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Historias - 10 febrero, 2022

Los momentos del vallenato en Cali

 “Las preferencias musicales de los caleños están muy distantes de la música vallenata, pero el acordeón como ciudadano del mundo si ha estado presente en muchos géneros de música interiorana” 

Diomedes Díaz; Juancho Roys; Rafael Escalona; Lisandro Mesa; Guayacan Orquesta; Binomio de Oro.
Diomedes Díaz; Juancho Roys; Rafael Escalona; Lisandro Mesa; Guayacan Orquesta; Binomio de Oro.

Viejos parranderos de Valledupar como Iván Gil Molina y ‘El Turco’ Pavajeau recuerdan que en el año 1964 el aristocrático club San Fernando, de la ciudad de Cali, celebró un festival latinoamericano de la canción popular al cual fue invitado, representando a la costa Caribe, el maestro Rafael Escalona, quien con el conjunto de ‘Colacho’ Mendoza se lució alternando con otras brillantes figuras de diferentes países, entre ellos el argentino Atahualpa Yupanki. 

En una de sus actuaciones el maestro Escalona improvisó algunos versos que fueron ovacionados por los presentes, cuando recitó:

Colombia tiene dos valles

De belleza sin igual

Uno es el Valle de Cauca 

Y el otro es Valledupar.

Sin embargo, a pesar de la afinidad de la belleza y el esplendor geográfico de es dos valles, ambos son poseedores de marcadas diferencias culturales en su idiosincrasia y en su folclor bromatológico y musical y así actualmente como epicentros de estos dos valles, Cali y Valledupar, tienen expresiones musicales muy disímiles, como son la salsa y el vallenato respectivamente.

Fue en esa visita a Cali que el maestro Escalona conoció a María Tere, la antioqueñita de ojos verdes a quien le dedicó el paseo que lleva su mismo nombre:

Ella es antioqueña, de la serranía,

Pero fue allá en Cali, donde nos encontramos

Y cuando vio que me venía

Se puso triste y quedó llorando.

Observando las diferencias señaladas anteriormente notamos claramente que las preferencias musicales de los caleños están muy distantes de la música vallenata, pero el acordeón como ciudadano del mundo si ha estado presente en muchos géneros de música interiorana que el pueblo recrea y celebra con entusiasmo. En mis años universitarios en la década del 60, pude apreciar en ciudades como Ibagué, Neiva, Cali y Manizales conjuntos de nocheros o serenateros integrados por guitarra, tiple, acordeón de dos hileras y carrasca (guacharaca), interpretando en cantinas y restaurantes populares, pasillos, bambucos, rancheras, boleros, parrandas y música guasca, complaciendo peticiones entre los presentes y tratando de pescar alguna serenata.

LAS COLECCIONES MUSICALES

En mi vida de coleccionista de discos de la vieja guardia fui atesorando a partir de 1975 los acetatos de 78 R.P.M. que conseguía en mercados de pulgas, en emisoras que ya los desechaban ante el paso victorioso del Long Play, en las cantinas de los pueblos y con otros coleccionistas. 

Dentro de ese material discográfico hay rarezas, curiosidades y hasta artistas desconocidos por los eruditos de un determinado género, como es el caso de Emiro Antonio Caicedo y su conjunto ‘Los Alegres del Valle’. Se trata de un acordeonero caleño que dejó de dar serenatas y rebuscarse en cafetines y bares para armar con gente del pacifico un grupo de música bailable, con acordeón, guacharaca, bajo, tumbadora, caja y hasta bongo, interpretando cumbias, guarachas, currulaos, y también pasillos fiesteros como el recordado ‘El Volador’ que junto con la ‘Cumbia Caleña’ fueron éxitos resonantes en el interior del país en la década de los años 60. 

La mayoría de sus éxitos de esa época fueron publicados en el L.P. 3-35220 de la fábrica de discos Victoria de Medellín titulado ‘Bomboncito’ que esta lanzó al mercado en 1980.

Las grabaciones iniciales de ‘Los Alegres del Valle’ fueron realizadas a finales de los años 50 en la etiqueta ‘Zeida’ de la compañía colombiana de discos Codiscos. Existe de este mismo grupo un L.P. titulado ‘La Caña de Azúcar’ en el caleñísimo sello Diana que tuvo muy corta vida. Este álbum destacaba la recién nacida Feria de la Caña en 1957, cuando la Sultana del Valle aún sangraba por las heridas que dejó aquella aterradora explosión que el 7 de agosto de 1956 acabó con el centro de la ciudad y con la vida de más de un centenar de personas, hecho que nunca fue totalmente esclarecido.

