En un ejercicio periodístico, EL PILÓN abrió una sección para elegir a los secretarios protagonistas del cuatrienio 2020-2023. No significa que sea el mejor funcionario o que los otros sean malos, pero la persona elegida sí fue protagonista por su trabajo.
Finalizando las elecciones del 2019, Lina de Armas retiró su candidatura y tomó una decisión que muchos le cuestionaron: se sumó a la campaña de Mello Castro, quien fue elegido alcalde de Valledupar contra todo pronóstico.
El primero de enero de 2020 ambos se posesionaron. De Armas como secretaria Local de Salud de Valledupar. A los tres meses cambiaron todos sus planes. El Gobierno nacional decretó la pandemia y los secretarios de Salud pasaron a la primera línea.
Las ciudades se cerraron. En Colombia, luego del presidente, la voz más escuchada era la del ministro de Salud, Fernando Ruíz. Igual en Valledupar. Luego del alcalde, la secretaria de Salud era la persona más consultada.
Aún en la época más crítica, junto a los periodistas, domiciliarios, médicos y la Policía, la secretaria de Salud siempre estuvo en la calle: en las jornadas de vacunación, desinfección, pruebas, controles, y en todo lo que necesitaran su presencia.
“Me desprendí totalmente de mi núcleo familiar y me entregué al trabajo. En ese momento tenía un solo hijo y lo envié donde mis padres porque no quería ponerlo en riesgo. Trabajamos 24 horas, sin descanso. A las 11:00 de la noche que llegaba a la casa teníamos que seguir resolviendo”, explica la exfuncionaria y excandidata a la Alcaldía.
Su número de celular se popularizó en la ciudad, algunos no sabían de quién era. Solo lo compartían y decían que esa persona les podía solucionar las dudas o problemas de la pandemia: que las pruebas, que cómo reclamar un cuerpo, que la atención en los hospitales. “Llame que allí le resuelven”.
“Mi teléfono se volvió un call center. Todo Valledupar lo tenía. Me decían: ‘Ay, nena, me dieron tu número porque me dijeron que me podías ayudar a resolver”. Y yo les decía: ‘Claro que sí, habla con la secretaria de Salud’”, cuenta, entre risas.
Su trabajo y la pandemia la convirtieron en una de las secretarias de Salud más populares de la ciudad. En los dos sentidos: para bien y para mal. Diferentes sectores le reconocieron su esfuerzo. La Revista Colombia Médica de la Universidad del Valle ubicó a Valledupar entre los 6 territorios que mejor atendieron la pandemia durante los primeros 180 días.
Pero, al contrario, en el Mercado Público su popularidad era negativa porque en pleno pico de contagios, con megáfono en mano, amenazó a los comerciantes que si no se aislaban cerrarían todo el mercado. “Es un lugar en el que siempre hay aglomeraciones y muchos trabajadores salían positivos, y seguían despachando la yuca y la papa como si nada. Como los amenacé con cerrar no me querían mucho, la verdad”, relata De Armas.
La combinación del Ministerio de Salud exigiendo resultados; la Procuraduría y la Personería auditando; los comerciantes pidiendo apertura, las muertes constantes, y una pandemia de la que poco o nada se sabía, le pasaron factura en su salud mental y física.
La secretaria se ganó la fama de estricta y rígida entre sus colaboradores, y a la vez subió de peso. Dos años después, Lina de Armas lo cuenta como una experiencia que le enseñó mucho. “No tuve tiempo para pensar en la salud mental, pero sí me volví estricta en el trabajo, porque apretaban mucho a nivel nacional. Debíamos cumplir en todo: camas de UCI, informes, además todos estaban haciéndonos auditorías. Fue una presión horrible. Subí demasiado de peso porque descargaba la ansiedad comiendo mucho”.
En mayo del 2022, en una decisión política, Lina de Armas salió de la Alcaldía. Su relación con Mello Castro es uno de los temas políticos más sonados en los cuatro años de mandato. Ambos fueron equipo en la pandemia, de allí que Valledupar fuera bien calificada por varias publicaciones científicas. Sin embargo, en el segundo año la relación se fue dañando.
Fui secretaria del primero de enero de 2020 al 5 de mayo de 2022. Durante toda la pandemia. El tercer año era el glorioso, por así decirlo, en el que íbamos a implementar muchas cosas pero el alcalde decidió que debía ceder mi espacio.
Trabajamos 24 horas, sin descanso. A las 11:00 de la noche que llegaba a la casa teníamos que seguir resolviendo. La gente moría a cualquier hora. Muchos familiares aplicaban la negación. Entonces tocaba explicarles que todo el que tenía síntomas respiratorios pasaba por covid-19.
