderos empresarios”, acotó.
El llamado que le hace a los comerciantes de los parques es a que se acerquen a las entidades como Cámara de Comercio y Alcaldía, donde están integrantes de la Red de Emprendimiento, dispuestos a brindar asesoría; buscar la forma de su formalización y proyección como verdaderos empresarios.
“No existe el consolidado de estos negocios, pero me comprometo a buscarlas porque las Juntas de Acción Comunal y los vecinos de los parques si la tienen. Haré la investigación de cuántas personas están utilizando el espacio público de los parques de la ciudad para hacer negocios estacionarios o ambulantes”, dijo el funcionario.
Por su parte, el inspector de Espacio Público del municipio, Manuel Mercado, aseveró que esas ventas no cuentan con ningún permiso ni pago a la administración municipal, argumentando que “desde la oficina de Espacio Público lo que se hace es regular que no obstruyan los juegos didácticos, el andén, las zonas verdes y las canchas; que sean organizadas y que cumplan con algunos parámetros de regulación de espacio y tamaño. Se viene realizando un trabajo en ciertos parques, como en el del barrio Los Cortijos, de no permitir tantos vendedores, a quienes se les hace vigilancia de que no coloquen una cantidad excesiva de mesas”.
Manifestó que el año pasado se hizo un censo para establecer cuáles eran los comerciantes que ya existían en los parques, para que no existiera una superpoblación de vendedores y dejaran espacio para los visitantes.
“Siempre se presentan anomalías en la apropiación del espacio público en los parques, puesto que la oficina es de lunes a sábado, es difícil controlarlos un sábado por la noche, domingo o festivo, pero son circunstancias que los mismos vendedores que tienen años ejerciendo en estos sitios denuncian y nosotros hacemos el respectivo control”, aclaró.
Frente a las posibles sanciones a las que tienen lugar estos vendedores informales, Mercado aseveró: “Primero le hacemos el requerimiento de que se retiren del lugar que afecte el espacio público y si no lo hacen de manera voluntaria el Inspector de Policía, junto con los operarios e integrantes de la Policía, procede al decomiso. Esta labor de retiro de vendedores ambulantes se realiza en diferentes zonas de Valledupar donde nos llegue requerimientos de obstrucción del espacio público”.
A su turno, el director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Valledupar, José Luis Urón Márquez, manifestó que desde la entidad le ha declarado ‘la guerra’ a la informalidad. “Todo establecimiento de comercio abierto al público o toda actividad mercantil debe cumplir con los requisitos que exige la formalidad, para evitar la competencia desleal, el lavado de activos y economía subterránea, que propicia que quienes estén en la formalidad vean que no vale la pena ser formal y den el paso a actividades informales e ilegales”, advirtió.
Explicó que el Código de Policía regula claramente el cumplimiento de requisitos mínimos (como: no invadir espacio público, no ejercer competencia desleal, estar ubicados de acuerdo al Plan de Ordenamiento Territorial, cumplir con el registro mercantil, pagar impuestos y cumplir con las normas sanitarias de Ley) para desarrollar actividades mercantiles sin verse expuestos a los requerimientos, comparendos y sanciones que el mismo Código prevé.
“Aquí hay una gran responsabilidad de la administración municipal, a través de la Secretaría de Gobierno y Planeación Municipal, de revisar si estos comerciantes están cumpliendo con los requisitos mínimos. No podemos ser complacientes con la informalidad que no genera empleo, emprendimiento económico y que a veces es utilizada para lavar activos”, subrayó.
Urón Márquez señaló que si un vendedor de estos quisiera entrar a la formalidad debe tener en cuenta que la matricula mercantil en la Cámara de Comercio es gratis la primera vez hasta los 35 años de existencia y la renovación tendrá unos descuentos especiales hasta que llegue a tarifa plena; igualmente debe registrarse en el municipio de Valledupar, revisar temas de salubridad, determinar cuáles actividades necesitan el control de la Secretaría de Salud y otras series de requisitos previstos en las normas que reglamentan las actividades mercantiles.
Carlos Morales, vendedor del parque Los Cortijos.
“Los que vendemos en este lugar somos habitantes de la zona; en su gran mayoría somos profesionales que nos tocó buscar otra forma de subsistir. Por estar en este lugar tenemos el compromiso social de las labores de jardinería, aseo, pendientes que no dañen los juegos y luces; somos como cuidadores del parque, que en otrora era un refugio para drogadictos y delincuentes”.
Orlando Salazar, presidente de la Asociación de Vendedores del parque Los Algarrobillos.
“De estar trabajando en este lugar tenemos más de cinco años, como asociación tenemos dos años y medio. Con la remodelación del parque y la aparición de nosotros, ofreciéndoles comodidad a las familias que nos visitan, este lugar tomó vida. Nosotros nos encargamos de hacer rellenos con arena, del mantenimiento de los juegos y de la limpieza del lugar”.
Raúl Palencia, administrador de la caseta de comidas del parque Doce de Octubre.
“En los pocos días que tenemos hemos tenido buena acogida. Este lugar nos los dio la parroquia y nosotros en contraprestación debemos velar por mantenimiento del parque. Tenemos la dificultad de tanto vendedor ambulante, a lo cual le debe dar manejo la Policía”.
Por Annelise Barriga Ramírez/EL PILÓN