SURGE DISCOS FUENTES

En el año 1964 nació en Medellín la fábrica de discos Victoria y fue Emiro Caicedo con ‘Los Alegres del Valle’, uno de los primeros artistas en debutar con este sello, logrando aquí sus mejores momentos en popularidad. Vale la pena resaltar que prácticamente todos los temas que grababan eran de la autoría de su líder Emiro Caicedo y que los aires vallenatos en esa época no tuvieron para él ningún interés.

Existen además algunas grabaciones realizadas en el sello ‘Zeida’ en la misma época por un conjunto de acordeón que se identificaba como ‘Los Vallenatos Caleños’ liderados por Óscar Vidal que hizo popular ‘La Cumbia del Valle’. El grupo estaba conformado por algunos miembros oriundos de la costa y otros del Valle del Cauca. Son discos de 78 R.P.M. muy raros y difíciles de conseguir.

Es posible que una de las primeras puntadas dadas por un juglar del acordeón cantándole a tierras vallecaucanas sea el merengue titulado ‘La Mujer es Buena’, del maestro Abel Antonio Villa en fecha cercana a 1950 publicado en la disquera Fuentes, de Cartagena y que nos dicen en su letra:

Si es que estás enamorado, de una muchacha caleña

No te enamores en verano, espera la primavera.

Esta pasta de 78 revoluciones reposa en el archivo discográfico del coleccionista barranquillero Osvaldo Sarmiento.

LA GIRA

Quizás el más relevante episodio de un acordeón desenroscándose en Cali lo tenemos en el merengue ‘La Gira’ del juglar cesarense, Manaure Cesar, Juan Manuel Muegue, cuando nos dice en su letra que grabó Jorge Oñate con Emilianito Zuleta:

En Armenia cogí tren 

y llegue directo a Cali

y seguí hasta Manizales

Dice Muegue Juan Manuel.

Fue esta la gira que en el año 1952 organizó el médico cordobés Manuel Zapata Olivella cuando prestaba su año rural en La Paz, Cesar, con la intención de dar a conocer el folclor de la costa norte en el interior del país. En esta gira también viajaron ‘Los Gaiteros de San Jacinto’ y otros grupos de la región Caribe. En las ciudades visitadas esta delegación musical hizo presencia en los radioteatros de las emisoras, en los cines actuando en el intermedio de las películas y en centros culturales. Cali no fue la excepción.

Sin lugar a dudas fue la creación de la Feria de la Caña el evento que marcaría el canal de penetración hacia el gusto musical de los caleños que encontraron en el baile su mejor forma de diversión. Desde sus primeros años se presentaban en Cali orquestas nacionales y extranjeras, se organizaba un reinado de belleza popular, cabalgatas y diferentes actos artísticos.

PACHO GALÁN

Entre las orquestas de la costa que pusieron a bailar a los vallunos, eran en esa época las más cotizadas la de Pacho Galán, Lucho Bermúdez y la de ‘Pello Torres y sus Diablos del Ritmo’, alternando con las del interior como eran la orquesta de Edmundo Arias, ‘La Orquesta Sonoluz’, ‘La Italia Jazz’ y algunos grupos del Pacífico como ‘Peregoyo y su Combo’.

La presentación resonante de ‘Los Corraleros de Majagual’ en los años 1961 y 1962 le mostró a los caleños el encanto y el sabor de la música sabanera con el porro, la cumbia, el fandango y el paseaito interpretados con acordeón, estableciendo entonces una conexión del Caribe con los bailadores de esa generación que desde entonces han mantenido un gusto muy especial por la música de la sabana. 

Esto nos explica según las observaciones el coleccionista y estudioso de la música afrocaribeña Isidoro Corkidi que en el año 1978 fuera ‘El Polvorete’, el tema más aclamado en la feria, interpretado espectacularmente por Alfredo Gutiérrez, quien le da a este merengue sinuano una connotación polirítmica.

LISANDRO MEZA

En el año 1980 el rey sabanero Lisandro Meza con su trancazo musical ‘Las Tapas’, un éxito nacional, logró con esta cumbia el mayor reconocimiento de ese año. Volvió Lisandro a la carga en 1983 y con el tema ‘La Matica’ una página con sabor de parranda decembrina repitió la hazaña anterior, convirtiéndose en figura obligada para eventos futuros y así en 1990 con el pasaje ‘La Bella’ y con la cumbia ‘El Hijo de Tuta’ en el 2001 obtiene el reconocimiento de ser el acordeonero de mayores logros en la historia musical de la Feria de la Caña en la ‘Sultana del Valle’, pero siempre como protagonista de esa música de acordeón fusionada con instrumentos de viento que tiene un especial encanto para seducir el gusto de los bailadores.