Pero sin el talento humano hubiera sido difícil resolver. Por eso nos acompañamos de epidemiólogos y organizamos equipos de vigilancia en las tres entradas de Valledupar. Estaban activos las 24 horas del día.
Nosotros no tuvimos la infraestructura adecuada. El laboratorio público entregaba los resultados de las pruebas covid al mes. Entonces nos organizamos con las diferentes IPS y durante casi 6 meses se implementaron pruebas en los parques.
Fue una catástrofe no tener morgue pública. Las clínicas tienen un cuarto frío pero colapsaron con los muertos porque los familiares preferían esperar los resultados de los exámenes para enterrarlos de forma normal y no como pacientes covid.
La verdad nunca pensé en mi propia salud hasta que me dio covid-19 en el 2020. Me entraron mariposas en el estómago porque había visto demasiadas personas que habían fallecido. Gracias a Dios solo me dio fiebre, pero ni durante esos días descansé.
Las otras ciudades iban adelantadas en los picos de contagio. Pero nosotros decidimos copiarlos: cuando Bogotá cerraba, nosotros también, aunque tuviéramos menos casos y eso controlaba los contagios. Pero luego ellos abrieron y en Valledupar solo estaba iniciando el pico.
Recuerdo que en una sesión virtual tuve una discusión tremenda con el viceministro de Salud. Ellos tenían unas cifras positivas de Valledupar porque el reporte era de 15 días atrás. La cifra actualizada era preocupante.
Me opuse a la apertura. Recuerdo que el alcalde me dijo a través del chat: “Estamos en tus manos”. Yo le dije: “Confíe en mí”. Y no abrimos, y se pudo controlar. Debo reconocer que en el primer año el alcalde no impuso, se dejó asesorar.
En lo público no se puede resolver de urgencia. Todo es lento. Los recursos no fluyen como en lo privado. En lo público hay que hacer una justificación, disponibilidad presupuestal, CDP. En la pandemia flexibilizaron, pero los alcaldes tenían temor porque la Procuraduría General estaba encima.
Me ha dado problemas porque soy demasiado psicorrígida. Esos niveles de exigencia a veces no son agradables. Pero nunca hubo contratistas de corbata, todos tenían una responsabilidad. La verdad es que los profesionales de la Secretaría de Salud la entregaron toda, hasta expusieron su vida.
A veces uno siente que está en el lugar equivocado porque la sinceridad divide en un mundo político donde hay muchas mentiras. Toda mi vida he sido así. Me gustan las cosas bien hechas y correctas.
Ni bien ni mal. Esto es política. En Colombia lamentablemente no se ganan los espacios por tu trabajo, sino que hay unos espacios políticos y unos compromisos previos que los mandatarios deben cumplir. Mucha gente dijo que salí porque estaba con Gustavo Petro, pero no, el alcalde nunca estuvo atento a eso.
Me siento feliz porque fue un trabajo con mucha conciencia. No contraté medios de publicidad ni transporte porque no tenía recursos. Los 11.003 votos que obtuve fueron personas que salieron a votar porque consideraron que era la mejor opción.
Petro no está haciendo nada distinto a lo que prometió en campaña. Toda su vida ha sido un libro abierto. Lo que ha dicho, lo ha hecho. Pero no es fácil cambiar un país acostumbrado a la corrupción. Los gobernadores y los alcaldes salen ricos, pero no del sueldo. No es fácil cambiar 213 años de historia con la misma forma de gobernar.
Mucha gente nos decía que el presidente no nos apoyó, ni nos inyectó plata en la pasada campaña. Pero, ¿cómo va hacer el presidente lo mismo que criticó toda la vida? Es una nueva forma de gobernar, donde cada quien se labra su camino.
Difícil de calificar porque fueron dos años en los que poco o nada se podía hacer. Creo que la gente que lo rodeó no fue la mejor. Mucha gente se mete en la película del áulico, que le dice que todo está bien. Eso hace mucho daño. Y cuando una persona es frentera y dice qué debe cambiar, eso les molesta. Lastimosamente, en eso caen muchos servidores públicos.
Deseo de todo corazón que le vaya bien por Valledupar, pero llegó al poder con demasiados compromisos. Toda la clase política lo apoyó y cada uno tiene sus intereses personales. Segundo, el Gobierno nacional no está en sintonía con la corrupción, de girar plata para repartir dinero. Y tercero, tiene un reto grandísimo: una ciudad en desorden total, no por culpa de Mello Castro, esto es de décadas.
