En Los Fundadores hay muchos negocios formalizados, aunque también los informales representados en aquellos que buscan subsistir vendiendo fritos y comidas típicas, entre otros.
Hace 26 años Ángel De la Cruz García llegó a la esquina de la diagonal 18D con transversal 23 del barrio Los Fundadores; desde entonces ese es su lugar de trabajo, en donde ofrece comidas típicas que le dejan ganancias diarias entre 120 mil y 130 mil pesos, además genera un empleo.
Primero se ubicó en la diagonal 18C con la misma transversal, pero se disparó la competencia, por lo que se mudó una cuadra más abajo, en toda la esquina del colegio Upar, en donde vende 30 libras de arroz de pollo y de lisa, y entre 30 y 40 botellas de chicha.
Con estas ventas logró sacar a sus cuatro hijos adelante y hoy lo que gana es para su sustento.
Aunque su venta es debajo de unos árboles, en unas carretillas, no es un vendedor informal, según dijo porque tiene Cámara de Comercio y le paga impuestos al Municipio.
“No recuerdo cuánto pagué la última vez, pero siempre pago, aunque me atraso a veces”, afirmó.
Este hombre curtido por los años, se levanta a las 2:50 de la madrugada, hora en que empieza a preparar la comida que luego saca a vender en la transversal 23.
Aprendió el arte de la culinaria de unas amigas, que le tendieron la mano cuando muy joven se enfermó y debió acabar con el negocio que tenía de vender vísceras por la calle, “ya sin nada qué hacer, las hijas de un amigo me propusieron vender la comida que ellas preparaban y al tiempo me dijeron que me quedara con este negocio”.
Ángel no es experto en ventas ni en comercio, pero sabe sacar muy bien sus cuentas y también hace créditos, pero no en los bancos, por todas las trabas que ponen, por eso acude al pagodiario, pues aunque las ‘tasas de interés' son más altas, es más rápido y fácil.
Es así como hace poco tuvo que buscar 1.200.000 pesos para salir de un apuro y a diario paga su cuota puntual al muchacho que le llega en una moto y con voz amigable le cobra.
Con el tiempo Ángel ha visto cómo la economía en vez de mejorar empeora, pues según recuerda cuando empezó en el negocio invirtió solo 10 mil pesos, hoy invierte 200 mil diarios y vende menos comida que antes, “porque de 90 libras de arroz hoy vendo 30”.
Junto con Ángel hay cerca de 300 comerciantes, unos informales que viven de la venta de comida, minutos, arreglo de ollas de presión; así como otros formales, representados en droguerías, ferreterías, panaderías y billares, entre otros, que le sacan jugo a la transversal 23 que para muchos es la central de Los Fundadores y la 25, otra vía con mucho movimiento.
Entre esas personas que subsisten de los negocios en la 23 está Javier Macías, quien desde hace 11 años tiene su puesto en esta transversal.
“Al día me llegan entre cinco y seis clientes y como yo hay dos más. Esta es una vía muy comercial, por donde pasa mucha gente”, aseguró.
Gustavo Fernández, en cambio es un hombre que vive de la compra y venta de cosas usadas, de ese negocio vive y al día hace transacciones de 40 y 50 mil pesos.
Según explicó, son muchas las personas que acuden a la compra de cosas usadas, “porque como son de bajos recursos no tienen cómo comprarlos nuevo”.
Así como estas personas, son muchas las que de diferentes formas le sacan el jugo a la 23 para subsistir y sacar adelante a sus familias.
Movimiento
Según el presidente de la Junta de Acción Comunal, Wilmer Ojeda, las transversales 23 y 25 del barrio Los Fundadores, tienen un alto movimiento en materia de talleres de arreglo de motos, venta de fritos, mercancía que llega desde Maicao, salones de belleza, pequeños almacenes, cacharrerías y otros más.
“En Los Fundadores tenemos también depósitos grandes, en donde la gente compra y los domingos la gente acude al mercado campesino en donde traen la verdura barata. Hay bastante flujo de comercio y parece ser que venden cómodo como se vende en el centro”, manifestó el líder comunal.
Aunque en el pasado, en este sector funcionaban muchos bares, con el tiempo y la queja de la comunidad se han ido acabando y de esto solo quedan las historias; también desaparecieron de la zona los billares y hoy son pocos los que funcionan, eso sí, de manera legal.
Hoy, este barrio, por la informalidad y desempleo que tiene requiere que los mandatarios de turno hagan obras en la zona, contraten la mano de obra del sector, para que de esa forma le den ayuda a quienes requieren salir adelante.