Una interesante crónica publicada por Alejandro Gutiérrez de Piñeres y Grimaldi, en diciembre de 2014, en Panorama Cultural, el periódico cultural de la costa Caribe colombiana, nos ubica en algunos momentos importantes que ha tenido la música vallenata en la ciudad de Cali. Nos dice don Alejandro: “Cuando llegué a Cali en el año 1973 como funcionario del ICBF, las únicas referencias del vallenato que encontré fue en un programa radial de poca audición que en la voz de Cali, de la Cadena Todelar, realizaban diariamente de 5:00 a 6:00 p.m Narciso de La Hoz y Manuel Polo Sanabria, dos locutores cartageneros que presentaban en el radioteatro de la emisora conjuntos musicales que estaban en la onda del acordeón, pero que interpretaban básicamente música caribeña como cumbias, porros, guarachas, paseaitos, y ocasionalmente algún aire vallenato. Eran músicos aficionados de origen costeño, aunque no faltaba uno que otro del interior”.

Los referidos locutores cambiaron de ciudad y de cadena radial, razón por la cual poco se volvió a escuchar del vallenato en Cali, donde ya el empuje del movimiento en torno a la salsa era imparable.

En estas circunstancias llegó en el año 1978 a laborar como locutor el veterano Alfonso López Vera, un ocañero que me secundó en el proyecto del espacio ‘Festival Costeño del Acordeón”, donde se escucharía no solo vallenato, sino música sabanera con sus mejores intérpretes.

Se inició así para el vallenato un nuevo ciclo con este programa que comenzó a escucharse con mucho entusiasmo en algunos barrios populares de la Sultana del Valle. En el que se presentaban variedad de conjuntos, cantantes y artistas que estaban en la onda y allí comenzó a hacer sus primeros pininos en el vallenato un joven estudiante del conservatorio de Cali, de nombre Héctor González, quien más adelante logró destacarse como investigador del género publicando el libre “Vallenato, Tradición y Comercio”.

HELIODORO MARTÍNEZ

Fue la misma época en que llegó a Cali un conjunto procedente de Tierralta, Córdoba, liderado por el acordeonero Heliodoro Martínez, quien seguía de cerca los pasos de los juglares de antaño como Alejandro Duran, Abel Antonio Villa y Luis Enrique Martínez, quien tenía como cantante a un joven nacido en Ayapel, Córdoba, llamado Jesús Manuel Estrada, poseedor de una de las voces más educadas y afinadas en la historia del vallenato. 

Estos muchachos alentados por Heliodoro Martínez se quedaron en la ciudad y le anexaron al grupo la instrumentación propia de una banda naciendo así el grupo ‘Raza Tropical’, interpretando principalmente vallenatos, pero también ritmos caribeños.

Lo cierto es que esta propuesta pegó en el gusto popular y debutaron en las tarimas que durante varias Ferias de la Caña animaban en los barrios populares donde encontraron admiración y aplausos. Esto les permitió el privilegio de alternar con Villos Caracas Boys, en el hotel Intercontinental, con Willie Colon y Rubén Blades, en el Petecuy y con Chocolate Armenteros, en las Bayas. 

Fue uno de los mejores momentos del vallenato en Cali protagonizado por Raza Tropical.

Tratando de obtener algún reconocimiento nacional estos se reorganizaron,  formando entonces dos conjuntos vallenatos para participar en el festival de Valledupar de 1981. Heliodoro como profesional y Héctor González con el vocalista Jesús Manuel Estrada como aficionados. La verdad es que se lucieron y en la final Heliodoro fue vencido por Raúl “El Chiche” Martínez el rey profesional de ese año y Héctor con Jesús Manuel cayeron ante Alvarito Meza, rey en la categoría aficionados.

Esta fue la plataforma de lanzamiento al mundo vallenato de este par de figuras que musicalmente se maduraron en Cali, en un ambiente privilegiado para la salsa, pero que allí quedaron sus huellas que más tarde estimularían la llegada de otros grupos que siguieron aportando algún talento para que el vallenato no desapareciera de Cali.