Por Deivis Caro
En un ejercicio periodístico, EL PILÓN abrió una sección para elegir a los secretarios protagonistas del cuatrienio 2020-2023. No significa que sea el mejor funcionario o que los otros sean malos, pero la persona elegida sí fue protagonista por su trabajo.
Finalizando las elecciones del 2019, Lina de Armas retiró su candidatura y tomó una decisión que muchos le cuestionaron: se sumó a la campaña de Mello Castro, quien fue elegido alcalde de Valledupar contra todo pronóstico.
El primero de enero de 2020 ambos se posesionaron. De Armas como secretaria Local de Salud de Valledupar. A los tres meses cambiaron todos sus planes. El Gobierno nacional decretó la pandemia y los secretarios de Salud pasaron a la primera línea.
Las ciudades se cerraron. En Colombia, luego del presidente, la voz más escuchada era la del ministro de Salud, Fernando Ruíz. Igual en Valledupar. Luego del alcalde, la secretaria de Salud era la persona más consultada.
Aún en la época más crítica, junto a los periodistas, domiciliarios, médicos y la Policía, la secretaria de Salud siempre estuvo en la calle: en las jornadas de vacunación, desinfección, pruebas, controles, y en todo lo que necesitaran su presencia.
“Me desprendí totalmente de mi núcleo familiar y me entregué al trabajo. En ese momento tenía un solo hijo y lo envié donde mis padres porque no quería ponerlo en riesgo. Trabajamos 24 horas, sin descanso. A las 11:00 de la noche que llegaba a la casa teníamos que seguir resolviendo”, explica la exfuncionaria y excandidata a la Alcaldía.
Su número de celular se popularizó en la ciudad, algunos no sabían de quién era. Solo lo compartían y decían que esa persona les podía solucionar las dudas o problemas de la pandemia: que las pruebas, que cómo reclamar un cuerpo, que la atención en los hospitales. “Llame que allí le resuelven”.
“Mi teléfono se volvió un call center. Todo Valledupar lo tenía. Me decían: ‘Ay, nena, me dieron tu número porque me dijeron que me podías ayudar a resolver”. Y yo les decía: ‘Claro que sí, habla con la secretaria de Salud’”, cuenta, entre risas.
Su trabajo y la pandemia la convirtieron en una de las secretarias de Salud más populares de la ciudad. En los dos sentidos: para bien y para mal. Diferentes sectores le reconocieron su esfuerzo. La Revista Colombia Médica de la Universidad del Valle ubicó a Valledupar entre los 6 territorios que mejor atendieron la pandemia durante los primeros 180 días.
Pero, al contrario, en el Mercado Público su popularidad era negativa porque en pleno pico de contagios, con megáfono en mano, amenazó a los comerciantes que si no se aislaban cerrarían todo el mercado. “Es un lugar en el que siempre hay aglomeraciones y muchos trabajadores salían positivos, y seguían despachando la yuca y la papa como si nada. Como los amenacé con cerrar no me querían mucho, la verdad”, relata De Armas.
La combinación del Ministerio de Salud exigiendo resultados; la Procuraduría y la Personería auditando; los comerciantes pidiendo apertura, las muertes constantes, y una pandemia de la que poco o nada se sabía, le pasaron factura en su salud mental y física.
La secretaria se ganó la fama de estricta y rígida entre sus colaboradores, y a la vez subió de peso. Dos años después, Lina de Armas lo cuenta como una experiencia que le enseñó mucho. “No tuve tiempo para pensar en la salud mental, pero sí me volví estricta en el trabajo, porque apretaban mucho a nivel nacional. Debíamos cumplir en todo: camas de UCI, informes, además todos estaban haciéndonos auditorías. Fue una presión horrible. Subí demasiado de peso porque descargaba la ansiedad comiendo mucho”.
En mayo del 2022, en una decisión política, Lina de Armas salió de la Alcaldía. Su relación con Mello Castro es uno de los temas políticos más sonados en los cuatro años de mandato. Ambos fueron equipo en la pandemia, de allí que Valledupar fuera bien calificada por varias publicaciones científicas. Sin embargo, en el segundo año la relación se fue dañando.
Fui secretaria del primero de enero de 2020 al 5 de mayo de 2022. Durante toda la pandemia. El tercer año era el glorioso, por así decirlo, en el que íbamos a implementar muchas cosas pero el alcalde decidió que debía ceder mi espacio.
Trabajamos 24 horas, sin descanso. A las 11:00 de la noche que llegaba a la casa teníamos que seguir resolviendo. La gente moría a cualquier hora. Muchos familiares aplicaban la negación. Entonces tocaba explicarles que todo el que tenía síntomas respiratorios pasaba por covid-19.