En Los Fundadores hay muchos negocios formalizados, aunque también los informales representados en aquellos que buscan subsistir vendiendo fritos y comidas típicas, entre otros.
Hace 26 años Ángel De la Cruz García llegó a la esquina de la diagonal 18D con transversal 23 del barrio Los Fundadores; desde entonces ese es su lugar de trabajo, en donde ofrece comidas típicas que le dejan ganancias diarias entre 120 mil y 130 mil pesos, además genera un empleo.
Primero se ubicó en la diagonal 18C con la misma transversal, pero se disparó la competencia, por lo que se mudó una cuadra más abajo, en toda la esquina del colegio Upar, en donde vende 30 libras de arroz de pollo y de lisa, y entre 30 y 40 botellas de chicha.
Con estas ventas logró sacar a sus cuatro hijos adelante y hoy lo que gana es para su sustento.
Aunque su venta es debajo de unos árboles, en unas carretillas, no es un vendedor informal, según dijo porque tiene Cámara de Comercio y le paga impuestos al Municipio.
“No recuerdo cuánto pagué la última vez, pero siempre pago, aunque me atraso a veces”, afirmó.
Este hombre curtido por los años, se levanta a las 2:50 de la madrugada, hora en que empieza a preparar la comida que luego saca a vender en la transversal 23.
Aprendió el arte de la culinaria de unas amigas, que le tendieron la mano cuando muy joven se enfermó y debió acabar con el negocio que tenía de vender vísceras por la calle, “ya sin nada qué hacer, las hijas de un amigo me propusieron vender la comida que ellas preparaban y al tiempo me dijeron que me quedara con este negocio”.
Ángel no es experto en ventas ni en comercio, pero sabe sacar muy bien sus cuentas y también hace créditos, pero no en los bancos, por todas las trabas que ponen, por eso acude al pagodiario, pues aunque las ‘tasas de interés' son más altas, es más rápido y fácil.
Es así como hace poco tuvo que buscar 1.200.000 pesos para salir de un apuro y a diario paga su cuota puntual al muchacho que le llega en una moto y con voz amigable le cobra.
Con el tiempo Ángel ha visto cómo la economía en vez de mejorar empeora, pues según recuerda cuando empezó en el negocio invirtió solo 10 mil pesos, hoy invierte 200 mil diarios y vende menos comida que antes, “porque de 90 libras de arroz hoy vendo 30”.
Junto con Ángel hay cerca de 300 comerciantes, unos informales que viven de la venta de comida, minutos, arreglo de ollas de presión; así como otros formales, representados en droguerías, ferreterías, panaderías y billares, entre otros, que le sacan jugo a la transversal 23 que para muchos es la central de Los Fundadores y la 25, otra vía con mucho movimiento.
Entre esas personas que subsisten de los negocios en la 23 está Javier Macías, quien desde hace 11 años tiene su puesto en esta transversal.
“Al día me llegan entre cinco y seis clientes y como yo hay dos más. Esta es una vía muy comercial, por donde pasa mucha gente”, aseguró.
Gustavo Fernández, en cambio es un hombre que vive de la compra y venta de cosas usadas, de ese negocio vive y al día hace transacciones de 40 y 50 mil pesos.
Según explicó, son muchas las personas que acuden a la compra de cosas usadas, “porque como son de bajos recursos no tienen cómo comprarlos nuevo”.
Así como estas personas, son muchas las que de diferentes formas le sacan el jugo a la 23 para subsistir y sacar adelante a sus familias.
Movimiento
Según el presidente de la Junta de Acción Comunal, Wilmer Ojeda, las transversales 23 y 25 del barrio Los Fundadores, tienen un alto movimiento en materia de talleres de arreglo de motos, venta de fritos, mercancía que llega desde Maicao, salones de belleza, pequeños almacenes, cacharrerías y otros más.
“En Los Fundadores tenemos también depósitos grandes, en donde la gente compra y los domingos la gente acude al mercado campesino en donde traen la verdura barata. Hay bastante flujo de comercio y parece ser que venden cómodo como se vende en el centro”, manifestó el líder comunal.
Aunque en el pasado, en este sector funcionaban muchos bares, con el tiempo y la queja de la comunidad se han ido acabando y de esto solo quedan las historias; también desaparecieron de la zona los billares y hoy son pocos los que funcionan, eso sí, de manera legal.
Hoy, este barrio, por la informalidad y desempleo que tiene requiere que los mandatarios de turno hagan obras en la zona, contraten la mano de obra del sector, para que de esa forma le den ayuda a quienes requieren salir adelante.