Sin embargo, opina al respecto Gilberto Marenco Better, un erudito en música afrocaribeña y comunicador social, que la fuerza con la que entró en Cali el movimiento musical llamado salsa tuvo tanto impacto en las generaciones jóvenes de las décadas de los años 60 y 70 que estas nuevas sonoridades fueran asimiladas como propias porque era algo que transgredía las viejas estructuras musicales de la burguesía caleña de ese entonces.

NADA DE VALLENATO

La salsa le cerraba el paso a cualquier género musical diferente que por allí se asomara y es de ingrata recordación para la costa el episodio ocurrido en la feria del año 1968, cuando en el concierto de la ‘Caseta Panamericana’, los jóvenes asistentes hicieron bajar del escenario a Los Corraleros de Majagual porque solo querían escuchar a Ricardo Rey con Bobby Cruz.

Esta actitud musical de los caleños privilegiando solo al movimiento de la salsa para sus eventos festivos, hizo que la penetración de los aires vallenatos tuviera un atraso considerable en comparación con otras ciudades del interior del país como Bogotá y Medellín, donde ya en espacios radiales especializados se escuchaban los cantos vallenatos de Escalona, Alejandro Duran, Abel Antonio Villa, Jesús Enrique Martínez y el trío de Bovea y sus Vallenatos.

El anillo de seguridad impuesto por la salsa en Cali comienza a ser permeado ligeramente en la década de los años 80 por el vallenato romántico, con su ritmo suave, de gran contenido lírico, más para escuchar, que muy profundo caló en el gusto musical capitalino y que los jóvenes que llegaban a estudiar a Bogotá asimilaban y llevaban de regreso a sus ciudades, además de las conexiones que establecieron con amigos de la costa y por otro lado algunas estaciones radiales donde en algunos programas que trataban de promover este género iban permitiendo que esta música fuera escuchada.

Sin embargo, el espíritu bailador de los caleños mantenía su postura, pero aceptaba la música sabanera que con su aire fandanguero ha estado siempre presente en la Feria de la Caña.

LA SALSA DECAE

Es necesario tener en cuenta algunas consideraciones que nos muestran como en el mundo de la salsa se dieron algunos cambios que propiciaron que el vallenato fuera poco a poco abriendo su espacio en el ambiente musical de Cali. Es incuestionable que el declive fundamental sufrido por la salsa, al no renovarse, y caer en el concepto de la llamada “Salsa Catre” que muchas veces no tenía la calidad interpretativa de los antiguos pilares de esta música.

Por otra parte, las agrupaciones vallenatas lideradas por verdaderas estrellas del canto, como Diomedes Díaz, Jorge Oñate, Poncho Zuleta, Rafael Orozco e Iván Villazon, entre otros, lograron que el vallenato fuera asumido por esas generaciones de jóvenes caleños de los años noventa y del nuevo milenio que no veían estas sonoridades como algo extraño o exótico sino como algo natural dentro de la dinámica que desarrolla la cultura musical. 

Era otra forma de baile que se sumaba a la esencia fundamentalmente bailable de los caleños ampliando en esta forma el espectro musical de la sultana donde también ganaron adeptos los ritmos que llegaban del pacifico, pero manteniendo eso sí la salsa, como algo inherente a su cultura musical.

ENTRA EL VALLENATO

Replicamos las noticias de los diarios de Cali al finalizar la feria del año 2003 que anunciaron “El vallenato conquistó la feria”. Fue el artífice de esta proeza Jorge Celedon, quien con el merengue de su inspiración “Parranda en el cafetal” puso a bailar al pueblo con los acordes del vallenato tradicional, ante 50.000 espectadores en el súper concierto del estadio Pascual Guerrero, alternando su actuación con gigantes salseros como Rubén Blades y Gilberto Santa Rosa, además con el merenguero Elvis Crespo y la orquesta salsera Son de Cali. Algo realmente sorprendente.

ACORDEÓN Y SALSA

Vale la pena destacar que en 1994 en el álbum de la Orquesta Guayacán “A Verso y Golpe” se dio un interesante acercamiento entre la salsa y el vallenato, cuando esta orquesta invitó a Juancho Rois para que con su acordeón matizara con los acordes de ‘Francisco El Hombre’ el tema “Arriba Mi Folclor”.

Hoy en día podemos afirmar que hay tantos salseros en ciudades de la Costa Caribe como Barranquilla, Cartagena y Valledupar como interesados en el vallenato en la ciudad de Cali.

