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Principal - 21 marzo, 2019

Los nuevos empresarios que surgieron del acuerdo de paz

Con una clara vocación agrícola, los excombatientes de las Farc quieren hacer de sus territorios espacios productivos con proyectos de ganado, turismo y sastrería. Historias que recién empiezan.

Un grupo de mujeres y hombres empezaron una empresa de sastrería en el espacio de reincorporación de Pondores, en La Guajira.

Foto: Misión/ONU
Un grupo de mujeres y hombres empezaron una empresa de sastrería en el espacio de reincorporación de Pondores, en La Guajira. Foto: Misión/ONU

Lo primero y más difícil de conseguir para las autoridades cuando empezaron a trabajar con los excombatientes de la Farc fue ganarse su confianza. Se venía de una guerra a muerte y con la firma del acuerdo se debió emprender un proceso económico que recién toma forma.

En diciembre del 2016 llegaron al Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación, ETCR, Tierra Grata, municipio de Manaure, Cesar, alrededor de 160 excombatientes esperando que el Estado que enfrentaron por 50 años les cumpliera la promesa de ayudarlos a ser productivos.
Entre incumplimientos y gestiones las cosas cambiaron en los más de 800 días que llevan concentrados, y todo centrado en el apego agrícola de los excombatientes.

LAS VACAS Y LA RUTINA

Con los aproximados $745.000 que el Gobierno nacional destina como renta básica para cada excombatiente, un grupo de ellos conformó una asociación de ganaderos. Compraron 45 cabezas de ganado que se han reproducido a pesar de la amenaza del largo verano.

A pocos pasos del ETCR, en la Finca Borja están sembradas dos hectáreas de plátano hartón y está encerrado el ganado que convida a Diego Rodríguez quien estuvo 19 años en la Farc a levantarse antes de las cinco todas las mañanas a verificar su estado, y por estas épocas buscar agua porque por las sequías no corre agua.

“La sequía que se ve cerca del cultivo y el arroyo que está al lado de los potreros en invierno inundan todo, pero mira ni un charco corre”, explica Rodríguez, quien es uno de los más de 35 asociados en el fondo ganadero de las ETRC de La Paz.

Foto: Infografía/El Pilón.

LA LUCHA AHORA ES CONTRA EL CLIMA

El pasado siete de marzo hicieron oficial la entrega del sistema de riego que está funcionando desde el 5 de enero para intentar salvar la cosecha de plátano que ya debía estar dando resultados, pero que el verano ha frenado su producción.

“Este plátano tiene año y medio golpeado muy fuertemente por dos veranos que le han caído encima. Esto llevó a que las Naciones Unidas mirara la posibilidad de ayudar a montar un sistema de riego. Hasta el momento funciona no hasta el 100 %, pero no es por el manejo de las Naciones Unidas, sino la empresa que está montando el sistema que nos ha incumplido”, aseveró Gilberto Giraldo, quien al momento del proceso tenía a cargo el frente 41 de las Farc que se movía por la región Caribe, pero hoy es el jefe de los proyectos productivos.

Según Giraldo, el sistema funciona en un 60 %, aunque todas las plantas se riegan, faltan varias llaves para hacerlo más interdependiente.
El sistema de riego no dejó morir la siembra, pero la verdadera esperanza son las lluvias pronosticadas para abril.

En total, son dos hectáreas de plátano sembradas que lucen desgastadas por la falta de lluvia y la brisa. “Nosotros empezamos a trabajar pensando que las tierras eran iguales en todas partes y por eso nos ha ocurrido una serie de dificultades en la producción, por falta de conocimiento”, agregó Giraldo.
Asimismo, aseguran que la finca Borja donde tienen cabezas de ganado y siembras no se las dio el Estado dentro de la promesa de las tres millones hectáreas de la Reforma Rural, sino un terrateniente del sector.

LAS GALLINAS DE LOS HUEVOS DE ORO

En la Granja Villa Rodri cerca del ETCR de Tierra Grata están las gallinas que paren las esperanzas de Adinael Rodríguez y otros cinco excombatientes que unieron los dos millones que destinó el Gobierno para la reincorporación.

Foto: Cortesía.