Pero sin el talento humano hubiera sido difícil resolver. Por eso nos acompañamos de epidemiólogos y organizamos equipos de vigilancia en las tres entradas de Valledupar. Estaban activos las 24 horas del día.
Nosotros no tuvimos la infraestructura adecuada. El laboratorio público entregaba los resultados de las pruebas covid al mes. Entonces nos organizamos con las diferentes IPS y durante casi 6 meses se implementaron pruebas en los parques.
Fue una catástrofe no tener morgue pública. Las clínicas tienen un cuarto frío pero colapsaron con los muertos porque los familiares preferían esperar los resultados de los exámenes para enterrarlos de forma normal y no como pacientes covid.
La verdad nunca pensé en mi propia salud hasta que me dio covid-19 en el 2020. Me entraron mariposas en el estómago porque había visto demasiadas personas que habían fallecido. Gracias a Dios solo me dio fiebre, pero ni durante esos días descansé.
Las otras ciudades iban adelantadas en los picos de contagio. Pero nosotros decidimos copiarlos: cuando Bogotá cerraba, nosotros también, aunque tuviéramos menos casos y eso controlaba los contagios. Pero luego ellos abrieron y en Valledupar solo estaba iniciando el pico.
Recuerdo que en una sesión virtual tuve una discusión tremenda con el viceministro de Salud. Ellos tenían unas cifras positivas de Valledupar porque el reporte era de 15 días atrás. La cifra actualizada era preocupante.
Me opuse a la apertura. Recuerdo que el alcalde me dijo a través del chat: “Estamos en tus manos”. Yo le dije: “Confíe en mí”. Y no abrimos, y se pudo controlar. Debo reconocer que en el primer año el alcalde no impuso, se dejó asesorar.
En lo público no se puede resolver de urgencia. Todo es lento. Los recursos no fluyen como en lo privado. En lo público hay que hacer una justificación, disponibilidad presupuestal, CDP. En la pandemia flexibilizaron, pero los alcaldes tenían temor porque la Procuraduría General estaba encima.
Me ha dado problemas porque soy demasiado psicorrígida. Esos niveles de exigencia a veces no son agradables. Pero nunca hubo contratistas de corbata, todos tenían una responsabilidad. La verdad es que los profesionales de la Secretaría de Salud la entregaron toda, hasta expusieron su vida.
A veces uno siente que está en el lugar equivocado porque la sinceridad divide en un mundo político donde hay muchas mentiras. Toda mi vida he sido así. Me gustan las cosas bien hechas y correctas.
Ni bien ni mal. Esto es política. En Colombia lamentablemente no se ganan los espacios por tu trabajo, sino que hay unos espacios políticos y unos compromisos previos que los mandatarios deben cumplir. Mucha gente dijo que salí porque estaba con Gustavo Petro, pero no, el alcalde nunca estuvo atento a eso.
Me siento feliz porque fue un trabajo con mucha conciencia. No contraté medios de publicidad ni transporte porque no tenía recursos. Los 11.003 votos que obtuve fueron personas que salieron a votar porque consideraron que era la mejor opción.
Petro no está haciendo nada distinto a lo que prometió en campaña. Toda su vida ha sido un libro abierto. Lo que ha dicho, lo ha hecho. Pero no es fácil cambiar un país acostumbrado a la corrupción. Los gobernadores y los alcaldes salen ricos, pero no del sueldo. No es fácil cambiar 213 años de historia con la misma forma de gobernar.
Mucha gente nos decía que el presidente no nos apoyó, ni nos inyectó plata en la pasada campaña. Pero, ¿cómo va hacer el presidente lo mismo que criticó toda la vida? Es una nueva forma de gobernar, donde cada quien se labra su camino.
Difícil de calificar porque fueron dos años en los que poco o nada se podía hacer. Creo que la gente que lo rodeó no fue la mejor. Mucha gente se mete en la película del áulico, que le dice que todo está bien. Eso hace mucho daño. Y cuando una persona es frentera y dice qué debe cambiar, eso les molesta. Lastimosamente, en eso caen muchos servidores públicos.
Deseo de todo corazón que le vaya bien por Valledupar, pero llegó al poder con demasiados compromisos. Toda la clase política lo apoyó y cada uno tiene sus intereses personales. Segundo, el Gobierno nacional no está en sintonía con la corrupción, de girar plata para repartir dinero. Y tercero, tiene un reto grandísimo: una ciudad en desorden total, no por culpa de Mello Castro, esto es de décadas.
Por Deivis Caro