Por Julio C. Oñate Martínez

Historias
10 febrero, 2022

Los momentos del vallenato en Cali

 “Las preferencias musicales de los caleños están muy distantes de la música vallenata, pero el acordeón como ciudadano del mundo si ha estado presente en muchos géneros de música interiorana” 


Diomedes Díaz; Juancho Roys; Rafael Escalona; Lisandro Mesa; Guayacan Orquesta; Binomio de Oro.
Diomedes Díaz; Juancho Roys; Rafael Escalona; Lisandro Mesa; Guayacan Orquesta; Binomio de Oro.

Viejos parranderos de Valledupar como Iván Gil Molina y ‘El Turco’ Pavajeau recuerdan que en el año 1964 el aristocrático club San Fernando, de la ciudad de Cali, celebró un festival latinoamericano de la canción popular al cual fue invitado, representando a la costa Caribe, el maestro Rafael Escalona, quien con el conjunto de ‘Colacho’ Mendoza se lució alternando con otras brillantes figuras de diferentes países, entre ellos el argentino Atahualpa Yupanki. 

En una de sus actuaciones el maestro Escalona improvisó algunos versos que fueron ovacionados por los presentes, cuando recitó:

Colombia tiene dos valles

De belleza sin igual

Uno es el Valle de Cauca 

Y el otro es Valledupar.

Sin embargo, a pesar de la afinidad de la belleza y el esplendor geográfico de es dos valles, ambos son poseedores de marcadas diferencias culturales en su idiosincrasia y en su folclor bromatológico y musical y así actualmente como epicentros de estos dos valles, Cali y Valledupar, tienen expresiones musicales muy disímiles, como son la salsa y el vallenato respectivamente.

Fue en esa visita a Cali que el maestro Escalona conoció a María Tere, la antioqueñita de ojos verdes a quien le dedicó el paseo que lleva su mismo nombre:

Ella es antioqueña, de la serranía,

Pero fue allá en Cali, donde nos encontramos

Y cuando vio que me venía

Se puso triste y quedó llorando.

Observando las diferencias señaladas anteriormente notamos claramente que las preferencias musicales de los caleños están muy distantes de la música vallenata, pero el acordeón como ciudadano del mundo si ha estado presente en muchos géneros de música interiorana que el pueblo recrea y celebra con entusiasmo. En mis años universitarios en la década del 60, pude apreciar en ciudades como Ibagué, Neiva, Cali y Manizales conjuntos de nocheros o serenateros integrados por guitarra, tiple, acordeón de dos hileras y carrasca (guacharaca), interpretando en cantinas y restaurantes populares, pasillos, bambucos, rancheras, boleros, parrandas y música guasca, complaciendo peticiones entre los presentes y tratando de pescar alguna serenata.

LAS COLECCIONES MUSICALES

En mi vida de coleccionista de discos de la vieja guardia fui atesorando a partir de 1975 los acetatos de 78 R.P.M. que conseguía en mercados de pulgas, en emisoras que ya los desechaban ante el paso victorioso del Long Play, en las cantinas de los pueblos y con otros coleccionistas. 

Dentro de ese material discográfico hay rarezas, curiosidades y hasta artistas desconocidos por los eruditos de un determinado género, como es el caso de Emiro Antonio Caicedo y su conjunto ‘Los Alegres del Valle’. Se trata de un acordeonero caleño que dejó de dar serenatas y rebuscarse en cafetines y bares para armar con gente del pacifico un grupo de música bailable, con acordeón, guacharaca, bajo, tumbadora, caja y hasta bongo, interpretando cumbias, guarachas, currulaos, y también pasillos fiesteros como el recordado ‘El Volador’ que junto con la ‘Cumbia Caleña’ fueron éxitos resonantes en el interior del país en la década de los años 60. 

La mayoría de sus éxitos de esa época fueron publicados en el L.P. 3-35220 de la fábrica de discos Victoria de Medellín titulado ‘Bomboncito’ que esta lanzó al mercado en 1980.

Las grabaciones iniciales de ‘Los Alegres del Valle’ fueron realizadas a finales de los años 50 en la etiqueta ‘Zeida’ de la compañía colombiana de discos Codiscos. Existe de este mismo grupo un L.P. titulado ‘La Caña de Azúcar’ en el caleñísimo sello Diana que tuvo muy corta vida. Este álbum destacaba la recién nacida Feria de la Caña en 1957, cuando la Sultana del Valle aún sangraba por las heridas que dejó aquella aterradora explosión que el 7 de agosto de 1956 acabó con el centro de la ciudad y con la vida de más de un centenar de personas, hecho que nunca fue totalmente esclarecido.