Primero compraron 1.000 gallinas ponedoras, luego doblaron la cifra a 2.000 gallinas que diariamente producen 1.600 huevos que venden en tiendas y supermercados de La Paz y Manaure, y gestionando para entrar a ser proveedores del Programa Mundial de Alimentos de la ONU.

“No ganamos gran cosa, porque la finca es alquilada, pero estamos trabajando, muy animados, de domingo a domingo. En la finca también empezamos a trabajar con cerdos y cabras. A la granja le pusimos Villa Rodri, y en ella tenemos puestas nuestras esperanzas”, le dijo Adinael Ascanio, hoy empresario de la avicultura, a la Misión de Verificación de la ONU.

COSER PARA REPARAR LAS HERIDAS

En sus manos ya no hay un arma, ni cosen uniformes para ir a la guerra, desde la firma del acuerdo alrededor de 15 personas entre mujeres y hombres excombatientes y vecinos de la ETCR de Pondores, jurisdicción Conejo, La Guajira, viven rodeados de máquinas, hilos y tela cosiendo para olvidar el pasado y tejer nuevas oportunidades.

Un grupo de mujeres y hombres empezaron una empresa de sastrería en el espacio de reincorporación de Pondores, en La Guajira. Foto: Misión/ONU

Pasaron un momento de desesperanza cuando después de terminar el curso de sastrería de ocho meses el Sena se llevó las máquinas. “Cuando empezaron a llegar los pedidos y estábamos más entusiasmados, nos dijeron que el Sena se iba a llevar las máquinas de coser, porque ya había terminado el curso”, explicó Diosenel, uno de los excombatientes a la Misión de la ONU.

Al poco tiempo, por su potencial económico, la idea fue calificada como un “Proyecto de Impacto rápido”. Con esa calificación y en apoyo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, financiadores suecos apoyaron el proyecto y lo financiaron con 21 máquinas de coser entre planas, fileteadoras, botonadoras, ojaladoras, entre otras.

“Esto es lo que yo anhelé toda la vida”, dijo Ruth Lobo aquel 17 de agosto del 2018 a la prensa de la ONU después que les donaran las máquinas.

UN MODELO QUE YA FUNCIONÓ

David Villegas lleva más de ocho años trabajando en la Fundación Salvaterra y llega este jueves a Valledupar para exponer en el Foro ‘Así va la reincorporación en el Caribe’, liderado por EL PILÓN, su experiencia trabajando con pequeños productores y grandes empresarios.

La Fundación Salvaterra es más que una conexión entre el pequeño proveedor y el empresario que compra, también capacitan al productor para cualificar su trabajo. “Al productor se le brinda la asistencia técnica, que encierra acompañamiento de forma integral, desde el manejo agronómico del productivo, marketing y mercadeo, para hacer que ellos como colectivo entiendan que hay unos principios que cumplir, todos esos ítem que los hacen más competitivos”, explicó Villegas.

En esos ocho años de trabajo ya vivió una experiencia con los excombatientes, en el ETRC Llano Grande del municipio de Dabeiba, Antioquia. Las personas en proceso de reincorporación implementaron 200 metros cuadrados de una huerta orgánica con el principio de mineralizar los suelos y cosechar productos que permitieron la resiembra y el autoconsumo del producto, con acompañamiento técnico Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Fundación Salvaterra en el manejo de los cultivos.

“Ese territorio ganó mucho, primero accedieron a productos que antes no tenían y segundo y más importante, logramos juntos la suficiencia alimentaria del ETCR”, agregó David Villegas.

¿Es posible la implementación de prácticas similares en el Cesar? Como director de la Fundación Salvaterra, David Villegas, considera que la determinación es lo único necesario para replicar esos proyectos en el Cesar.

“Necesitamos que ellos entiendan que esto necesita esfuerzo, cumplir temas logísticos, espacios. Generar en ellos la conciencia y ser realmente sostenibles. Le vamos a comprar no porque sean excombatientes, sino por la calidad de sus productos… de calidad positiva, de calidad negociador”, agregó Villegas, quien con la Fundación Salvatierra trabaja en 11 departamentos pero principalmente en Antioquia.