SURGE DISCOS FUENTES

En el año 1964 nació en Medellín la fábrica de discos Victoria y fue Emiro Caicedo con ‘Los Alegres del Valle’, uno de los primeros artistas en debutar con este sello, logrando aquí sus mejores momentos en popularidad. Vale la pena resaltar que prácticamente todos los temas que grababan eran de la autoría de su líder Emiro Caicedo y que los aires vallenatos en esa época no tuvieron para él ningún interés.

Existen además algunas grabaciones realizadas en el sello ‘Zeida’ en la misma época por un conjunto de acordeón que se identificaba como ‘Los Vallenatos Caleños’ liderados por Óscar Vidal que hizo popular ‘La Cumbia del Valle’. El grupo estaba conformado por algunos miembros oriundos de la costa y otros del Valle del Cauca. Son discos de 78 R.P.M. muy raros y difíciles de conseguir.

Es posible que una de las primeras puntadas dadas por un juglar del acordeón cantándole a tierras vallecaucanas sea el merengue titulado ‘La Mujer es Buena’, del maestro Abel Antonio Villa en fecha cercana a 1950 publicado en la disquera Fuentes, de Cartagena y que nos dicen en su letra:

Si es que estás enamorado, de una muchacha caleña

No te enamores en verano, espera la primavera.

Esta pasta de 78 revoluciones reposa en el archivo discográfico del coleccionista barranquillero Osvaldo Sarmiento.

LA GIRA

Quizás el más relevante episodio de un acordeón desenroscándose en Cali lo tenemos en el merengue ‘La Gira’ del juglar cesarense, Manaure Cesar, Juan Manuel Muegue, cuando nos dice en su letra que grabó Jorge Oñate con Emilianito Zuleta:

En Armenia cogí tren 

y llegue directo a Cali

y seguí hasta Manizales

Dice Muegue Juan Manuel.

Fue esta la gira que en el año 1952 organizó el médico cordobés Manuel Zapata Olivella cuando prestaba su año rural en La Paz, Cesar, con la intención de dar a conocer el folclor de la costa norte en el interior del país. En esta gira también viajaron ‘Los Gaiteros de San Jacinto’ y otros grupos de la región Caribe. En las ciudades visitadas esta delegación musical hizo presencia en los radioteatros de las emisoras, en los cines actuando en el intermedio de las películas y en centros culturales. Cali no fue la excepción.

Sin lugar a dudas fue la creación de la Feria de la Caña el evento que marcaría el canal de penetración hacia el gusto musical de los caleños que encontraron en el baile su mejor forma de diversión. Desde sus primeros años se presentaban en Cali orquestas nacionales y extranjeras, se organizaba un reinado de belleza popular, cabalgatas y diferentes actos artísticos.

PACHO GALÁN

Entre las orquestas de la costa que pusieron a bailar a los vallunos, eran en esa época las más cotizadas la de Pacho Galán, Lucho Bermúdez y la de ‘Pello Torres y sus Diablos del Ritmo’, alternando con las del interior como eran la orquesta de Edmundo Arias, ‘La Orquesta Sonoluz’, ‘La Italia Jazz’ y algunos grupos del Pacífico como ‘Peregoyo y su Combo’.

La presentación resonante de ‘Los Corraleros de Majagual’ en los años 1961 y 1962 le mostró a los caleños el encanto y el sabor de la música sabanera con el porro, la cumbia, el fandango y el paseaito interpretados con acordeón, estableciendo entonces una conexión del Caribe con los bailadores de esa generación que desde entonces han mantenido un gusto muy especial por la música de la sabana. 

Esto nos explica según las observaciones el coleccionista y estudioso de la música afrocaribeña Isidoro Corkidi que en el año 1978 fuera ‘El Polvorete’, el tema más aclamado en la feria, interpretado espectacularmente por Alfredo Gutiérrez, quien le da a este merengue sinuano una connotación polirítmica.

LISANDRO MEZA

En el año 1980 el rey sabanero Lisandro Meza con su trancazo musical ‘Las Tapas’, un éxito nacional, logró con esta cumbia el mayor reconocimiento de ese año. Volvió Lisandro a la carga en 1983 y con el tema ‘La Matica’ una página con sabor de parranda decembrina repitió la hazaña anterior, convirtiéndose en figura obligada para eventos futuros y así en 1990 con el pasaje ‘La Bella’ y con la cumbia ‘El Hijo de Tuta’ en el 2001 obtiene el reconocimiento de ser el acordeonero de mayores logros en la historia musical de la Feria de la Caña en la ‘Sultana del Valle’, pero siempre como protagonista de esa música de acordeón fusionada con instrumentos de viento que tiene un especial encanto para seducir el gusto de los bailadores.

Una interesante crónica publicada por Alejandro Gutiérrez de Piñeres y Grimaldi, en diciembre de 2014, en Panorama Cultural, el periódico cultural de la costa Caribe colombiana, nos ubica en algunos momentos importantes que ha tenido la música vallenata en la ciudad de Cali. Nos dice don Alejandro: “Cuando llegué a Cali en el año 1973 como funcionario del ICBF, las únicas referencias del vallenato que encontré fue en un programa radial de poca audición que en la voz de Cali, de la Cadena Todelar, realizaban diariamente de 5:00 a 6:00 p.m Narciso de La Hoz y Manuel Polo Sanabria, dos locutores cartageneros que presentaban en el radioteatro de la emisora conjuntos musicales que estaban en la onda del acordeón, pero que interpretaban básicamente música caribeña como cumbias, porros, guarachas, paseaitos, y ocasionalmente algún aire vallenato. Eran músicos aficionados de origen costeño, aunque no faltaba uno que otro del interior”.

Los referidos locutores cambiaron de ciudad y de cadena radial, razón por la cual poco se volvió a escuchar del vallenato en Cali, donde ya el empuje del movimiento en torno a la salsa era imparable.

En estas circunstancias llegó en el año 1978 a laborar como locutor el veterano Alfonso López Vera, un ocañero que me secundó en el proyecto del espacio ‘Festival Costeño del Acordeón”, donde se escucharía no solo vallenato, sino música sabanera con sus mejores intérpretes.

Se inició así para el vallenato un nuevo ciclo con este programa que comenzó a escucharse con mucho entusiasmo en algunos barrios populares de la Sultana del Valle. En el que se presentaban variedad de conjuntos, cantantes y artistas que estaban en la onda y allí comenzó a hacer sus primeros pininos en el vallenato un joven estudiante del conservatorio de Cali, de nombre Héctor González, quien más adelante logró destacarse como investigador del género publicando el libre “Vallenato, Tradición y Comercio”.

HELIODORO MARTÍNEZ

Fue la misma época en que llegó a Cali un conjunto procedente de Tierralta, Córdoba, liderado por el acordeonero Heliodoro Martínez, quien seguía de cerca los pasos de los juglares de antaño como Alejandro Duran, Abel Antonio Villa y Luis Enrique Martínez, quien tenía como cantante a un joven nacido en Ayapel, Córdoba, llamado Jesús Manuel Estrada, poseedor de una de las voces más educadas y afinadas en la historia del vallenato. 

Estos muchachos alentados por Heliodoro Martínez se quedaron en la ciudad y le anexaron al grupo la instrumentación propia de una banda naciendo así el grupo ‘Raza Tropical’, interpretando principalmente vallenatos, pero también ritmos caribeños.

Lo cierto es que esta propuesta pegó en el gusto popular y debutaron en las tarimas que durante varias Ferias de la Caña animaban en los barrios populares donde encontraron admiración y aplausos. Esto les permitió el privilegio de alternar con Villos Caracas Boys, en el hotel Intercontinental, con Willie Colon y Rubén Blades, en el Petecuy y con Chocolate Armenteros, en las Bayas. 

Fue uno de los mejores momentos del vallenato en Cali protagonizado por Raza Tropical.

Tratando de obtener algún reconocimiento nacional estos se reorganizaron,  formando entonces dos conjuntos vallenatos para participar en el festival de Valledupar de 1981. Heliodoro como profesional y Héctor González con el vocalista Jesús Manuel Estrada como aficionados. La verdad es que se lucieron y en la final Heliodoro fue vencido por Raúl “El Chiche” Martínez el rey profesional de ese año y Héctor con Jesús Manuel cayeron ante Alvarito Meza, rey en la categoría aficionados.

Esta fue la plataforma de lanzamiento al mundo vallenato de este par de figuras que musicalmente se maduraron en Cali, en un ambiente privilegiado para la salsa, pero que allí quedaron sus huellas que más tarde estimularían la llegada de otros grupos que siguieron aportando algún talento para que el vallenato no desapareciera de Cali.