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21 marzo, 2019

Los nuevos empresarios que surgieron del acuerdo de paz

Con una clara vocación agrícola, los excombatientes de las Farc quieren hacer de sus territorios espacios productivos con proyectos de ganado, turismo y sastrería. Historias que recién empiezan.


Un grupo de mujeres y hombres empezaron una empresa de sastrería en el espacio de reincorporación de Pondores, en La Guajira.

Foto: Misión/ONU
Un grupo de mujeres y hombres empezaron una empresa de sastrería en el espacio de reincorporación de Pondores, en La Guajira. Foto: Misión/ONU

Lo primero y más difícil de conseguir para las autoridades cuando empezaron a trabajar con los excombatientes de la Farc fue ganarse su confianza. Se venía de una guerra a muerte y con la firma del acuerdo se debió emprender un proceso económico que recién toma forma.

En diciembre del 2016 llegaron al Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación, ETCR, Tierra Grata, municipio de Manaure, Cesar, alrededor de 160 excombatientes esperando que el Estado que enfrentaron por 50 años les cumpliera la promesa de ayudarlos a ser productivos.
Entre incumplimientos y gestiones las cosas cambiaron en los más de 800 días que llevan concentrados, y todo centrado en el apego agrícola de los excombatientes.

LAS VACAS Y LA RUTINA

Con los aproximados $745.000 que el Gobierno nacional destina como renta básica para cada excombatiente, un grupo de ellos conformó una asociación de ganaderos. Compraron 45 cabezas de ganado que se han reproducido a pesar de la amenaza del largo verano.

A pocos pasos del ETCR, en la Finca Borja están sembradas dos hectáreas de plátano hartón y está encerrado el ganado que convida a Diego Rodríguez quien estuvo 19 años en la Farc a levantarse antes de las cinco todas las mañanas a verificar su estado, y por estas épocas buscar agua porque por las sequías no corre agua.

“La sequía que se ve cerca del cultivo y el arroyo que está al lado de los potreros en invierno inundan todo, pero mira ni un charco corre”, explica Rodríguez, quien es uno de los más de 35 asociados en el fondo ganadero de las ETRC de La Paz.

Foto: Infografía/El Pilón.

LA LUCHA AHORA ES CONTRA EL CLIMA

El pasado siete de marzo hicieron oficial la entrega del sistema de riego que está funcionando desde el 5 de enero para intentar salvar la cosecha de plátano que ya debía estar dando resultados, pero que el verano ha frenado su producción.

“Este plátano tiene año y medio golpeado muy fuertemente por dos veranos que le han caído encima. Esto llevó a que las Naciones Unidas mirara la posibilidad de ayudar a montar un sistema de riego. Hasta el momento funciona no hasta el 100 %, pero no es por el manejo de las Naciones Unidas, sino la empresa que está montando el sistema que nos ha incumplido”, aseveró Gilberto Giraldo, quien al momento del proceso tenía a cargo el frente 41 de las Farc que se movía por la región Caribe, pero hoy es el jefe de los proyectos productivos.

Según Giraldo, el sistema funciona en un 60 %, aunque todas las plantas se riegan, faltan varias llaves para hacerlo más interdependiente.
El sistema de riego no dejó morir la siembra, pero la verdadera esperanza son las lluvias pronosticadas para abril.

En total, son dos hectáreas de plátano sembradas que lucen desgastadas por la falta de lluvia y la brisa. “Nosotros empezamos a trabajar pensando que las tierras eran iguales en todas partes y por eso nos ha ocurrido una serie de dificultades en la producción, por falta de conocimiento”, agregó Giraldo.
Asimismo, aseguran que la finca Borja donde tienen cabezas de ganado y siembras no se las dio el Estado dentro de la promesa de las tres millones hectáreas de la Reforma Rural, sino un terrateniente del sector.

LAS GALLINAS DE LOS HUEVOS DE ORO

En la Granja Villa Rodri cerca del ETCR de Tierra Grata están las gallinas que paren las esperanzas de Adinael Rodríguez y otros cinco excombatientes que unieron los dos millones que destinó el Gobierno para la reincorporación.

Foto: Cortesía.

Primero compraron 1.000 gallinas ponedoras, luego doblaron la cifra a 2.000 gallinas que diariamente producen 1.600 huevos que venden en tiendas y supermercados de La Paz y Manaure, y gestionando para entrar a ser proveedores del Programa Mundial de Alimentos de la ONU.

“No ganamos gran cosa, porque la finca es alquilada, pero estamos trabajando, muy animados, de domingo a domingo. En la finca también empezamos a trabajar con cerdos y cabras. A la granja le pusimos Villa Rodri, y en ella tenemos puestas nuestras esperanzas”, le dijo Adinael Ascanio, hoy empresario de la avicultura, a la Misión de Verificación de la ONU.

COSER PARA REPARAR LAS HERIDAS

En sus manos ya no hay un arma, ni cosen uniformes para ir a la guerra, desde la firma del acuerdo alrededor de 15 personas entre mujeres y hombres excombatientes y vecinos de la ETCR de Pondores, jurisdicción Conejo, La Guajira, viven rodeados de máquinas, hilos y tela cosiendo para olvidar el pasado y tejer nuevas oportunidades.

Un grupo de mujeres y hombres empezaron una empresa de sastrería en el espacio de reincorporación de Pondores, en La Guajira. Foto: Misión/ONU

Pasaron un momento de desesperanza cuando después de terminar el curso de sastrería de ocho meses el Sena se llevó las máquinas. “Cuando empezaron a llegar los pedidos y estábamos más entusiasmados, nos dijeron que el Sena se iba a llevar las máquinas de coser, porque ya había terminado el curso”, explicó Diosenel, uno de los excombatientes a la Misión de la ONU.

Al poco tiempo, por su potencial económico, la idea fue calificada como un “Proyecto de Impacto rápido”. Con esa calificación y en apoyo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, financiadores suecos apoyaron el proyecto y lo financiaron con 21 máquinas de coser entre planas, fileteadoras, botonadoras, ojaladoras, entre otras.

“Esto es lo que yo anhelé toda la vida”, dijo Ruth Lobo aquel 17 de agosto del 2018 a la prensa de la ONU después que les donaran las máquinas.

UN MODELO QUE YA FUNCIONÓ

David Villegas lleva más de ocho años trabajando en la Fundación Salvaterra y llega este jueves a Valledupar para exponer en el Foro ‘Así va la reincorporación en el Caribe’, liderado por EL PILÓN, su experiencia trabajando con pequeños productores y grandes empresarios.

La Fundación Salvaterra es más que una conexión entre el pequeño proveedor y el empresario que compra, también capacitan al productor para cualificar su trabajo. “Al productor se le brinda la asistencia técnica, que encierra acompañamiento de forma integral, desde el manejo agronómico del productivo, marketing y mercadeo, para hacer que ellos como colectivo entiendan que hay unos principios que cumplir, todos esos ítem que los hacen más competitivos”, explicó Villegas.

En esos ocho años de trabajo ya vivió una experiencia con los excombatientes, en el ETRC Llano Grande del municipio de Dabeiba, Antioquia. Las personas en proceso de reincorporación implementaron 200 metros cuadrados de una huerta orgánica con el principio de mineralizar los suelos y cosechar productos que permitieron la resiembra y el autoconsumo del producto, con acompañamiento técnico Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Fundación Salvaterra en el manejo de los cultivos.

“Ese territorio ganó mucho, primero accedieron a productos que antes no tenían y segundo y más importante, logramos juntos la suficiencia alimentaria del ETCR”, agregó David Villegas.

¿Es posible la implementación de prácticas similares en el Cesar? Como director de la Fundación Salvaterra, David Villegas, considera que la determinación es lo único necesario para replicar esos proyectos en el Cesar.

“Necesitamos que ellos entiendan que esto necesita esfuerzo, cumplir temas logísticos, espacios. Generar en ellos la conciencia y ser realmente sostenibles. Le vamos a comprar no porque sean excombatientes, sino por la calidad de sus productos… de calidad positiva, de calidad negociador”, agregó Villegas, quien con la Fundación Salvatierra trabaja en 11 departamentos pero principalmente en Antioquia.