Sin embargo, opina al respecto Gilberto Marenco Better, un erudito en música afrocaribeña y comunicador social, que la fuerza con la que entró en Cali el movimiento musical llamado salsa tuvo tanto impacto en las generaciones jóvenes de las décadas de los años 60 y 70 que estas nuevas sonoridades fueran asimiladas como propias porque era algo que transgredía las viejas estructuras musicales de la burguesía caleña de ese entonces.

NADA DE VALLENATO

La salsa le cerraba el paso a cualquier género musical diferente que por allí se asomara y es de ingrata recordación para la costa el episodio ocurrido en la feria del año 1968, cuando en el concierto de la ‘Caseta Panamericana’, los jóvenes asistentes hicieron bajar del escenario a Los Corraleros de Majagual porque solo querían escuchar a Ricardo Rey con Bobby Cruz.

Esta actitud musical de los caleños privilegiando solo al movimiento de la salsa para sus eventos festivos, hizo que la penetración de los aires vallenatos tuviera un atraso considerable en comparación con otras ciudades del interior del país como Bogotá y Medellín, donde ya en espacios radiales especializados se escuchaban los cantos vallenatos de Escalona, Alejandro Duran, Abel Antonio Villa, Jesús Enrique Martínez y el trío de Bovea y sus Vallenatos.

El anillo de seguridad impuesto por la salsa en Cali comienza a ser permeado ligeramente en la década de los años 80 por el vallenato romántico, con su ritmo suave, de gran contenido lírico, más para escuchar, que muy profundo caló en el gusto musical capitalino y que los jóvenes que llegaban a estudiar a Bogotá asimilaban y llevaban de regreso a sus ciudades, además de las conexiones que establecieron con amigos de la costa y por otro lado algunas estaciones radiales donde en algunos programas que trataban de promover este género iban permitiendo que esta música fuera escuchada.

Sin embargo, el espíritu bailador de los caleños mantenía su postura, pero aceptaba la música sabanera que con su aire fandanguero ha estado siempre presente en la Feria de la Caña.

LA SALSA DECAE

Es necesario tener en cuenta algunas consideraciones que nos muestran como en el mundo de la salsa se dieron algunos cambios que propiciaron que el vallenato fuera poco a poco abriendo su espacio en el ambiente musical de Cali. Es incuestionable que el declive fundamental sufrido por la salsa, al no renovarse, y caer en el concepto de la llamada “Salsa Catre” que muchas veces no tenía la calidad interpretativa de los antiguos pilares de esta música.

Por otra parte, las agrupaciones vallenatas lideradas por verdaderas estrellas del canto, como Diomedes Díaz, Jorge Oñate, Poncho Zuleta, Rafael Orozco e Iván Villazon, entre otros, lograron que el vallenato fuera asumido por esas generaciones de jóvenes caleños de los años noventa y del nuevo milenio que no veían estas sonoridades como algo extraño o exótico sino como algo natural dentro de la dinámica que desarrolla la cultura musical. 

Era otra forma de baile que se sumaba a la esencia fundamentalmente bailable de los caleños ampliando en esta forma el espectro musical de la sultana donde también ganaron adeptos los ritmos que llegaban del pacifico, pero manteniendo eso sí la salsa, como algo inherente a su cultura musical.

ENTRA EL VALLENATO

Replicamos las noticias de los diarios de Cali al finalizar la feria del año 2003 que anunciaron “El vallenato conquistó la feria”. Fue el artífice de esta proeza Jorge Celedon, quien con el merengue de su inspiración “Parranda en el cafetal” puso a bailar al pueblo con los acordes del vallenato tradicional, ante 50.000 espectadores en el súper concierto del estadio Pascual Guerrero, alternando su actuación con gigantes salseros como Rubén Blades y Gilberto Santa Rosa, además con el merenguero Elvis Crespo y la orquesta salsera Son de Cali. Algo realmente sorprendente.

ACORDEÓN Y SALSA

Vale la pena destacar que en 1994 en el álbum de la Orquesta Guayacán “A Verso y Golpe” se dio un interesante acercamiento entre la salsa y el vallenato, cuando esta orquesta invitó a Juancho Rois para que con su acordeón matizara con los acordes de ‘Francisco El Hombre’ el tema “Arriba Mi Folclor”.

Hoy en día podemos afirmar que hay tantos salseros en ciudades de la Costa Caribe como Barranquilla, Cartagena y Valledupar como interesados en el vallenato en la ciudad de Cali.

Por Julio C. Oñate Martínez